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Entrevista Con María
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Libro electrónico649 páginas17 horas

Entrevista Con María

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Ángelo Antonelli es un sacerdote dedicado a propagar el amor de Dios a través de su madre la Virgen María. Diego Reyes es un reportero y comentarista de televisión, divorciado y con dos hijos, que ha llevado una vida disipada motivada exclusivamente en ganar fama y dinero a lado de su novia en turno, que es

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 ago 2020
ISBN9781649990099
Entrevista Con María
Autor

Jorge Eduardo González Muñoz

Nacido en la ciudad de San Luis Potosí, se graduó como ingeniero mecánico en la UASLP donde actualmente trabaja como catedrático. Uno de sus pasatiempos favoritos ha sido la escritura, siendo ésta su quinta publicación después de las novelas: “Un Verdadero Padre”, “Dimas”, “Una Niña Contra el Imperio” y “Entrevista con María”.

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    Maravilloso libro me encantó y lo recomiendo ampliamente. Realmente hermoso

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Entrevista Con María - Jorge Eduardo González Muñoz

Entrevista Con María

Jorge Eduardo González Muñoz

Copyright © Jorge Eduardo González Muñoz.

All rights reserved. No part of this book may be reproduced in any form or by any electronic or mechanical means, including information storage and retrieval systems, without permission in writing from the publisher, except by reviewers, who may quote brief passages in a review.

ISBN: 978-1-64999-010-5 (Paperback Edition)

ISBN: 978-1-64999-011-2 (Hardcover Edition)

ISBN: 978-1-64999-009-9 (E-book Edition)

Book Ordering Information

Phone Number: 347-901-4929 or 347-901-4920

Email: info@globalsummithouse.com

Global Summit House

www.globalsummithouse.com

Printed in the United States of America

Dedicada a mi Madre:

María del Carmen Graciela Muñoz Padilla

Dedicatoria:

Dios Padre decidió que era bueno que su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, tuviera una Madre. Alguien que lo cuidará y lo educara mientras crecía para cumplir con su misión en este mundo. María hizo su parte y cumplió la voluntad del Padre, a tal grado que acompañó a su Hijo al calvario, y estuvo con Él hasta el último momento de su vida terrena antes de la resurrección, convirtiéndose en la mujer y madre por excelencia. Jesús en la cruz nos entregó a Ella a través de Juan, y a su vez nos encomendó a Ella, haciéndonos hijos adoptivos y hermanos de Cristo, y es por eso, que hasta nuestro tiempos, Ella sigue haciéndose presente, para recordarnos el amor del Padre, y el de nuestro Hermano; porque Dios quiere que todos nos salvemos.

Pienso que la mayor parte de las madres siguen el ejemplo de María, acompañando y preocupándose en todo momento por los hijos que Dios les ha encomendado, sin importarles la edad, o el estado en el que se encuentran, y es por eso que esta novela, que habla de la Virgen María, su vida, sus sufrimientos, sus apariciones a lo largo de la historia, su preocupación por todos nosotros y sus mensajes para nuestra conversión (Para regresar nuestra mirada al Padre), se la dedico a mi mamá, que siempre ha visto y se ha desvivido por nosotros, sus hijos, a pesar de los malos momentos que le hemos hecho pasar.

Con todo mi cariño, amor y agradecimiento,

GRACIAS MAMÁ

Prólogo:

