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Jacques Derrida. Ética y política
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Libro electrónico290 páginas3 horas

Jacques Derrida. Ética y política

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Los textos que componen este libro coinciden en la convicción de que la deconstrucción detenta un potencial de dislocación de cualquier idea preconcebida de lo ético y de lo político, de cualquier sistema de conceptualidad –metafísico o pragmático- que quiera dar por cerrada la discusión acerca de los mismos términos que quieren estabilizar un
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 ene 2022
ISBN9786074174687
Jacques Derrida. Ética y política
Autor

Pablo Lazo Briones

Pablo Lazo Briones es doctor en filosofía por la Universidad de Deusto, Bilbao, España. Es autor de los libros: Crítica del multiculturalismo, resemantización de la multiculturalidad (Plaza y Valdés, 2010); Interpretación y Acción. El sentido hermenéutico del pensamiento ético-político de Charles Taylor (Ediciones Coyoacán 2007); La frágil frontera de las palabras. Ensayo sobre los débiles márgenes entre literatura y filosofía (Siglo XXI Editores, 2006). Es cocoordinador y coautor de los libros colectivos Slavoj Zizek. Filosofía y Crítica de la Ideología (UIA, 2012), Corporalidades (UNAM/UIA, 2010) y Ética, Hermenéutica y multiculturalismo (UIA, 2008), Tradujo el libro de Richard Bernstein, El Giro Pragmático (Anthropos, 2014). Sus principales líneas de investigación son la filosofía política, la hermenéutica y la filosofía de la cultura. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel 1.

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    Jacques Derrida. Ética y política - Pablo Lazo Briones

    1.jpg

    Pablo Lazo Briones

    (Coordinador)

    Jacques Derrida

    Ética y política

    Michael Naas / Pablo Lazo Briones / Patxi Lanceros

    Alberto Moreiras / Ángel Octavio Álvarez Solís

    Emmanuel Biset / Zenia Yébenes Escardó

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    [LC] B 2430.D484 J32.2017 [Dewey] 194.J32.2017

    Jacques Derrida: ética y política / Pablo Lazo Briones, Coordinador. – México: Universidad Iberoamericana Ciudad de México, 2017 – publicación electrónica – ISBN: 978-607-417-468-7.

    1. Derrida, Jacques, 1930–2004 – Aportaciones a la ética. 2. Derrida, Jacques, 1930-2004 – Aportaciones a la política. II. Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Departamento de Filosofía.

    Fecha de edición en ebook: octubre de 2017

    D.R. © Pablo Lazo Briones (comp.)

    D.R. © 2017 Universidad Iberoamericana, A.C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    ISBN: 978-607-417-468-7

    ISBN (edición impresa): 978-987-3621-36-9 / www.edicioneslacebra.com.ar

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México.

    ÍNDICE

    Prefacio

    Pablo Lazo Briones

    Decir rezando:

    La justicia performativa de Derrida

    Michael Naas

    La ética y la política que anidan en la deconstrucción

    Pablo Lazo Briones

    Pas/Encore (s’il y en a)

    Patxi Lanceros

    Derrida infrapolítico

    Alberto Moreiras

    Heimatlosen. El cosmopolitismo marrano de Jacques Derrida

    Ángel Octavio Álvarez Solís

    Políticas de la deconstrucción

    Emmanuel Biset

    Abierto por derribo

    Zenia Yébenes Escardó

    PREFACIO

    Pablo Lazo Briones

    La actualidad de Jacques Derrida no se mide por la frecuencia con que su nombre se cita o se recita, o por los términos y conceptos de la deconstrucción que han sido domesticados y reusados por una fauna académica que sabe sacar provecho de ellos. Si puede plantearse la vigencia, incluso la incidencia, del pensamiento de Derrida hoy, es sólo (re)considerando su modulación, su articulación, su transversalidad en los terrenos de lo ético y lo político.

    Pero justo en estos terrenos se ha venido señalando en las últimas décadas tanto un problema de interpretación de su obra –¿existe o no en ella un giro de la llamada deconstrucción lingüística a una posición ético-política de mayor compromiso?, ¿la primera implicaba ya desde un principio a la segunda?– como una acusación de impertinencia –¿la estrategia deconstructiva puede vérselas con una política pragmática a la que no le interesan las consideraciones teóricas sobre ética y filosofía política, sobre la autoridad y la justicia, sobre el perdón y el cosmopolitismo, o sobre el racismo y la segregación?

