stoy mirando fijamente la pantalla del portátil desde mi «oficina particular», que al mismo tiempo es el cuarto de invitados y también hace las veces de desván, según la ocasión. Mientras espero a que me dejen entrar en la reunión virtual, pienso en todo lo que voy a decir. Pero, cuando por fin accedo y conozco a mi terapeuta, mi mente se queda en blanco. No sé por dónde empezar a contarle lo que me pasa. He concertado una sesión con Vicky Reynal (), una psicoterapeuta inglesa especializada en terapia financiera desde hace más de 20 años. Ella trabaja con personas que, como yo, sufren lo que se conoce como trauma financiero, que no tiene nada que ver con una bancarrota (o no necesariamente), sino con una relación emocionalmente compleja con el dinero. Además de experimentar dificultades para gestionar nuestra economía, esta patología acaba por impedirnos hacer una
