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IX Laboratorio de Escritura Teatral (LET): El orden natural – Benvinguts – Scratch – La casa del agua – hogar dulce hogar – Sharenting
IX Laboratorio de Escritura Teatral (LET): El orden natural – Benvinguts – Scratch – La casa del agua – hogar dulce hogar – Sharenting
IX Laboratorio de Escritura Teatral (LET): El orden natural – Benvinguts – Scratch – La casa del agua – hogar dulce hogar – Sharenting
Libro electrónico705 páginas4 horas

IX Laboratorio de Escritura Teatral (LET): El orden natural – Benvinguts – Scratch – La casa del agua – hogar dulce hogar – Sharenting

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El orden naturaL, Markel Hernández
Un adolescente magrebí que acaba de llegar a España intentará sortear los obstáculos que se interponen en su camino durante su paso obligado por una casa de acogida para Menores Extranjeros No Acompañados

Benvinguts, Eu Manzanares
Ocho personajes que se entrecruzan mostrarán su visión de un barrio de Barcelona. ¿Pertenecemos a un lugar? ¿O es el lugar el que nos pertenece a nosotros?

Scratch, Daniel J. Meyer
Entras en la disco. ¿Bailas? Te miran. Quieres... o quizá no. Si primero dices sí o das a entender que sí, y después dices que no... Que pase lo que tenga que pasar. Tú decides el final. O no.

La casa del agua, Miguel Mota
Una pareja vive aislada en una casa de pueblo, cerca del mar. ¿Qué les pasó? ¿Alguien puede esconderse de su pasado? ¿Y de sí mismo?

hogar dulce hogar, Paz Palau Aborda el tema de la soledad. Sus personajes, pequeño muestrario del absurdo y lo imposible, son seres perplejos ante una realidad que no comprenden.

Sharenting, Mélanie Werder
En un hipotético futuro, la aprobación de una ley permitirá que las personas expuestas en redes sociales durante su infancia puedan pedir responsabilidades legales. ¿Denunciarán a sus padres Elio, Raúl y Nadia? ¿Cómo afectará esa decisión a sus vidas?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 sept 2022
ISBN9788480489331
IX Laboratorio de Escritura Teatral (LET): El orden natural – Benvinguts – Scratch – La casa del agua – hogar dulce hogar – Sharenting
Autor

Markel Hernández

Graduado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y Máster de Estudios Literarios y Teatrales en la Universidad de Granada, donde actualmente realiza su tesis sobre el teatro político español. Colabora con la compañía Mitra Teatro y ha escrito las obras dramáticas La noche de los sueños imposibles dentro del montaje colectivo Sur un fil sur elle (ESM Teatro, 2015), Las voces pervertidas (Salamanca, 2019) y Como si fuera una obra de teatro (Granada, 2020); Tabú: las cosas que nunca dijimos (III Premio de Microteatro de La Malhablada, 2017) y Vivir de alquiler (LV Premio de Literatura Dramática Kutxa Ciudad de San Sebastián, Algaida, 2020). Sus poemas han aparecido en diversas revistas y antologías poéticas: O Sol é secreto, poetas celebram Eugénio de Andrade (Casa da poesía Eugénio de Andrade, 2018), Poesía Gen Z (Playground Books), Así creció mi templo: selección de textos LGBTI+ (Revista digital Liberoamérica), Zégel #6, Izotzetan islatuak (Liberoamerika Euskal Herria, 2020), Ruido (Caligrama, 2020), Cuando dejó de llover. 50 poéticas recién cortadas (Sloper, 2021) y Gota (IX Premio Ucopoética, Bandaáparte, 2021).

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    Vista previa del libro

    IX Laboratorio de Escritura Teatral (LET) - Markel Hernández

    Cubierta

    IX Laboratorio de Escritura Teatral

    El orden natural

    MARKEL HERNÁNDEZ

    Benvinguts

    EU MANZANARES

    Scratch

    DANIEL J. MEYER

    La casa del agua

    MIGUEL MOTA

    hogar dulce hogar

    PAZ PALAU

    Sharenting

    MÉLANIE WERDER AVILÉS

    logotipo de la Fundación SGAE

    Sin la autorización por escrito de la editorial, no se permite la reproducción total o parcial de estas obras ni tampoco su tratamiento o transmisión por ningún medio o sistema.

