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El Mundo Perdido: Novela Sobre El Cambio Climático
El Mundo Perdido: Novela Sobre El Cambio Climático
El Mundo Perdido: Novela Sobre El Cambio Climático
Libro electrónico283 páginas4 horas

El Mundo Perdido: Novela Sobre El Cambio Climático

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Ao 2080. Billis Galapssi, famoso productor de uvas y vinos en el sur de Ocani. Presionado por tres aos de sequa, recurri a la msica para sostener su familia. Agobiado por esa situacin, rene a un grupo de amigos para organizarse y dedicarse a trabajar en favor de su pas y el planeta, en momentos que sufran las ms grandes consecuencias del cambio climtico.

Billis, atrado por los daos producidos por el primer tornado que conoca su pas, viaja a la ciudad de Esmeraldas. All conoce al doctor Michael Collins, un renombrado cientfico de las Naciones Unidas, con el cual establece una slida amistad que lo conecta con organizaciones mundiales, y lo estimula en la constitucin de la fundacin Alas Verdes, en torno a la cual, aglutina a tres millones de voluntarios que trabajaron en la reforestacin de su pas. Debido a la trascendencia de su organizacin y los logros alcanzados, fue reconocido por la ONU, donde propone un plan para contrarrestar el cambio climtico. Despus de recibir su primer tratamiento de rejuvenecimiento, Michael Collins lo pone en contacto con una avanzada civilizacin de otro mundo, quienes, de forma inexplicable, intervienen en la liberacin del planeta de la catstrofe ambiental ocasionada por los seres humanos, y ayudan a Billis en la salvacin de Ocani.

Esta segunda edicin de El mundo perdido ha sido actualizada para facilitar al lector la comprensin del tema. Combina realidad y ficcin, dndole la oportunidad de pensar, meditar y amar mucho ms el mundo donde vivimos.

IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento22 sept 2017
ISBN9781506522012
El Mundo Perdido: Novela Sobre El Cambio Climático
Autor

Jose Santiago

José Santiago, publica su primer libro en el año 2012, iniciando su carrera de escritor. En los años 2015 y 2016 pone a la luz dos nuevos libros: Burbujas, una novela de ficción juvenil, y Treinta y dos mil tesoros y Mil sueños de vida, novela corta de desarrollo personal. Nació en República Dominicana, y desde muy joven descubrió su vocación por la escritura. Cursó sus estudios en la Pontificia Universidad católica Madre y Maestra, dedicándose por muchos años a la formación profesional, a través del Instituto Nacional de Formación Técnica Profesional (Infotep). En el año 2003 se radicó en Estados Unidos; allí, después de estar dormidas por tantos años, despertó sus venas literarias. Desde este gran país comenzaron a surgir sus obras. Tocan temas diversos, muchos de ellos salpicados con elementos de ciencia ficción. José Santiago se identifica plenamente con el cuidado y protección del medio ambiente; esta fue la razón principal del nacimiento del libro “El Mundo Perdido” que, en esta ocasión, desvela la segunda edición revisada y actualizada.

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    El Mundo Perdido - Jose Santiago

    EL MUNDO

    PERDIDO

    Novela sobre el Cambio

    Climático

    JOSÉ SANTIAGO

    Copyright © 2017 por José Santiago.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:     2017913843

    ISBN:                           Tapa Dura                                     978-1-5065-2200-5

