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Antes De, “En El Principio”: Visiones Y Misión
Antes De, “En El Principio”: Visiones Y Misión
Antes De, “En El Principio”: Visiones Y Misión
Libro electrónico237 páginas3 horas

Antes De, “En El Principio”: Visiones Y Misión

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Encabezado detalladamente, por la celebracin celestial que para siempre cambi la utopia del Cielo, Antes De En El Principio por Noemi H. Victoria, lleva al lector por un profundo viaje personal que revela acontecimientos transcendentales en el Cielo, la Tierra y Hades (Infi erno).

La vida est llena de espiritualidad y misterios. A menudo eludiendo el entendimiento humano: pero una cosa con la cual Imeon Santana puede contar, es con el amor del Padre. Una promesa dada a toda su creacin, manifestada en la grandeza de la Trinidad - la naturaleza divina de un Dios trino - Padre, Hijo y Espritu Santo.

Al principio, los obstculos fsicos, emocionales y espirituales obstruyen en Imeon el conocimiento de la verdad. Solo cuando por fi n acepta la misin del Padre, de convertirse en su escriba, se le es revelado histricos acontecimientos. Originados desde antes de, en el principio, Imeon viene hacer consiente de verdades ocultas del universo, del origen del Uno - la primera creacin humana - su evolucin y su transgresin. En un universo paralelo, seres angelicales batallan contra las fuerzas del mal y la tentacin. Estos regidos por Satans (el angel cado del Padre, anteriormente llamado Lucifer).

En medio de la gloria y de la contienda, la fi delidad de la gracia y del eterno amor del Padre permanece fi rme. Culminando en el sacrifi cio de su ms grande amor. Todo por el bien de la humanidad.
IdiomaEspañol
EditorialXlibris US
Fecha de lanzamiento21 abr 2016
ISBN9781514483480
Antes De, “En El Principio”: Visiones Y Misión
Autor

Noemi H. Victoria

Esta sorprendente odisea alegrica lleva a los lectores en un viaje de refl exin espiritual - desde la cima de altas montaas hasta reveladoras profundidades en el infi erno. Lee los escritos de Imeon y en el pergamino del tiempo descubre la importancia de cmo y por qu estos eventos celestiales son importantes a la humanidad, especialmente para hoy en da.

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    Antes De, “En El Principio” - Noemi H. Victoria

    ANTES DE

    EN EL PRINCIPIO

    Visiones y Misión

    Noemi H. Victoria

    Copyright © 2016 by Noemi H. Victoria.

    ISBN:   Softcover   978-1-5144-8349-7

       eBook   978-1-5144-8348-0

    All rights reserved. No part of this book may be reproduced or transmitted in any form or by any means, electronic or mechanical, including photocopying, recording, or by any information storage and retrieval system, without permission in writing from the copyright owner.

    This is a work of fiction. Names, characters, places and incidents either are the product of the author’s imagination or are used fictitiously, and any resemblance to any actual persons, living or dead, events, or locales is entirely coincidental.

    Any people depicted in stock imagery provided by Thinkstock are models, and such images are being used for illustrative purposes only.

    Certain stock imagery © Thinkstock.

    Rev. date: 08/15/2016

    Xlibris

    1-888-795-4274

    www.Xlibris.com

    725132

    INDICE

    Dedicatoria

    Prólogo

    Capítulo 1 Vislumbres De Destrucción

    Capítulo 2 ¡Hogar Dulce Hogar!