    De igual manera, todos los derechos que de ellas dimanen, cualquiera que sea la naturaleza de estos, así como las traducciones que puedan hacerse, incluyéndose igualmente las representaciones profesionales y de aficionados, las películas de corto y largo metraje, recitación, lectura pública y retransmisión por radio o televisión, quedan estrictamente reservados. Se pone un especial énfasis en las lecturas públicas, cuyo permiso deberá asegurarse por escrito.

    Las solicitudes para la representación de estas obras, de cualquier clase y en cualquier lugar del mundo, habrán de dirigirse a Sociedad General de Autores y Editores, SGAE, en la calle de Fernando VI número 4, 28004 Madrid, España.

    IX LABORATORIO DE ESCRITURA TEATRAL

    Primera edición, 2022

    © De El orden natural: Markel Hernández Pérez

    © De Benvinguts: Eugènia Manzanares Mestre

    © De Scratch: Daniel J. Meyer

    © De La casa del agua: Luis Miguel Sánchez Mota

    © De hogar dulce hogar: Paz Palau Pellicer

    © De Sharenting: Mélanie Werder Avilés

    © Del Prólogo: Alberto Conejero

    © Para esta edición: Fundación SGAE, 2022

    Coordinación editorial: Pilar López. Diseño gráfico: José Luis de Hijes

    Maquetación y procesos digitales de edición: spandaeditorial.com

    Corrección: Susana Pulido. Logotipo de la colección: Francisco Nieva

    Imprime: Estugraf Impresores, SL

    Edita: Fundación SGAE

    Bárbara de Braganza, 7, 28004 Madrid

    www.fundacionsgae.org

    publicaciones@fundacionsgae.org

    ISBN: 978-84-8048-932-4

    ISBN electrónico: 978-84-8048-933-1

    DL: M-11505-2022

    Índice

    Prólogo:

    También se cantará en los tiempos oscuros

    Alberto Conejero

    El orden natural

    Markel Hernández

    Benvinguts

    Eu Manzanares

    Scratch

    Daniel J. Meyer

    La casa del agua

    Miguel Mota

    hogar dulce hogar

    Paz Palau

    Sharenting

    Mélanie Werder Avilés

    Catálogo editorial Fundación SGAE

    También se cantará en los tiempos oscuros

    Aunque ninguna de las obras que recoge este volumen trate sobre la pandemia de la covid-19, todas, de un modo u otro, están atravesadas por ese acontecimiento. Casi la mitad de las reuniones del IX Laboratorio de Escritura Teatral tuvieron que realizarse de modo virtual, y en las presenciales no todos los integrantes pudieron asistir a las convocatorias por estar pasando la enfermedad. Lamentablemente, más de uno perdió a algún familiar en el transcurso del proceso creativo. Aun con todo, y desde esa fragilidad, escribieron las seis obras que aquí se presentan. Quiero mencionar esta circunstancia porque la mera publicación del volumen es un logro de la persistencia, de la vocación y del anhelo de sus autores y autoras por seguir escribiendo para el teatro.

    Las seis obras que integran la edición delatan –ya desde sus respectivos títulos– la heterogeneidad de procedencias, edades, trayectorias, estilos y voluntades de sus hacedores. Unas reflejan la fértil tensión entre la literatura dramática y los dispositivos performáticos o proponen una descentralización del discurso, ya desde las lenguas de escritura; en algunas son más evidentes las influencias, el diálogo con los predecesores; en otras se observa la obstinación de la voz primera...

    Leídas en continuidad, creo que todas abordan el tema de la otredad: el otro como enigma, como amenaza, como emboscada, pero también el otro como refugio, salvación, redención.

    Dani, Eu, Markel, Mélanie, Miguel y Paz dejan constancia de aquello que Brecht afirma en Canción del autor de teatro: ¿También se cantará en los tiempos oscuros? Se cantará, sí, sobre los tiempos oscuros. Y, sin embargo, cuánta luz en el porvenir...

