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<![CDATA[El dispositivo embedding]]>: <![CDATA[Vigilancia e integración de los periodistas en Irak]]>
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Información de este libro electrónico

involucrados en la guerra de Irak con el objetivo de reflexionar sobre el
dispositivo embedding o la integración
de periodistas en el ejército y el control informativo.]]>
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 may 2024
ISBN9786074178487
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    <![CDATA[El dispositivo embedding]]> - Aimé-Jules Bizimana

    Imagen de portada

    EL DISPOSITIVO EMBEDDING

    Aimé-Jules Bizimana

    EL DISPOSITIVO EMBEDDING

    VIGILANCIA E INTEGRACIÓN DE LOS PERIODISTAS EN IRAK

    Traducción de Carmen Rico de Sotelo

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO.

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    D.R. © 2022 Universidad Iberoamericana, A.C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    ISBN: 978-607-417-848-7

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales. Hecho en México.

    Primera edición en formato digital: febrero de 2022

    Versión: 1.0

    Digitalización: Proyecto 451

    Índice de contenido

    Portada

    Portadilla

    Legales

    Agradecimientos

    Prólogo Carmen Rico de Sotelo

    Introducción

    CAPÍTULO 1 Dispositivos y vigilancia

    1.1. El dispositivo disciplinario

    1.2. El dispositivo panóptico

    1.3. ¿Qué es un dispositivo?

    1.4. Las sociedades de control

    CAPÍTULO 2 El dispositivo de clausura

    2.1. La vida en el campamento

    2.2. El cuadriculado del espacio

    2.2.1. La asignación a la unidad

    2.2.2. La movilidad reducida

    2.2.3. El microrreportaje vs. el macrorreportaje

    2.2.4. La seguridad

    CAPÍTULO 3 El dispositivo de visibilidad

    3.1. La Assistant Secretary of Defense for Public Affairs

    3.2. Los asuntos públicos

    3.3. Los public affairs officers

    3.4. El comandante de la unidad

    CAPÍTULO 4 El dispositivo de penalidad

    4.1. Las reglas obligatorias

    4.2. La seguridad de la fuente vs. la security review

    4.3. La información clasificada

    4.4. Los embargos

    4.5. Las víctimas

    4.6 El castigo

    4.6.1. Las sanciones

    4.6.2. Las gratificaciones

    CAPÍTULO 5 El dispositivo de captura

    5.1. La constitución del registro

    5.1.1. La identificación

    5.1.2. La obtención de datos

    5.1.3 La evaluación-categorización

    5.2. Las diferenciaciones

    5.2.1. Integrados vs. no integrados

    5.2.2. Los medios amigos vs. los medios enemigos

    CAPÍTULO 6 Las conductas y las contraconductas

    6.1. La sospecha hacia los medios

    6.2. Ganar la confianza de la unidad

    6.3. Mostrar sus cartas

    6.4 Los gestos de buena voluntad

    6.5 Las contraconductas

    CAPÍTULO 7 El dispositivo informacional

    7.1. La doctrina de los asuntos públicos

    7.2. La contrapropaganda

    7.3. La transmisión en tiempo real

    7.4. El reportaje móvil

    CAPÍTULO 8 El dispositivo panóptico

    8.1. El ojo de Dios

    8.2. Las bases de datos

    8.3. La escucha electrónica

    Conclusión

    Anexos

    Anexo 1 Lista de participantes

    Anexo 2 Directiva de Asuntos Públicos, 10 de febrero de 2003

    Anexo 3 News media ground rules (IAW change 3, DOD directive 5122.5), 22 de mayo de 2008

    Bibliografía temática

    A mi recordado padre,

    el doctor Boniface Sebatigita.

    A mamá, Désiré y Nelly

    Agradecimientos

    La culminación de este libro debe mucho a la generosidad de mis amigos y colegas del Centro de Investigación Interuniversitario sobre la Comunicación, la Información y la Sociedad (CRICIS). Mi gratitud sincera a Gaëtan Tremblay por sus sabios consejos y su orientación; gracias a Carmen Rico de Sotelo por la excelente traducción de esta obra, gracias a mi cómplice y amigo Oumar Kane por nuestros debates permanentes y apasionantes; gracias a France Aubin, Ndiaga Loum y Éric George; a Christian Agbobli, Normand Landry y François Demers. Gracias a Manuel Alejandro Guerrero por todo el seguimiento y el apoyo de la Universidad Iberoamericana de México.

