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Proyección astral. Para adentrarse en los secretos del desdoblamiento físico y prepararse para viajar fuera del propio cuerpo
Proyección astral. Para adentrarse en los secretos del desdoblamiento físico y prepararse para viajar fuera del propio cuerpo
Proyección astral. Para adentrarse en los secretos del desdoblamiento físico y prepararse para viajar fuera del propio cuerpo
Libro electrónico162 páginas2 horas

Proyección astral. Para adentrarse en los secretos del desdoblamiento físico y prepararse para viajar fuera del propio cuerpo

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¿Desea conocer los conceptos y las técnicas necesarias para poner en práctica la inolvidable y espiritual experiencia que supone un viaje astral?, ¿y conocer la fórmula para regresar al propio cuerpo? Gracias a este libro usted adquirirá tales conocimientos, acompañados de una detallada descripción de lo que puede encontrarse en el más allá. Se trata, en definitiva, de un libro apasionante que le ayudará a adentrarse en los secretos del desdoblamiento físico y le permitirá prepararse para acceder a un nuevo mundo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 nov 2017
ISBN9781683255635
Proyección astral. Para adentrarse en los secretos del desdoblamiento físico y prepararse para viajar fuera del propio cuerpo

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    Proyección astral. Para adentrarse en los secretos del desdoblamiento físico y prepararse para viajar fuera del propio cuerpo - Equipo de expertos Osiris

    VIAJE

    EL DESDOBLAMIENTO A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS

    Las referencias al cuerpo astral han sido numerosas a lo largo de la historia. El concepto de desdoblamiento es corriente en todas las culturas del presente y del pasado, tanto en Oriente como en Occidente, porque las experiencias extracorpóreas son tan antiguas como la propia humanidad. La proyección astral, como prácticamente la totalidad de la estructura doctrinal esotérica, tiene sus raíces en las civilizaciones orientales, a lo largo de los ríos sagrados de la India y en las montañas del Tíbet.

    Los antiguos escritos indios hablan de ocho siddhis, o poderes paranormales, que obtiene el practicante de yoga a través del despertar de la energía sutil (kundalini), que se alcanza con la meditación. El sexto siddhi es la facultad de «volar por el cielo»; presumiblemente, pues, el desdoblamiento. Y se obtiene mediante la práctica de ciertas posturas de yoga, la repetición de sílabas mágicas y la concentración en símbolos gráficos.

    La India, la fascinante y misteriosa tierra de los yogui, es la cuna de la reflexión filosófica sobre los centros y las energías sutiles. Allí, el desdoblamiento es una creencia profundamente arraigada y nunca cuestionada, que se vive con absoluta naturalidad, sin importancia alguna, casi como un juego, entre los practicantes de yoga o los ascetas.

    Pero no sólo las ancestrales doctrinas espirituales de la India postulan creencias de este tipo. En muchas civilizaciones arcaicas, brujos y chamanes decían poder desprenderse de su envoltorio material, es decir, de su cuerpo, para entrar en contacto con otras esferas de la realidad. En muchas ocasiones se valían de sustancias narcóticas, junto a la realización de extraños y enigmáticos rituales, para traspasar las barreras de lo material y lo visible.

    Entre los polinesios existe la creencia de que el alma, en el momento de la muerte, tiene una apariencia cambiante: en un primer estadio, cuando sale del cuerpo, es una especie de vapor denso que emana de la boca del muerto y que va aumentando de volumen hasta adquirir los rasgos del moribundo. Cuando el cuerpo físico queda inerte, el cordón de plata que lo une al cuerpo astral se rompe y el alma se escapa libre hacia el espacio.

    Los habitantes de Tahití creen en la existencia de una sustancia que desprende el cadáver y que tiende a condensarse por encima de este, pero que aún está unida a él por una especie de cuerda.

    Los taoístas afirman que la luz del universo, concentrada en el cuerpo físico, puede ser proyectada y materializada, gracias a la práctica de unas técnicas determinadas.

    Los antiguos egipcios creían en la existencia del plano astral, al que se podía acceder a través de diez portales y siete puertas. Los sacerdotes daban fe de la existencia del cuerpo astral. Testimonio de ello son numerosos dibujos e inscripciones realizados en las paredes de muchos templos y construcciones que representan una entidad sutil, liviana, abandonando el cuerpo físico.

    Su Libro de los Muertos constituye un valioso y muy completo tratado sobre la constitución humana. Recoge información acerca de las prácticas fúnebres, los acontecimientos y peligros del más allá y los sistemas de protección que permiten evitarlos.

    Según los egipcios, el hombre está compuesto por distintos cuerpos:

    — khat o cuerpo físico;

    — ka o doble, que es una réplica en forma de fluido del cuerpo físico;

    — ba o cuerpo astral;

    — khu, el espíritu.

    El alma o cuerpo astral, es decir, el ba, era representado, a menudo, por un pájaro con rostro humano, porque se creía que era independiente de la gravedad. No obstante, en ocasiones utilizaban un ratón para representar el alma. El significado era, entonces, que el alma simbolizada era débil.

    El ka sobrevivía a la descomposición del cuerpo físico. De ahí, las prácticas de embalsamamiento del cadáver con la finalidad de asegurar al ka una existencia casi eterna en una especie de sueño. El ka era alimentado, de generación en generación, con una sustancia etérica obtenida por la combustión de ofrendas de alimentos rituales o con esencias y perfumes muy intensos.

    En esta época fueron creadas las iniciaciones, que eran pruebas para averiguar la capacidad del individuo de salir del cuerpo y presentarse materializado ante un grupo de personas.