    Alberto

    Conejero

    Director del IX Laboratorio de Escritura Teatral

    El orden natural

    MARKEL HERNÁNDEZ

    Índice

    Citas

    El orden natural

    Sobre el autor

    y si alguien te pregunta: ¿quién es el extranjero que va contigo?, tú le dices: no sé, no lo sé, y si insiste, le dices: no lo conozco, es uno que me ha entrado por la calle, al doblar la esquina, pidiéndome una habitación para pasar la noche, ni siquiera toda la noche, yo nunca lo había visto antes, porque yo desde lejos vi que eras un niño, un niñito abandonado en una esquina, al que el menor soplo de aire se lo lleva y echa a volar, y cuando he ido detrás de ti, una vez, dos, tres, ya solo había una calle vacía y la lluvia, por eso esta vez no he querido perderte

    Bernard-Marie

    Koltès,

    La noche antes de los bosques

    (trad. Fernando Renjifo)

    ¿Hasta qué punto debemos atarnos a nuestra identidad perdida? ¿Qué es vivir entre dos mundos? ¿Qué es un emigrante? ¿Qué es un refugiado? ¿Qué es un mutante?

    Wajdi

    Mouawad,

    Todos los pájaros (trad. Coto Adánez)

    El orden natural

    Personajes

    Munir

    Karim

    Maite

    Héctor

    Said

    Helena

    Corifeo

    Coro

    I

    Un cuerpo cae, vomitado por el mar. Es Munir. La escena se detiene unos segundos, como una pesadilla que recién termina o recién empieza. De repente, Munir escupe agua salada. Quizá oye otras voces, gritos. Quizá Munir intente ponerse en pie, quizá intente comprender dónde está, hacia dónde tiene que correr. ¿Y los otros? De momento solo hay otro joven, allí, observándolo. ¿Quién es? Va­mos a llamarlo Corifeo para decir que no tiene un nombre, que podría tener cualquier nombre, que tiene todos los nombres.

    Munir.—

    ¿Esto es...?

    Corifeo.—

    ¡Sí!

    Munir.—

    ¿Cómo puedo saber si esto es...?

    Han llegado otros jóvenes. Cinco, diez, miles. Vamos a llamarlos Coro.

    Coro.—

    ¡Europa!

    Munir.—

    Pero... ¡La barca! ¡El mar nos comía! Lloraba. Alguien lloraba, allí, en lo oscuro. Otro gritó: ¡No llores, joder, no llores!. Es que no sé nadar, yo no sé nadar. Pues reza y no nos jodas. Y entonces... ¿Y los demás?

    Coro.—

    ¿Los demás?

    Munir.—

    ¿Dónde están los demás?

    Corifeo.—

    ¿Te crees que aquí es distinto? Todo tiene un precio, una comisión. Tú ganas si yo gano. Nada es gratis. Para que algunos lleguen, otros tienen que desaparecer. Ese es el precio del mar, su empresa. El mar hace negocio con los vivos y con los muertos. Desde hace siglos. Nada nuevo bajo el sol, amigo.

    Munir.—

    Él nos dijo que todo iba a salir bien, nos prometió que...

    Corifeo.—

    ¿Él qué te va a decir? ¿Dónde está ahora? ¿Lo ves? Su trabajo es ponerte en la barca y ya está. Coge su parte del dinero y ya está. Tú ganas si yo gano. Nada es gratis, amigo.

    Munir.—

    No me llames amigo. No sé quién eres. No sé quiénes sois. Estoy muerto, ¿verdad? Decidme, ¿es eso? ¿Quiénes sois?

    Coro

    .—

    ¡Yo soy Mohamed! ¡Mi nombre es Ahmed! ¡Ismi Hassan! ¡Ali! ¡Abdellah! ¡Abdelkader! ¡Djamel! ¡Brahim! ¡Mourad!