El Origen de María

29 de Agosto del 2013. - Un saludo en el nombre del Señor – la imagen del conductor Pepe Alonso apareció ante las cámaras después de una breve cortinilla, con imágenes del título del programa, de un concierto dentro de una iglesia, de imágenes del Cristo en Brasil, del Papa Juan Pablo II, de la hermana Angélica, y de personas caminando al interior de una iglesia, para finalizar con el nombre de su programa una vez más, Nuestra Fe en Vivo. Era un conductor muy querido por la comunidad latinoamericana, siempre de lentes, con un traje gris y una corbata roja a rayas. Ya hacía mucho tiempo que formaba parte del equipo de EWTN, la cadena de televisión Católica con transmisiones a nivel mundial, y su programa cumplía 15 años al aire motivo por el cual se había decidido a realizar programas especiales, en donde estaría presentando a personajes Católicos de renombre mundial. - Bienvenidos a su programa Nuestra Fe en Vivo… - sus ojos se desviaron de la cámara hacia su lado derecho por unos instantes para luego dirigirlos de nuevo a los espectadores. – Hoy tenemos un gran programa, con un invitado muy especial que nunca había estado antes con nosotros, y no porque no lo hayamos invitado, sino que al ser un hombre tan ocupado no nos había sido posible tenerlo aquí; pero finalmente aquí está hoy, honrándonos con su presencia; y lo vamos a tener otros tres días más, a partir de hoy, para hablarnos de un tema que es muy extenso, y que cuatro programas nos serían insuficientes. El padre Ángelo Antonelli – extendió sus brazos hacia la derecha y la cámara los siguió mientras se abría a manera de que tanto el padre como él quedaran enmarcados en la imagen.

- Mucha gracias, Pepe. Es un gusto para mi acompañarte en tu programa y formar parte de esta celebración, contigo y todos los que nos están viendo – respondió el padre Ángelo con acento italiano, pero con perfecto español, esbozando una sonrisa de satisfacción y de agradecimiento. Era un hombre de edad más o menos avanzada, cercana a los setena años, pero en el que se podía apreciar una gran vitalidad. Alto y ligeramente pasado de peso, de porte firme y con una delicada expresión en su rostro.

- Padre, como todo mundo lo sabe, puesto que usted siempre se ha declarado Mariano, quisiera pedirle que antes de iniciar nuestro programa del día de hoy, nos guíe en la oración a Nuestra Madre del Cielo – Pepe unió las manos frente a él.

- Por supuesto, Pepe – el padre Ángelo hizo un gesto de asentimiento y levantó su mano derecha para persignarse. - En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo – se llevó las manos al pecho y cerrando los ojos continuó. - Madre nuestra, puerta del Cielo, Estrella de la Mañana, ruega por nosotros y llévanos a tú Hijo.

- ¡Amen! – respondió Pepe.

- Dios te Salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo y bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte amen. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo – el Padre bendijo a los televidentes a través de la cámara y abriendo los ojos observó a Pepe.

- Gracias, padre – Pepe levantó la mirada hacia la cámara que le enfocaba. - Estoy muy emocionado con su visita, como estoy seguro de que la mayoría de los televidentes lo están en su casa, al tener a un hombre que ha defendido la devoción a Nuestra Señora, dentro y fuera de nuestra iglesia a lo largo de su vida; por lo que antes de entrar en el tema que es Nuestra Madre, quisiera que me platicara un poco de usted.

El padre Ángelo sonrió ligeramente, como si mostrara cierto nerviosismo de que no le agradaba mucho hablar sobre él.

- Yo creo que todos quieren conocer al hombre, sacerdote, que con tanta pasión habla de Nuestra Señora.

- Bueno Pepe – sonrió el sacerdote. – Mi pasión por la Madre de Dios es difícil de explicar y no en sí por como se dieron las cosas, porque los hechos son de por si sencillos; pero mi deseo de saber más de ella, de platicar de ella y con ella, de acercarla a mis hermanos; esa pasión ha sido provocada no por mi, sino por ella… Al menos yo así lo creo.

Pepe observó al padre que parecía iluminarse con cada palabra que salía de su boca.

- Nací en un pueblito muy cerca de Asís en el año de 1944. Yo no conocí a mi padre que murió en la Segunda Guerra Mundial y a los nueve años de edad perdí a mi madre, por lo que quedé a los cuidados de una tía que era sumamente fervorosa de la Santísima Virgen. Si bien, mi madre me había enseñado a rezarle a la Virgen, fue mi tía la que creó o hizo que surgiera en mi ese fervor ardiente por ella…

- ¡Que bello!

- Solía contarme la historia de Santa Teresita…

- Pero ella perdió a su madre cuando tenía cuatro años – interrumpió Pepe.

- Si, pero a los nueve años cuando su hermana Paulina se fue de religiosa con las Carmelitas, Santa Teresita se puso bajo la protección de la Madre de Dios, y yo hice la coincidencia en nuestras edades haciendo lo mismo. Me puse bajo la protección de la Virgen.

