Mar de azulete

Por José Herreros

Mar de azulete es un gran poema de amor, donde el mar se hace instrumento para ensanchar el corazón.

Mar de azulete es un gran poema de amor, donde el mar se hace instrumento para ensanchar el corazón. Por él peregrina el ser entre el dolor y la belleza, y en él encuentra alivio un mundo sobrado de carencias.

• Idioma: Español
• Editorial: Caligrama
• Fecha de lanzamiento: 14 jul 2021
• ISBN: 9788418722592

José Herreros

José Herreros Pérez (Orcera, Jaén, 1954) es licenciado en Historia del Arte por la UB y ha sido director de diseño en la empresa Haasbel S.L. de Barcelona, su residencia habitual. Su pasión por la poesía arranca de su juventud, en su etapa como cantautor. Con posterioridad, ha escrito una serie de poemarios, no publicados hasta ahora, que le han servido para ir madurando su escritura. Sus otras pasiones —la música, la escultura o la pintura— han sido notables compañeras que han contribuido con el tiempo a ir conformando un estilo y unas reflexiones poéticas propias. El libro que hoy presenta, Mar de azulete, es el resultado de tres años de búsqueda y, cómo no, de placer al escribirlo. Es su ópera prima en cuanto a edición se refiere, pero de ninguna manera es su último verso.

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Poemas

Agradecimientos

Al mar. A un balcón. A mis musas. A los amigos presenciales y digitales, por su compartir continuo. A Javier Ruibal, por su magnífico paisaje. A Clara, por su asesoramiento artístico.

A Inés, por su cariño y su paciencia.

PRÓLOGO

José Herreros o la alquimia emocional

Atrapar un aroma evocador, un mágico reflejo, una vibración en el pecho, una caricia intuida, un placentero insomnio, un soplo de brisa, un escalofrío de infancia, unas motas doradas al trasluz de una ventana…

¿Quién sabe de ese oficio?, ¿a quién corresponde esa labor indescifrable sin asideros ni método, sin reglamento ni medidas?

Alquimia de la palabra me atrevería a llamar a esa obsesión bruñidora que atrapa al buscador en un lisérgico y cíclico trayecto que va y viene una y otra vez del desaliento a la euforia, sin otra solución que abandonar por agotamiento y dejar, al fin cincelado, ese verso todavía inconcluso, siempre mejorable, eternamente