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La sinodalidad como clave de la reforma iniciada por el papa Francisco
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Libro electrónico364 páginas4 horas

La sinodalidad como clave de la reforma iniciada por el papa Francisco

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El papa Francisco expresó incisivamente: "El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio". Una afirmación tan contundente necesita un análisis profundo. Pero además sus gestos y escritos han colocado en un lugar preponderante de la reflexión eclesial la sinodalidad, señalando un horizonte de reforma eclesial, así como una necesaria profundización de la reflexión teológica al respecto.
Esta publicación busca, en primer lugar, desde la investigación histórica genética comprender el desarrollo de los sínodos y de la sinodalidad en la reflexión y la vida de la Iglesia. En un segundo momento, por medio de análisis de textos, profundizar sobre el Concilio Vaticano II, su recepción en América Latina. Finalmente, mediante una reflexión critico especulativa, analiza la reforma eclesial puesta en marcha por el papa Francisco, transparentada en los sínodos por él convocados, especialmente en el panamazónico.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 nov 2022
ISBN9789876265058
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    La sinodalidad como clave de la reforma iniciada por el papa Francisco - Gabriel Martín Ghione

    ABREVIATURAS

    CTI: Comisión Teológica Internacional

    AA: Decreto Apostolicam Actuositatem

    CELAM: Consejo Episcopal Latinoamericano

    AGEL: Asambleas Generales del Episcopado Latinoamericano

    CE: Conferencias Episcopales

    CVII: Concilio Vaticano II

    DGEL: Documentos Generales del Episcopado Latinoamericano

    DV: Constitución Dogmática Dei Verbum

    EG: Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

    FARC: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia

    GS: Constitución Dogmática Gaudium et Spes

    IL: Instrumentum Laboris

    LG: Constitución Dogmática Lumen Gentium

    MIR: Movimiento de Izquierda Revolucionaria

    PO: Decreto Presbyterorum Ordinis

    REPAM: Red Eclesial Panamazónica

    SC: Constitución Dogmática Sacrosanctum Concilium

    INTRODUCCIÓN

    En la sociedad en la que estamos insertos se experimenta una fuerte sensibilidad sobre los modos en que se debe ejercer la autoridad, sobre el significado de los roles y los puestos. Se busca horizontalidad en las relaciones, así como la toma de decisiones en conjunto. Tanto la Iglesia como las organizaciones sociales, las empresas, las instituciones públicas se abren a esta nueva sensibilidad como una característica del cambio de época. En un gran sector hay un rechazo y repudio a toda muestra de prepotencia, así como al autoritarismo, como también al abuso de poder. En las nuevas generaciones nada es incuestionable, ya sea por lo que se afirma como por quien lo hace.

    El corazón del papa Francisco, pastor herido, periférico, orante, realiza un discernimiento en el cual afirma contundentemente que: El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. En este sentido ha marcado un camino de reforma eclesial desde el primer momento, ha colocado en el centro de la reflexión los problemas que ponen en encrucijada a la Iglesia, ha destrabado procesos sinodales y ha insistido tenazmente en la necesidad de provocar las reformas en la Iglesia para vivir el proyecto y el espíritu del Concilio Vaticano II.