- ¡Maravilloso! ¡Ojalá y sea un Santo como Santa Teresita!

- ¡Dios te oiga Pepe! Pero te aseguro que aún estoy muy lejos – sonrió el padre Ángelo con cierta pena. - Desde ese momento quería saber todo sobre mi Madre Santísima. Estudié la Biblia, el catecismo, el Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen de San Luis María Grignion de Montfort, Las Glorias de María de San Alfonso María de Liborio, y todo lo que pudiera encontrar sobre Ella… Cualquier cosas que estuviera escrito sobre María, a favor y en contra: y entre más profundizaba más quería saber…

- ¿Fue así como empezaste estudiar sobre las apariciones de Nuestra Madre?

- No. Mi tía se daba cuenta de esta pasión mía, pero ella no tenía los recursos para enviarme a estudiar sobre el tema más allá de lo que yo pudiera encontrar en Asís o en los alrededores - el padre Ángelo sonrió recordando aquellos momentos que iba a narrar. - Mi pobre tía hacía lo que podía, y yo tan cerca de San Francisco y de Santa Clara me sentía atraído por la vida religiosa.

- ¿Quién no iba a sentirse así? ¡Tan cerca de semejantes santos! – Pepe parecía imaginar lo que podía haber sucedido en el corazón del joven sacerdote que era el padre Ángelo en aquella época.

El padre Ángelo dejó escapar una carcajada de complicidad. – Finalmente entré a la iglesia, a la orden de los Franciscanos y me convertí en sacerdote en 1968. Me encantaba entrar a la Iglesia de Santa María de los Ángeles y admirar la Porciúncula…

- ¿La capillita que construyó San Francisco de Asís?

- Así es. Allí yo me sentía como en mi casa… Para muchos sonará cursi, pero era donde me sentía apapachado… ¿Se dice así?

- ¡Si, si, correcto!

- Me sentía apapachado y cobijado por mi Madre del Cielo. Cuando me ponía en oración con ella, podía ocurrir un terremoto y yo no me daba cuenta…

- ¿A ese grado?

- Si, si…

- ¿Cómo si estuviera en éxtasis?

- No sé si puedo decir que estuviera en éxtasis, pero si puedo decir que mi concentración en Ella era total.

- ¿Alguna vez vio a la Virgen?

- ¡No! Creo que si algún día la viera, ese sería mi último día sobre la tierra. – sonrió el padre Ángelo con una sobrenatural luz en su rostro.

- ¡Esto es fascinante! ¿Cómo sabía que era la Virgen? ¿Qué sentía?

- Bueno, primero porque mis pensamientos estaban concentrados en Ella, y segundo porque me invadía una gran paz. Era como un calor indescriptible, que parecía surgir desde mi interior y expandirse hacia la superficie. No puedo, explicarlo con palabras. Es como cuando a uno se le pone la piel de galina…

- De gallina.

- Si, de gallina, y que esta sensación te recorre todo el cuerpo, como una corriente eléctrica que te hace vibrar – el padre Ángelo recorrió desde sus pies a la cabeza con las manos.

- Perdón padre, ya lo distraje. Entonces, ¿cómo fue que se metió en la investigación de las apariciones? – Pepe se movió de un lado a otro como queriéndose acomodar en el sillón, y cruzó su pierna derecha sobre la izquierda.

- En la orden sabían lo que era y ha sido siempre para mi, la Madre de Dios; así que tenía un permiso especial para leer todo aquello que se escribiera sobre Ella. En 1973 recibí una carta en la que me hablaban sobre unas apariciones de la Virgen en el Japón, en un lugar llamado Akita.

- ¿Eran apariciones o era una Virgen que lloraba? – Pepe pareció meditar en su interior, porque el nombre le sonaba familiar, pero ya hacía algo de tiempo que no había escuchado aquel relato.

- Hubo las dos manifestaciones, e inclusive otras dos distintas: luces y el estigma en forma de cruz que le apareció a la hermana vidente en la palma de la mano – el padre Ángelo se llevó la mano derecha a la izquierda indicando el lugar en donde había sucedido la aparición de la llaga.