                                        Tapa Blanda                                 978-1-5065-2202-9

                                        Libro Electrónico                           978-1-5065-2201-2

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 15/09/2017

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    ÍNDICE

    Notas del autor

    Prólogo

    CAPITULO I     Viviendo el cambio

    CAPITULO II     Un día de esperanzas en Lagos

    CAPITULO III     Un acontecimiento inesperado

    CAPITULO IV     Un hombre trascendental

    CAPITULO V     Un encuentro desagradable

    CAPITULO VI     El poder del amor

    CAPITULO VII     Desastre en el norte: una mega inundación

    CAPITULO VIII     La Organización Alas Verdes

    CAPITULO IX     Un acontecimiento tan esperado

    CAPITULO X     La furia de un Mega Tornado

    CAPITULO XI     El mar tras la superficie terrestre

    CAPITULO XII     El río se cobró las cuentas

    CAPITULO XIII     Reforestemos el mundo

    CAPITULO XIV     El tormento de las enfermedades

    CAPITULO XV     Una desaparición asombrosa

    CAPITULO XVI     Intervención oportuna

    Glosario

    A todos los ecologistas del mundo que han dedicado sus vidas a trabajar por la protección del planeta Tierra, y librado una tenaz lucha en contra de la contaminación ambiental.

    A los líderes del planeta que han entendido la gravedad del cambio climático, y han decidido tomar medidas para enfrentarlo.

    NOTAS DEL AUTOR

    El universo es tan inmenso y complejo que, aun contando con las avanzadas tecnologías de estos tiempos, resulta difícil comprenderlo. Está perfectamente armonizado, y ocurren tantas cosas en él, que sólo el poder divino pudo concebirlo y, con el perdón de unos cuantos, estoy convencido que así fue. Miles de millones de galaxias, constelaciones, estrellas, sistemas solares, planetas, etc., dispuestos con una sincronización única, realmente, es algo grandioso; pero no pretendo sumergirme en el estudio del universo o de una galaxia, ni mucho menos, en el sistema solar nuestro, porque no soy experto de esa área, sólo tocaré superficialmente parte de lo poco que he aprendido sobre nuestro mundo y el problema climático que sufre.

    La Tierra es el tercer planeta de nuestro sistema solar, situado a una distancia del Sol perfecta para el desarrollo de la vida. Es un mundo hermoso; el 70 por ciento de su superficie está conformada por agua, y lo habitan no sólo millones de seres humanos, sino también millones de insectos, plantas y animales de distintas especies. La vida, en toda su extensión, es posible en la Tierra debido a que aquí convergen los elementos esenciales para que esta florezca. Nuestro mundo tiene una envoltura gaseosa que llamamos atmósfera; la misma está conformada por varios gases, de los cuales los más importantes son el nitrógeno (78%), el oxígeno (21%) y el 1% restante está representado por el dióxido de carbono (0.033%), el ozono, argón, el metano y otros. Todos estos gases, en su proporción natural en la atmósfera, son importantes para el sostenimiento de la vida en el planeta, por eso están ahí y hay que preservarlos.

    A pesar de parecer tan baja las cantidades de dióxido de carbono, metano y ozono, comparado con las proporciones de oxígeno y nitrógeno, estos gases juegan un rol de primer orden en el planeta Tierra. El primero es el responsable de mantener equilibrada la temperatura y de suplir el carbono que utilizan las plantas en la elaboración de sus alimentos, pues si no existiera el CO2 la temperatura media del planeta fuera menos diez grados Celsius (-10o C), pero como este gas tiene la particularidad de retener el calor irradiado por la tierra, mantiene estable la temperatura ideal para la vida. Por su parte, el ozono forma un delgado escudo protector de la radiación ultravioleta que proviene del sol, librándonos de los daños que producen estos rayos y haciendo posible la vida.

    Lo grave de todo y, por eso la alarma mundial, es que la proporción de dióxido de carbono en la atmósfera está aumentando a niveles asombrosos, mientras que la proporción de Ozono se reduce. La alteración en la cantidad de ambos gases es consecuencia de las actividades humanas con una secuela negativa en la transformación el clima del planeta. Desde hace varias décadas, los científicos más destacados del mundo han puesto en alerta a los líderes y a la comunidad mundial sobre los peligros a que se somete nuestro planeta si no se toman medidas urgentes y definitivas para evitar las emisiones de gases de efecto invernadero, sin embargo, ya es tarde; las acciones humanas han socavado el medio ambiente en la tierra. Las acciones humanas son las responsables del desorden ambiental que vivimos, gracias al empleo de combustibles fósiles, a la deforestación de los bosques, a la contaminación de las aguas y a las emisiones masivas de gases de invernadero a la atmósfera.