    A fin de clarificar este camino es necesario investigar desde los datos genéticos e históricos lo que la sinodalidad significa en cuanto al camino de la Iglesia para este Milenio. Detenerse en la Fuente de la Revelación permitirá enriquecer y contactarse con el fundamento de esta categoría teológica y a su vez permitirá abrir nuevos caminos en la reflexión eclesial. La vida de Jesús y de los primeros cristianos ¿qué provocación especulativa y práctica estimulan a nuestros modos eclesiales? El aire fresco del Concilio Vaticano II ayudó a la Iglesia a renacer desde las fuentes de la Sagrada Escritura, la patrística y la liturgia. Este redescubrimiento, favoreció y potenció la sinodalidad, las decisiones colegiadas y la reflexión pastoral orgánica y en conjunto. Así, el contexto social y cultural que se vive en el mundo y la renovación eclesial del Vaticano II, fueron marcando un rumbo en la Iglesia, no sin contramarchas, miedos e intentos restauracionistas. En estos últimos años la recuperación por parte del Papa Francisco de una eclesiología centrada en el Pueblo de Dios, de acuerdo con la Lumen Gentium, marca este rumbo. Analizando algunos elementos significativos del Magisterio Conciliar se podrá constatar una reflexión renovada sobre la identidad y la vida de la Iglesia y un renovado ejercicio de los acontecimientos sinodales. En este marco también será oportuno dejarse guiar por el discurso del Papa Francisco en ocasión del 50 aniversario del Sínodo de Obispos y del Documento de la Comisión Teológica Internacional sobre la sinodalidad.

    La advertencia del Papa Francisco acerca de la mundanidad espiritual pareciera haber calado en las estructuras eclesiales. De este modo, las heridas, los pecados y una profunda crisis eclesial evidencian la fragilidad de la Iglesia, tanto ante los embates externos de las estructuras civiles como de las crisis internas manifestada, entre otras cosas, por el abuso de menores, de poder y de conciencia frutos de una cultura eclesial clericalista. Es necesario poder replantearse si un modo de reflexionar la teología que pudo favorecer y justificar este tipo de crímenes y atropellos. Es que: ¿la reflexión eclesiológica puede generar modelos pastorales patológicos y vínculos faltos de la verdadera caridad evangélica?

    Un aporte oportuno será investigar el proceso de las Asambleas Generales del Episcopado Latinoamericano y sus documentos, así como la recepción del Concilio Vaticano II y la sinodalidad en estos documentos; ambos análisis reflejarán las raíces y perspectivas propias del Papa Francisco, así como sus insistencias en su modo de presentar la Iglesia como Pueblo de Dios, la conversión pastoral, la colegialidad, el clericalismo, entre otros.

    El cambio de época, así como las heridas y pecados eclesiales, impulsan al Papa Francisco a colocar la reforma eclesial en la prioridad de su agenda pastoral: sus gestos, decisiones y palabras apuntan a una renovación eclesial donde la sinodalidad puede ser una clave interpretativa. Ante esta actitud profética se suscitan preguntas: ¿cuánto refleja y cuánto oscurece el modo de vida eclesial el proyecto del Reino? ¿Qué es lo que el Espíritu dice a la Iglesia en este tiempo? ¿Cómo enriquecen las experiencias sinodales la reflexión teológica? ¿El énfasis colocado por el Papa en la sinodalidad provoca cambios reales? Una reflexión sobre las reformas del Papa Francisco en la Curia Romana, el Sínodo de Obispos y las experiencias concretas de los mismo facilitaran algunas respuestas. Propiciará también la reflexión acerca de la sinodalidad como camino de la Iglesia del tercer milenio según el pensamiento del Papa Francisco.

    El siguiente trabajo presentará en una primera sección la Sinodalidad como el camino de la Iglesia. En un principio se distinguirá Sínodo de Sinodalidad. Posteriormente, se indagará en la fuente de la Revelación especialmente en la Sagrada Escritura. La reflexión estará centrada en Jesús norma normans, non normata de la Iglesia, se analizarán las raíces identitarias de Jesús insertándolo en un Pueblo en camino y conectándolo con la Pascua, con la experiencia del Exilio y las huellas del pos-Exilio en su predicación, en su identidad. Después se presentará el vínculo entre Jesús y sus seguidores, el camino como un espacio teológico, el caminar juntos de los discípulos y la comunión peregrina que se gesta. En un tercer momento se abordarán los datos de la tradición, indagando la sinodalidad en los Padres de la Iglesia y cómo se expresa la vida sinodal en los primeros cristianos. La praxis y la reflexión sinodal posterior en cuanto a una terminología más específica, expresiones de ésta y el proceso de deterioro de la sinodalidad. El cuarto espacio se centrará en la reflexión actual sobre la sinodalidad, abordando el Concilio como un espacio de recuperación. Se analizará el caminar del mismo Concilio, precisando el mensaje de la estructura de la Lumen Gentium, profundizando la presentación de la Iglesia como Misterio y la categoría Pueblo de Dios, la constitución jerárquica, el episcopado y el colegio episcopal. Se presentarán algunas repercusiones del pos concilio. Finalmente se caminará hacia una nueva comprensión de la sinodalidad gracias al Magisterio del Papa Francisco y al Documento de la Comisión Teológica Internacional. Para terminar esta sección se realizará una recopilación de los datos más significativos y una prospectiva de trabajo.