- ¿Usted pudo ser testigo de lo que sucedió?

- No – el padre Ángelo negó con la cabeza. – Pero pude revisar la investigación de primera mano; y también tuve la oportunidad de platicar, tanto con la vidente como con varios de los testigos.

- ¡Que maravilla!

- Fue aquí donde me interesé por las apariciones y comencé a estudiar sobre ellas, retrocediendo en el tiempo hasta la primera aparición registrada.

- ¿Y cuál es esa aparición?

- La Virgen del Pilar en España.

- Cierto. Yo conozco esa historia. Se le apareció al Apóstol Santiago en Zaragoza, sobre una columna o pilar…

- Si. Es parte de una tradición en donde se dice que: la noche del 2 de Enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro, cuando oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol.¹ No existen pruebas de que esto fue así, pero gracias a la devoción de los españoles la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del pilar como "una antigua y piadosa creencia".

- Ahora sí, padre. Creo que tenemos una idea de quien es usted, y le voy a pedir que nos hable sobre todo lo que quiere nuestro auditorio escuchar. Háblenos de nuestra Madre. ¿Quién es María? – Pepe miró por unos instantes a la cámara y luego regresó su mirada sobre el sacerdote.

- Bueno, María ha estado en nuestra historia, inclusive antes de nacer. En el Génesis 3:15 hay una profecía que dice: Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón². En ese momento Dios estaba prometiendo que una mujer, María, aplastaría la cabeza de la serpiente, el diablo. María daría un golpe mortal a la serpiente porque es de todos conocido que para matar una serpiente hay que aplastar su cabeza; mientras que también se puede inferir que la serpiente lastimaría el talón de Ella, lo que no es mortal. En otro pasaje de la Biblia; Isaías 7: 14, dice Isaías: El Señor pues, les dará esta señal: La joven está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel, Dios con nosotros"².

- ¡Emmanuel! ¡El Dios con nosotros!

- Jesucristo, Nuestro Señor. Y por si hubiese alguna duda en este pasaje, ésta debería quedar despejada con la declaración de un ángel del Señor refiriéndose a este capítulo, en San Mateo 1:20-22, José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo², el evangelista continúa: Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa: Dios con nosotros²…

Pepe iba a interrumpir con una expresión pero el padre Ángelo le mantuvo en silencio.

- Y esto es importante. Porque Isaías no dice: la que era Virgen, sino he aquí que una Virgen concebirá. Ninguna mujer virgen puede concebir, a menos que sea una Virgen especial cuyo embarazo no sea dado en el orden natural. Y estas palabras ratifican la Virginidad de la Santísima Madre de Dios, antes, durante y después del parto…

- La Inmaculada Concepción – Pepe Alonso quería hacer más preguntas; pero había tanto de que hablar y el programa estaba llegando a la mitad de su tiempo.

El padre Ángelo asintió. – Una tercera profecía. Miqueas 5:1-2, "Pero tú, Belén Errata, aunque eres la más pequeña entre todos los pueblos de Judá, tú me darás a aquel que debe gobernar a Israel: su origen se pierde en el pasado, en épocas antiguas. Por eso, si Yavé los abandona es sólo por un tiempo, hasta que aquella que debe dar a luz tenga su hijo². Que en otras palabras podríamos explicar: El Mesías ha de nacer en Belén, un pueblo insignificante de Judá; su familia debe estar reducida a la pobreza y la oscuridad antes del momento de su nacimiento; como esto no puede suceder si la teocracia permanece intacta, si la casa de David continúa floreciendo, por ello los entregará hasta el tiempo en que la que ha de parir (María) parirá al Mesías". Y es de este texto que los sacerdotes dicen a Herodes en donde debería nacer el Mesías cuando los reyes de oriente llegaron a preguntar a su palacio.