    Los textos que componen este libro intentan contestar a estas preguntas desde muy diversos enfoques y momentos de la obra derridiana, pero acaso coinciden en la convicción de que la deconstrucción detenta un potencial de dislocación de cualquier idea preconcebida de lo ético y de lo político, de cualquier sistema de conceptualidad –metafísico o pragmático– que quiera dar por cerrada la discusión acerca de los mismos términos que quieren estabilizar un sistema de cosas.

    El poder de delación del pensamiento, de una crítica que no se deja reutilizar o sobornar, es en donde puede encontrarse la implicación de la obra de Derrida con las realidades sociales que son discutidas por los autores. Y es que sólo en función de un campo práctico, de una política situada en cada acto de lenguaje, en cada institución social, en cada práctica cultural, es que se abre ese por-venir no determinado ni determinable por el que se apuesta en la deconstrucción.

    Suplemento, no complemento, excedencia de una significación que se desborda para dar cabida a nuevas formas de decir lo político, esto es, del quehacer de lo político.

    Es la potencia que han sabido ver muchos de los autores en el tema derridiano de la performatividad lingüística

    El libro abre con el lúcido ensayo a cargo de Michel Naas, Decir rezando: la justicia performativa de Derrida. Tomando como plataforma de su reflexión el último seminario impartido por Derrida durante los años 2001-2002 y 2002-2003, La Bestia y el Soberano, Naas traza la peculiaridad de estas últimas lecciones respecto al aparente aire de familia ético-político de los seminarios de años anteriores de Derrida: si bien sigue la trama del tema del soberano entendido como aquél que está por encima de la ley en su excepcionalidad absoluta, este seminario se caracteriza por comparar dos textos principalmente, Los problemas fundamentales de la metafísica. Mundo, finitud, soledad, de Heidegger, y la novela Robinson Crusoe, de Daniel Defoe. A este tratamiento analítico peculiar, dice Naas, se suma la verdadera aportación teórica de Derrida que puede enfatizarse: en este seminario los actos lingüísticos como la plegaria, el duelo o el archivo no sólo son analizados, sino puestos en acción, llevados a sus condiciones de performatividad. Desde esta perspectiva al autor le interesa destacar las formas que adquiere lo performativo en la plegaria y en el gesto de lo testamentario referidas a la reflexión sobre la justicia en Derrida.

    En el texto que presento enseguida, La ética y la política que anidan en la deconstrucción, planteo la pregunta sobre el posible giro del pensamiento en Jacques Derrida de una faceta semiológica deconstructiva a una faceta ético-política. Tomando en cuenta las críticas sobre el alcance ético y político de la propuesta de Derrida, defiendo que no existe tal giro en su pensamiento dado que en la deconstrucción, como estrategia de dislocación lingüística, están implicados los momentos críticos de la ética y la política, en tanto que anidan en ella.

    Las categorías histórico-políticas del todavía/no y de la falta y la falla, categorías apreciadas como problemas axiales tanto por Walter Benjamin como por Derrida que lo sigue y lo suplementa, son abordadas por Patxi Lanceros en su ensayo Pas/Encore (s´il y en a). ¿Qué anuncian estas palabras, qué promesas implican, qué ausencias delatan? En las consideraciones sobre la historia y la violencia de Benjamin, defiende Lanceros, ya están incluidas estas preguntas desde su radical contingencia, desde la exigencia de justicia planteada en el presente y desde el estado de excepción así postulado o intentado. Y la pregunta derridiana, ¿qué hace falta aún?, responde a la misma estructura denunciante y crítica, mesiánica y contingente, que demanda preguntarse por la construcción de la historia y por la deconstrucción de una representación (falsa) de la historia.

    En Derrida infrapolítico. La determinación óntica de la política más allá del empirismo en el Derrida temprano, Alberto Moreiras pone en la mesa de discusión si puede pensarse la filosofía política contemporánea a partir de la diferencia ontológica (en clave heideggeriana) o si más bien el pensamiento político de hoy está configurado por un olvido satisfecho de toda diferencia. Desde esta perspectiva, Moreiras aborda los planteamientos derridianos acerca de un pensamiento político posontoteológico comprometido con la historicidad y la contingencia radicales. A este compromiso de reflexión de Derrida con la historicidad abierta por la diferencia ontológica, propone llamarlo el autor infrapolítica, en el sentido de que es una reflexión no metafísica que abre tanto lo impensado por la política como la posibilidad de una politicidad nueva, y en la que lo ético y lo político se encuentran privilegiadamente en una relación de doble solicitación.