    Gracias también a Robert Comeau, quien nunca escatimó esfuerzo alguno para apoyar mis investigaciones. Siempre tendrán mi reconocimiento Paul Angers y Johanne Gauthier por su constante apoyo a mis proyectos académicos. Gracias a Augustin y Dany Kamongi por su amable acogida durante el periodo de la investigación de campo en Washington y Virginia. Gracias a Jean-Michel Laprise y Pierre Bouthillier por su ayuda en la relectura del texto. Gracias a Catherine Black por su minucioso trabajo de transcripción de las entrevistas. Gracias a Pauline Ngirumpatse por su amistad de siempre y su apoyo.

    Gracias a los periodistas y militares (1) que participaron en esta investigación y que aceptaron compartir su experiencia en el programa mediático Embedding durante la guerra de Irak.

    Un agradecimiento particular a mi querida Alexandra Angers, Mama Anaïs, por su amor, su apoyo indefectible, su interés por mis investigaciones, su aliento, y por recordarme constantemente que era necesario dormir bien para poder recomenzar al día siguiente, y por todos sus sacrificios para que este libro se concretara.

    Este proyecto contó con el apoyo financiero del Consejo de Investigación en Ciencias Humanas de Canadá (CRSH) y del Fondo Quebequense de Investigación, Sociedad y Cultura (FQRSC), de Astral Media y de la Fundación de la Universidad de Quebec en Montreal (UQAM).

    1. Ver los nombres de los participantes en el anexo 1.

    Prólogo

    Carmen Rico de Sotelo

    Tengo el gusto de prologar este libro, no sólo como traductora, sino como colega y amiga de su autor durante mi itinerario de los últimos 15 años en la Universidad de Quebec en Montreal (UQAM).

    Conocí a Aimé-Jules Bizimana, burundés de origen (el primero que conocí en mi vida occidental), como un brillante estudiante de mi seminario de la maestría en comunicación internacional y posteriormente del doctorado conjunto en comunicación en la UQAM. En ellos se destacó, conjuntamente con su cómplice Oumar Kane, con quienes formamos un trío crítico pensante sobre los diversos desafíos que las situaciones de los países de los sures y sus relaciones con los nortes globales planteaban a la comunicación internacional.

    Aimé-Jules es desde hace varios años un destacado profesor en la Universidad de Quebec en Ouataouais, Ontario, Canadá. Conformamos junto con otros colegas un grupo de investigación en comunicación internacional e intercultural, en el que Aimé-Jules siempre nos aportó con el sentido pragmático de sus reflexiones académicas, que vinculaba a la real politik. Y esa capacidad de encuadrar con inteligencia teórica sus análisis empíricos se ve claramente reflejada en este texto.

    Por otro lado, ¿qué hace que su antigua profesora uruguaya en Montreal, hoy de regreso en Montevideo, se interesara por traducir un texto sobre las relaciones medios-guerra, en particular en el contexto de Irak, para ser publicado por la Universidad Iberoamericana en México? Aimé-Jules Bizimana enfocó desde un inicio sus investigaciones en el periodismo internacional, en particular en los fotorreportajes de guerra (sobre los que publicó un libro referido a los corresponsales de guerra canadienses franceses durante la Segunda Guerra Mundial), y sus implicaciones políticas. Aquí retoma un debate recurrente de las relaciones ejército-medios desde una óptica novedosa, y sobre la que no hemos encontrado bibliografía en español que aborde el control periodístico como un oxímoron. Veamos.

    Los lectores hispanohablantes van a encontrar, en este libro que nos ocupa, un agudo análisis del embedding, un dispositivo disciplinario referido a la cobertura periodística de la guerra de Irak cuya gestión estuvo en manos de militares. Quizá aún haya quienes piensan que Irak, Afganistán, están ya muy alejados de nuestras realidades latinoamericanas… Cuando en realidad, se trata de problemas que nos conciernen, que conciernen al planeta todo en la organización de las hegemonías y el aseguramiento de su control, y en particular al mundo de la comunicación.

    Esta obra conjuga un excelente y novedoso abordaje teórico del sutil dispositivo de integración de los periodistas en el campo de batalla con el concurso de Foucault, Deleuze y Agamben principalmente. Bizimana plantea cómo el aparato reglamentario del embedding somete a los periodistas integrados a una particular disciplina en la zona de operaciones. Pero no se trata de un dispositivo que actúa en modo coercitivo, sino a través de la internalización de un cierto número de parámetros normativos. Pero también advierte de no concluir con atajos simplistas cuando se trata de comprender y explicar el funcionamiento del dispositivo.