    Capítulo 3 El Llamado

    Capítulo 4 Destino Revelado

    Capítulo 5 Manifestaciones Gloriosas

    Capítulo 6 Regalos del Cielo

    Capítulo 7 La Alegría y Tristeza de la Creación

    Capítulo 8 Descenso a la Oscuridad

    Capítulo 9 Memorias Borradas

    Capítulo 10 Pasos Hacia la Tentación

    Capítulo 11 El Fin de la Utopía

    Capítulo 12 Expulsión y Sacrificio

    Capítulo 13 El Amanecer de Nuevos Comienzos

    Capítulo 14 Un Nuevo Ser

    Capítulo 15 La Germinación de Adán

    Capítulo 16 La Profecía Mesiánica

    Capítulo 17 La Metáfora del Árbol

    Capítulo 18 Testigo del Sacrificio

    Capítulo 19 Los Pecados de Adán Y el Surgir de la Verdad

    Capítulo 20 Día Previsto/Profetizado

    Capítulo 21 La Perspectiva del Cielo

    Capítulo 22 Hades/Infierno El Buen Ladrón

    Capítulo 23 Proclamaciones y Planes

    Capítulo 24 Observaciones del Espíritu Santo

    Capítulo 25 La Infusión de Vida Eterna

    Capítulo 26 Planes de Batalla

    Capítulo 27 Desde la Oscuridad

    Capítulo 28 La Confrontación

    Capítulo 29 Enfrentando Demonios

    Capítulo 30 A Través del Fuego

    Capítulo 31 La Ira de los Cuatro Jinetes

    Epílogo

    Referencias

    DEDICATORIA

    D edico este libro al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Gracias por el regalo de visiones y sueños, pues sin ellas perecemos. También, a mi hijo, Durkan e hija Blessing, gracias por su continuo apoyo y aliento; y por último pero no menos importante, a mi querida amiga, Gabriella Gafni, por su experta guía a lo largo de este viaje.

    PRÓLOGO

    L a siguiente narración, Antes de En el Principio relata los sueños, visiones y misión de Imeon Santana a lo largo de su continua odisea espiritual, primeramente relatada en su primer libro, Con Broche de Oro.

    Después de emerger de su viaje introspectivo por el pozo de la incertidumbre y encontrar esperanza en la maravillosa presencia regeneradora del Árbol de Vida, el Padre (Dios) recluta a Imeon para ir en un viaje inesperado, durante el cual él revela sus propios principios, hasta ahora ocultos — su último intento por atraer la humanidad hacia él antes de que el sol finalmente se oculte y la vida tal como la conocemos cese de existir.

    Esta secuencia, Antes de En el Principio, narra de forma alegórica sueños y visiones, percibidos por el autor. Como tal, la historia establece una serie de sinceras creencias. Invito a mis lectores a presenciar eventos nunca antes dados a relucir sobre el Cielo, la Tierra y el Infierno, Hades, (según visto a través de los ojos de Imeon). Y por consiguiente, espero vivas un dulce encuentro con la gloria y gracia del Padre, Dios, según es manifestada a través de Jesús, su Hijo. Por último, que puedas llegar a entender la importancia de tal bendición revelada a nosotros a través de su Espíritu Santo.

    Noemi H. Victoria

    CAPÍTULO 1

    Vislumbres De Destrucción

    C omo la recluta más reciente del Padre, destinada a difundir sobre sus obras, Imeon no sabían qué esperar. Su corazón y su mente estaban llenos de preguntas tan numerosas, que ella apenas podía concentrarse. Comprendiendo sus inquietudes y pensamientos, el Padre intentó calmarla con su sonrisa. Entonces él extendió su mano y habló.

    ¡Imeon, ven!

    ¿Pero Padre, hacia dónde vamos? Imeon cuestionó.

    Imeon, por experiencia, debes saber que mis respuestas llegan a su debido tiempo. En tu trayecto de regreso a mí, nada en tu camino estaba claro. Sin embargo, cuando me encontraste, pudiste ver la Luz. Explicó el Padre.

    ¡Sí, mi Papito Lindo! ¡Yo pongo mi confianza completamente en ti! Imeon respondió, todavía con la esperanza de que él esclareciera más sobre lo que se esperaba de ella. El Padre tranquilizadoramente soltó la mano de Imeon desapareciendo en frente de ella. Imeon logró mantener su compostura aunque sintiéndose un poco desconcertada.

    Al siguiente momento, sorprendentemente Imeon se encontró sentada a caballo sobre la cima de una montaña. Miró hacia la derecha y hacia la izquierda dándose cuenta que estaba rodeada de seres colosales también montados en magníficas monturas los cuales le parecían grandes siluetas silenciosas.

    Ah, ¿Dónde estoy? Se preguntó ella.

    El pensamiento de que estos seres enormes podrían haber llegado como ujieres para llevarla hacia lo desconocido y que ella podría estar fallecida cruzó por su mente. Cuidando de no llamar la atención sobre sí misma, Imeon pellizcó su brazo y se dio cuenta de que, en efecto, podía sentir. ¡Estoy viva! Exclamó.

    Aunque Imeon no entendía lo que estaba sucediendo o dónde estaba, decidió mantener sus manos en el lomo de su silla de montar mientras miraba en la misma dirección que los seres colosales miraban. ¿Qué estará sucediendo allá abajo? ¿Qué podría ser tan importante? Todos parecen estar tan atentos y enfocados a lo que ven. Pero a la vez, demuestran estar confiadamente seguros. A pesar de sus preguntas, Imeon no se sucumbió ni al miedo ni a la angustia. Permanece en el presente y confía solo en él, se susurró a sí misma en silencio.

