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Honor Y Fortaleza: Enfrentar La Vida Sola
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Libro electrónico260 páginas3 horas

Honor Y Fortaleza: Enfrentar La Vida Sola

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Información de este libro electrónico

Enfrentar la vida... ¿sola? Ese nunca fue el plan. Toda mujer guarda la ilusión de encontrar al compañero ideal con el que ha de compartir su vida y con quien desea formar una familia. Esta sana ilusión le hace crear hermosas historias románticas sobre «el gran día», pero la vida... podría darle una sorpresa.

La dolorosa realidad, es que algunas mujeres son atormentadas por la decepción del abandono del hombre que las convirtió en madres solteras. Las mujeres viudas, hoy por hoy se ven acosadas por el dolor punzante de la pérdida. Las esposas de los inmigrantes viven en angustia, porque el peso del cuidado y educación de los hijos ha recaído sobre sus hombros. Si entramos al hogar de todas aquellas mujeres divorciadas, veremos que no todas logran superar el enojo por la traición del exmarido. Finalmente, pensemos en aquellas mujeres esposas de convictos que viven confundidas ante su nueva vida, producto del crimen que su marido cometió.

Tarde o temprano, cada una de estas mujeres deberá explicar y sanar el corazón de sus hijos que serán lastimados al advertir el carácter, la conducta y el destino de su propio padre. No obstante, sabemos que la soledad es un sentimiento, no un estado. El desafío será enfrentar la vida sola. Pero... ¿Cómo resistir la nueva circunstancia?

IdiomaEspañol
EditorialWestBow Press
Fecha de lanzamiento31 ene 2020
ISBN9781973682387
Honor Y Fortaleza: Enfrentar La Vida Sola
Autor

Dr. Rosalío Contreras

El autor es doctor en psicología por la (UBC), Comunicólogo por la (UAG), Psicólogo Clínico por la (UNIVA), donde obtuvo el grado de Maestro en Terapia Familiar Sistémica. Autor de los libros: Mi rebelde con-sentido, Hombres Infieles, Hasta la tercera y cuarta generación y, Un hombre con-sentido en un mundo sin sentido. Ha escrito además numerosos artículos respecto a la familia, ha participado en programas de radio y televisión, y es fundador y director de ENFASIS: Enfoque Familiar Sistémico.

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    Honor Y Fortaleza - Dr. Rosalío Contreras

    © 2020 Dr. Rosalío Contreras.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida por cualquier medio, gráfico, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabación o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información sin el permiso por escrito del editor excepto en el caso de citas breves en artículos y reseñas críticas.

    WestBow Press

    A Division of Thomas Nelson & Zondervan

    1663 Liberty Drive

    Bloomington, IN 47403

    www.westbowpress.com

    1 (866) 928-1240

    Debido a la naturaleza dinámica de Internet, cualquier dirección web o enlace contenido en este libro puede haber cambiado desde su publicación y puede que ya no sea válido. Las opiniones expresadas en esta obra son exclusivamente del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor quien, por este medio, renuncia a cualquier responsabilidad sobre ellas.

    Diseño de portada, contraportada y todos los gráficos interiores por B. Samanta Contreras

    © B&S DESIGN

    A menos que se marca lo contrario, todo El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960™ es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia.

    ISBN: 978-1-9736-8237-0 (tapa blanda)

    ISBN: 978-1-9736-8238-7 (libro electrónico)

    Fecha de revisión de WestBow Press: 1/27/2020

    Contenido

    Enfrentar la vida sola

    Partamos desde el principio

    De la negación a la aceptación

    Del orden al caos

    De la tristeza al enojo

    Del enojo al temor

    Del temor a la razón

    De la razón a la decisión

    De la decisión a la madurez

    ¿Cómo puede superar la decepción una madre soltera?

    Renuncie a ser feliz

    ¿Cómo puede la mujer viuda superar su duelo?

    Renuncie al sufrimiento

    ¿Cómo debe canalizar el enojo la mujer divorciada?

    Evite el combate frontal

    Evite la inesperada y estratégica guerra de guerrillas

    Evite la guerra de trincheras

    Evite la guerra fría

    Renuncie a la venganza

    ¿Cómo debe trabajar el temor la esposa del inmigrante?

    Renuncie a depender de un hombre

    ¿Qué debe hacer la esposa del convicto para encontrar certeza?