    Para las grandes economías del mundo será muy cuesta arriba reducir las emisiones de dióxido de carbono, metano y otros gases. Transformar sus plataformas industriales que descansan en el petróleo y el carbón mineral, sin contar con un abasto seguro de energías limpias, es algo que tomará muchos años y recursos, no importa lo que diga la ONU; los grandes emisores de CO2 como Estados Unidos, China, la India y otros, lo pensarán dos veces. Pero, peor aún, ¿qué pasará con los países pobres? Estos, carentes de recursos para enfrentar la situación climática, simplemente, esperarán por un acuerdo en una de las cumbres sobre el cambio climático organizada por las Naciones Unidas, para que les den la mano, pues los gobiernos de esos países hacen muy poco o nada, y sus ciudadanos no están conscientes de la problemática ambiental. A esta gente nadie los instruye, y en la agenda de los gobernantes y políticos de estos países, el medio ambiente no aparece como un tema de primer orden.

    A pesar de los avances de la tecnología y la cantidad de conferencias sobre el clima que se han celebrado, en lo que va de este siglo, pocos esfuerzos y recursos se han invertido en el desarrollo de fuentes de energías limpias que sustituyan al petróleo para siempre. Al cambio climático le han dado un matiz político, en lugar de asimilarlo como una amenaza a la supervivencia de las especies del planeta. Las generaciones futuras dispondrán de un soporte tecnológico envidiable en todos los campos del saber humano, pero como se señala en el capítulo I de la primera edición de El Mundo Perdido, estas generaciones cargarán de manera apesadumbrada las consecuencias de lo que no hemos sido capaces de hacer hoy en favor de nuestro mundo, por eso, entre otros males, sobrevendrán sequías extremas, tormentas que sobrepasarán las escalas de clasificación conocidas, grandes inundaciones, fuegos forestales inmensos, desaparición de ciudades y áreas costeras en todo el mundo, escasez de agua potable, escasez de alimentos y reaparición de enfermedades que se daban por desaparecidas.

    En esta segunda edición de El Mundo Perdido, hemos introducido unas correcciones y cambios importantes, a fin de hacer la obra más comprensible a los lectores. Es una novela que, tomando como eje la realidad del cambio climático en el planeta, envuelve en la trama elementos de ficción para representar lo que será la cotidianidad de la gente de finales del siglo XXI. Mantenemos el llamado a la comunidad mundial, gobiernos, líderes políticos, organizaciones no lucrativas, empresariales y gremiales, universidades, escuelas, entidades religiosas, y a la sociedad en general, para que se incorporen en programas de protección ambiental y tomemos como estandarte la preservación de las especies y la vida del planeta, de lo contrario, les dejaremos un mundo vacío a las próximas generaciones.

    El autor

    PRÓLOGO

    Era el año 2080, el cambio en el clima había alterado la vida de la gente en la república de Océani y en todo el mundo. Los lamentos y desesperación se adueñaban de las personas, creando un ambiente sombrío y falto de esperanzas: ríos secos, animales muertos, escasez de agua, altas temperaturas, sequías extremas, grandes tormentas, enfermedades, etc., conformaban la lista de males que acontecían en lo que fue la isla con la biodiversidad más hermosa del mundo. La industria maderera, el carbón y la minería se encargaron de socavar los bosques del país, lo que junto a la contaminación de las fuentes de agua y la atmósfera, acertaron el tiro de gracia al medio ambiente, dejando la nación expuesta a los efectos del calentamiento global.

    Una agobiante sequía cubrió todo el país y, por casi tres años, cercenó la economía de la región Sur, desatando la bancarrota en miles de empresas y unidades productivas familiares; escaseaban los alimentos, y el agua potable se convirtió en un artículo de lujo. En los meandros de los ríos, los cadáveres de animales se entrelazaban como queriendo nutrirse de la hedionda y escasa agua que, moribunda, corría pendiente abajo en busca de un océano acidificado por el CO2; en tanto que, el color cobrizo de los lagos, era el mayor indicativo del elevado nivel de contaminación de la escasa agua que contenían.