    Justo abajo de la cima donde Imeon aguardaba (fuera de su vista), un cavernoso abismo, conocido como el Valle de Sombra de Muerte, comenzaba a llenarse de densa neblina. En la distancia, lejos de Imeon poder ver y escuchar, antiguas espadas y cuchillos se enfrentaban en una batalla a muerte entre dos ejércitos formidables - entidades en forma de siluetas con aspectos tenues y fantasmales, vestidos con harapientos uniformes de combate los cuales parecían llevar el desgaste de muchos siglos. En este campo de batalla se enfrentaban las Fuerzas del Bien contra las Fuerzas del Mal. Estos últimos mencionados eran compuestos por las legiones de Satanás – Depresión, Ansiedad (su acompañante), Odio, Codicia y Miedo. Los primeros eran lo opuesto de sus enemigos – Alegría, Amor, Paz, Fe, Esperanza, Fuerza, Lucidez y una multitud de otros atributos elegidos por Dios.

    ¡Pelea, Depresión, lucha! ¡Tenemos que ganar el alma de Imeon! Ansiedad urgió. ¡Vamos, que ya casi la tienes ganada!

    ¡Estoy utilizando todas las estrategias a mi disposición! Grito Depresión mientras caía al suelo con un ruido sólido.

    No te preocupes Depresión. Yo te ayudaré en alcanzar la meta de Satanás. Aseguró a gritos Ansiedad.

    ¡Jamás podrás tenerla! Lucidez declaró triunfantemente.

    ¡Y eso va para ti también, Ansiedad! La voz de Fe se hizo eco, mientras trataba de derrotar al enemigo con todas sus fuerzas. Su alma pertenece sólo a el Padre.

    Mientras tanto, Miedo dijo desafiante, ¡Fíjate como la maltrato y ve cuánto daño le hago!

    En la parte superior de la montaña donde Imeon esperaba montada a caballo, un gran trueno arrasó causándole desconcierto. Estos eran los efectos de esta violenta batalla por el alma de Imeon que hicieron que ésta se estremeciera y casi cayera de su montura.

    Pero la intervención intrépida de Fe junto a la de Esperanza creó un poderoso control sobre Miedo,

    ¡Oh, no! ¡Ni lo intentes! Ambos respondieron antes de que surgieran nuevos ataques.

    Consecuentemente, Imeon se pudo mantener erguida agarrada de la melena sedosa de su caballo. ¡Uf, menos mal. Un poco más y…! Acomodándose nuevamente en la silla de montar, Imeon respiró hondo y lentamente se enderezó aún sin entender nada de estas circunstancias.

    Por todas las apariencias, Miedo junto con Depresión y Ansiedad habían sido gravemente heridos. Debido a que estas entidades no eran de carne y huesos, no derramaban sangre. La batalla entre estas fuerzas opuestas polares surge fuera de la conciencia humana. Nadie, ni siquiera la persona por quien esta batalla se peleaba sabía de su existencia. Aun así, sus efectos eran evidente en el cuerpo y el espíritu de Imeon. De cierta manera, la catástrofe fue similar a la de sus previos sueños, donde Imeon caía por el abismo de la incertidumbre y donde al final se encontraba con el renovador Árbol de Vida.

    Justo antes del amanecer, la niebla comenzó a disiparse dando paso a un poco de claridad prediciendo así una nueva era de promesas y esperanza. Con la bruma cada vez menor, el Ejército del Padre – las Fuerzas del Bien – se veían a caballo alineadas en formación. En el centro de la línea delantera, se ve al Padre montado majestuosamente y al mando. Él y sus aliados miraban hacia abajo sobre los combatientes con confianza y en pleno conocimiento de los resultados todavía por manifestarse.

    Ajena a la violenta lucha batallándose en el Valle de Sombra de Muerte, Imeon desvió su atención al movimiento de cascos de caballo frente a ella. Reconociendo la imponente postura del Comandante que estaba sentado unas pocas líneas en frente de ella, Imeon instantáneamente sintió alivio. ¡Mi Papito Lindo! Llamó ella con júbilo. El Padre se volvió ligeramente y dio a su hija un guiño tranquilizador. Centrando su atención nuevamente en la lucha, de repente se ve al Padre fruncir su ceño. El Padre reconoció su hueste de ángeles caídos, intentando subir su montaña - el lugar donde él se encontraba y donde Imeon había sido protegida por sus ángeles colosales.