    La condición de no pertenencia y marginalidad políticas a propósito de lo que puede llamarse el marranismo de Derrida, es lo que quiere pensar Ángel Octavio Álvarez Solís en su ensayo Heimatlosen. El cosmopolitismo marrano de Jacques Derrida. A despecho de las polémicas acerca de si la obra de Derrida tuvo una intencionalidad política o no desde un principio, o de si sufrió un giro hacia lo ético-político, lo que quiere discutir Álvarez es si la modalidad de intelectual marrano del pensador francés implica un tipo de cosmopolitismo apátrida, sin pertenencia a un comunitarismo cerrado o a una etnia, a una identidad, a una nación o a una lengua filosófica blindada. Si esto es así, entonces la deconstrucción derridiana estará comprometida con una militancia política hecha desde los márgenes orientada por un cosmopolitismo por venir.

    Habida cuenta de lo problemático que es hablar de un corpus unitario en Derrida que haya sufrido un giro hacia la política en un momento de su despliegue, en su ensayo Políticas de la deconstrucción Emmanuel Biset aventura la hipótesis de que el aporte de la deconstrucción respecto a la política radica en que desarticula un determinado orden conceptual, aquel que se ve comprometido con la metafísica como se entiende tras el pensamiento de Heidegger. Pero a Biset le interesa tal desarticulación para develar las incidencias concretas de una práctica política efectiva, y por eso sostiene que sólo se vislumbra el verdadero potencial de la deconstrucción si se mantiene una combinación estratégica del trabajo de socavamiento de conceptos políticos al tiempo que se indaga sobre el alcance en la dimensión práctica de su incidencia en las instituciones, en los discursos, en el campo de la política in situ.

    En el último ensayo del libro, Abierto por derribo. Huellas del fundamento místico de autoridad a cargo de Zenia Yébenes Escardó, la autora explora las indagaciones de Derrida acerca del acto lingüístico performativo por excelencia, el acto lingüístico por el que se funda la autoridad y se instaura un orden de cosas en el mundo y que a su vez no se fundamenta en nada más que en sí mismo, el acto lingüístico que, siguiendo a Benjamin, puede llamarse místico. Dando cuenta de los acercamientos y distancias de Derrida en su lectura de Benjamin, Yébenes da un giro interesante al relacionar las interpretaciones de Michel de Certeau y Hent de Vries sobre el caso de demencia paranoide de Schreber como un acto de habla performativo místico. Con ello busca un nexo heurístico entre la explicación del lenguaje instaurativo de autoridad, el ejercicio de la fuerza en el lenguaje y la violencia que supone.

    DECIR REZANDO: LA JUSTICIA PERFORMATIVA DE DERRIDA

    Michael Naas

    DePaul University, Chicago

    Quienes tuvieron la fortuna de asistir aunque fuera a una sola de las sesiones de un seminario de Jacques Derrida, sabrán la oportunidad que representa, para cualquier interesado en su obra, el proyecto de publicar la serie completa de estos seminarios. Admirado por lectores y estudiosos alrededor del mundo, hasta su muerte en octubre de 2004, por los más de setenta libros que publicó durante su vida, Derrida fue conocido por sus estudiantes como un conferencista y pedagogo ejemplar y comprometido que ofrecía cada miércoles por la tarde en su seminario en París, lecturas del amplio espectro de la filosofía y la literatura. Tan rigurosas y cuidadosas como innovadoras y emocionantes, estas lecturas sirvieron a generaciones de estudiantes para aprender, no solo diversos temas y problemas filosóficos y literarios sino, lo que es más importante, cómo leer, cuestionar y al tiempo enseñar. La eventual publicación de cuarenta y un años de seminarios –un volumen por cada seminario– habrá de hacer evidente para un público filosófico más amplio este aspecto central de la práctica filosófica y pedagógica de Derrida.