    Nanos chips de polvo inteligente esparcidos en la atmósfera por el departamento de meteorología, daban cuenta de un cambio favorable en la tropósfera y, aunque las informaciones no eran oficiales, la gente se sentía optimista y se preparaba para comenzar una nueva vida. En las últimas semanas, la calma había regresado; los ladrones de nubes que, tantos conflictos habían creado, dejaron de intervenir en los cielos de Océani, y se esperaba que, de un momento a otro, aparecieran las lluvias dejando en el pasado los tres años de sequía más aterradores de la historia del país. En el Sur de la isla la gente danzaba implorando agua a las pocas nubes que aparecían, mientras que en el Norte, surgió algo nunca visto en la historia de esa nación: un devastador tornado acababa con la vida de más de 260 personas, destruyó cientos de viviendas, instalaciones industriales y agropecuarias. El surgimiento de estas tormentas, la sequía y las altas temperaturas dio lugar a que un grupo de personas inspirados por el señor Billis Galapssi, cuya empresa productora de uvas y vinos había quebrado, formaran la organización ambientalista Alas Verdes, alrededor de la cual, aglutinaron casi tres millones de voluntarios de todos los estratos sociales, con el objetivo de restablecer los ecosistemas y poblar de árboles la nación. Ellos se preparaban para iniciar un ambicioso programa de reforestación en el Sur, tan pronto comenzara a llover.

    Los nanos chips atmosféricos estaban en lo cierto. El devastador tornado de las ciudades de Esmeralda y Cristal en el Norte, fue seguido por una poderosa inundación que mantuvo cinco estados bajo agua por varias semanas. Mientras naves semicirculares surcaban los cielos transportando alimentos y medicinas a los miles de refugiados ubicados en los centros de evacuación, los botes militares usados por los rescatistas recorrían ciudades y campos trasladando damnificados a los lugares de refugio, y llevando cadáveres a los hospitales. Quince días bajo inundación: autopistas destruidas, carencia de energía eléctrica, miles de viviendas dañadas y llenas de lodo, era el panorama que se vivía en los estados del Norte de Océani. Después de bajar el nivel del agua en las ciudades, brigadas de limpieza acompañadas de sofisticados robots y equipos succionadores de alta tecnologías, adecuaban casas y edificios e iniciaban la restauración de los servicios.

    Mientras la región norte era declarada en estado de emergencia, en el Sur del país, justo la noche de la inauguración de la organización ambientalista Alas Verdes, con la destacada participación del científico de la ONU Michael Collins, una descarga eléctrica fulminó cincuenta y seis personas que, motivado por el agua que caía, danzaban en el parque central de ciudad Lagos. Esa descarga dio inicio esa noche a una mega tormenta. Fuertes vientos y lluvias torrenciales se adueñaron de toda la región sur, desbordaron los ríos y provocaron la desaparición de cientos de casas, personas y animales de todas las especies. Al momento que se declaraba el Sur zona de desastre, bomberos y militares recogían los cadáveres de los ahogados, y otros rescatistas trasladaban los refugiados a centros especializados y a las escuelas. La sequía había terminado; los grandes aguaceros cubrieron toda la noche hasta el otro día, sin embargo, la temperatura seguía inalterable, y el calor era tan fuerte que el suelo se secaba de manera increíble.

