Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Sobre Dios y sus cosas
Sobre Dios y sus cosas
Sobre Dios y sus cosas
Libro electrónico183 páginas2 horas

Sobre Dios y sus cosas

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Este libro se compone de una serie de enseñanzas a cerca de diversos temas cuyo eje central es el Emperador del universo. En ellos el autor toca temas como el corazón de la mujer, el alma humana, el intelecto divino, etc. Toca el autor también conceptos teológicamente novedosos como el ímpetu Divino, e incluso realiza un análisis sobre el amor enfocado desde una dinámica nueva y que no puede hallarse fuera de este libro.

El autor aborda temas como las luces espirituales, dándoles un enfoque novedoso y que hace pensar. Toca también temas como el don de lágrimas, la mecánica terrestre y celeste y muchos otros más.

Es un libro que vale la pena leer porque siempre va a enriquecer el corazón y la inteligencia y está siempre en concordancia con las enseñanzas y la doctrina de la Iglesia católica.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 mar 2018
ISBN9780463385142
Sobre Dios y sus cosas

Relacionado con Sobre Dios y sus cosas

Libros electrónicos relacionados

Ciencias sociales para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Sobre Dios y sus cosas

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Sobre Dios y sus cosas - Gerardo Rubio Lorenzo, Sr

    La prueba

    La constante en toda prueba, (y la tentación también es una prueba), es el dolor en cualquier forma que venga. Pero el dolor no es síntoma de fracaso en la prueba pues la Virgen María y Jesús también sufrieron pruebas muy dolorosas.

    El síntoma de fracaso en la prueba, es la pérdida de la Fe en Dios, o rebelarse uno contra Dios, o en definitiva un cataclismo grande en el corazón que impide juzgar las cosas con la rectitud con que se juzgaban antes.

    Los cimientos de toda prueba son los de la Fe, ahí tenemos la parábola del hombre que edificó sobre la arena y el hombre que edificó sobre roca. Esa roca que constituye los cimientos de la casa es la Fe en Dios y es el eje central de toda prueba.

    El principal enemigo de la Fe es la razón, el querer entender por qué Dios hace esto o permite lo otro, el querer contener a Dios en el continente de nuestra razón, cuando la realidad es que Dios desborda toda razón humana, todo conocimiento humano y toda lógica. Tenemos que someter nuestra razón a la inteligencia inescrutable De Dios.

    El dolor en la prueba:

    El dolor en la prueba sirve para desarrollar y acrisolar la virtud y la Fe. Pues es como un ocaso de nosotros mismos; hace que vayamos muriendo a algunas cosas viejas y, por consiguiente, naciendo a otras nuevas. Para ello es necesario asumir el dolor a La Luz de la Fe en Dios, y esto constituye una purificación para el espíritu.

    Cuando Dios ama a un alma, la colma de aflicción y con esa aflicción la esculpe, cuando no la ama, la abandona a sus propios actos, a su propia suerte.

    Dios ama a todas las almas por igual, pues a todos los hombres nos ha redimido; pero se complace en las que se entregan a Él sin reservas y entonces las pule de distintas maneras; con aflicción, sufrimientos o consolaciones y con ello las esculpe.

    A otras en cambio, a pesar de haber salido a su encuentro continuamente y no aceptar ese amor que Dios les da, las abandona a sus propios actos, a su propia suerte, pues ante todo respeta la libertad que nos ha dado. Como decía San Agustín: Dios que me creó sin mí, no me puede salvar sin mí.

    Es como El Niño que su padre o madre le quitan de hacer algo que ellos ven le perjudica, pero el hijo cabezón sigue haciendo sus propias apetencias, y los padres le dejan hacer aquello que quiere, no porque no amen a su hijo, sino para que el resultado de esa acción, vea que es perjudicial para sí mismo.

    La piedra filosofal De la Cruz:

    Las virtudes no son algo que se tiene o no se tiene, son algo que hay que luchar por conseguir, no por nosotros mismos sino dejándole la iniciativa al Señor, aprovechando las pruebas que nos manda.

    Primer paso, una oración humilde y confiada:

    Lo primero ante una crisis es la oración; encomendarse, rezar y recitar salmos a Dios a la virgen o a Los Santos (sobre todo a la Virgen María pues no es posible fallar a Dios mientras estás encomendándote a María). Hay que hacer una oración humilde y confiada, una oración en la que uno se empequeñece a sí mismo y expresa su confianza en Dios o en la Virgen María.

    También hay que mostrar el corazón al Señor, compartir con él nuestros pecados, nuestra angustia, nuestras inquietudes, etc. Tenemos que mostrarnos al Señor tal como somos, tal como estamos, sin ocultarle nada, sin reservarnos nada para nosotros.