    Esta práctica cuidadosa e inventiva para leer las obras de la historia de la filosofía y de la literatura es evidente en el último seminario bianual de Derrida a propósito de La bestia y el soberano.¹ Presentado primero en París durante los años académicos de 2001-2002 y 2002-2003, Derrida se ocupa en el seminario de textos sobre lo animal y la soberanía de los que no se había ocupado anteriormente, al mismo tiempo que retorna a cuestiones y a relecturas previas. Este seminario presenta, por tanto, al menos inicialmente, continuidad en su acercamiento y tono con los seminarios que le preceden inmediatamente a propósito de la pena de muerte, el perjurio, el perdón y la hospitalidad entre otros.

    Y así, este seminario, este seminario final, puede colocarse al margen de los otros; algo parece haber pasado entre el primero y el segundo año que hace único este seminario entre todos los otros seminarios de Derrida, algo que transforma este seminario final en todo un evento.

    En diciembre de 2002, entonces, Derrida comienza el segundo año del seminario, de lo que Derrida pretendía que fuera un seminario que durará tres años, anunciando a su audiencia, sus estudiantes de la École des Hautes Études de Paris, que aunque su plan es continuar con el tema de los años anteriores sobre La bestia y el soberano, su acercamiento en este segundo año será un poco diferente. Más que seguir con el tema del soberano, que en tanto bestia está por encima o es anterior a la ley, el tema del soberano como excepción o como aquel que decide sobre las excepciones en pensadores tan diversos como Platón, Aristóteles, Hobbes, Maquiavelo, Bodin o Smith, por nombrar sólo unos cuantos, habrá de concentrarse en este segundo año sólo en dos figuras, de hecho en dos obras, una novela de 1719 que muchos afirman fue la primera novela en inglés, y un seminario de Heidegger de 1929-30 –fechas sobre las cuales, permítaseme sugerir de paso, no eran indiferentes a Derrida. Aunque muchas otras figuras harán breves apariciones en un seminario, desde Rousseau, Marx, Joyce, y Virginia Woolf, hasta Levinás, Lacan y Deleuze, la mayor parte de ellos debido a lo que tenían que decir acerca de Robinson Crusoe, Derrida mantendrá su promesa de concentrarse esencialmente en estos dos libros, oscilando entre ambos, usando uno para leer e iluminar al otro.

    Si este segundo año del seminario sobre La bestia y el soberano parece continuar de muchas maneras donde se había quedado el primer año, si regresa a través del año a su tema explícito y anunciado, la relación entre el animal y el humano, la bestia y el soberano, otros temas como la autobiografía, los rituales de entierro, el fantasma, y como veremos, la plegaria, el duelo y el archivo, comienzan a aparecer dándole al seminario un tono y orientación diferentes. Estos cambios en el tema y en el tono se vuelven de hecho tan acentuados que es difícil no pensar que el seminario se ha transformado en algo más o al menos en algo muy diferente que sólo otro seminario sobre un tema tal como el de la bestia y el soberano, algo más bien como una autobiografía o una extensa plegaria, una última voluntad y testamento o una auto inhumación en el archivo. Aunque ningún seminario de Derrida es como otro, éste –este último– reta al género mismo del seminario de un modo que los otros no lo hicieron y que posiblemente nunca hubieran podido hacerlo.