    La segunda sección presentará la recepción del Concilio Vaticano II y la sinodalidad en los documentos de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano. En un primer momento se abordará el concepto de recepción, lo que permitirá reflexionar a partir del mismo. Y luego se indagarán algunos aspectos eclesiológicos de la recepción del Concilio Vaticano en los Documentos del Episcopado Latinoamericano de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida. En cada uno de ellos se expondrá el contexto histórico, la Conferencia y el análisis del Documento final. En un segundo momento se buscará trazar el camino histórico de la sinodalidad en las conclusiones generales expresadas en los documentos mencionados. Para terminar, se realizará una recopilación de los datos más significativos y una prospectiva de esta parte.

    La tercera sección buscará indagar sobre la reforma eclesial impulsada por el Papa Francisco. Primeramente, se abordará esta reforma manifestada desde sus gestos y las palabras. En este sentido se expondrá la comprensión de la categoría Reino de Dios en el magisterio pontificio, la relación que establece entre el Reino y el Pueblo de Dios, y entre el Reino y la opción preferencial por los pobres. Luego, la comprensión de Francisco sobre la iglesia expresada a través de las imágenes de iglesia evangelizadora e iglesia mundana. Después se analizará la reforma de la Curia Romana según las dimensiones de: primacía pneumatológica; núcleo de la reforma: la evangelización; primado diaconal; sinérgica; colegialidad episcopal y reforma permanente. En tercer lugar, la reflexión versará sobre la nueva concepción en la preparación y el desarrollo de los sínodos; y la repercusión en las experiencias sinodales del Papa Francisco. A este fin se analizarán los Sínodos de la Familia y el Sínodo de los Jóvenes. En un cuarto momento se buscará analizar la novedad eclesial que encierra el Sínodo Especial Panamazónico: su característica de especial, preparación particular, procesos sinodales únicos, perspectiva que desarrolla y posterior evolución. De este modo se podrá arribar a la sinodalidad como clave de compresión del Magisterio del Papa Francisco y como punto clave de la reforma eclesial puesta en marcha por él. Finalmente se presentará una breve recopilación y prospectivas de esta parte.

    Por último, se presentarán con los datos más significativos y los caminos abiertos en el lugar teológico que juega la sinodalidad en el magisterio Papa Francisco.

    1. SINODALIDAD, CAMINO DE LA IGLESIA

    En los tiempos del mundo y de la Iglesia, hay experiencias, conceptos, categorías y perspectivas que toman relevancia y abren nuevos modos de interpretación, profundizan en el ser, la identidad, la vida, la misión de la comunidad de discípulos misioneros. En estos tiempos, la Sinodalidad ha ido adquiriendo carta de ciudadanía en el escenario eclesial convirtiéndose en categoría teológica de primer rango.¹

    Este proceso se redescubre, revaloriza y recupera la categoría de: la sinodalidad supone y requiere la irrupción del Espíritu Santo.² Razón por lo cual hay que entenderlo desde una perspectiva tanto eclesial como pneumatológica, un dinamismo que surge gracias a la fidelidad al Espíritu de Jesús. Se indagará por tanto cómo la sinodalidad está presente en la fuente de la revelación, cómo el Concilio Vaticano II favorece una eclesiología en orden a su desarrollo y, además el fuerte impulso gracias al magisterio del Papa Francisco y las clarificaciones de la Comisión teológica Internacional.