    Renuncie a sus ideales

    ¿Cómo debe la madre sola lidiar con la culpa?

    El amor en un segundo intento

    ¿Qué tipo de hombres atrae?

    La mujer sabia y la mujer necia

    La mujer rencillosa y la mujer virtuosa

    La mujer seductora y la mujer prudente

    La mujer astuta y la mujer de fe

    El hombre natural y el hombre creyente

    El hombre carnal y el hombre espiritual

    El hombre de doble ánimo y el hombre de palabra

    El hombre perezoso y el hombre diligente

    Honor y fortaleza

    Palabras finales

    Enfrentar la vida SOLA

    Enfrentar la vida… ¿sola? Ese nunca fue el plan. Toda mujer guarda la ilusión de encontrar al compañero ideal con el que ha de compartir su vida y con quien desea formar una familia. Esta sana ilusión le hace crear hermosas historias sobre «el gran día». Ese día en el que ella será la protagonista del desenlace romántico de una historia de amor. Un desenlace que a su vez dé inicio a una nueva etapa; comenzar a compartir la vida juntos, apoyarse mutuamente, privilegiar el crecimiento uno del otro, velar ambos por los intereses mutuos. Caminar juntos. Ver juntos crecer a sus hijos, y enfrentar, hombro a hombro, cada uno de los desafíos que esto les presente. Amarse. Entregarse. Planear para su futuro, ahorrar, tener todo en común. Comprar. Alegrarse de sus metas cumplidas. Abrazarse. Llorar juntos, reír juntos, comer juntos, viajar juntos, vivir juntos. Sueños que han quedado en el pasado. La realidad es otra. Seguramente no sabe cómo, pero ahora, se encuentra justo en el polo diametralmente opuesto al que siempre imaginó.

    Quizá usted no era el tipo de mujer soñadora ni romántica que pensara en estas cosas, ni siquiera había imaginado cómo quería que fuera su futuro matrimonio, y aunque no pensaba con frecuencia en esto, de algo estaba usted segura, de no querer terminar como su madre… sola. Porque el matrimonio de sus padres no le inspiraba. Pero, de alguna manera se fueron dando las cosas, ni siquiera imaginó que llegaría hasta este punto, pero ahora, ya es una madre que enfrenta la vida… sola. Usted, que tantas veces se juró a sí misma hacer lo que fuera necesario para no terminar como su madre, mírese ahora, justo donde dijo que no terminaría. Ahora, se encuentra haciendo y diciendo las mismas cosas que tanto criticó de su madre. Hoy, todavía resuena en su mente aquellos diálogos internos que surgían cuando la veía llorando: ¿Divorcio? ¡Jamás! ¿Entregarme a un hombre sin antes tener un anillo de compromiso y el acta matrimonial en mi mano? Yo no soy tonta. Si para mi madre eso fue fácil, para mí no lo será. ¿Separarnos por dinero? Hay cosas más importantes que el dinero. Por supuesto que usted lo tenía muy claro, usted lo tenía todo resuelto. Pero el muchacho con el que se casó tenía otros planes. Él, igual que su padre, sus tíos y todos los hombres de su pueblo, se fue a Estados Unidos para buscar mejor suerte para su familia. Al menos, eso fue lo que dijo. Y ahora, aquí está usted, sola. Pasiva. Sabiendo que su marido tiene otra familia en el extranjero. Atada de manos por las necesidades económicas. Quizá su historia sea otra, para usted, el divorcio nunca fue su plan, pero también el hombre que eligió como esposo, tenía otros planes. El simplemente se enamoró de otra mujer y la dejó con un montón de chiquillos a los que usted no va a abandonar. Porque usted sabe lo que se siente ser abandonada. Hoy recuerda y vuelve a vivir el abandono de su padre, solo que ahora, se trata del padre de sus hijos.

    En otros casos, después de la sorpresiva muerte del marido, para la mujer viuda, las cosas dan un vuelco dramático. Para comenzar, su situación económica cambia drásticamente; su casa, su auto, el club, en general, su estilo de vida. El dinero no alcanza, y como ahora ella debe sola cargar con los gastos, puede verse forzada a sacar a sus hijos del colegio para mandarles a una escuela pública. Y aparte, vivir el dolor punzante de la ausencia del esposo.