    Lentamente, Fuerza se dirige a uno de los soldados combatientes. Yo soy Fuerza, del Ejército del Padre. ¿Quién eres tú?

    ¡Fuerza! ¿No me reconoces? Yo antes era de la Tribu de Paz, ahora transformado soy Ansiedad. El luchador cercado respondió.

    ¡Ansiedad, ángel caído del Cielo, desciende de esa montaña ahora! Fuerza entonó a gran voz.

    En su descenso desde la montaña, Ansiedad descaradamente se burló del ángel Fuerza, mientras que este último simplemente sacudió su cabeza. Mientras tanto, el ángel Fe capturó al ángel caído Miedo que, aunque desesperadamente herido, puso una larga lucha.

    ¡Fe, ten misericordia! Imploró Miedo. Solía ser tu aliado.

    ¡Es demasiado tarde ahora, Miedo! Deberías de haber suplicado al Padre en vez de transgredir contra él.

    A medida que Fe derrotó a Miedo en la parte sur del Valle de Sombra de Muerte, Poder (un soldado fuerte y discípulo de Miguel, el arcángel) se abrió camino a través del campo de batalla, persiguiendo a otro soldado enemigo, conocido por sus destrezas en maldades. Poder pisó la larga, oscura y desgastada capa del soldado enemigo la cual era utilizada para ocultar sus incontables trucos y maldades.

    ¡Detente! Ordenó Poder, mientras lo registraba por algún truco oculto y con fuerza viró esta fuerte entidad para enfrentarlo.

    Inesperadamente, la cara del soldado y enemigo cautivo comenzó a transformarse de la de un hombre enmascarado a una vieja mujer decrépita, seguido por la imagen de una bestia horrible y mentalmente trastornada.

    Poder agarró la cara de su oponente, deteniendo su inestabilidad mental y exigió que este fuese guiado por la razón.

    ¿Tú quién eres? Preguntó Poder.

    Poder, ¿Tanto he cambiado? Una vez fui llamado Lúcido. Fui de la Tribu de Mente Sana. Ahora, soy D E M E N C I A, de la Tribu de Locura. La entidad tartamudeó.

    Visiblemente molesto por la irreverencia de Demencia por traer a colación recuerdos y confidencias del pasado, Poder miró hacia arriba a la montaña de donde su ayuda derivaba (aunque su Persona aún no se veía, sabía que su Presencia se sentía más allá de la niebla.)

    Todo ser angelical entiende el enorme poder en la voz inaudible del Padre y era consciente de su presencia, que por sí solo era suficiente. ¡Ángeles caídos, enemigos de nuestro Padre, les ordeno salir ahora y volver a Satanás, a quien ustedes eligen seguir!

    Al oír estas órdenes, el Ejército del Padre rodeo la entrada a la montaña impidiendo el ascenso de los ángeles caídos. Algunas de estas entidades enemigas huyeron a caballo mientras que otros salían corriendo a pie. Otros combatientes, muy obstinados, tuvieron que ser perseguidos por el poderoso ejército especializado del Padre.

    ¡La victoria pertenece a nuestro Padre por las obras del Hijo! El ejército del Padre gritó con júbilo. Pero aunque los gritos se hicieron eco alrededor de todo el Valle de Sombra de Muerte, nunca llegaron a oídos de Imeon.

    ¡La batalla de Imeon ha terminado! Los ángeles del Padre vitorearon, saludando y complementándose entre sí con su nueva victoria. Pero sus declaraciones alegres nunca fueron escuchadas por Imeon.

    En la cima de la montaña, el Padre se volvió y sonrió a Imeon, la cual con curiosidad devolvió la mirada. Sin saber exactamente lo que había ocurrió, Imeon sintió una gran sensación de paz invadir su ser y en su mente, comenzó a cantar su canción favorita de la niñez,

    "Cristo me ama bien lo sé

    Su palabra me hace ver

    Que los niños son de él

    Y él es nuestro amigo fiel".

    Mientras el enemigo huía en la distancia, el Padre dirigió su atención al campo de batalla pues uno de sus soldados se aproximaba. ¡El enemigo a huido! Informó el soldado.