    1.1 Sínodo y Sinodalidad

    Un principio filosófico atribuido a Jacques Maritain reza: distinguir sin dividir, para unir sin confundir. Antes del contacto con las fuentes de la revelación, es necesario hacer una distinción para entender y profundizar algunas categorías teológicas.

    La palabra Sínodo está compuesta por la preposición σύν: con, y el sustantivo ὁδός: camino o umbral de la casa, la traducción sugiere una misma dirección. Expresa caminar juntos en una dirección. En el griego clásico del cual se nutren los Padres se refiere a cruzar el mismo umbral, reunirse. El sentido eclesial está compuesto por ambas significaciones y sugiere andar juntos, estar juntos, decidir juntos.³

    La Comisión Teológica Internacional (CTI) habla de un significado específico de Sínodo, presente desde los inicios y en la tradición de la Iglesia.

    se designa con la palabra sínodo las asambleas eclesiásticas convocadas en diversos niveles para discernir, a la luz de la Palabra de Dios y escuchando el Espíritu Santo, las cuestiones doctrinales, litúrgicas, canónicas y pastorales que se van presentando periódicamente.

    Esta palabra griega es traducida al latín como synodos o concilium. En el uso profano indica una asamblea convocada por la autoridad legítima. Ambas palabras que tienen una raíz distinta coinciden en su significado.⁵ El papa Francisco en el discurso por el 50 aniversario de la institución del Sínodo de Obispos evocó las palabras de san Juan Crisóstomo: Sínodo e Iglesia son sinónimos,⁶ Sínodo es el nombre de la Iglesia.⁷

    El uso del sustantivo sinodalidad busca expresar una dimensión constitutiva de la Iglesia.⁸ La CTI no deja de advertir que requiere una atenta puntualización teológica, pero a la vez testimonia una adquisición teológica que se viene madurando en la conciencia eclesial a partir del Magisterio del Concilio Vaticano II.⁹ Para precisar, Sinodalidad, en el contexto de la eclesiología del Pueblo de Dios del Concilio Vaticano II, refiere a la corresponsabilidad y participación de todo el Pueblo de Dios en la vida y misión de la Iglesia.¹⁰ Esto brota de un modo de entender la Iglesia, como Pueblo de Dios, como comunión de carismas y ministerios:

    La sinodalidad, en este contexto eclesiológico, indica la específica forma de vivir y obrar (modus vivendi et operandi) de la Iglesia Pueblo de Dios que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora.¹¹

    Se puede apreciar que ambas palabras están íntimamente relacionadas. El presente trabajo sobre todo buscará acentuar su reflexión en la sinodalidad y no tanto en los Sínodos.

    1.2 Sinodalidad en la fuente de la revelación

    El contacto con la Revelación permitirá por un lado constatar la fontalidad de esta categoría teológica y por otro, poder visualizar elementos fundantes en la reflexión. Posteriormente, es preciso conectarlos en el proceso de crecimiento y maduración propios de la vida y reflexión de y en la Iglesia, realizando una auténtica hermenéutica de continuidad.¹²

    El papa Francisco propone un proceso de reforma eclesial que no quede encerrado en la mera transformación de estructuras, como si fuera esta reforma producto de un esfuerzo de tinte pelagiano. Toda reforma es posible cuando se injerta y radica en Cristo, conducidos por el Espíritu.¹³

    1.2.1 Jesús norma normans, non normata de la reforma en la Iglesia

    Es una necesidad fundamental de la Iglesia, la búsqueda del Jesús histórico.¹⁴ Se busca acceder al rostro de Jesús de Nazaret que trasmiten las primeras comunidades cristinas, en los relatos evangélicos y en los primeros escritos cristianos.¹⁵ No deja de ser compleja esta búsqueda, debido a que la investigación no es un proceso estático, los resultados en los distintos estudios arriban a dispares conclusiones, desde aquí se entiende que una búsqueda seria y profunda, según el teólogo Karl Ranher, es una meta asintótica, meta a la cual tender sin que se llegue a alcanzar por completo.¹⁶

