Reencarnación: Reencarnacion, #2

Por Jeshua Narayan y Jaime Antonio Marizan

Esta es la historia de Shanti Karna, un joven descendiente indio que vive en Fiji, el cual recuerda con lucidez tres de sus vidas pasadas. En una de ellas, él cometió un crimen horrendo y ahora busca desesperadamente a la persona a la cual hizo daño, ya que se ha enterado de que se encuentra encarnada en un lugar desconocido en la India.

 

La situación es que la redención de Shanti Karna depende de encontrar a esta persona y remediar la situación, ya que se le ha informado que, mediante la suprema ley de la compensación, él podría resolver una trágica situación que ha venido arrastrando vida tras vida.

 

Por una situación del destino, o porque el universo así lo ha determinado, me he visto involucrado en este drama, y lo que sigue a continuación es la historia de este joven quien lucha desesperadamente por redimirse, tratando de resolver fuertes deudas kármicas causadas por sus desmanes en una tormentosa vida anterior.

• Idioma: Español
• Editorial: Crecem
• Fecha de lanzamiento: 24 jun 2021
• ISBN: 9798201330880

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Reencarnación

Volumen II

Las vidas pasadas de Shanti Karna

Jaime Antonio Marizán, MDA

Tabla de contenido

Titulo

Creditos

Introducción

1. Buscando una aguja en un pajar

2. Nos hermanamos

3. La vida pasada de Shanti Karna

4. Trotaka

5. Un bálsamo para mi herida

6. Adi Shankara

7. Un buen demonio

8. Adoptado

9. Llega el final

10. Compensación

11. Restauramos el templo

12. Espera, espera. Una esperanza

13. Misión cumplida

14. Médico ayurveda

15. El templo Shivoham

16. La entrevista

17. En Mysore

18. El médico perfecto

19. Narendrananda

20. La visión del Gurú

21. Consumación

Libros Jaime Antonio Marizán

Jaime Antonio Marizán

Reencarnación

Las vidas pasadas de Shanti Karna

Volumen II

Jaime Antonio Marizán, MDA

Primera edición. Junio 2021

© Crecem 2021

Derechos reservados de acuerdo con la ley. Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, sin la autorización escrita de su autor.

http://www.jaimeantoniomarizan.com/

Introducción

He viajado en muchas ocasiones a la India, este es el país en el cual la reencarnación es algo completamente común, las personas hablan del tema con una naturalidad que dan a entender que es parte de su cultura, y así es.

La India también es el país de los grandes Yoguis, de almas iluminadas que han traído muchas bendiciones al mundo. Es famosa la cordillera de los Himalayas, en donde yoguis hindúes y monjes budistas realizan una serie de austeridades y meditaciones con el propósito de obtener el contacto con el Ser Supremo, con la Verdad Absoluta.

Estos yoguis y monjes realizan retiros de varios años, meditando en forma solitaria en cuevas y empinadas montañas. La temperatura en los Himalayas en ocasiones llega a bajo cero, sin embargo, ellos manejan una serie de técnicas que les permiten aumentar o disminuir la temperatura de su cuerpo, y son muchos los testimonios de personas que han encontrado a estos ascetas meditando a bajas temperaturas, con tan sólo una túnica común arropando su cuerpo.

No obstante, algo más hay en la India. Allí nacen una serie de niños que recuerdan con gran lucidez sus vidas pasadas. Muchos de estos casos han sido documentados por científicos y esta información puede encontrarse en libros o artículos en la red. Aunque, como decía anteriormente, para los indios la reencarnación es algo de lo más natural. Un día le comenté a un amigo indio acerca de estas experiencias y simplemente me dijo: ah sí, eso es común en India.

Esta es la historia de Shanti Karna, un joven descendiente indio que vive en Fiji, el cual recuerda con lucidez tres de sus vidas pasadas. En una de ellas, él cometió un crimen horrendo y ahora busca desesperadamente a la persona a la cual hizo daño, ya que se ha enterado que se encuentra encarnada en un lugar desconocido en la India.

La situación es que la redención de Shanti Karna depende de encontrar a esta persona y remediar la situación, ya que se le ha informado que, mediante la suprema ley de la compensación, él podría resolver una trágica situación que ha venido arrastrando vida tras vida.

Por una situación del destino, o porque el universo así lo ha determinado, me he visto involucrado en este drama, y lo que sigue a continuación es la historia de este joven quien lucha desesperadamente por redimirse, tratando de resolver fuertes deudas kármicas causadas por sus desmanes en una tormentosa vida anterior.

1. Buscando una aguja en un pajar

En mi país hay una frase popular que dice: cuando naces para ser clavo, del cielo te cae el martillo. Esto podría aplicarse a mi caso con la historia de Shanti Karna, un descendiente de indios que recordaba con lucidez sus vidas anteriores.

Corría el año de 1999, este era mi cuarto viaje a la India, me encontraba en Bangalore, una ciudad que es reconocida como el Silicon Valley de India, debido a que la mayoría de las empresas tecnológicas se encuentran instaladas allí. Hay que recordar que muchos de los programas informáticos que utilizamos diariamente, en su elaboración han participado programadores indios, las empresas de occidente constantemente los buscan porque entre ellos hay algunos que poseen cerebros con capacidades especiales para la programación.

Esta vez, mi viaje a la India tenía el objetivo de participar en las actividades espirituales de diversos ashrams (comunidades espirituales) y estaba comenzando mi periplo por los de Sathya Sai, quien tiene dos principales, uno en Whitefield, Bangalore y otro en Puttaparthi, en el sur de la India, el cual es su principal centro espiritual. También tenía el plan de visitar unas cuevas consideradas sagradas en los Himalayas, las inmensas montañas de la India.