- Cómo todo está tan bien preparado en el plan de Dios… ¡Es casi imposible creer que algo que parece tan claro, nuestros hermanos separados lo vean de manera distinta! Dios anuncia a su Hijo por medio de los profetas, pero da un lugar a la Madre…

- Cada quien ve que lo que quiere ver – el padre Ángelo alzó los hombros y agachó la cabeza demostrando una clara tristeza. – Hay una cuarta profecía. Jeremías 31, 22, Porque Yavé ha presentado una cosa nueva sobre la tierra: la mujer es la que busca a su marido². Aquí caben distintas interpretaciones, pero los católicos aceptamos la interpretación que da San Atanasio que se basa en las interpretaciones de los padres griegos y que dice: " Dios ha creado algo nuevo en la mujer, aludiendo a que la nueva plantación es Jesucristo, y que lo nuevo creado en la mujer es el cuerpo del Señor, concebido en la mujer virgen sin la participación del hombre…" Son estas cuatro profecías en donde se menciona a María antes del Nuevo Testamento. Si bien no dicen su nombre, es claro que se refieren a ella.

- Y entonces aparecen los Evangelios…

- Efectivamente. Antes del nacimiento de Jesús se nos habla de su genealogía en San Mateo 1: 1-16, en donde al final dice: Jacob fue padre de José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo². Y luego el mismo apóstol relata la confirmación de lo que ya habíamos hablado antes, en donde a José se le aparece, en un sueño, un ángel del Señor que le dice: José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús porque Él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios con nosotros².

- Me imagino la emoción y el miedo al mismo tiempo que debía haber sentido José.

- Sin duda, pero él era un hombre de fe también, y esto lo llevó a cumplir lo que el ángel le había dicho de recibir a María como esposa. San Marcos y San Juan no mencionan nada de la Virgen antes del nacimiento de Jesús; pero San Lucas si lo hace en Lucas 1:26-38, en donde nos narra la anunciación de la siguiente manera: Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo. María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba que significaba tal saludo. Pero el ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que podrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás. María dijo entonces al ángel¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen? Contestó el ángel: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios nada es imposible. Dijo María: Yo soy la servidora del Señor, hágase en mi tal y como has dicho." Después la dejó el ángel².

- Sobre esta parte del Evangelio podríamos hablar todo un programa completo – Pepe levantó la mano con sus notas en dirección del padre.

- Lo sé. Cada frase y cada palabra que el ángel le dice a la Virgen, son dignos de un análisis especial…

- Pero, yo quiero hacerle una pregunta antes de que sigamos adelante en el orden cronológico que llevamos. ¿De donde salen San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen? ¿Y qué podemos conocer de ellos y de ella, antes de lo que nos dicen los Evangelios? Porque cuando llegamos a María en los Evangelios, ella ya es una jovencita entre los doce y catorce años, según dicen algunos…

- Bueno, la historia de San Joaquín y de Santa Ana viene de la tradición, no de los Evangelios; y está sacada de algunos libros apócrifos como el Protoevangelio de Santiago, escrito en el año 150 aproximadamente…

- ¿Qué significa Protoevangelio?

- Evangelio Apócrifo que narra hechos anteriores al nacimiento de Jesús.

- Y ¿Apócrifo?

- Apócrifo significa supuesto o fingido, o falso.

- Entonces ¿son Evangelios falsos? ¿Cómo de algo falso se acepta una verdad?

- Porque no todos ellos son considerados falsos. La iglesia los reconoce como libros que pueden tener verdades pero que desconoce su posible inspiración divina.

- Entiendo. Que bueno que nos lo aclara, porque muchos hablamos de ellos; pero desconocemos realmente lo que son.

- Otros libros son el Evangelio de la Natividad de María, que fue atribuido a San Jerónimo en la edad media, y que quizás haya estado basado en el Protoevangelio de Santiago; y el Pseudos-Mateo que al parecer también estuvo basado en el primero, y que se sitúa en el siglo VII, aproximadamente. Todos ellos libros apócrifos, y como te decía, la iglesia no desprecia toda la información, ya que mucho de estos libros están basados en datos fidedignos que son difíciles de separar; por ello ciertos pasajes han sido aceptados, no dentro de los libros de la Biblia, pero si dentro de la tradición.

- ¿Qué nos narran estos libros sobre nuestra Madre? – Pepe observó sus notas y levantó la mirada hacia el padre.