    Sin embargo, no obstruye la necesidad de volver a la persona de Jesús de Nazaret como modelo de reforma y de purificación de la Iglesia, así lo manifiesta Kasper:

    Con humildad y actitud autocrítica debe ser consciente de las estructuras de pecado en las que en su visible figura humana a menudo se ha visto y se ve involucrada. Por eso debe emprender sin cesar el camino de la penitencia y la renovación; es «ecclesia semper purificanda» (cf. LG 8). De ahí que la Iglesia deba examinarse críticamente una y otra vez tomando como medida el mensaje y la persona de Jesucristo. Tiene que empezar siempre de nuevo desde Jesucristo.¹⁷

    La reflexión de este trabajo indagará a fin de recuperar el modelo del Jesús histórico como modelo objetivo.¹⁸ Centrar en Jesús, norma normans, non normata,¹⁹ no implica un neo cristomonismo-con el cual Congar describe la concepción de Iglesia que predominaba antes del Concilio Vaticano II-.²⁰ Por el contrario, es entrar en el dinamismo en el que Jesús decide aceptar el proyecto del Abba guiado por el Espíritu:

    La historia está en manos del Padre, y el mundo entero es movido por el Espíritu, cuya acción no tiene límite alguno. Pero solamente la Iglesia, confesando a Jesucristo, conserva y lleva adelante hacia el futuro la noticia de todo lo que acontece en Jesús de Nazaret y que es el principio de toda la salvación. La tarea esencial y específica de la Iglesia es entonces la prolongación del testimonio.²¹

    1.2.2 Jesús y sus raíces

    No podemos entender una persona sin cultura, entorno, historia. El ser de la persona está constituido por su ser social, relacional. Ser persona es ser parte de un pueblo en donde se vive, se comprende y aprende; se construye la identidad y se establece un modo de vincularse. Hablar de pueblo es referirse a un sujeto colectivo, una comunidad, una pluralidad unificada por un elemento común que la determina y le da firma.²² Jesús es hijo del pueblo judío y como tal, es parte de su cosmovisión, de su ethos:

    El pueblo como sujeto comunitario de una historia y de una cultura. Es sujeto de una historia porque lo es de experiencias históricas comunes, de una conciencia colectiva de pertenencia mutua y de un proyecto histórico de bien común (…) Cuando se dice sujeto de una cultura, se entiende ésta como estilo común de vida, es decir, una forma de relacionarse de los hombres entre sí, con la naturaleza y con el sentido último de la vida (que nuestro pueblo lo reconoce en Dios).²³

    Situando a Jesús en su tiempo y en su cultura, en el Pueblo de Israel, se podrán encontrar auténticos antecedentes para comprender su estilo de vida y pensamientos, descubrir aquello que asume como de lo que toma distancia de su cultura.

    Jesús vivió inserto en la experiencia de un pueblo del mediterráneo con una marcada identidad. El Israelita se auto-comprende como parte del pueblo elegido, que ha recibido su tierra como promesa, aunque en este momento histórico no puedan gozar de una libertad plena, deban pagar pesados tributos y tolerar prácticas de sus conquistadores. Desde esta experiencia se configura la cosmovisión, el Sitz im Leben en el cual insertamos a Jesús y sus seguidores.

    La fe judía entiende la historia del Pueblo de Israel, sus acontecimientos, como historia salvífica que marca profundamente su ser e identidad. Dos de ellos sobresalen especialmente: el Éxodo y el Exilio. La clave paradigmática de ambos es el camino compartido por el pueblo, marcado por el dolor y la esperanza.