    No es que la violación de la regla impuesta por el alto mando norteamericano a los periodistas integrados acarree automáticamente una sanción seguida de la expulsión del frente de batalla: según el autor, esta ecuación simplificada no tendría en cuenta la complejidad del dispositivo de vigilancia y de los múltiples agenciamientos de sus relaciones de poder. El embedding periodístico es simultáneamente analizado como dispositivo de movilidad y de gestión de la seguridad. Y el autor hace un equilibrado balance de la condición del dispositivo presentando sus puntos de resistencia (Foucault, 1976), sus puntos de insumisión y analizando las líneas de fuga de Deleuze (1990).

    No adelanto más al lector sobre el fecundo encuadre teórico del delicado control de los periodistas que podrá observar directamente en los capítulos que siguen. Pero sí señalarle que en este libro también aprenderá mucho de la vida cotidiana de la guerra, del impacto que la evolución de las tecnologías móviles de información y comunicación tuvo en la cobertura y control y tentativa de normatización del ejercicio periodístico en el campo de batalla. Se enterará, entre muchas otras cosas, de la clasificación colorida de los periodistas en positivos, neutros y negativos; del rol que una mujer, Victoria Clarke, desempeñó en esta particular iniciativa. Conocerá también de primera mano las reglas que los periodistas deben firmar, las relaciones que se establecen con militares de alto rango, algunos de los cuales logran incomodar a los periodistas haciendo saber que no aprecian sus reportajes, y de las salidas ingeniosas para escabullir sin ser censurado; las relaciones que los periodistas mantienen con sus compañeros militares de su unidad de asignación, las relaciones con los familiares, y con otros actores del dispositivo...

    Todo ello, y más, producto de una investigación desarrollada durante varios años, en la que se entrevistó a 31 periodistas de medios franceses, canadienses y estadounidenses, y siete militares de alto rango, entre ellos dos comandantes.

    Embedding: dispositivo de visibilidad-sutileza. Al terminar el libro, y habiendo comprendido cabalmente cómo el dispositivo embedding se desarrolla en un espacio cuadriculado donde la circulación de los periodistas integrados está regulada mediante un proceso de acreditación-desacreditación en diferentes zonas perimetradas, acordaremos junto con el autor, creo, que se trata de un dispositivo híbrido de tecnología disciplinaria y tecnología de control. Que a pesar de su blandura, administrada por la dirección de asuntos públicos del ejército, la censura no desaparece, sino que se complejiza a través de un proceso de sofisticación de nuevos mecanismos de control.

    Fiel a su pragmatismo, mi amigo Aimé-Jules Bizimana concluye que la configuración costo mediático-costo militar-costo político permanece como una ecuación de geometría variable que definirá la cobertura mediática de las operaciones militares futuras. Fiel a mi utopía, desearía que se tornara innecesario el periodismo de guerra. Y así continuarán nuestros diálogos.

    Introducción

    Este libro se refiere a las relaciones ejército-medios de comunicación a través de la cobertura periodística del bando americano de la guerra de Irak de 2003. En ese conflicto, los medios internacionales se movilizaron ampliamente para informar sobre el desarrollo y las turbulencias a partir de diferentes sitios políticos y militares. Obviamente, el mayor interés de los medios se concentró siempre en la posibilidad de seguir las tropas movilizadas. Para el ejército americano, el convocar a los medios era parte de los preparativos de guerra.

    En efecto, a mediados de 2002, el Pentágono efectuó unas consultas a los medios norteamericanos sobre una eventual cobertura mediática en caso de ocurrir una guerra con Irak, el país de Saddam Hussein, acusado de apoyar el terrorismo y de poseer armas de destrucción masiva. Los medios solicitaron entonces tener más acceso a las operaciones militares que lo que les habían ofrecido hasta ese momento. En pleno proceso de esos debates, en la Oficina de Asuntos Públicos del Pentágono se estaba elaborando un plan de comunicación en colaboración con distintos comandos. Desde fines de octubre de 2002, el Pentágono había hecho saber que se iban a organizar sesiones de capacitación destinadas a periodistas para familiarizarlos con la organización del ejército americano, sus reglas de combate y sus armas, y enseñarles cómo protegerse en caso de un ataque químico o bacteriológico. La primera de esas capacitaciones tuvo lugar en noviembre de 2002 en el mismo momento en que el Pentágono aprobaba internamente el plan de comunicación.