    Corifeo.—

    Pero aquí los nombres son un lujo. Ya lo entenderás. Aquí un nombre es algo importante. Un nombre te deja dentro o te deja fuera. Un nombre es luz verde o luz roja. Comes o no comes. Te quedas dentro o te quedas fuera. Los nombres se cotizan. Se compran, se venden. Aquí el nombre te lo ganas, te lo peleas. Porque desde ahora eres un Menor Extranjero No Acompañado. No es bonito, no es poético, no es mítico, es la mierda que ya estás pisando, Munir. Menor Extranjero No Acompañado.

    Coro.—

    ¡Menas!

    Haz lo que quieras con eso.

    Si te lo gritan, grítalo tú.

    Coge la bala que te disparan entre los dientes y sonríe.

    Haz del insulto tu piel.

    Si te dicen mena, qué vas a decir.

    Aquí no sobrevives a base de orgullo.

    Aquí sonríe y golpea.

    Munir.—

    No, yo tengo que seguir, tengo que ir a Bilbao. Me aprendí la dirección. La tengo aquí grabada, en el centro de todo. La recuerdo. Me espera...

    Corifeo.—

    ¿Quién te espera?

    Munir.—

    Me está esperando.

    Coro.—

    ¿Quién te espera?

    Munir.—

    Mi tío. En Bilbao. He visto fotos. Conozco la ciudad. Puedo recorrerla. Si cierro los ojos, puedo recorrerla. Me he aprendido el camino. Bilbao. Ese es el nombre. Tengo la dirección aquí apuntada, en la memoria. Por si el papel se perdía. Es el nombre de un sitio. Tengo que llegar.

    Corifeo.—

    No has entendido nada.

    Coro.—

    Coge tu sueño y métetelo en el culo.

    Ahí no lo encontrarán cuando te registren.

    Te meterán el dedo pero no lo suficiente.

    Te abrirán la boca.

    Te contarán los dientes.

    Te abrirán los ojos.

    Mirarán adentro.

    Que no te vean.

    Que no descubran quién eres.

    Corifeo.—

    Recuerda que siempre es mejor pasar desapercibido.

    Munir.—

    Pero yo vine a...

    Corifeo.—

    Prepárate para el comienzo de tu viaje. Lo primero será el reconocimiento.

    Coro.—

    ¿De dónde vienes? ¿Qué edad tienes? Enséñame tu documento de identidad. ¿Tienes pasaporte? ¿Nivel de estudios? ¿Grupo sanguíneo? Abre la boca. Saca la lengua. ¿Qué idiomas hablas? Abre bien los ojos. ¿Tienes alguna enfermedad? Parpadea. ¿Tomas alcohol? Parpadea otra vez. ¿Problemas con las drogas? Quítate la camiseta. ¿Has practicado sexo sin protección? ¿Qué talla de ropa usas? Siéntate. Respira profundamente. ¿Nú­mero de pie? Coge aire y expúlsalo despacio. ¿Para qué has venido a este país? Ahora coge aire y expúlsalo de golpe. ¿Echas de menos tu país? Bájate los pantalones. ¿Tienes pensado quedarte mucho tiempo? Sepárate los genitales. ¿Tu familia y tus amigos saben que estás aquí? Date la vuelta. ¿Tienes algún conocido esperándote? Puedes volver a ponerte la ropa.

    Munir.—

    No. No puede ser. El comienzo no. Ya he cruzado el mar. Ya he terminado el viaje. He hecho todo lo que me dijeron. He obedecido, he mantenido la cabeza agachada, he dado todo el dinero de mis padres.

    Coro.—

    Es la hora de marcharnos a la casa de acogida en Madrid.

    Munir.—

    ¿Qué casa de acogida?

    Corifeo.—

    Te quedarás con nosotros. Estaremos juntos. Lejos de esta playa.

    Munir.—

    No, Madrid no. No quiero ir allí. Tengo que llegar a Bilbao, donde está mi tío. Tengo que encontrarlo. Lo necesito. Él me ayudará. Dejadme ir con él.

    Coro.—

    ¡No! Nos vemos en la casa de acogida. ¡Bienvenido a Eu­ropa!

