Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Serenata al sol
Serenata al sol
Serenata al sol
Libro electrónico146 páginas1 hora

Serenata al sol

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Serenata al sol es una serie de poemas y relatos cortos que fueron escritos de día y de noche. 
De día, con la cara puesta al sol, y de noche, con la cara mirando la luna pensando que era el mismo sol. 
Andanzas, retratos, imágenes, ocasos, amaneceres, cabelleras de mujer, pintura en sus rostros, miradas. De todo hay.
El cantor desafinado imagina que los alambres que cruzan un cielo son las cuerdas de una guitarra rasgadas por las alas de una parvada de palomas que lo acompañan para cantarle su serenata al sol.
Cuando se termine de leer el libro, se querrá seguir leyendo.
 

IdiomaEspañol
EditorialArtie Gracia
Fecha de lanzamiento6 oct 2021
ISBN9798201587277
Serenata al sol

Relacionado con Serenata al sol

Libros electrónicos relacionados

Poesía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Serenata al sol

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Serenata al sol - Artie Gracia

    Tarde de pleitos

    Ayer fue una tarde de pleitos de nubes. Estaban encima de un par de cerros. El réferi del viento quiso separarlas pero fue peor. Y es que les habló con miedo.

    Fue una tarde de enredos altos, de algodón en pleito. Tomé el serrucho del cerro y empecé a cortar las nubes por sus medios. Pero no fue lo mejor. Cuando cortaba una, le nacían mitades que después se hacían cuatro de hielo.

    Terminé con las manos manchadas y me corté los dedos.

    Usé el algodón de otras nubes para curar la herida y manché el cielo de un rojo serio.

    Entonces me quedé quieto y dejé que las nubes me rascaran la espalda con sus manos de dama hasta que la carne azul del cielo se apagó y el sol se metió por atrás del par de cerros.

    Guardé el serrucho y te tomé las manos.

    Sentí que tú eras el otro algodón del cielo y yo el serrucho del pleito.

    Amarillo

    Si con su amarillo los girasoles maravillan.

    Tu rojo en tu vestido a mis ojos encandila.

    Si con su amarillo los girasoles en torno al sol ya giran.

    Por el rojo en tu diadema mis ojos ya te admiran.

    Tormenta en abril

    Aún no entramos en abril y ya parece que estamos en septiembre. Llueve.

    Las nubes se están deshilachando. El viento con unas manotas empieza a arrancarles jirones como si fueran trapos viejos y comienza a lavar los techos de las casas y las fachadas de cristal de los edificios.

    Primero les echa agua con la lluvia y luego los talla con esos trapos.

    Así lleva un buen rato.

    En las calles se forman ríos de agua puerca, unas veces parece agua de chocolate y otras veces de tamarindo.

    Cuando para de llover, la ciudad queda limpia, lavada y remojada.

    Los pájaros se sacuden las plumas y salen a jugar aventando agua por todas partes.

    Unas mujeres desprevenidas que esperan el camión, y sin paraguas, se secan el pelo con las manos y los hombres mueven sus grandes panzas cuando aprietan el paso rumbo a casa.

    Y yo me río del agua, del viento, de los trapos arrancados de las nubes, de abril que parece septiembre, de las mujeres arropadas con el agua, de los hombres gordos y de mí mismo por ser tan irreverente con la tarde que se ríe a carcajadas conmigo.

    ¿Qué si quién sería ella?

    ¿Qué si quién sería ella?

    No lo sé, era una mujer risueña y tengo tantas ganas de a ti contarte. Era una mujer que su sonrisa su cara por dos partía, como delgada luna creciente posada en el horizonte.

    Una hamaca de luz que, al mirarla, en ella yo me mecía. Sus ojos, ¡qué ojos!, dos faros de atrayentes luces. Su cuerpo, ¡qué cuerpo!, como figura de gacela en campo.

    ¿Eran mejillas? ¡No eran mejillas!, eran soles de rojos que estremecían. Su voz, ¡no era una voz!, eran cantos de un piano en boca de melodías. Su pelo, ¡era un precoz intento de ondulados mechones sueltos! Sus risas, ¡campanitas que le tañían por todo el cuerpo!

    Portento de par de piernas, perlas en sus rodillas. Par de ojos, luces de estrellas que yo seguía.

