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DESPERTANDO AL HOMO ECONOMICUS: AJUSTE CONDUCTUAL PARA MEJORAR SUS FINANZAS PERSONALES
DESPERTANDO AL HOMO ECONOMICUS: AJUSTE CONDUCTUAL PARA MEJORAR SUS FINANZAS PERSONALES
DESPERTANDO AL HOMO ECONOMICUS: AJUSTE CONDUCTUAL PARA MEJORAR SUS FINANZAS PERSONALES
Libro electrónico144 páginas1 hora

DESPERTANDO AL HOMO ECONOMICUS: AJUSTE CONDUCTUAL PARA MEJORAR SUS FINANZAS PERSONALES

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Información de este libro electrónico

Una novedosa estrategia para optimizar el manejo de su dinero.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 ene 2022
ISBN9786072931046
DESPERTANDO AL HOMO ECONOMICUS: AJUSTE CONDUCTUAL PARA MEJORAR SUS FINANZAS PERSONALES
Autor

ROBERTO AVILES URQUIZA

El autor es economista de la Universidad Autónoma Metropolitana(UAM) con estudios en Finanzas Personales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México(ITAM). Experiencia en periodismo económico escribiendo para varias publicaciones de la Ciudad de México.

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    DESPERTANDO AL HOMO ECONOMICUS - ROBERTO AVILES URQUIZA

    D.R. © Roberto Aviléz Urquiza, 2022

    Conversión gestionada por:

    Sextil Online, S.A. de C.V./ Ink it ® 2022.

    +52 (55) 52 54 38 52

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    Todos los derechos reservados. Esta publicación no podrá ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o retransmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin contar con el permiso previo por escrito del autor (a).

    Introducción

    Ciertamente son tareas difíciles, encontrar un empleo bien remunerado o crear una empresa rentable, pero tal parece que todavía es más complicado saber cómo administrar el poco o mucho dinero que llega a sus manos, sobre todo si se pretende tener una vida económica estable.

    El proceso para ser un consumidor racional es sencillo, pues simplemente tiene que establecer las necesidades prioritarias. Asigne cierta cantidad de dinero con el fin de satisfacer cada una de ellas, ejerza el presupuesto de manera disciplinada procurando siempre tener una cantidad sobrante para crear un fondo de ahorro. Claro está que resulta absurdo adquirir lo superfluo, si antes no han quedado satisfechos los requerimientos más indispensables.

    Toda la gente sabe que ahorrar es la clave si se quiere tener finanzas personales sanas. Sin embargo, cualquier sobrante inmediatamente termina en la adquisición de artículos o servicios que bien podrían evitarse. Hay momentos en que el dinero apenas alcanza para satisfacer las necesidades más elementales, pero cuando los ingresos mejoran, el consumismo se impone y las deudas dificultan aún más la generación de ahorro.

    Seguramente alguna vez se arrepintió de comprar ciertos productos casi inmediatamente después de haberlos pagado, pues se toman decisiones con base en las emociones del momento. Cuando usted desconoce en qué se gasta el dinero con un gran sentimiento de culpa, está viviendo una situación de consumo irracional. En otras palabras, la intuición, esa facultad de la mente humana de resolver problemas de manera automática, sin previo estudio, se utiliza para elegir diversas alternativas con una enorme vulnerabilidad al error. El instinto, las emociones, tradiciones, creencias y prejuicios programan la forma en que la mente habrá de trabajar, aspectos en los que el ser humano debe indagar o en su caso modificar. Hacer este trabajo es complicado, pues requiere introspección e incluso romper costumbres muy arraigadas. Por supuesto, con el ánimo de enriquecer el análisis personal, también es válido revisar su historia económica aprendiendo de aciertos y errores del pasado. El objetivo es que se tengan los elementos para discernir cuáles son esas situaciones en las que el sabio pensamiento rápido es eficaz. Difícil resulta desarrollar la virtud de la prudencia cuando su entorno social enaltece la cualidad de disfrutar del presente olvidando las necesidades futuras. Conforme la capacidad adquisitiva aumenta, los gastos suben convirtiéndose en compromisos de pago permanentes. Si quiere tener un balance favorable, tendrá que poner mucha atención en el consumo, ya que, al vigilar el destino del dinero, incrementará su nivel de satisfacción. Aunque usted tenga un excelente nivel de ingresos, la costumbre de satisfacer vicios y caprichos podría llevarle en cualquier momento a la insolvencia económica. Personalidades del cine, la televisión o el deporte han terminado sus carreras con grandes carencias e incluso algunas de ellas en la miseria total porque suelen descuidar la administración de su dinero. Cuando se tienen recursos en abundancia, se cae en la irracionalidad de pagar cantidades absurdas, entendidas como aquellas alejadas totalmente de la revisión de los costos de producción o la utilidad real de un bien. Se compra a cualquier precio con el único argumento del ingreso ilimitado y la única explicación de la opulencia. Es posible que para obtener sus ingresos le sea suficiente emplear exclusivamente su capacidad intuitiva, pero en el ámbito del consumo resulta indispensable poner en acción su sensatez.

