Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Te Agradezco Simón
Te Agradezco Simón
Te Agradezco Simón
Libro electrónico227 páginas3 horas

Te Agradezco Simón

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Simón Lewis es un adulto caucásico con ideas muy radicales acerca de los migrantes en su país, y tras el trágico incidente en el que peligra la vida de su hijo, Simón intenta no darse por vencido y poner en orden su desastrosa vida, cuando lo ve todo perdido, encuentra la respuesta para seguir adelante en la persona que menos esperaba, un niño hispano de 13 años llamado Simón Ramírez.
Una historia de amistad, lealtad y resiliencia. Nos enseña que en la peor de las circunstancias siempre habrá una persona que nos mostrara que nunca está más oscuro que cuando va a amanecer.
Esta es una novela que garantiza conmover hasta el lector más duro y hacerlo sentir un nudo en la garganta.
 

IdiomaEspañol
EditorialOscar L Goetz
Fecha de lanzamiento27 jul 2021
ISBN9798201825652
Te Agradezco Simón

Relacionado con Te Agradezco Simón

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Te Agradezco Simón

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Te Agradezco Simón - Oscar L Goetz

    Capítulo I

    07 de agosto de 2017

    Simón Lewis

    Ahí estaban los dos, las personas más importantes en mi vida hasta ese momento. No quiero decir que no eres importante para mí, Diana, es solo que después de 11 años por fin puedo empezar a continuar con mi vida, después de tanta terapia con el doctor Powell por fin comprendí el significado de la resiliencia, fue dura tu partida, entré en pánico cuando sucedió, recuerdo ese día como si fuera ayer y créeme que trato de olvidarlo por el bien de nuestro hijo Simón Jr., pero ha sido tan difícil que no se si pueda pasar por esto otra vez, nada de esto hubiera ocurrido si estuvieras aquí, ya lo había superado pero los fantasmas de tu partida han regresado con más fuerza que no se si mi mente y mi corazón lo soporten más.

    -¿Por qué? ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué me dejaste?

    Ha sido difícil hacer esto solo, lo había hecho bien y ahora no se que hacer, ya no vale la pena vivir.

    -¿Por qué Dios me ha castigado así? Cuando por fin volvía a poner mi vida en orden me vuelve a poner estos obstáculos en el camino.

    Este dolor es tan grande y tan inmenso, sentir el mismo pánico y temor de aquel día en el hospital cuando el doctor Kelling salió a la sala a darme esa mala noticia, recuerdo como si fuera ayer la cara tan seria, sin expresión alguna, su mirada ensordecedora a lo lejos acercándose paso a paso a mí como si nunca quisiera llegar, y yo del otro lado interpretando esa mirada, descifrando lo que me iba a decir, anticipándome y rehusándome a aceptarlo, sintiendo que cada paso que daba era eterno, como si recorriera 1 km de distancia entre cada uno, aún recuerdo esa sensación que nunca había sentido en mi vida y que ahora vuelvo a sentir, cuando el doctor por fin se detuvo frente a mí para decirme:

    -Su hijo nació con un paro respiratorio y estamos haciendo todo lo posible por salvarlo, pero no pudimos hacer nada por su esposa, lo siento, falleció en la sala de parto.

    -¿Por qué me hiciste esto Diana?

    Hoy te extraño mas que nunca, ayúdanos desde donde te encuentres, sé que estás con nosotros, así que por estos 11 años de ausencia te exijo que nos ayudes desde aquel lugar en el cual puedes suplicar por un milagro para nuestro amado Simón Jr., no lo dejes ir a tu lado, aún no estoy listo, por favor.

    Aún no comprendo qué salió mal, qué perfecto era el día, no puedo creer que hayan pasado apenas 3 meses de eso, siento como si hubiera sido ayer, era la primera vez en semanas que el sol dejaba que pudiéramos disfrutar de sus rayos que caían del cielo atravesando unas cuantas nubes, las cuales no eran demasiadas como para anunciar una tormenta, ojalá y hubiera llovido como los demás días, así no me hubiera convencido la estúpida Michelle de salir a dar un paseo, culpo a las malditas nubes por no formarse como se supone lo hacían todos los días, culpo a la estúpida Michelle, a quien odio con todo mi corazón, desearía que hubiera muerto aquel día, pero a quien más culpo, odio y si pudiera cometería asesinato es al desgraciado frijolero invasor, quien como es de esperar de un sucio inmigrante venía drogado conduciendo esa vieja camioneta Guayín 84, ¿no se porque las autoridades estadounidenses permiten que los ilegales puedan comprar autos y conducir en nuestro país?