    En la Antigua Grecia también hubo testimonios de desdoblamientos. Hallamos referencias en los escritos de varios filósofos, entre ellos Platón, Aristóteles y Herodoto, y de historiadores como Plutarco.

    Así, por ejemplo, Aristóteles comenta en uno de sus textos la singular experiencia de un hombre que se encontraba habitualmente con su doble. Tácito menciona los desdoblamientos de Basílides y Plotino. Apolonio de Tiana y Simón el Mago, por su parte, parecen haberlos practicado.

    No obstante, Plutarco es el autor que nos ofrece el testimonio escrito más detallado de un desdoblamiento. En sus Moratorias de la justicia divina habla de un tal Tespesio que, después de un coma de tres días provocado por un traumatismo craneal, contó que había caído en un pozo sin fondo, pero que había seguido respirando sin dificultades.

    Declaró haber vivido durante ese tiempo experiencias inusuales, desde ver los objetos por todos los lados a la vez hasta desplazarse a enorme velocidad o hablar con personas que estaban muertas (y tenían una especie de bola de fuego sobre la cabeza). Finalmente, volvió de una forma brusca a su cuerpo.

    Es evidente que el contenido de esta descripción hace pensar que se trata de una auténtica exteriorización.

    Cabe destacar asimismo las referencias bíblicas a la proyección astral. Existen varias evidencias de casos de desdoblamientos, como en Ezequiel, 3, 14:

    El espíritu me elevó y me arrebató, y yo iba amargado por la excitación de mi espíritu, pues la mano de Yahvé pesaba sobre mí.

    O en II Corintios, 12, 2, la epístola de Pablo de Tarso:

    Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años —si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe—fue arrebatado al tercer cielo.

    Durante la Edad Media, debido a la gran represión del tribunal eclesiástico de la Santa Inquisición, encargado de descubrir y castigar a los herejes de toda la cristiandad, las prácticas de desdoblamiento consciente se practicaron y estudiaron clandestinamente. Sólo eran conocidas dentro de las escuelas o sociedades secretas. Aunque la herejía era la competencia primera de la Inquisición, pronto abarcó los que consideraba crímenes de apostasía, hechicería y magia. No obstante, después del fin de la Inquisición, estos movimientos esotéricos y ocultistas continuaron escondiendo información a la población, con el propósito de mantener la vieja estructura de poder.

    No obstante, la Iglesia ha reconocido a algunos hombres la facultad de trasladarse astralmente. Veamos, por ejemplo, la experiencia del monje franciscano San Antonio de Padua, el santo de los pobres. La historia cuenta que un día, mientras predicaba en una iglesia de Limoges, al recordar de repente que en ese momento debía estar hablando en otra iglesia de esa misma ciudad, interrumpió su sermón y se arrodilló durante unos minutos. Durante ese tiempo, le vieron aparecer en la segunda iglesia para predicar. En cuanto terminó, regresó a su cuerpo arrodillado para continuar el primer sermón.

    Tras una Edad Media fuertemente reprimida, el desdoblamiento reaparece a partir del Renacimiento y reúne de forma paradójica a los santos y a las brujas.

    Entre los primeros están Santa Catalina de Ricci, san Pedro de Alcántara, san Felipe Neri, santa Liduvina, etc.

    La Iglesia, que no admite la existencia de cuerpos intermedios entre el físico y el alma, explica los desdoblamientos como fruto de la intervención de un ángel que adopta la apariencia del santo mientras este es transportado, en cuerpo y alma, a otro lugar. Así, el papa Clemente habría ido a Florencia para consagrar una iglesia mientras decía misa en Roma, donde era sustituido por su ángel. O San Francisco Javier habría socorrido a los pasajeros accidentados de una barca en China, mientras permanecía en su propia nave, lejos del lugar del accidente, junto a los marineros. Y Santa María de Agreda, misionera en México, a donde nunca viajó físicamente.

    Sin embargo, los desdoblamientos de personas que confesaron haber acudido a aquelarres mientras su cuerpo físico dormía no recibieron la misma explicación ni el mismo trato. Estas personas fueron acusadas de brujería y en lugar de tomar la condición de santos ayudados por los ángeles, fueron considerados brujos poseídos por demonios.

    La Ilustración se burló de las experiencias extracorpóreas, que consideraba un fenómeno carente de cualquier fundamento científico, un auténtico engaño, propio de la superchería.

    En contrapartida, el Romanticismo se apoderó del desdoblamiento con pasión y avidez. Casi todos los poetas y escritores de la época, desde Goethe hasta Musset, Shelley o Tennysson, relataron algún desdoblamiento.

    En los siglos XVII y XIX vivieron dos pioneros del desdoblamiento, que realizaron los primeros esfuerzos en popularizar el fenómeno mediante la publicación de varios libros. Se trata del filósofo sueco Emmanuel Swedenborg y del francés Allan Kardec, creador del espiritismo.

    Finalmente, el siglo XX, testigo de una devaluación del poder eclesiástico y sus dogmas, ha sido el siglo del gran auge del esoterismo y las filosofías orientales en Occidente. Aunque el escepticismo sigue vigente, existe un margen de operación cada vez mayor para fenómenos como el desdoblamiento, estudiado, incluso, en los laboratorios. Las experiencias personales de Ingo Swann, Sylvan Muldoon o Robert Monroe atraen la atención del público hacia este tema.

    Los fenómenos de proyección astral proliferan, aparecen antologías de narraciones y estadísticas. Son muchas las personas que afirman hoy en día haber vivido una experiencia de exteriorización.

    Aunque dichas experiencias plantean considerables problemas

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