    En lo que sigue, trataré de mostrar que en este año final de La bestia y el soberano Derrida no habla simplemente de temas como la plegaria, el duelo o el archivo sino que de hecho los pone en acción (performs) de acuerdo a una teoría de la performatividad que había estado desarrollando desde Firma, acontecimiento, contexto de 1971. Para demostrar esto, me apoyaré inicialmente en el ensayo de J. Hillis Miller sobre esta cuestión performativa en un capítulo de su Para Derrida, titulado La teoría especial de la performatividad de Derrida.² Me apoyaré en la obra de Miller en esta cuestión tanto porque es de gran ayuda al respecto como porque, en la primavera de 2003, Derrida mismo, al parecer, pensando más de lo usual en J. Hillis Miller, preparaba una conferencia sobre su obra que sostendría en la Universidad de California, en Irvine, para el 18-19 abril de 2003. El título que Derrida había escogido para su presentación en esa ocasión era, simplemente, Justices, título en inglés que oscila entre el sustantivo plural y la tercera persona del singular del verbo poético ajusticiar, como en el hombre justo –y Derrida tenía en mente a J. Hillis Miller aquí– justicias (J 689). Es un homenaje a la obra de Miller, llena de introspección, humor y afecto. Pero es difícil mantener este ensayo hoy –junto Con el seminario La bestia y el soberano, que se impartían exactamente al mismo tiempo– no sólo a la luz de la muerte de Derrida ocho meses después sino como un ejemplo de una forma especial de la peculiar teoría de la performatividad que podríamos llamar testamentaria. Fue en la primavera de 2003, entonces, que Derrida escribía y preparaba no sólo las sesiones finales del segundo año de La bestia y el soberano sino su ensayo Justices. No nos debería sorprender encontrar muchos puntos de unión entre estos dos textos, incluso cuando sus temas explícitos son muy diferentes, la obra de J. Hillis Miller en uno, y el seminario de 1929-30 de Heidegger y el Robinson Crusoe de Defoe por el otro. Además de una referencia compartida sobre Pascal, así como un énfasis en la soledad y la separación, hay, como veremos, la cuestión de lo performativo, especialmente de lo performativo en la plegaria, y, como dije, de lo testamentario –como si lo testamentario no fuera un caso especial del enunciado performativo sino una posibilidad estructural de cada acto de habla.

    Como nos recuerda Miller en Para Derrida, la performatividad es hoy una noción ambigua que necesita ser, en el léxico de Wikipedia, desambiguada, es decir, se deben distinguir claramente los diversos sentidos.³ Miller tratará de clarificar estos diferentes significados y explicar precisamente como sucedió una cierta confusión en la ‘mente académica’ (FD 135). Comienza distinguiendo la teoría performativa de John Austin de la de Judith Butler, y éstas de la performatividad de los estudios performativos y de la teoría de la performatividad, para después distinguir todos estos de la teoría especial de Derrida sobre la performatividad.⁴ Mientras que la teoría de Butler sobre la performatividad estaba sin duda inspirada en Derrida y comparte muchos rasgos con ella, Butler llevó esa teoría en direcciones que Derrida no podría haber previsto, para mostrar, por ejemplo, como lo dice Miller, que el sexo y el género no son naturales, biológicos, innatos, y preexistentes sino el producto violento de reiteradas formaciones discursivas que asumen como antinaturales y reales a minorías sexuales y genéricas por sus considerables variaciones (FD 138). Y aunque la teoría de la performatividad de Derrida fue en sí misma inspirada por Austin, difiere de ella en varios modos significativos. Miller menciona tres. Primero, la iterabilidad –la característica fundamental de los performativos– significa que el contexto de un performativo nunca puede ser ‘saturado’, esto es, que es exhaustivamente identificado (FD 151). Como resultado, se fractura la distinción de Austin entre lo performativo afortunado –que requiere un inventario completo de las circunstancias de cualquier performativo– y lo infortunado. En segundo lugar, la iterabilidad significa que el performativo parasitarioescribir un poema, actuar en un escenario, pronunciar un soliloquio– no puede excluirse definitivamente, como Austin había deseado. No hay, escribe Miller, algo así como un enunciado performativo totalmente ‘exhaustivo’ [que] exista como un evento único, o de una sola vez, en el presente. La posibilidad de lo anormal es una parte intrínseca de lo normal (FD 151). Finalmente, y más importante, dice Miller que la iterabilidad descalifica el requisito de que un performativo afortunado deba depender de la autoconciencia del yo y de sus ‘intenciones’, el ‘yo’ que dice ‘yo prometo’ y quiere mantener esa promesa (FD 151).

    Este es un resumen y un análisis tan claro como puede hacerse de la teoría especial de la performatividad que Derrida desarrolló en textos como Firma, acontecimiento, contexto y en Limited Inc. y que continuará reiterando y refinando hasta el final. Por ejemplo, Derrida comienza Justices, su ensayo de 2003 sobre J. Hillis Miller, revisando y cuestionando el valor de la presencia en su tradicional teoría de los actos de habla:

    Todo lo que nuestra cultura actúa, piensa, y habla intencionalmente, todo lo que hace algo y especialmente lo que hace algo con palabras, en el modo performativo, ha de ser firmado, implícita o explícitamente, por un je responsable, un yo. Austin acentúa el punto: la condición de lo performativo puro, la modalidad temporal

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