    Aún recuerdo a la estúpida de Michelle sugiriendo la idea más idiota al querer cruzar la acera para alcanzar el carrito de los helados fomentándole esa idea a mi querido hijo Simón Jr., a él ni se le había ocurrido tal cosa, pero Michelle tenía que satisfacer su antojo incitando a mi hijo.

    -¿Dónde estuvo mi juicio al permitir que fueran solos y cruzar la avenida para comprar los helados?

    Confiaba en ella, digo, ¿por qué no?, una mujer de mi misma edad, 38 años, licenciada en comercio internacional, era poco probable que no supiera cruzar una simple avenida, después de todo eran tan solo unos metros, tenía también que acostumbrarme a que Simón Jr. Conviviera más con ella y que le tomara confianza, pues sería la mujer con la que compartiría el resto de mi vida. No puedo creer que hasta le propuse matrimonio, era mi prometida, después de 2 años saliendo con ella y aconsejado por las terapias del doctor Powell era un paso importante a dar para el proceso de resiliencia y seguir adelante con mi vida. Lo pasado quedo atrás, decía el doctor Powell, pero el pasado regresó.

    Aún recuerdo esa mirada tierna, los ojos llenos de alegría y esa sonrisa y emoción que un niño de 11 años tiene cuando disfruta de un buen helado, por la expresión en su rostro podía saborear a distancia desde aquella banca en el parque el delicioso chocolate que se derretía sobre el cono que sostenía en su mano.

    Junto a él tomado de la mano estaba Michelle, aún la veo riendo mientras esperaban en la esquina de la avenida a que la luz roja del peatón cambiara a verde para cruzar y regresar a mi lado. Veía sus labios color rojo cereza moverse sin poder saber lo que le decía a Simón, que por la manera en la que los dos reían puedo adivinar que era algún comentario gracioso acerca del sabor de sus helados, creo que a Michelle se le había antojado más el helado de Simón Jr., debo reconocerlo, Michelle era hermosa, con su vestido naranja de flores moviéndose con el viento mientras ella giraba para acomodarlo, pero lo hermosa no le quitaría lo estúpida.

    Ese sonido, ese monstruoso sonido que aún me despierta por las noches, ese sonido de llanta y del claxon de otro auto previniendo el peligro que se aproximaba anunciando la tragedia, en ese momento giré mi mirada a la derecha y pude ver como aquel auto perdía el control cruzando la avenida cuando aún tenía la luz de su semáforo en rojo, perdiendo el control de aquella camioneta; recuerdo como la máquina se dirigía velozmente hacia donde Michelle y Simón Jr. esperaban para cruzar.

    Revivo la sensación de impotencia al no poder hacer nada mas que gritar ¡cuidado! y al ver como el rostro de Michelle cambiaba de alegría a un temor desgarrador, y lo que más me da vueltas en la cabeza es el rostro de Simón sonriéndome a lo lejos sin percatarse de lo que estaba a punto de suceder.

    Ese rostro fue el último rostro que recuerdo de mi hijo antes de que aquel auto le pasara por encima y lo dejara en coma.

    Daría lo que fuera por ver una sonrisa en su rostro en estos momentos, pero lo único que veo es un buen niño sin expresión acostado en su cama de hospital con un sinnúmero de cables conectados a su cuerpo y sin poder mover un solo dedo.

    No logro comprender cómo es que Michelle resulto solo con algunas fracturas y a mi hijo Dios me lo quiere quitar.

    ¿Por qué no se la lleva a ella y salva la vida de mi hijo?

    En cuanto al desgraciado inmigrante no puedo creer que sólo lo extraditaran, estoy seguro que en su corrupto país con tan solo unos dólares lo dejarán libre. Nadie salió perjudicado de esta tragedia más que mi querido Simón Jr. quien era el que menos culpa tenía, Dios no es justo, la vida no es justa.

    -Y, ¿esto lo volviste a soñar o es algo que con frecuencia revives en tu mente?

    Me preguntó mi terapeuta, el doctor Robinnson, mientras en silencio me escuchaba explicarle lo que sentía como desahogo en su sesión.

    Una vez a la semana acudía a terapia ya que mi depresión era tan fuerte que las necesitaba para seguir adelante, pero cada vez más me convencía de que ya no me ayudaban igual que antes.