En esa ocasión, me encontraba en el ashram de Whitefield, Bangalore, ya que el Gurú se hallaba en ese lugar. Había pasado unos días de mucha quietud y entregado a largas meditaciones, cuando se nos notificó que Sathya Sai saldría a la mañana siguiente para su otro ashram, en el sur de la India, Prashanti Nilayam (morada de la paz suprema), el cual es un lugar en donde todo huele a espiritualidad, millones de personas lo visitan cada año.

A la mañana siguiente había mucho movimiento y todos buscaban taxis para desplazarse en una ruta de aproximadamente tres horas. Yo estaba solo y un tanto desconcertado, ya que las personas madrugaron y ya quedaban pocos taxis disponibles. En eso un joven indio se me acercó y me preguntó:

- ¿Vas para Puttaparthi?

- Si.

- Mi nombre es Shanti Karna, él es mi padre Mahesh y también estamos viajando, si quieres compartimos el taxi, yo no puedo moverme mucho, pues tengo que cuidar a mi padre, pero quizás puedes caminar un poco por las calles, ver si encuentras uno y así compartimos el importe del trayecto.

- Por supuesto, me parece excelente.

En ese viaje andaba corto de dinero, por lo que la idea de compartir los gastos del viaje me pareció estupenda. Me dediqué a buscar un taxi de los últimos que quedaban disponibles. Al final, encontré uno y fue así como comenzamos a desplazarnos hacia Puttaparthi.

Viajar con un taxista indio es algo para romperle los nervios a la más sosegada persona, máxime si eres de un país en el cual el volante del vehículo se encuentra en el lado izquierdo. ¡Oh, Dios mío! Aquel señor viajaba a gran velocidad y realizaba unos rebases muy temerarios. Shanti Karna y su padre estaban tranquilos, tal parece que ya estaban acostumbrados, por mi parte, consideré que lo más apropiado sería entregarme y dejar que todo fluyera, no sin antes solicitarle al chofer que viajara más despacio, aunque, para mi mala suerte, no entendía nada de inglés, sólo unas pocas palabras y, naturalmente, los números.

Entre un susto y un envión de un lado a otro nos desplazamos por las calles y carreteras de la India con destino a Puttaparthi. Como es frecuente en estos casos, uno siempre trata de entablar algún tipo de comunicación para animar el ambiente.

- ¿Ustedes son devotos de Sathya Sai?

- No. – Me respondió Shanti.

- ¿Y cuáles serían sus expectativas con respecto a él?

- Te diré que hemos estado visitando diferentes maestros y ashrams en toda la India, llevamos en esto unos tres meses, y Sathya Sai es el décimo Gurú que visitamos. Te preguntarás qué buscamos, ¿cierto?

- Sería la pregunta lógica, pero siéntete en libertad de abundar o no sobre el tema.

- Está bien. Buscamos a una persona en la India. Ya sabrás de los yoguis que aquí viven y que muchos de ellos tienen poderes psíquicos que trascienden la ciencia. Estamos buscando un Gurú que pueda decirnos dónde encontrar a esa persona.

- Por este viaje, considero que los nueve Gurús anteriores no les dieron la respuesta.

- Ciertamente. Sin embargo, el último de ellos fue muy sincero y nos dijo: si hay alguien que sabe dónde está cada persona en este mundo, ese es Sathya Sai de Puttaparthi, vayan allá y tal vez él quiera decirles donde está la persona que buscan.

Por eso es este viaje, teníamos quince días en este ashram de Whitefield, pero no logramos tener entrevista o acercarnos a Sathya Sai, así que, vamos a Puttaparthi en donde esperamos tener mejor suerte.

- Conozco una historia de Sathya Sai en la cual le dio la ubicación exacta en donde se encontraban unos familiares perdidos.

- ¿Cierto? ¿Podrías Compartirla?

- Por supuesto. Esta historia la relató Sathya Sai mismo a sus estudiantes. Una vez había una mujer oriunda de la India que vivió un acontecimiento trágico. Ella se casó con un militar alemán y procrearon dos niños. Sin embargo, estando en Alemania, durante la segunda guerra mundial, hubo un bombardeo y todos fueron a los subterráneos a refugiarse.

Cuando el bombardeo cesó, ella salió a buscar a sus hijos quienes se encontraban en la escuela, pero al llegar, el recinto se había desplomado por los ataques recibidos. En aquella tremenda confusión y desesperación, ella buscó y buscó, pero no pudo encontrar a sus hijos y tampoco a su esposo, el militar alemán. Al pasar los días, tuvo que aceptar que sus hijos y su esposo habían muerto en el ataque y entonces aceptó una oportunidad para escapar a Canadá.

Por su parte, el militar alemán, en el fragor del combate, se dirigió a la escuela, pudiendo rescatar a sus hijos y ponerlos a salvo antes de que el lugar se desplomase. No obstante, al observar la ciudad destruida, buscó a su esposa, y al no encontrarla, pensó que había muerto en el ataque, decidiendo también escapar de aquel lugar de destrucción y muerte, quedando la familia desunida y con grandes sufrimientos emocionales por la trágica separación.

En Canadá, la señora conoció a un hombre con el que entabló relación, pero la unión no funcionó y se separaron, luego trató de relacionarse con otro señor de Malasya, sin éxito, y luego de deambular por varios países, decidió volver a la India a visitar a sus padres y hermanos.

Esta familia vivía en Bangalore, de nombre Kupam, y tenían dos hijos con la misma edad de Sathya Sai en ese entonces, unos veintidós años aproximadamente. Ellos siempre visitaban al Gurú en Prashanti Nilayan, aunque en aquella época no existían las comodidades que existen hoy, por lo que