    Ahora, usted entiende tanto el llanto de su propia madre, porque el dolor de ella se ha vuelto su dolor. Aquellas lágrimas, ahora son suyas. Comparte con ella la misma suerte y la misma pena. Y en caso de viudez como en divorcio, o incluso como madre soltera se pregunta: ¿Cómo fue que ocurrió? ¿En qué momento la historia de su madre se volvió su propia historia? ¿Por qué terminó por repetir los mismos errores o vivir las mismas circunstancias? Todo esto se vuelve muy confuso. Pero hoy por hoy, su realidad le grita que está usted enfrentando la vida, sola. Y al parecer, lo único definitivamente cierto, es que debe permanecer en la lucha constante por sacar adelante a sus hijos.

    Por todo esto, quiero en esta ocasión dirigir la atención hacia un segmento de la población que crece de manera exponencial conforme pasan los años, me estoy refiriendo a los hogares uniparentales con jefatura femenina. Los resultados de los censos de población y vivienda del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en un comunicado de prensa que salió a la luz el pasado 28 de mayo de 2018, confirman que para el año 2018, la población general en la República Mexicana se estimaba en 123,6 millones de personas, que conforman 34,1 millones de hogares. Cada familia tiene, en promedio 3,6 personas que la integran. El 28,5 % son hogares uniparentales de jefatura femenina, es decir, que son administrados y gobernados por una madre sola. Es de destacar que para el año 2014 la cifra de hogares de jefatura femenina era de 27,2 %. Es decir que el incremento que se dio hasta llegar al 28,5 % reportado en 2018, en su mayoría, se había dado durante el transcurso del año 2017.

    Comencemos por dirigir nuestros sentidos hacia el dolor de tantas, y cada vez más mujeres que a diario realizan, con gran esfuerzo, el papel de padre y madre. Algunas de ellas son atormentadas por la decepción del abandono del hombre que no supo cumplir su palabra, convirtiéndolas en madres solteras. Pensemos lo que experimentan aquellas mujeres viudas, que viven un duelo permanente por la muerte inesperada de su marido, y que ahora se ven en la necesidad de enfrentar la vida solas, además de sufrir el dolor punzante de la pérdida. Esta vez, sin juzgar, entremos por un momento al hogar de todas aquellas mujeres divorciadas que no logran superar el enojo por la traición del marido, que se divorció de ellas después de haberse involucrado en un adulterio con una mujer joven. Tratemos de imaginar cómo vivirán día a día aquellas mujeres, esposas de inmigrantes, que temen porque su marido emigró al país vecino, y que el peso del cuidado y educación de los hijos ha recaído sobre sus hombros desde entonces. Finalmente, pensemos en todas aquellas mujeres esposas de convictos, que hoy por hoy se encuentran confundidas ante su nueva vida, producto del crimen que su marido cometió; que fue detenido y condenado a permanecer preso por los próximos veinte o treinta años. Desde ese día ella entendió que formaría a sus hijos sola, pero además, desde ese momento está consciente que tarde o temprano deberá explicar y sanar los corazones de sus hijos que serán lastimados al advertir el carácter, la conducta y el destino de su propio padre.

    Las madres solas forman familias similares bajo circunstancias diferentes. Si analizamos el estado emocional de las madres solas, descubriremos de primera mano que en los hogares de jefatura femenina el cúmulo de emociones que a diario ellas experimentan se incrementa y complica conforme pasa el tiempo. Pero además, dependiendo de su circunstancia, una emoción particular se emponzoña sobre la mujer sola; la madre soltera es atormentada por la decepción que le causó el hombre que la embarazó y abandonó, a diferencia de la mujer viuda que deberá resolver el dolor de la pérdida causado por la muerte repentina de su esposo, la mujer divorciada luchará por superar el enojo que le produjo la traición injusta que el ex-esposo le causó al haberse involucrado con aquella joven mujer, por quien terminó rompiendo sus votos matrimoniales. Y mucho más enojo, producto de todas las mentiras y ofensas que se dicen en un juzgado y se escriben en una carta de divorcio. La confusión y el caos perseguirán a la mujer del hombre sentenciado a cumplir pena de prisión, y el desconcierto perdurará por los primeros cinco o diez años, o quizá por el resto del tiempo que dure la condena. Y finalmente, la esposa del inmigrante, luchará con el temor y la inseguridad que le produce el saber que es ella la responsable visible ante esos pequeños que la miran como deseando sentirse amados, seguros y protegidos. Evidentemente, cada mujer enfrenta emociones diferentes de acuerdo a su situación actual, pero estas emociones, no es lo único que ellas deberán enfrentar. Porque el corazón y su ángulo emocional no es la única lucha interna que resiste la madre sola, también la mente traerá una de las peores batallas que todas ellas deberán resolver, me refiero a la culpa.