    -¿No crees que estás siendo muy duro con Michelle? Si lo piensas bien, ella no tuvo la culpa de lo que sucedió aquel día, tanto odio te está cegando y estás buscando un culpable de lo sucedido cuando lo que debes hacer es aceptarlo, eso te ayudará, acéptalo, parte de tu depresión es que no lo dejas ir y cada día que pasa solo fortaleces tu odio con los que tú crees son los responsables, y si no cambias eso y aceptas los hechos como sucedieron, no vamos a lograr avanzar jamás, ¿cómo puedes ayudar a tu hijo que está en coma si no tienes tu mente despejada de otras cosas y te enfocas en él? Los médicos te han dicho que puede salir del coma, ¿no? Sé que es muy difícil que suceda, pero aún hay esperanza; no podrás ayudarlo si no superas esto primero, llevas 8 semanas viniendo a terapia y cada vez damos un paso atrás en lugar de para adelante, necesitas esforzarte más. -me dijo el doctor Robinnson con una seguridad y conocimiento de causa de lo que me estaba hablando.

    -¿Qué me esta diciendo? ¿Acaso no ha escuchado lo que le he platicado todas estas sesiones? ¿Cómo puede si quiera suponer que Michelle no tiene culpa en esto? -respondí algo molesto.

    En ese momento me levanté de aquel diván viejo con aroma a perfume barato en el cual me recostaba cada que iba a terapia.

    -Doctor Robinnson, creo que ésta será la última sesión que tendremos, usted ni nadie me puede ayudar, ¿cómo piensa ayudar a sus pacientes si no los escucha? Muchas gracias por su tiempo y hasta nunca.

    -Espera Simón, déjame ayudarte, no es lo que piensas…

    Esas fueron las últimas palabras que escuché del Doctor Robinnson, al mismo tiempo que caminaba hacia afuera de aquel consultorio lleno de diplomas y reconocimientos colgados sobre la pared dejando al doctor hablando solo.

    Una vez en la calle esperando en la parada del autobús me regresó aquel sentimiento de nada me importa ya, sabía que el único que podía hacer algo para salir adelante era yo mismo, pero mi mente me jugaba una mala pasada, tenía miedo de que uno de estos días mis pensamientos me llevaran por el camino fácil con rumbo a quitarme la vida, por otro lado sabía que no debía permitirlo y la poca objetividad que quedaba en mi mente se resistía a abandonarme y le rogaba a Dios para que no lo hiciera.

    En ese momento observé al autobús anunciando su llegada con fuertes rechinidos de sus balatas gastadas que urgían ser cambiadas, era el 51B, sabía que debía tomarlo ya que esa ruta me llevaría directo al trabajo, pero lo dejé ir de nuevo. No me sentía con ánimos de ir a trabajar.

    Tomé mi celular y marqué a mi compañero y supervisor Brian.

    -¡Habla Brian! -dije cuando contestó a mi llamada-. Hola, Brian, ¿cómo estás? Te comento que me siento enfermo y no me presentaré a laborar el día de hoy.

    -Simón, sabes que somos amigos desde hace tiempo y sabes que te apoyo en lo que necesites y más en estos momentos, me pediste cambio de turno porque ibas a ir a tu terapia y te lo concedí, ahora me llamas para decirme por cuarta vez en lo que va del mes que estás enfermo y no vendrás a trabajar. Simón, me pones entre la espada y la pared, sé que eres indispensable, pero no puedo seguir cubriendo tus faltas tan seguidas, el lic. Onail me pregunta cada vez más por tus ausencias y tu condición dudando día a día si sigues con la capacidad de seguir trabajando con nosotros.

    -Lo sé, Brian, lo sé y agradezco tu amistad y te pido perdón por lo que te hago pasar para poder cubrirme, pero no estoy de humor para sonreír y verle la cara a todos esos inquilinos con sus vidas perfectas, siento que si me presento seré poco cordial con ellos y en verdad te haré pasar por un problema más fuerte que una ausencia más al trabajo.

    -No te preocupes, Simón, volveré a poner a Robert a doblar turno. pero te pido como amigo que esto ya no siga ocurriendo ya que si esto no cambia no me quedará más remedio que despedirte.

    -Muchas gracias, Brian, te juro que no se repetirá y te lo voy a compensar.

    -Ok, que estés bien Simón y recupérate pronto, por favor. Nos vemos mañana temprano -comentó Brian antes de colgar y finalizar la llamada.

    Brian era un buen amigo mío desde hace muchos años, él sabía por lo que estaba pasando pues me había acompañado en cada etapa de mi vida, su esposa me había presentado a Diana y fueron los testigos en mi boda con ella. Él siempre estaba conmigo en las buenas y en las malas. Lo conocí en los entrenamientos del colegio militar donde ambos nos especializamos en armas y combate cuerpo a cuerpo, éramos expertos en el ramo de la protección y de las artes marciales, siempre habíamos ingresado a los mismos trabajos desde guarda espaldas de políticos y personajes de la farándula, hasta encargados de seguridad de un fraccionamiento residencial bosque alto de alto nivel adquisitivo, donde trabajábamos en la actualidad coordinando a un equipo de 30 personas encargadas de la seguridad y armonía de dicho residencial. Brian fue promovido a supervisor hace unos meses, ese puesto iba a ser mío por el buen desempeño que llevaba justo antes del accidente donde todo empezó a irse en picada.