- Bueno – inició el padre Ángelo muy emocionado sintiendo que entraba cada vez más en la materia que tanto le apasionaba, - Del Evangelio de la Natividad se desprende que María sale del tronco real de la familia de David. Que nació en Nazareth y fue educada en Jerusalén, en el templo del Señor. Su padre se llamaba Joaquín, y su madre Ana. Su familia paterna era de Galilea, de la ciudad de Nazareth, y su familia materna era de Belén. Después podemos encontrar unas diferencias entre el Protoevangelio y el Evangelio de la Natividad con lo que respecta a Joaquín, pero más o menos ambos coinciden en que era un hombre muy rico pero muy sencillo, que aportaba doble en ofrendas, una como expiación de sus faltas que ofrecía a Dios, y la otra para el pueblo. Y sucedió que en una ocasión su ofrenda fue rechazada porque no tenía descendencia por lo que se retiró al desierto a orar, y ayunar. En el Protoevangelio se dice que fueron cuarenta días y cuarenta noches sin comer ni beber hasta que Dios lo visitara. Por otro lado, cuenta la narración del Protoevangelio, que Ana estaba afligida por su marido y lloraba tanto por no haber podido tener un hijo, como por su esposo que lo consideraba perdido. Y le rogó a Dios que le diera descendencia. Mientras esto sucede, en el Evangelio de la Natividad se habla de que Joaquín recibió la visita de un ángel que le decía que no se turbara su vista ni tuviera miedo, y se presenta como el ángel del Señor que ha sido enviado para decirle que Dios ha escuchado sus súplicas, y ha tomado en cuenta la limosna que ha dado. Le dice que Dios es vengador del pecado, pero no de la naturaleza, y le explica que cuando Dios ha cerrado una matriz lo hace para abrirla posteriormente de una manera admirable, y que lo que nace de esta manera no es el fruto de la pasión sino de la Providencia. Y luego le da una serie de ejemplos de milagros similares en el pasado…

- ¿Cómo Sara que permaneció estéril hasta los ochenta años y dio luz a Isaac? – intervino Pepe.

- Y como Raquel que tuvo a José hijo de Jacob, que tenía once hermanos que lo vendieron a unos mercenarios que iban a Egipto; pero eso es otra historia.

Ambos sonrieron sabiendo que el tema se podía extender sobre manera.

- Entonces el ángel continúa diciéndole a Joaquín que su esposa Ana va a tener una niña a la que deberá llamar María, y le dice que esta niña deberá ser consagrada al Señor desde su niñez ya que estará llena del Espíritu Santo desde el vientre de su madre, no comerá ni beberá nada impuro, ni va a vivir en medio de la agitación del mundo, ya que lo hará en el templo. Le hace ver que así como esta niña nacerá milagrosamente debido a la esterilidad de su madre, de igual manera, permaneciendo virgen concebirá al hijo del Altísimo, que será llamado Jesús y será el salvador de todas las naciones. Finalmente, para que él quede convencido de lo que le ha dicho, le dice que como prueba, al llegar a la Puerta Dorada de Jerusalén, va a encontrar a Ana, su esposa, feliz de volverlo a ver. Dicho esto, el ángel se separó de Joaquín. Posteriormente en ambos libros se narra que otro ángel se le apareció a Ana y le anunció lo que había sucedido con su esposo y la promesa que había recibido de Dios, en el que le decía que quedaría embarazada y que para que se diera cuenta de que todo lo dicho era verdad debía salir al encuentro de su esposo.

- ¿De esto no habla también la Beata Ana Catalina Emmerick?

- Sí, si lo hace, aunque hay diferencias con los otros escritos. A eso iba, pero no sabía en que momento tocar el tema, porque no quiero alargarlo…

Pepe revisó su reloj. – Aún nos queda algo de tiempo.