    Ciertamente, una parte importante de culpa real es producto de la serie de decisiones equivocadas que algunas de ellas han tomado, pero la introspección lastimera puede arrastrar a la mujer sola a producir gran cantidad de culpa neurótica, que se genera a partir de la interpretación negativa y tendenciosa de los hechos. Culpa por demás difícil de desentrañar de la mente porque se genera a partir de la interpretación de una serie de acontecimientos reales, que sí guardan relación estrecha con las conclusiones equivocadas de la mujer. Si a este proceso mental, sumamos una sociedad que no perdona y critica; parientes políticos que juzgan y señalan, familiares que de manera frecuente desaprueban y censuran las decisiones que a diario toma la madre soltera, la mujer viuda o divorciada, podríamos tener una idea más clara de la enorme batalla interna que cada día libra una madre sola. Pero esto no queda ahí. Por si no fuera suficiente, hay hijos que mantener, y en la gran mayoría de los casos, gracias a los padres ausentes e indiferentes, el peso económico recae sobre los hombros de la madre sola. Litigios lentos, tortuosos y burocráticos esperan a la madre que lucha por hacer valer el derecho que tienen sus hijos de la manutención y provisión económica que se esperaría que cubra un padre responsable, pero no es así. Porque hay hombres inconscientes e indolentes que prefieren gastar el dinero pagando abogados caros y corrompiendo el derecho con toda clase de dádivas, mentiras, sobornos y estafas con tal de no cumplir con su responsabilidad familiar, legal y moral, de mantener a sus hijos. Dinero que pudiera fácilmente cubrir las necesidades básicas de su familia. Pero muchas veces por orgullo, pereza, negligencia o indiferencia no cumplen con sus obligaciones, y como todos nosotros sabemos, las responsabilidades no perdonan, y alguien deberá salir al frente de las necesidades económicas de los hijos, y evidentemente, la madre sola asumirá esta responsabilidad.

    A pesar de lo crudo que pueda resultar describir la «realidad» que cada mujer sola vive a diario luchando por mantener a flote ese barco llamado familia, debemos saber que, la lucha continúa cuando en aquellos hogares las puertas se cierran. Ese será el momento cuando la madre sola soporta la peor de las batallas: ver la tristeza en sus hijos por la ausencia de su padre. Y la cruzada contra la culpa lacerante por el daño que ellas suponen que le hicieron a su hijo al «quitarle» a su padre, continua. Las dudas sobre el daño familiar inesperado que se genera al intentar formar la identidad del padre masculino en sus hijos, en su ausencia, ahogan el corazón de la madre sola cuando en la oscuridad de su recámara, su hijo le pregunta:

    —¿Yo tengo papá…?

    Ella se pregunta: ¿Cómo le digo que su padre nos abandonó cuando se enteró del embarazo? ¿Cómo se le explica a un niño que su padre es un delincuente? ¿Se le debería decir al niño que su padre los abandonó porque se involucró con otra mujer? ¿Afectará toda esa información su estructura psicológica? Luego la madre observa a su pequeño, y las preguntas continúan: ¿Esa inseguridad y temor que manifiesta mi hijo será producto de la manera en la que yo lo disciplino? ¿Seré una madre sobreprotectora y castrante, o me estoy convirtiendo en una matriarca impositiva? ¿Dañaré a mi hijo hasta confundirlo en su identidad? Los gritos y comentarios negativos que he hecho sobre su padre ¿harán un daño permanente en la mente de mis hijos? ¿Qué sentirán ellos cuando ven a sus primos que sí tienen un papá en casa? ¿Mis hijos serán felices? Tantas y tantas dudas más que resulta muy difícil, casi imposible, concentrarse, al extremo de no lograr desarrollar con éxito su papel de madre.