    Estos acontecimientos son interpretados y reinterpretados,²⁴ son leídos y releídos en cada circunstancia histórica para darles un nuevo sentido, son constituyentes y generadores de una nueva esperanza que alienta el caminar del pueblo. Los hechos pasados del Pueblo de Israel animan a caminar el presente. Los nombres de los antiguos pueblos conquistadores sirven para enmascarar a los nuevos. Las proezas de Dios en la antigüedad sostienen la esperanza de nuevas intervenciones: la salvación de Dios está cerca.

    1.2.2.1 Jesús, peregrino de un Pueblo en camino

    Compartir la historia de un pueblo es recordar (repasar en el corazón) acontecimientos evocados año tras año. El acontecimiento doloroso del éxodo por el cual rompen con la esclavitud a la que eran sometidos en Egipto, la travesía por el desierto, el sello de la Alianza, el caminar hacia la tierra prometida, ha constituido un elemento unificador para el Pueblo de Israel. Este recuerdo no es una historia del pasado entendido como efeméride de un acontecimiento patrio.

    En el corazón del israelita existe la vivencia anual de gran importancia que evoca el Éxodo: la celebración de la Pascua. Es la expresión más identitaria de este Pueblo, que, integrado por muchas tribus, caminaron juntos hacia la liberación guiados por Dios. La celebración anual de la Pascua es una actualización para el aquí y el ahora del Pueblo, en un Paso que se vuelve a hacer presente:

    Israel reinterpreta estos símbolos en términos históricos: como la naturaleza pasa de la muerte a la vida, así el pueblo judío ha pasado de la esclavitud a la libertad, pero a diferencia del paso anterior, que es automático, el nacimiento de la libertad es un camino de compromiso solidario y de responsabilidad. Así se convierte esta fiesta de primavera en memorial del éxodo, que recuerda y actualiza el final de la opresión y el comienzo de una nueva identidad. La oración de todo el pueblo al final de la haggadá de la cena pascual lo explicita: celebrar la Pascua es sentirse solidarios con todas las generaciones de oprimidos: «generación tras generación el hombre debe reconocerse a sí mismo, como si él hubiera salido de Egipto», y, junto con esto, sentirse solidariamente salvados por Dios como miembros de su pueblo: «El Santo, bendito sea, no sólo liberó a nuestros padres, sino, junto con ellos, a nosotros también, según está escrito: Y nos sacó de allí a fin de conducirnos para darnos la tierra que prometió con juramento a nuestros padres (Dt 6,23)».²⁵

    Comprender la vivencia del éxodo como memorial marca la vivencia de la comunidad e inserta a la persona en una dinámica que actualiza el acontecimiento celebrado: es así como en la liturgia de la noche de Pascua, los judíos de los tiempos de Jesús decían: en cada generación, cada uno debe considerarse como si él mismo hubiera sido liberado personalmente de Egipto.²⁶ Este acontecimiento habla de un camino compartido en el dolor, en la alegría, en las frustraciones, la decisión y el deseo común de ser liberados, de las ambivalencias propias de toda vivencia histórica.

    Hacer memoria de esto, llevarlo al presente, marca un estilo de ser pueblo: si caminaron juntos durante la huida y en el desierto, en este momento de la historia también. De esta manera Israel entiende su liberación de Egipto: cada vez que es celebrada la Pascua, los acontecimientos del Éxodo se hacen presentes en la memoria de los creyentes a fin de que conformen su vida a estos acontecimientos.²⁷

    El Pueblo que caminó junto por el desierto, vive un episodio significativo en el Sinaí, una alianza que marca para siempre su identidad y lo constituye como Pueblo de Dios, cuya pertenencia, cuyo Señor es YHWH. Este pacto presentado por Dios es aceptado unánimemente por el Pueblo reunido en asamblea: Moisés fue a comunicar al pueblo todas las palabras y prescripciones del Señor, y el pueblo respondió a una sola voz (qol ’ehad): «Estamos decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor» (Ex 24,3).²⁸ Es posible afirmar que:

    "El acontecimiento básico de la historia judía es el éxodo, articulado en un triple movimiento: salida - don de la Torá - ingreso en la tierra prometida. Entre la salida y la meta está la alianza. Ésta

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