    Y esa sonrisa, esa sonrisa en su cara que en dos partía.

    Ya hacía falta

    Ya me hacía falta venir aquí, a cumplir algo, como un mandato, algo así como que el cuerpo me pedía desde el centro de la semana, y que el verde de la carretera me llenó, y las naranjas, el desayuno, la sierra, las salsas y el artista improvisado que cantó, con pistas grabadas, algunas canciones que fueron letras adornadas con melodías.

    Y fueron las risas, las botas negras, los zacatales con los puntos amarillos de los girasoles, y los tequilas que quemaron tristezas y curaron los espantos de los abandonos.

    Ya hacía falta el camino.

    El día fue el caballo que respingó las crines cuando le ladró un perro, fue el pavo real que levantó el frondoso arco iris de su cola, que también fue cometa, un papalote en donde se colgaron los niños y la imaginación. Fue el párpado de mujer, pintado, de donde me colgué yo cuando me guiñó un ojo.

    Y al pasar revista, con un clavo en la pared escribí tu nombre, puse la marca de que fuiste tú quien hizo falta.

    Por supuesto que sí. Estuve de acuerdo.

    La lista de los asistentes estuvo incompleta. No vino la ficha del dominó, el naipe de la baraja, la pieza del ajedrez que se pierde y que no puede sustituirse por otra.

    Que me lo pregunten a mí quien soy quien lo dice y lo carga a cuestas.

    Ya hacía falta.

    Dos palmeras

    Son saetas, dos flechas al cielo, líneas paralelas, en la perspectiva interminable y en un fondo gris.

    Son plumeros para sacudir el polvo que se acumula en los rincones de las nubes y al final, allá en donde se acaban los cerros.

    Son troncos delgados, largos, que no se rompen, como pinceles para pintar el cielo.

    Son nidos de pájaros prietos, casas de pericos verdes, símbolos de altura, faros nocturnos de golondrinas, guías de turistas perdidos, ábacos para contar los años de edad de quien las plantó.

    En tus ojos, mía

    Tu vestido, antojo, como el vino, rojo,

    De cristal, te brilla, en tus ojos, mía,

    El vestido, quita, de la copa, incita,

    El cristal, que brilla, en tus labios, vida,

    Es el vino rojo, en el tinto fino,

    De la copa lila, en tu mano enfila,

    El vestido brinda, en la fina copa,

    Es el vino rojo, en tus labios, poco.

    Diálogos de sordos I

    Pedí un café a la señorita del salón emperifollado del aeropuerto.

    − ¿Americano o descafeinado?

    − Americano.

    − ¿Sólo o con leche?

    − Con leche.

    − ¿Normal o light?

    − Normal, de la que engorda.

    − ¿Con azúcar o sin azúcar?

    − Con azúcar.

    − ¿Blanca o morena?

    − Mejor sin azúcar.

    − ¿La leche fría o caliente?

    − Hirviendo, que me queme la boca.

    − ¿Perdón?

    − Caliente por favor.

    − ¿El café grande, mediano o chico?

    − Grande y si me lo trae en una jarra, mejor, así se ahorra vueltas.

    − ¿Quiere jugo o fruta?

    − Fruta.

    − ¿Sandía, melón o papaya?

    − Sandía, no, mejor jugo.

    − ¿Naranja, toronja o verde?

    − Verde.

    − ¿Con más pepino o más apio?

    − No, mejor fruta.

    − ¿Sandía o papaya?

    − Le dije sandía.

    − ¿Con semillas o sin semillas?

    − Sin semillas.

    − ¿En un plato grande, mediano o chico?

    − Grande.

    − ¿El café me dijo grande?

    − Sí, el más grande.

    − ¿Quiere yogurt o queso cottage?

    − Queso.

    − ¿Quiere pan?

    − Sí.

    − ¿Normal o tostado?

    − Tostado.

    − ¿Normal o integral?

    − Normal.

    − ¿Con mantequilla o sin mantequilla?

    − Con mantequilla.

    − ¿Mantequilla light o normal?

    − Normal.

    − ¿Quiere pan de dulce?

    − Sí.

    − ¿Una conchita, orejita o dona?

    − Conchita.

    − ¿No quiere un yogurt?

    − Sí.

    − ¿De cucharita o bebible?

    − Cucharita.

    − ¿Normal o

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1