    II

    En la casa de acogida. Hay literas, sofás y otros enseres que generan una atmósfera hogareña. Aquí viven ellos, pasan los días y las noches, comen, se divierten, aprenden, salen y vuelven, crecen, duermen. Maite, la trabajadora social responsable de la casa de acogida, habla con Munir.

    Maite.—

    Estas son las normas:

    N.º 1:

    Prohibido agredir o insultar a tus compañeros.

    N.º 2:

    Prohibido entrar en la casa con drogas o alcohol o bajo sus efectos, y fumar dentro.

    N.º 3:

    Prohibido traer extraños a la casa.

    N.º 4:

    Mantener el espacio limpio entre todos.

    N.º 5: Volver a la casa antes de las diez de la noche.

    N.º 6:

    Recibirás una paga semanal de diez euros. Eres libre de hacer lo que quieras con ese dinero.

    N.º 7:

    Respetar los turnos y atenerte al tiempo que te corresponde para utilizar el teléfono fijo de la casa.

    N.º 8:

    Lo que se rompe se paga.

    Esto es lo que hay. Si no te gusta, te aguantas.

    Quebrantar cualquiera de estas reglas supondrá un castigo o una penalización para evitar que la infracción se repita. En caso de que tu comportamiento no sea respetuoso, desde la casa estudiaremos la posibilidad de expulsarte. Dada tu situación, te conviene tener una buena conducta. ¿Lo entiendes? Las reglas son por tu propio bien. Nosotros queremos tenerte aquí, pero está en tu mano que seamos amigos. A partir de mañana empezaremos a tramitar tu empadronamiento aquí, tu permiso de residencia y el pasaporte. Con algo de suerte lo tendremos todo para dentro de unos cuatro meses. ¿Me has entendido?

    Silencio.

    ¿Cuántos años has dicho que tienes, dieciséis o diecisiete?

    Silencio.

    Sigues sin querer hablar. Estupendo. Poco a poco te acostumbrarás a este espacio. Piensa que podría ser peor. Bienvenido, Munir.

    Munir.—

    Espera. (Pausa) Tienes que ayudarme. Yo no puedo quedarme aquí. Tengo que irme y llegar hasta Bilbao, allí vive mi tío. Estaré con él, trabajaré en lo que haga falta y así podré ir a la universidad. ¿No lo entiendes? Yo tengo que ir a la universidad para poder ser...

    Maite.—

    Ya te lo he explicado. Es lo que hay, nos guste o no. Si te escapas, será peor para ti, créeme. La policía te encontrará y te traerá de nuevo.

    Munir.—

    No podéis encerrarme.

    Maite.—

    Ahora es mejor que descanses.

    Munir.—

    ¿Que descanse? Yo no he venido a esto. Te lo he dicho y te da igual.

    Entra Karim.

    Karim.—

    ¿Me has llamado?

    Maite.—

    Te lo he explicado. Hay procedimientos, protocolos. Las cosas no son tan fáciles. Para nadie. Si de verdad quieres estudiar, esto es lo que toca ahora. Hay que cumplir las normas. Ahora hay que cumplir las normas.

    Karim.—

    ¿El nuevo?

    Maite.—

    Munir.

    Karim.—

    Pues muy bien.

    Maite.—

    Mañana irás con él a la ciudad. Primera salida, ya sabes.

    Karim.—

    Joder, qué putada. ¿Por qué yo?

    Maite.—

    Porque te lo pido yo.

    Karim.—

    Sí, jefa.

    Maite.—

    No me llames jefa.

    Karim.—

    Otra vez de guía turístico. Otra vez aquí, el metro, en este barrio mejor no entres, aquí nos tratan bien, aquí te metes en un lío...

    Maite.—

    Recuerda cómo fue tu primer día.

    Karim.—

    Podías pagarme por hacer de guía.

    Maite.—

    Ahora te haces el valiente. ¿Cómo estabas, Karim? Apenas hablabas español, solo sabías decir puta, trabajar y Cristiano Ronaldo.