    A todo lo anterior se suman los resultados y cifras alarmantes de las investigaciones que muchos sociólogos y universidades norteamericanas han hecho, sobre las repercusiones que acarrean los niños que crecen en un hogar sin la figura del padre. El Centro Nacional de Estadísticas de Salud, después de dar seguimiento a más de diecisiete mil niños menores de diecisiete años, afirmó que el riesgo de desarrollar un trastorno de conducta es dos a tres veces mayor en los niños que crecen sin padre¹. Luego, Ronald y Jaqueline Ángel, investigadores de la Universidad de Texas, publicaron en 1993 el resultado del análisis de una serie de estudios cuantitativos que ellos examinaron, concluyendo que: Los niños que crecen sin la presencia de su padre, presentan un riesgo mayor de desarrollar enfermedades mentales, de manifestar dificultad para controlar sus impulsos, de ser más vulnerables a la influencia de sus pares y de tener problemas con la ley². En resumen, y como bien compendia María Calvo (2014), las investigaciones advierten que los niños que crecen sin su padre, resultan cinco veces más propensos a cometer suicidio, treinta y dos veces más propensos a irse de casa, veinte veces más propensos a presentar desórdenes de conducta, catorce veces más propensos a cometer actos de abuso sexual, nueve veces más propensos a abandonar sus estudios, diez veces más propensos al consumo de sustancias, nueve veces más propensos a requerir internamientos y veinte veces más propensos a terminar en prisión³. Como lo es en todo, los mitos y verdades rodean a estas familias. Por todo esto creo que es muy necesario abrir un espacio para charlar sobre la familia uniparental de jefatura femenina. Con esta investigación y exposición podemos aclarar muchos mitos y creencias equivocadas que giran en torno a esta clase de familias. Buscamos generar nuevos conocimientos sobre cómo desactivar las dinámicas nocivas que se generan en estos hogares, deseamos descubrir y describir sus enormes aciertos y sus continuas fallas en su manera de actuar y ofrecer una alternativa para un actuar más efectivo. Así mismo, creo que lograremos juntos, remover las creencias erróneas sobre este tema, y conseguiremos ofrecer los elementos fundamentales para que las madres solas logren desarrollar, de manera sana, una psicología normal en sus hijos.

    Partamos desde el PRINCIPIO

    El primer paso rumbo a la estabilidad mental, emocional y familiar es comprender y aceptar que la madre sola atraviesa una crisis. Según los expertos, una crisis es un estado temporal de trastorno o desorganización caracterizado por la incapacidad del individuo para abordar situaciones particulares, utilizando sus métodos acostumbrados para solucionar problemas, además de esperar resultados potencialmente positivos o negativos (Slaikeu 1988). De esta breve definición se pueden extraer algunos conceptos que son muy importantes para dar inicio a nuestra investigación. Para comenzar, la crisis es un estado temporal, lo que significa que a pesar de que parezca interminable, una crisis tiene un principio y tendrá un final. Segundo, una crisis es un estado de desorganización. Esto quiere decir que los seres humanos tenemos métodos previamente diseñados para enfrentar las circunstancias difíciles de la vida, procesos que en otros momentos nos han servido para enfrentar y solucionar una crisis. Pero ciertamente, existen crisis que superan dichos métodos, este será el momento en el que llega el desorden y la necesidad de desarrollar nuestra capacidad de afrontamiento. Y tercero el resultado, porque la manera de enfrentar nuestra nueva crisis tendrá dos resoluciones posibles: positivo y negativo. Pensemos:

    Nunca fue el plan convertirse en madre sola, pero la muerte sorprendió a todos, particularmente a usted. Jamás lo pensó, y ahora, usted es una mujer viuda ¡De un día para otro todo cambió! La carga económica se volvió tan pesada… porque ahora usted deberá sostener a una familia con tres hijos. Debe pagar las deudas, además de cubrir, usted sola, todos los gastos que generan una familia con tres hijos. Pero esto es «lo menos» que debe enfrentar una mujer viuda ¿Cómo superar el dolor de su ausencia? Y sus hijos… usted sabe, crecerán sin su padre. Definitivamente la muerte del cónyuge es una de las crisis más fuertes que se deben enfrentar en la vida. O quizá su crisis comenzó después de que su esposo fue arrestado, juzgado y sentenciado. Ahora… no sabe qué hacer. Las decisiones equivocadas de su marido le pusieron en una encrucijada de la que es difícil salir, porque usted todavía lo ama, a pesar de que ahora sabe que le aplicaron la máxima condena por un delito grave, y estará

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