    Segundo paso, el sometimiento a Dios:

    Después es importante someterse a Dios, ofrecerle al Señor una oración en la que le dices que aceptas su voluntad y que te sometes a ella. Se puede recitar continuamente una frase corta, como por ejemplo: Jesús yo confío en ti, yo me someto a ti, etc. También es preciso dirigir súplicas incesantes a Jesús y a la Virgen para que nos ayuden a someternos a ellos en todo.

    Tercer paso, aceptar la voluntad De Dios:

    El siguiente paso después de lo anterior es seguir obstinándose con coraje y sin pensar con nuestra lógica, en aceptar la voluntad de Jesús incondicionalmente, sea cual sea. Se puede hacer desde la oración, o mientras se reza el avemaría o se recita una oración corta.

    Cuarto paso, sobreponerse a la adversidad:

    Con todo tu coraje, valor y voluntad sobreponte a la adversidad, dolor, malestar, etc. (Para ello ayúdate de la oración)

    Quinto paso, hacer profesión de Fe:

    A continuación, hay que hacer profesión de fe, es decir hacer una oración en la que expresas a Señor que confías en Él, que le amas y que te reafirmas en Él. Esto tiene un gran mérito, porque en una crisis o en una prueba, lo primero que intenta socavar Satanás es la Fe y la confianza en el Señor. Hay que rezar pidiendo a Dios que mantenga intacta nuestra Fe y que la acreciente. Puedes rezar el Credo, el Ave María, una oración corta, etc.

    Sexto paso, obstinarse con coraje en confiar en Jesús:

    Luego hay que obstinarse con mucho coraje y sin pensar, ni razonar con nuestra lógica en confiar en Jesús, en aferrarse o abandonarse a Jesús, esto es lo único en lo que hay que obstinarse en la vida.

    No hay que razonar con nuestra lógica porque Satanás cuando nos tienta, oprime nuestra inteligencia, no dejándonos ver sino lo que a él le interesa. Lo único que Satanás no puede oprimir de nosotros es nuestra voluntad.

    También hay que perseverar en los sacramentos todos los días especialmente si estamos sometidos a prueba.

    En todos los pasos tenemos que corresponder a la gracia y ofrecerle a Jesús un ímpetu de nuestro ánimo, es decir; hacer un esfuerzo de nuestra voluntad para hacer lo que pedimos en cada paso a Jesús y María, y así inmediatamente, socorrerán con su gracia nuestra oración insistente.

    Séptimo paso, el abandono a Señor:

    Inclina tu corazón y tu mente hacia el Señor, descansa en él, ten la seguridad de que el Señor está contigo, porque el Señor siempre está con quien inclina su corazón hacia él, de una manera afligida, humilde y confiada.

    Para este paso no hace falta hablar con el Señor. Acuérdate de que el Señor dice en el evangelio que cuando nos dirijamos a él no le digamos abundancia de palabras como otros que, por su abundancia de palabrería, creen que van a ser escuchados antes. Sólo descansar en él, sentirle; sentir por ejemplo su amor sobre ti, sentir su paz, sentir alguna moción suya, sentir su presencia sobre ti.

    El diálogo con el Señor en este caso debe ser de susurros de amor, como el de dos enamorados que se tienen un amor grande, honesto y reflexivo.

    La Fe ante la prueba:

    La Fe en Dios es el principal pilar ante una crisis, sin ella no podemos resistir nada y esa Fe viene del Espíritu Santo, es un don suyo.

    Nosotros por nosotros mismos no podemos hacer nada ni resistir nada, sino que aunque no lo queramos reconocer dependemos De Dios para todo.

    Cuando confiamos en Dios, honramos a Dios y nos hacemos dignos de premio. Cuando dudamos De Dios, le ofendemos y nos hacemos dignos de castigo porque reflejamos nuestra malicia sobre Dios deshonrándole.

    Ya como último apunte tengo que decir que si la tentación o prueba fuesen extraordinariamente fuertes a todo esto habría que añadir: vigilia, ayuno y limosna.

    Los grados de la Fe:

    La fe va unida al amor pues cuanto más amamos a Dios más fe tenemos en él y viceversa. Según el grado de nuestra fe así es el grado de amor que profesamos a Dios.

    Hay infinidad de grados de fe y de amor, pero vamos a resumirlos en tres estados de menos a más:

    Fe

    Confianza

    Abandono

    La Fe es la actitud del que empieza a creer y amar a Dios tras haber escuchado su palabra, pero su amor es todavía imperfecto y obedece a Dios por temor al castigo, más que por amor.

    La confianza es un grado intermedio de la fe y del amor, pero es vulnerable todavía y ante un acontecimiento adverso puede perder la fe, rebelarse contra Dios o crecer hasta el amor de abandono.