    Alas Verdes aprovechó las nuevas condiciones del suelo. Activando decenas de miles de sus voluntarios, puso en marcha el Plan Salvando a Océani, que incluyó un ambicioso programa de reforestación. El plan recibió el respaldo del gobierno federal, los gobiernos estatales y la ONU. El éxito alcanzado por Alas Verdes llevó a su presidente a participar en el Encuentro Mundial de Organizaciones Ambientalistas auspiciado por las Naciones Unidas en New York, donde propuso un plan para rescatar al planeta, aplicando un agresivo programa de reforestación global. Tiempo después, la ONU y el mundo ecológico sufrió veintiún días de pesadilla: la desaparición de Michael Collins. El científico regresaba a New York, después de realizar un trabajo en Kenia. Sorprendentemente, el viejo maestro y sus acompañantes salvaron la vida, cuando una desconocida nave de otro mundo rescató su avión de una tormenta de eléctrica y lo trasladó a una lejana base en el espacio profundo. Allí permanecieron veintiún días terrestres, luego lo regresaron a la Tierra, y ubicados en una base militar y científica en Estados Unidos: el área 51.

    Entre los años 2080 y 2090, las máquinas trasplantadoras y los millones de voluntarios sembraron las montañas y los valles de Océani. Los árboles crecían y las fuentes de agua eran descontaminadas, no obstante, la temperatura seguía asediando a las personas. Resurgieron enfermedades tropicales desaparecidas decenas de años atrás, y el nivel del mar que subía desproporcionadamente, estaba cobrando su parte: playas, ciudades y zonas costeras importantes relacionadas con el turismo estaban desapareciendo. El cambio climático había transformado a Océani y al mundo.

    Para el asombro de técnicos y funcionarios de Alas Verdes, árboles de especies desconocidas crecían juntos con las especies nativas en las zonas reforestadas; sin embargo, ni ellos ni los técnicos de los invernaderos que producían las plántulas, conocían las extrañas especies de hojas azuladas y púrpuras. El misterio fue desvelado por el científico de las Naciones Unidas, poco después de su asombrosa aparición: eran especies de otros mundos, cuyas semillas fueron esparcidas en Océani y otros países, para impedir una catástrofe ambiental en la Tierra.

    Entre las organizaciones ambientalistas, Alas Verdes fue escogida por la Naciones Unidas para coordinar un amplio plan de reforestación y rescate de la biodiversidad en Centro América y el Caribe. La organización se constituyó en el eje central para canalizar recursos nacionales e internacionales en favor del medio ambiente y la protección de la biodiversidad biológica. El valioso trabajo realizado, le mereció el más alto reconocimiento de las Naciones Unidas y el Banco Interamericano de Desarrollo. Océani fue transformada. Al finalizar el siglo XXI, los árboles de rápido crecimiento cubrían todo el país, las aguas fueron descontaminadas, y la temperatura había descendido varios grados. Volvió a verse la nieve coronar las montañas, después de más de treinta y cinco años de haber desaparecido.

    CAPITULO I

    Viviendo el cambio

    Los primeros días de la primavera del año 2080 transcurrían en calma y bajo un intenso calor en el norte de la república de Océani. La pesada humedad del aire generaba una sensación de cansancio y desesperación, obligando a la gente a permanecer en las casas con los acondicionadores de aires encendidos. Algunas especies de flores que brotaron a destiempo, comenzaban a mostrar sus colores y fragancias, a manera de incitar a las personas a borrar la imagen del tenue invierno que acababa de pasar. Otro invierno sin que la nieve apareciera en las montañas, y con temperaturas no propias de la estación. Con esto, se elevaba a quince el número de años que no se veía la nieve coronar parte de la superficie de aquella hermosa isla, y aportar su gran dosis de pureza al medioambiente. Esta situación, confirmada por los científicos desde hacía muchos años, vendría como consecuencias de los cambios globales producidos en el clima y el incremento de la temperatura planetaria.

    El frágil y corto invierno, y las variaciones que presentaba cada estación, habían influido en el comportamiento de las personas, alterando su modo de vida. Muchas actividades económicas, y empresas cuya producción y servicios estaban dirigidas a la estación invernal, habían desaparecido. Los equipos y vehículos de limpieza de nieve, los productores de sal para las calles y los equipos esparcidores de sal y arena, prácticamente, dejaron de existir; mientras que, los fabricantes de ropa para enfrentar el crudo invierno, reorientaron sus líneas de producción, a los fines de continuar en el mercado con ciertos niveles de rentabilidad.