    No estaba enfermo, era simplemente que no quería ir a trabajar ya que el verle la estúpida cara a la sra. Lawrence o al idiota del millonario el sr. Patrick, haría que tuviera una fuerte sensación de pegarles un buen golpe en sus rostros radiantes por la felicidad que pretendían hacer notar a todo aquel que tuviera el más mínimo contacto con ellos, me gustaría que algún día pasaran por algo como lo que yo estoy atravesando para ver si todo su inmundo dinero les seguiría conservando esa estúpida cara de todo es perfecto.

    En días como éste no me importaba perder el trabajo ni perderlo todo, pero la poca cordura y objetividad de mi mente me hacían reflexionar para no perder lo único que aún conservo, que era mi empleo. Tenía fuertes problemas financieros, mi casero estaba a punto de echarme del pequeño departamento al que debería llamar hogar, mi auto descompuesto llevaba más de 7 meses en el taller, no sé si aún esté ahí o si el mecánico lo vendió para cobrar el dinero que no le puedo pagar por la reparación, con lo poco que me pagan en este empleo apenas y me alcanza para hacer 2 comidas al día, pero por lo que no podía mandar mi empleo al diablo era por una sencilla razón, el seguro médico, era lo que tenía aún con vida a mi hijo pues pagaba el hospital en el que aún estaba conectado en coma.

    Pasaba el medio día y la ruta 203A apenas aparecía en la parada del autobús, sin dudarlo lo abordé como si mi cuerpo tomara por instinto decisiones sin consultar a mi cerebro. Esa ruta me llevaba directo al Hospital Saint Michael donde yacía mi hijo inerte en su cama.

    Odiaba esa ruta, pero era la única que me llevaba a dicho hospital, la odiaba ya que era la ruta que atravesaba el barrio latino de la ciudad y siempre tenía un olor desagradable, era insoportable tener que sentarme al lado de mexicanos, guatemaltecos y hondureños que seguramente eran ilegales en el país. Estoy seguro que si hablaba a migración de California se llevarían a tres cuartas partes de ese autobús y las deportarían de inmediato, ganas no me faltaban de hacerlo, quien sabe en presencia de cuantos asesinos, ladrones y escoria de personas me encontraba cada que abordaba esa ruta.

    Me pregunto, ¿cómo es que antes de aquel incidente no había notado la realidad de esa gente? ¿Cómo fue posible que en algún momento de mi vida llegué a rodearme incluso interactuar amistosamente con ellos? ¿Cómo soporté tantos años a compañeros de trabajo, amigos de Diana, vecinos, compañeros de escuela de Simón Jr. y hasta personal en el supermercado ilegales? Las alertas estaban por todos lados y me enoja conmigo mismo haber sido tan ciego todo este tiempo y no entender la realidad de lo que son y lo que vienen a hacer a este país, solamente convertir a esta nación en un lugar más inseguro para vivir.

    Minutos después ahí estaba yo, recargando mi cabeza en la ventanilla de camión sentado junto a una señora que veía frecuentemente a esa hora en la misma ruta, seguramente venía o iba a hacer el aseo a alguna casa de algún norteamericano amante de los migrantes. Recargado con todo mi cuerpo hacia la ventana, para no tener ni un roce con aquel vestido folclórico de mil colores, como si sintiera orgullo de vestir aquellas prendas tan horribles y viejas.

    Justo cuando atravesábamos el Distrito Escolar del barrio latino y yo me encontraba mirando hacia la nada, viendo pasar puestos de tacos y bardas con grafitis de deidades religiosas, esperando con ansias el momento en el que el camión dejara atrás aquel barrio para internarse en los bonitos suburbios más Americanizados, algo me llamó la atención, observé a un niño con aspecto de ascendencia latina corriendo detrás del camión gritándole al chófer que por favor se detuviera para poder subir a bordo, este niño de aproximadamente 13 años a simple vista era perseguido por un grupo de niños más grandes que él con aspecto pandillero, camisas con un botón abrochado solamente en el cuello, paliacates rojos amarrados en su cabeza y pantalones con cadenas que en algunos de ellos los tenían casi hasta las rodillas de lo grandes que estaban, ¿qué esta gente no conoce el cinturón?

    El chófer accedió a darle la parada pues se percató de la situación, y a pesar de que en Estados Unidos está prohibido parar y subir pasaje en lugares no autorizados, al parecer el chófer tuvo un ataque

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1