    A principios de enero de 2003, los medios americanos comenzaron a hablar de un plan llamado Embedding que iba a cambiar radicalmente las relaciones que habían prevalecido entre el Pentágono y los medios desde la guerra de Vietnam (Isaacson y Jordan, 2003, p. A18; Christenson, 2003, p. A4). El 10 de febrero de 2003 se emitió una directiva oficial de asuntos públicos anunciando los parámetros de la nueva política mediática basada en el embedding o la integración de los periodistas en las unidades que iban a desarrollar la guerra en Irak. La Directiva de Asuntos Públicos precisaba las condiciones de acceso de los periodistas a la zona de operaciones militares, las reglas básicas a seguir y las restricciones relativas a la publicación de la información. Para poder ser acreditados, los medios y los periodistas debían comprometerse a respetar esas nuevas reglas de la cobertura mediática de la guerra.

    La ambigua acogida de los medios americanos expresó entusiasmo y dudas. El entusiasmo manifiesto respondía al anuncio del Pentágono que iba a autorizar el acceso a centenares de periodistas para cubrir las operaciones, incluyendo periodistas extranjeros. Ello no se había producido desde la guerra de Vietnam, la última donde los medios americanos habían gozado de libertad de acción en el campo. El anuncio del Pentágono también suscitó dudas sobre el alcance real de esas nuevas medidas. ¿Por qué creerle esta vez cuando en otra guerra americana que se desarrollaba en Afganistán los medios habían sido objeto de restricciones muy severas? Dicha aprensión de los medios tenía sus profundas raíces en un largo periodo de situaciones críticas entre las autoridades americanas y los medios a partir de la intervención en Granada en 1983. Ese periodo se había caracterizado por el alejamiento de los periodistas y el sistema de pools reservados a un puñado de ellos sometidos a la censura militar. Sydney H. Schanberg, antiguo corresponsal de guerra en Vietnam, fue de los que expresaron sus reservas, calificando el plan del Pentágono de buenas relaciones públicas (good PR) y animando a los redactores de los medios a aceptar sólo algunos lugares en el sistema del ejército y enviar sus mejores periodistas a cubrir la guerra por sí mismos (Mitchell, 2003, p. 34). Las críticas señalaban que integrarse al ejército (embed) equivalía a estar en la misma cama que él (in bed).

    La cobertura mediática de la guerra de Irak provocó desde entonces un enorme interés. Artículos, programas de televisión y de radio, conferencias, informes, memorias y tesis, así como muchos libros, produjeron una de las reflexiones más fecundas sobre los diferentes desafíos ligados al trabajo de los medios en tiempos de guerra. La última guerra que suscitó un entusiasmo semejante había sido la guerra del Golfo de 1991, caracterizada simultáneamente por una fuerte mediatización y un estricto control de la información por parte de los militares. Los análisis periodísticos, militares y académicos trataron varios aspectos de la cobertura mediática en Irak describiendo en detalle el modo en que los medios informaban sobre la guerra; cómo las autoridades manipularon los medios y las opiniones públicas; cómo los militares recibieron a los medios, etcétera.

    La idea de este libro, surgida a partir de mi tesis de doctorado, germinó desde el comienzo de la guerra con el debate que la acompañaba sobre el lugar y el rol de los medios. El programa del Pentágono bautizado como Embedding atrajo mucho la atención por la decisión de permitir a un gran número de periodistas seguir las tropas en el campo de batalla. ¿Qué iba a ser diferente en relación con las guerras anteriores que los medios americanos y extranjeros también habían cubierto junto a los gi y los marines? Me interesé entonces por el dispositivo embedding. ¿Pero a qué nos referimos cuando empleamos este término de dispositivo? Mi objetivo general de investigación se precisó en el sentido de analizar la integración de los periodistas en las unidades del ejército americano y el control de la información tomando como punto de partida el concepto de dispositivo. En el nuevo dispositivo de acceso periodístico al campo militar, tratamos de mostrar las singularidades del control de la información que forzosamente se prolongan y las metamorfosis que se operan bajo el influjo de varios factores.