- Una de las diferencias es que Ana Catalina, menciona que hubo otra María que fue educada con los abuelos, y entre el nacimiento de la primera María y la segunda María, la Madre de Cristo, hay un distanciamiento entre los esposos que posteriormente se vuelven a unir y entonces sucede lo que ya mencioné anteriormente, aunque en estas narraciones continúan ciertas diferencias; por ejemplo, Ana Catalina habla de que Joaquín estuvo cinco meses fuera de su casa en el monte Hebrón, mientras que los apócrifos, como lo comenté antes, narran que estuvo en penitencia por cuarenta días, uno dice que en el desierto y otro junto a sus pastores… Pero bueno, al final lo que queda claro es que hubo una separación entre los dos, y todos coinciden en que hubo un ángel que se apareció a Joaquín y otro a Ana con la promesa de que ella quedaría embarazada, y de que tendrían por hija a una niña llamada María.

- Todo esto que nos narra, padre, es formidable y es una lástima que se conozca tan poco…

- Si es formidable, y sería bueno que los laicos católicos y los cristianos en general, conocieran un poco más de lo que hay escrito sobre Nuestra Madre; sin embargo, lo que la Iglesia nos enseña debería ser suficiente. Porque gracias a lo que está en los Evangelios y de lo que habla la tradición hemos conocido y entendido el significado de la Inmaculada Concepción; y no requerimos nada más para entender la importancia de Nuestra Madre en Nuestras Vidas.

- Es cierto – Pepe asintió con un movimiento de su cabeza.

- La Beata Ana continúa una narración de hechos en el templo, cuando Joaquín está en oración en donde al parecer Dios le revela su plan divino, y él puede ver los sucesos desde la creación hasta la redención en una esfera que le muestra un ángel. Ana lo narra como si todo aquello le hubiese sido revelado a ella también. Hay una parte muy hermosa en la que la Beata se refiere a nuestra Señora donde menciona que entre las imágenes que contempló en la esfera luminosa había muchas contenidas en las letanías de la Virgen, y esto le ayudó para compararlas, comprenderlas y considerarlas con profunda veneración a la hora de recitarlas. Tanto la Beata como los libros apócrifos hablan entonces de que Joaquín y Ana se encontraron en el lugar que les habían dicho los ángeles y que a los nueve meses Ana dio a luz. En el Evangelio de la Natividad Ana le pregunta a la partera sobre el sexo del bebé que ha concebido, y al recibir la respuesta de que ha sido una niña, Ana se muestra agradecida con Dios por ese glorioso día. Acuesta a la niña en su cama y espera que transcurran los días legales. Ana se lava, amamanta a la niña y le pone por nombre María. Cuentan estos libros, con algunas variantes, que María fue llevada al Templo a los tres años y puesto que había sido consagrada a Dios, allí se quedó para mantenerse alejada del mundo viviendo con las demás vírgenes. Hay una descripción muy bella de la Beata Ana sobre momentos que pasaba la Virgen en el templo. Por ejemplo menciona haber visto a María en un estado de éxtasis y oración continuos. Decía que le pareciese como si su alma no estuviera en la tierra y a menudo recibiese consuelos celestiales. La veía suspirar continuamente por el cumplimiento de la promesa y en su humildad, apenas y consideraba el deseo de ser la última de las criadas del Señor. Tenía una maestra que la cuidaba, de nombre Noemí, hermana de la madre de Lázaro, que tenía unos cincuenta años y que pertenecía a la sociedad de los esenios. Menciona Ana que María aprendió de ella a trabajar en el templo, limpiaba las ropas y los vasos manchados con la sangre de los sacrificios, repartía y preparaba pedazos de carne de las víctimas reservadas a los sacerdotes y a las mujeres. Poco tiempo después se ocupó de los quehaceres domésticos. Y fue hasta entre los doce y los catorce años, doce según el Protoevangelio, y catorce según el Evangelio de la Natividad y según la Beata Ana; que los sacerdotes decidieron que debía tener marido, y determinaron llamar a todos los hombres del pueblo que pudieran casarse, según Dios se los había ordenado. Para entonces María había hecho su promesa de dar su virginidad al Señor, por lo que ella no quería casarse.

- ¡Oh, Dios! El tiempo se nos acaba y yo quisiera ya empezar el segundo programa…

- ¡Lo sé, lo sé! Yo jamás me canso de hablar de nuestra Señora; pero para no dejar incompleto el tema, voy a tocar los últimos puntos externos al Evangelio, que hablan sobre como María fue a dar a la casa de José.