    El abandono es el grado más alto del amor y va asociado a experiencias espirituales muy altas, es la fe de los contemplativos y es invulnerable no hay nada que pueda separar a esa alma De Dios.

    Para abandonarse uno a Dios ante una prueba hay que aceptar la voluntad De Dios en primer lugar y luego obstinarse en confiar en Dios, aferrándose a él. Esto va incluido en el apartado anterior: La piedra filosofal De la Cruz.

    ¡Gloria a Dios!

    Alabemos al Señor

    Te alabo y te bendigo Papá, porque eres autor de obras grandiosas e insondables.

    Te alabo y te bendigo Papá, porque por más que me esfuerce, no conseguiré contenerte en el continente de mi razón.

    Te alabo y te bendigo Papá, al compás de todas tus obras.

    Te alabo y te bendigo mi Señor Jesús, porque ni una sola de tus palabras ha sido dicha en vano.

    Te alabo y te bendigo mi Señor Jesús, porque la benevolencia, la misericordia y la justicia, son los vestidos que te cubren.

    Te alabo y te bendigo Jesús Dios mío, porque atalayas más, sabes más, eres más.

    Te alabo y te bendigo mi Señor Santo Espíritu, porque no se sabe de dónde vienes ni a dónde vas.

    Te alabo y te bendigo mi Señor Santo Espíritu, porque algo pusiste en mí, que desde entonces suspiro por ti.

    Dos oraciones de ejemplo:

    Primer paso una oración humilde y confiada (1):

    ¡Oh! Jesús, Dios mío, yo no soy nada ante ti, pero sé que una oración humilde y confiada, tú siempre la escuchas y si además de humilde y confiada es afligida, puedo estar seguro de que tú estás junto a mí colgado de mis palabras, porque pone en la Biblia que cuando el afligido invoca al Señor, Él le escucha.

    Yo sé Señor Jesús que tú estás siempre junto a mí y que nunca te apartas de mi lado porque yo te amo y tú me amas a mí, mucho más de lo que yo te amo a ti.

    Por esto me abandono dócil y confiadamente en tus brazos. Estoy plenamente seguro de que tú nunca me mandas nada malo y que todo lo adverso que me mandas es para mi bien y para mi santificación, yo no sé verlo de momento, pero sé que algún día en el Cielo te alabaré con un corazón encendido por todos los momentos adversos que me mandas; mas ahora ayúdame a abrazar la adversidad a La Luz de la fe; pues yo sé que con cada adversidad que tú me mandas, me das la oportunidad de honrar y glorificar tu nombre. Y esa oportunidad no la quiero desaprovechar.

    Por favor Jesús Dios mío ¡Ayúdame a hacer las cosas bien!

    Primer paso una oración humilde y confiada (2):

    Jesús Dios mío, yo quiero compartir todo contigo, mis pensamientos y mis sentimientos más íntimos y personales porque sé que tú te entregas a aquel que se entrega a ti.

    Por favor Señor no te apartes nunca de mi lado y camina junto a mí en todo momento.

    Santísima madre ayúdame a caminar en todo momento por los caminos de Jesús tu hijo y ayúdame a no contristarle nunca.

    María madre mía no permitas que yo extravíe mis pasos y dirígelos siempre hacia Jesús, auxiliándome en los momentos de mi adversidad y dándome una fortaleza como la que tú tuviste siempre; ayúdame a encarar las adversidades con una firmeza, una fe y una confianza en Jesús como las tuyas.

    Fortaléceme madre amantísima en mis adversidades, no te apartes de mi lado en ningún momento y ayúdame a aferrarme a Jesús en todo. ¡Jesús, María, madre mía, por favor dejadme sentir vuestra presencia junto a mí en todo momento, y no permitáis que yo extravíe mis pasos!

    Segundo paso, el sometimiento a Dios (1):

    Santísima madre por favor dame un corazón humilde y sumiso para que venciendo mi orgullo pueda someter me a Jesús en todo; auxíliame tú también Jesús Dios mío para que pueda sometértelo todo en mi vida, pues es mi deseo y obligación vivir subordinándotelo todo a ti y contando contigo en todo.

    Os suplico Jesús y María madre mía que me ayudéis a someterme en todo a vosotros y que alejéis de mí el espíritu de rebeldía ahora que estoy en la adversidad, para que en todo momento pueda honraros y glorificarlos con un total y absoluto sometimiento a vosotros; pues sé que si os honro y os glorifico en esta vida, vosotros haréis lo mismo conmigo en la otra.

    Segundo paso, el sometimiento a Dios (2):

    Jesús Dios mío, ayúdame a subordinártelo todo, a ponerlo todo a tus pies.

    En el momento de la adversidad yo también me subordino a ti y me pongo a tus pies con la ayuda de tu gracia, porque sé que

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1