    El objetivo de este libro es analizar el modo de funcionamiento del dispositivo de control de la información implementado durante la guerra de Irak y en particular las relaciones entre los corresponsales de los medios y los militares en el campo de batalla. Los corresponsales son llamados a cubrir los acontecimientos de la guerra y a producir las noticias respetando sus referentes profesionales y los reglamentos militares vigentes. Los militares, por su parte, están encargados de dirigir las operaciones bélicas en un territorio determinado y deben controlar todas las actividades y todas las informaciones relativas a ese territorio. Por mi parte, busco objetivar el marco social donde se produce la información, pero donde también se controla, planteando la siguiente pregunta central: ¿cómo opera el proceso de embedding mediático durante la guerra en Irak en tanto dispositivo de vigilancia de los periodistas? Avanzo una hipótesis: el dispositivo embedding se basa en un aparato de gestión mediática que implica simultáneamente características de una tecnología disciplinaria y de una tecnología de control. Según Foucault (2001c, p. 1104), "se le da un sentido muy estrecho a la palabra tecnología: se piensa en las tecnologías duras, en la tecnología de la madera, del fuego, de la electricidad. Pero el gobierno también es función de tecnologías: el gobierno de los individuos, el gobierno de las almas, el gobierno de sí por sí mismo, el gobierno de las familias, el gobierno de los niños". El embedding como tecnología opera en un espacio preciso donde los movimientos, las conductas y las comunicaciones son vigilados.

    Esta investigación constituye un estudio de caso, basado por una parte en un corpus de entrevistas semidirigidas con 31 periodistas internacionales integrados por el ejército americano en Irak y siete militares americanos (comandantes y oficiales de asuntos públicos), y, por otra parte, en una base de datos documental. Los documentos oficiales analizados comprenden las directivas de asuntos públicos, las transcripciones de las reuniones del jefe de la oficina de asuntos públicos del Pentágono con los jefes de la oficina de comunicación en Washington, los formularios electrónicos y las cartas de información destinadas a los medios publicadas por la Fuerza Multinacional en Irak.

    Me referiré a lo largo de este libro a la definición general siguiente:

    El embedding es el proceso de integración de los periodistas en una unidad militar o en un cuartel general de un comando a fin de cubrir las operaciones militares durante un periodo determinado. También se le denomina incorporación, embarque, incrustación o aun inserción. Por razones de comodidad, emplearé los términos integración y periodista integrado para calificar el embedding (2) y el periodista embedded respectivamente.

    Si bien este nuevo término (embedded) fue oficialmente sugerido para la guerra en Irak, no era la primera vez que el ejército americano integraba periodistas en sus operaciones militares.(3)

    Panorama histórico de las relaciones ejército-medios de comunicación

    El éxito del embedding se mide ciertamente a la luz de la evolución histórica de las relaciones militares-periodistas y de los dispositivos mediáticos que se movilizaron en tiempos de guerra en el pasado. Los primeros corresponsales de guerra americanos cubrieron la guerra de México (1846-1848) aprovechando el Pony Express y los comienzos del telégrafo. Ese conflicto entre Estados Unidos y México se caracterizó por corresponsales que participaban ellos mismos en los combates y por la ausencia de medidas oficiales de control de la información. Durante la guerra de Secesión (1861-1865), los diarios americanos movilizaron numerosos corresponsales de guerra en diferentes escenarios de combate, desde la batalla de Bull Run hasta la batalla de Appomattox, pasando por las de Antietam y Gettysburg. Los corresponsales especiales de la guerra civil americana aprovecharon, como nunca antes, la rapidez de transmisión de las noticias gracias a la tecnología del telégrafo, cuya red se había extendido por todo Estados Unidos. Pero las indiscreciones de la prensa americana en cuanto a la información militar condujeron a las autoridades militares a instaurar la censura del telégrafo y medidas de restricción del reportaje de guerra. Los corresponsales fueron entonces acreditados oficialmente y el Departamento de Guerra les otorgó un permiso. La antipatía manifiesta del general William Tecumseh Sherman representó, sin ninguna duda, el punto culminante de la desconfianza de los mandos respecto de la prensa. Marcada por una gran competencia entre los periódicos, la breve guerra hispanoamericana (1898) también se caracterizó por la acreditación de los corresponsales y la censura militar de las informaciones transmitidas por el telégrafo.

    El inicio del siglo XX, con las dos guerras mundiales, inauguró un periodo de madurez del control de la información sobre los campos de batalla, con la institucionalización de los órganos de censura y propaganda, por una parte, y la instauración de orientaciones más precisas sobre la cobertura periodística de las operaciones militares, por otra. Ya al entrar en guerra Estados Unidos (1917), se encargó al Committee on Public Information dirigir las operaciones de censura y propaganda. Los corresponsales de guerra debían acreditarse formalmente, vestir uniforme militar y comprometerse a respetar los reglamentos de la censura militar. Se censuraban los reportajes y las cartas privadas de los corresponsales, que no podían

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