    Karim.—

    Cristiano está acabado. Eso es el pasado. Hablo inglés, francés y árabe, pero el problema era que no hablaba español. ¿Qué culpa tengo yo de que vosotros no sepáis árabe? Ya verás, en diez años todos hablaréis árabe.

    Maite.—

    Ya, ya, ya. Enséñale la casa, anda. Tengo cosas que hacer para que esto siga funcionando.

    Sale. Silencio.

    Karim.—

    No hablas. Eres de esos. Venga, patalea, llora. Nada. Lo que quieras. Mira, esto es lo que hay. Allí tienes los ordenadores. Hay turnos. Nada de porno. Lo controlan. Lo miran. Lo tienen controlado. Es mejor que al principio no te hagas notar mucho. Aquí mandan unos arriba y otros abajo. Si te piden algo, hazlo. Si te piden algo de dinero y lo tienes, mejor se lo das.

    Munir.—

    No voy a estar aquí mucho tiempo.

    Karim.—

    Eso decimos todos. Esto es un agujero y has caído. Cuesta salir. Hay que ganárselo.

    Munir.—

    ¿Dónde está la estación?

    Karim.—

    ¿Qué estación?

    Munir.—

    Tren, autobús, la estación, joder. Tengo que seguir, tengo que ir a Bilbao.

    Karim.—

    ¿Bilbao?

    Munir.—

    Allí está mi tío. Trabajaré con él, juntaré el dinero que haga falta para ir a la universidad. Yo no he venido para estar aquí, yo he venido a estudiar, voy a ser ingeniero.

    Karim.—

    Menos mal que no querías hablar.

    Munir.—

    ¿Dónde está la estación?

    Karim.—

    (Señalando) Cocina. Baño. Duchas. En esta habitación dormimos algunos. Te toca esta cama.

    Munir.—

    ¿Cómo puedo conseguir un móvil?

    Karim.—

    Van a apagar la luz.

    Munir.—

    Tengo que decirle a mi tío que estoy aquí.

    Karim.—

    (Se hace el oscuro) Te lo dije. Hasta mañana.

    III

    Piso de Maite y Héctor.

    Maite.—

    Ya estoy. Siento llegar tarde.

    Héctor.—

    Sientes llegar tarde otra vez.

    Maite.—

    Juan está de baja y no hay nadie para el turno de la cena.

    Héctor.—

    Da igual.

    Maite.—

    Y aún dicen que no hace falta cubrir las bajas. Han llegado cinco nuevos hoy, no hemos parado.

    Héctor.—

    Que da igual. Que lo entiendo. Ven aquí, anda.

    Se besan.

    Maite.—

    Mmm, ¿a qué sabes?

    Héctor.—

    Averígualo.

    Vuelven a besarse.

    Maite.—

    ¿Pescado?

    Héctor.—

    Ajá. Pero ¿cuál?

    Otro beso.

    Maite.—

    ¿Lubina?

    Héctor.—

    No.

    Maite.—

    ¡Bacalao!

    Héctor.—

    Recalentado, pero no importa.

    Abre una botella.

    Maite.—

    ¿Y esto? ¿Es que celebramos algo? (Pausa breve) ¿Sí? ¿Sí? ¿De verdad?

    Héctor.—

    Esta mañana. Paco ha entrado en el despacho y lo ha soltado así, como si nada: Héctor, ya sabes que me obligan a jubilarme. Una putada. Así que me toca dejar a alguien en mi puesto.

    Maite.—

    Te dije que tarde o temprano te recompensarían. Por fin una buena noticia.

    Héctor.—

    ¿Como que por fin? ¿Qué ha pasado hoy?

    Maite.—

    Ya sabes todo el lío que tengo con los nuevos. Hay uno... Munir. No quiere comer. Apenas habla. Dice que quiere ser ingeniero aeronáutico.

    Héctor.—

    ¿Quién, el nuevo?

    Maite.—

    Sí, Munir. Ha preguntado por la biblioteca.

    Héctor.—

    Maite, otra vez estás con esas.

    Maite.—

    ¿Y si esta vez es diferente?

    Héctor.—

    No puedes echarte tanto sobre los hombros.

    Maite.—

    Es mi trabajo.

