¿Por qué no estuvimos listos para este virus?
EN LAS PRIMERAS SEMANAS de la pandemia por el coronavirus, no soportaba leer sobre nuestros tropiezos colectivos de los primeros días. No solo porque el regaño implícito se sentía inútil –¿cuál era el objetivo de saber que la realidad desolada que vivíamos se pudo haber evitado? – sino porque, en mi caso, también se sentía profundamente personal. Cada artículo que leía sobre no haber visto las advertencias de un nuevo virus devastador me recordaba que, hace décadas, los científicos se había preocupado por eso mismo, y muy pocos periodistas habían escrito sobre su preocupación al respecto. Yo fui una de ellos.
Cuando empecé a investigar en 1990, el término “virus emergentes” apenas había sido concebido por un joven virólogo, Stephen Morse. Se volvería el personaje principal de mi libro que se publicó tres años después. Entonces
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