    El invierno apenas si se diferenciaba de las demás estaciones, como acontecía en muchos lugares del mundo y, Océani, un país adornado con una variedad de climas, no era la excepción. Con el paso de los años, el clima había cambiado: la temperatura aumentaba, desapareció la nieve en el norte del país, surgieron largos períodos de sequías en el sur, tornados e inundaciones en otras regiones y la extinción de especies de animales y plantas comenzaron a alterar la biodiversidad de la nación. La situación de deterioro del ambiente que se vivía, era sentida no como una responsabilidad de las generaciones de esa época, sino como consecuencia de lo que dejaron de hacer las generaciones del siglo XX y principios del siglo XXI. Así se expresaba Michael Collins que, a sus 120 años, ejercía como catedrático en la escuela de Ambiente y Naturaleza de la Universidad Nacional de Océani. Collins, un respetable científico en la comunidad mundial por sus conferencias y libros; graduado en ciencias, con un PHD en medio ambiente y recursos naturales, ocupó posiciones importantes en distintos gobiernos de su país y dirigió por muchos años el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Después de su retiro, y cansado de caminar el mundo, dedicó sus últimos años a la enseñanza, recibiendo los más altos reconocimientos y distinciones en la mayoría de los grandes países, por sus aportes al cuidado del planeta y la preservación del ambiente. El Dr. Collins era una figura emblemática en el mundo que, a pesar de su procedencia humilde, era reconocido como la máxima autoridad en todo lo concerniente al medio ambiente.

    —Estamos viviendo en tiempos diferentes —explicaba el Dr. Collins a un grupo de estudiantes, mientras contemplaban la montaña El Ángel, la más impresionante de la nación—. Acariciándose su cabellera blanca y rizada, dijo: —ahora, la mayoría de las personas está consciente del cuidado a la naturaleza; ve todo como una garantía para su existencia. Observen esa montaña, sesenta años atrás siempre estuvo cubierta con un manto de nieve que se extendía hasta su zona media; sin embargo, ahora vemos la misma montaña que antes vestía de blanco, vestida con árboles raquíticos, consecuencia de la acción inapropiada del hombre que, de alguna manera, lo que creaba y realizaba no iba en armonía con el cuidado y protección de nuestro planeta, propiciando su calentamiento. Hemos heredado de ellos estos problemas. Nos ha tocado a nosotros trabajar para salvar a la tierra, y creo que lo estamos logrando, porque los errores del pasado nos han permitido crear conciencia ciudadana sobre el cuidado a la naturaleza —puntualizó.

    Collins se detuvo un instante, tomó un sorbo de agua, luego retomó su conversación: —hemos trabajado duro para cambiar la mentalidad de los ciudadanos. Científicos, dirigentes políticos, gobiernos, organizaciones ambientalistas, etc., estamos unidos. Ya tenemos todas las condiciones para mantener sano el ambiente, pero necesitaremos muchos años y recursos económicos para recuperar todo el daño realizado; incluso, aún existen naciones, donde ha sido difícil aplicar los acuerdos internacionales. Continúan utilizando combustibles fósiles y, entre otras cosas, no manejan adecuadamente sus residuos sólidos.

    El Dr. Collins parecía un poco agotado, entonces señalando al grupo, expreso: —jóvenes, es suficiente por hoy, volveremos a estudiar la situación de los árboles que cubren gran parte de la montaña, luego le corresponderá a ustedes plasmar por escrito las recomendaciones técnicas y científicas para recuperar este ecosistema, pues, como le informé dos semanas antes, el Ministerio de Medio Ambiente espera conocer sus sugerencias. Regresemos a la ciudad porque se hace tarde y tengo grandes compromisos para esta noche.

    Uno de los estudiantes, el joven Albert Galapssi, con la vista perdida en la imponente montaña, comentaba a baja voz: "el encuentro con esta maltratada obra de la naturaleza ha sido muy importante, me gustaría que mi padre vea esto, aunque sé que sufriría mucho al ver

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