    Héctor.—

    Tanta responsabilidad. No debes pensar que tú sola puedes con esto.

    Maite.—

    No estoy sola.

    Héctor.—

    Ya haces demasiado.

    Maite.—

    ¿Demasiado?

    Héctor.—

    Quizá ese es el problema. Te desvives para que esos niños no acaben mal. Te quitas horas de sueño, vas suplicando recursos. Asumes el trabajo sucio. No haces más que poner parches en la herida. Y así vamos tirando. Joder, quizá sería mejor que todo estallase, que les estallase en la cara. Pero es más fácil poner a esos chavales en los barrios pobres porque siempre habrá alguien con buena voluntad que los vigile, y si hacen algo indebido, mejor que sea ahí.

    Maite.—

    Eso no es justo.

    Héctor.—

    ¿Qué es lo justo?

    Maite.—

    ¿Te crees que me da igual?

    Héctor.—

    No quiero discutir. Estamos celebrando mi ascenso. Al menos esta noche estamos tú y yo, juntos, los dos.

    Maite.—

    Pero ¿y si quiere estudiar de verdad?

    Héctor.—

    No haces más que darle vueltas y vueltas a lo mismo. Ya lo hemos hablado, Maite. Haces todo lo que puedes y es mucho. Pero tú no vas a salvarlos. Tú no eres el gobierno, no eres la ONU, no eres Santa Teresa de Calcuta.

    Maite.—

    Héctor.

    Héctor.—

    Joder, Maite. Una noche al menos. Esta noche. Quiero brindar con mi novia. Mañana yo volveré a los desahucios, a los ERTE, a las mierdas de las empresas y tú a lo tuyo, pero esta noche, esta noche es importante, ¿no?

    Maite.—

    Lo siento.

    Héctor.—

    No pasa nada.

    Maite.—

    Héctor…

    Héctor.—

    De verdad, que no pasa nada.

    IV

    Coro.—

    Perdón. Lo sentimos. Perdón.

    Corifeo.—

    En este punto de la obra tenemos que hacer una confesión: os hemos engañado, pero no teníamos más remedio.

    Coro.—

    Perdón. Lo sentimos. Perdón.

    Corifeo.—

    La mentira es: Munir no habla español.

    Coro.—

    ¡Toma ya! ¡Os la hemos metido doblada! Os lo habéis tragado. ¡No os fieis de nosotros! Munir no tiene ni idea de español. Habla árabe y francés, y claro, conoce de oídas algunas palabras en español, las típicas: paella, Real Madrid, dinero, buenos días, amigo, quiero trabajar.

    Corifeo.—

    Durante unas ocho horas a la semana, un profesor vo­luntario viene a la casa y le enseña palabras que le sirvan en la calle, para que empiece a soltarse cuanto antes. Pero a estas alturas, ¿cómo vamos a mostrar a Munir aprendiendo español si ya ha salido hablándolo perfectamente? ¿Comprendéis el problema? Si vosotros supierais árabe no habríamos tenido que fingir que Munir habla español, porque se habría expresado en marroquí hasta ahora.

    Coro.—

    Pero vosotros no sabéis árabe marroquí; algunos no sabéis ni francés. ¡Qué vergüenza! ¡Dais asco!

    Corifeo.—

    Como este es un problema irresoluble, pasemos a otra cosa.

    Coro.—

    ¡Madrid!

    La ciudad se despliega: las calles, las bocas de metro, las iglesias decimonónicas, los habitantes, los turistas, los coches, la policía, las ambulancias, toda la ciudad en el escenario.

    Corifeo.—

    Munir descubre poco a poco la ciudad. Nunca es fácil empezar de cero. Karim le echa una mano. No le agrada, pero tampoco tiene nada mejor que hacer. Cada día acompaña a Munir de paseo y lo lleva a los sitios más icónicos.

    Karim.—

    Este es el Burger King. Comida riquísima por muy poca pasta.

    Coro.—

    Le enseña las normas y los comportamientos de los ciudadanos locales.

    Karim.—

    Aquí en el Zara puedes robar lo que quieras

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