    Si el libre intercambio de bienes es eficiente, es consecuencia de la supremacía de la razón sobre los sentimientos, costumbres e impulsos naturales en el comportamiento cotidiano. Los teóricos del mercado suponen que la prudencia domina en todas las decisiones. Explican que la capacidad analítica se ejerce en cualquier momento de incertidumbre quedando la intuición en un segundo término. Desde los trabajos de Adam Smith, los pensadores Neoclásicos, hasta los llamados Neoliberales, concluyen que los desequilibrios se corrigen por sí mismos gracias a que los trabajadores, empresarios, familias, Gobierno y todos en su calidad de consumidores, identificados como agentes económicos, ponen en acción su pensamiento racional.

    Estos teóricos del sistema capitalista emplean la denominación Homo Economicus para referirse a esa conducta inteligente en las relaciones cotidianas. Es una expresión latina que significa Hombre Económico, esa persona que maximiza su utilidad, tratando de obtener los mayores beneficios comparando más de una alternativa ya sea de consumo o inversión. Dicha argumentación puede ser comprobada por usted, dándose cuenta de que en realidad la reflexión previa a cada una de las deliberaciones está ausente.

    Vale la pena aclarar que, a lo largo de esta obra, al referirse al concepto de Estado, se están involucrando todos los elementos que lo conforman, es decir población, territorio, sistema de leyes, Gobierno el cual contempla los poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo, así como las diversas instituciones creadas por estos. Por lo tanto, es claro que el Gobierno, como parte del Estado, es la principal fuerza ejecutora que influye en la colectividad.

    Al iniciar la década de los años 70, los problemas de desempleo, elevados niveles de inflación y crisis de endeudamiento cimbraron de nueva cuenta los principios de la libertad económica. En esa época resurgieron las ideas del Neoliberalismo que exigían que el Estado dejara de intervenir directamente en la economía. En ese mismo periodo, también comenzaron a tomar fuerza nuevas propuestas que precisamente destacaban el papel dominante de la improvisación. A esa corriente que destaca la preponderancia del pensamiento automático, se le conoce como Economía Conductual, la cual cuestiona el supuesto comportamiento inteligente, evidenciando que ni el más elemental análisis se aplica en la acción humana sobre todo si lo que domina es la sensación de urgencia. Las circunstancias de apremio son las que vulneran su integridad financiera y debe estar alerta para evitarlas. Dichas propuestas reconocen implícitamente que el Gobierno es y será un apoyo fundamental en las finanzas personales.

    El economista conductual Richard H. Thaler, al doctorarse en 1974, reorientó el enfoque del estudio económico, fundamentándolo en las acciones reales influidas por las veleidades emocionales, en vez de basarse en el supuesto comportamiento perfecto del ser humano sustentado por los neoliberales. Entre los pioneros de la racionalidad limitada sobresale igualmente el politólogo, economista germano-checo Herbert A. Simon, cuya obra principal se titula Administrative Behavior (Comportamiento Administrativo), destacando la trascendencia de la información imperfecta e incompleta la cual impide hacer elecciones óptimas.

    En el año 2002, se le otorgó el premio Nobel de Economía a un psicólogo llamado Daniel Kahneman que en sus estudios precisamente puso énfasis en la preponderancia de la intuición. Por supuesto, se opuso a los que asumen que los agentes económicos siempre tienen un comportamiento racional. En términos sencillos, el especialista explica que la situación económica de los individuos está dominada por un comportamiento poco reflexivo. Junto al prestigiado psicólogo, el economista Vernon Lomax Smith también recibió el Nobel por haber establecido los trabajos de laboratorio como una herramienta en la ciencia económica. Estos experimentos han evidenciado principalmente la conducta intuitiva de la gente; consisten en entregar dinero real a grupos de estudiantes o voluntarios, contratados para que tomen decisiones de inversión o consumo.

    Los trabajos de Kahneman y Lomax respecto a la conducta cotidiana y la economía experimental, se han convertido en auténticos pilares de los estudios más recientes. La relevancia de estos aportes se manifiesta cuando todos los días las personas salen de su casa con dinero en el bolsillo para utilizarlo en adquirir sus diferentes satisfactores. Si se detiene a reflexionar acerca de las diferentes transacciones que se realizaron, se dará cuenta que muchos de esos resultados pueden servirle para determinar la forma en que maneja sus finanzas y si debe o no modificar sus hábitos. Tomar conciencia de las capacidades cognitivas, ayuda a entender que el análisis está ausente en buena parte de las acciones económicas. El autoconocimiento y el manejo de las emociones son requisitos indispensables para lograr cierta solvencia financiera.

    Como ya se mencionó, los psicólogos han demostrado los alcances del pensamiento intuitivo y ahora, como un auténtico economista experimental, usted podrá gestionar las reacciones posteriores a las emociones de alegría, tristeza, enojo, miedo, ansiedad y depresión, así como también estará en capacidad de revisar la validez de sus inercias conductuales en el empleo de su dinero. La intuición fundamentada en las emociones o las costumbres es un mecanismo indispensable para actuar de manera ágil, pero jamás es la determinante única, sobre todo si se pretende planear las necesidades futuras.

    El presente ensayo se enfocará fundamentalmente en mostrar los conceptos que le ayudarán a razonar sus decisiones financieras. Conforme vaya leyendo, identificará las ventajas de aplicar la racionalidad y los momentos precisos en que su pensamiento automático le está llevando a cometer errores. La intención es que el lector haga una evaluación estrictamente personal para aprovechar al máximo sus capacidades cognitivas.

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