    Una vez más, felicitaciones y gritos de elogios comenzaron a emanar del ejército victorioso del Padre. Imeon sonrió en reconocimiento de la aparente buena fortuna. Y aunque disfrutó del compañerismo entre los ángeles, todavía no podía comprender el origen o razón de su júbilo. Rápidamente, un anuncio de suma importancia resonó en sus oídos: ¡Es seguro entrar a la ciudad!

    ¿De qué hablan? Entrar en… ¿Dónde? ¿De qué ciudad hablan? Imeon tartamudeaba.

    Nadie respondió. El Padre y su ejército comenzaron a descender desde la cima de la montaña hacia la antes mencionada ciudad, pasando más allá del Valle de Sombra de Muerte.

    Imeon los siguió con asombro aunque a la espera de respuestas a la serie de preguntas que nublaban su mente: ¿Hacia dónde me lleva? ¿Cuál es su propósito? Yo no entiendo nada de esto, declaró Imeon.

    A medida que Imeon cabalgaba sus sentidos se agudizaron. Pudo olfatear el olor de un reciente fuego extinguido y ver como unas columnas de humo se elevaban en el aire. A la derecha y sur del Valle de Sombra de Muerte se encontraba un terreno muy grande que parecía había sido destruido por una tormenta. Y aunque Imeon sabía muy bien de tormentas, esto era muy diferente. El terreno parecía ser un campo de batalla - desolado y siniestro; pero ¿Dónde estaba la sangre derramada? ¿Dónde estaban los heridos y los muertos? El lugar era estéril, como si vida nunca había sido cultivada allí. Una sensación de temor saturó cada fibra de su ser. Sin embargo, ella fue capaz de aquietar su mente susurrando el Salmo 23.

    "Jehová es mi pastor; nada me faltará.

    En lugares de delicados pastos me hará descansar;

    Junto a aguas de reposo me pastoreará.

    Confortará mi alma;

    Me guiará por sendas de justicia

    por amor de su nombre.

    Aunque ande en valle de sombra de muerte,

    no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;

    Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

    Aderezas mesa delante de mí en

    presencia de mis angustiadores;

    Unges mi cabeza con aceite;

    Mi copa está rebosando.

    Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán

    todos los días de mi vida,

    Y en la casa de Jehová moraré por largos días".

    De repente, el Padre se acercó a dos desconocidos, que alegremente se unieron al destacamento. La caravana procedió al sur hacia una impresionante ciudad antigua, protegida por fuertes muros de piedra. Imeon respiró un suspiro de alivio al dejar atrás los horrores del Valle de la Sombra de Muerte. Mirando hacia el frente, ella fijó su mirada en el Padre y sus nuevos acompañantes a los que desde atrás, siguió muy cerca. Puso mucha atención al oír al Padre conversar con los dos desconocidos, pero fue en vano, ya que hablaban en un idioma extranjero.

    En la mañana, la ciudad antigua era claramente visible en la distancia. Imeon escudriñó la escena a su alrededor y el aire aun olía a humo de pequeños fuegos sin extinguir. Mientras Imeon reflejaba en la escena, una sombra cruzó el rostro del Padre.

    A pesar de la actividad ilícita que parecía haber tenido lugar, las puertas de la ciudad estaban muy abiertas, sin ningún signo de entrada forzada. Al entrar por las puertas y al hacer un escrutinio más cercano, Imeon observó que la ciudad estaba desolada. Había sido invadida. ¡Dios mío! Ella exclamó, sintiéndose muy desilusionada.

    ¿Es esta devastación todo lo que queda de la ciudad? ¿No habían dicho que, era seguro entrar a ésta ciudad? ¿Qué es tan especial acerca de este lugar? Se cuestionó a sí misma, recordando la alegría tan grande que dicho anuncio había traído a todos. ¿Cómo pueden estas ruinas traer tanta felicidad, cuando todos sus tesoros brillan por su ausencia y todo lo de valor ha desaparecido? Ella no encontró ninguna lógica en tal júbilo. Entonces se preguntó sobre los residentes de la ciudad. ¿Habrá algún sobreviviente? ¿Fueron los Padres capaces de proteger a sus hijos de un asalto tan devastador? Aquí no hay nada que se pueda salvar. Al pensar en las puertas de la ciudad sin ningún daño o signo de entrada forzada, Imeon quiso reflexionar. ¿Se disfrazarían los ladrones como amigos? Imeon se preguntó, hablando tentativamente en voz baja mientras trataba de comprender lo que había ocurrido.

    Deseando consolar al Padre, que estaba

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