- Adelante, padre. Lo escuchamos.

- Los hombres debían llevar una vara, y la virgen se casaría con el que su vara floreara y en cuya base el Espíritu del Señor reposase en forma de paloma. Cuando José tomó su vara esta floreó y una paloma se postró en su base, y todos estuvieron de acuerdo que José debía tomar a María por esposa.

- ¡Que grande es Nuestro Dios! Como va poniendo todas las cosas en el camino de las personas; y siempre siguiendo su propio plan.

El padre Ángelo asintió con la cabeza.

- Padre, quiero agradecerle que nos haya acompañado en el programa, y lo esperamos para el siguiente; para que continúe su narración sobre la historia de Nuestra Madre Santísima.

- No hay nada que agradecer. Me encanta hablar de María y podría hacerlo por horas y horas. Muchas gracias por haberme recibido en tu programa.

- ¿Nos da la bendición? – Pepe se hizo hacia atrás y cerró los ojos dispuesto a escuchar.

- ¡Que él Señor los bendiga a todos! – el padre Ángelo alzó la mano hacía la cámara. – En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo… - e hizo la señal de la cruz.

- ¡Amén! – exclamó Pepe. – Padre Ángelo, nuevamente gracias por su visita.

La música sonó en el foro y la cortinilla de Nuestra Fe en Vivo entró para cerrar el programa.

INDICE

Dedicatoria:

Prólogo:

CAPÍTULO I - María en el Evangelio – Parte I

CAPÍTULO II - María en el Evangelio – Parte II

CAPÍTULO III - María en el Apocalipsis y las Primeras Apariciones

CAPÍTULO IV - Apariciones Marianas desde la Salette hasta San Nicolás

CAPÍTULO V - Se desata la violencia

CAPÍTULO VI - La caída de un grande

CAPÍTULO VII - La situación se complica

CAPÍTULO VIII - Buscando una Solución

CAPÍTULO IX - La Iglesia Católica

CAPÍTULO X - La Gran Revelación

CAPÍTULO XI - Todo se viene abajo

CAPÍTULO XII - Tocando fondo

CAPÍTULO XIII - Una verdad más al descubierto

CAPÍTULO XIV - El primer encuentro

CAPÍTULO XV - Satanás

CAPÍTULO XVI - Primera entrevista

CAPÍTULO XVII - Segunda entrevista

CAPÍTULO XVIII - Tercera entrevista

CAPÍTULO XIX - Cuarta Entrevista

CAPÍTULO XX - Quinta entrevista

CAPÍTULO XXI - Última entrevista

CAPÍTULO XXII - Desenlace

CAPÍTULO XXIII - Epílogo

Bibliografía:

CAPITULO I

María en el Evangelio – Parte I

En el norte de la República Mexicana, en la ciudad de Reynosa, la alarma se había prendido en una de sus avenidas principales a eso de las dos de la tarde. Cuatro camionetas blindadas habían rociado de balas a una camioneta tipo van con placas americanas ante la mirada atónita y llena de pánico de muchos transeuntes que sin pensarlo, y casi como un reflejo, se habían lanzado al suelo con las manos sobre la cabeza.

Los disparos sobre la camioneta habían alcanzado al conductor provocando que ésta se impactara contra el muro de un restaurante lleno de personas, que entre gritos se alejaron del lugar lo más pronto posible.

Los sicarios dieron vuelta en U y volvieron a rociar de balas la camioneta de manera que estuvieran seguros de que nadie saldría vivo de ella. Algunos de los civiles, cercanos al incidente, cayeron al suelo con heridas y hemorragias; pero nadie podía ocuparse de ellos en ese momento. Dentro de los heridos había niños y adultos. Era claro que la intención era matar a los que estuvieran en el interior de la camioneta sin importar el costo de vidas adicionales que se llevaran en el operativo.

La camioneta volvió a dar una vuelta en U y se alejó a toda prisa

En la ciudad de México cinco jóvenes, menores de edad, caminaban por las sombras de un callejón apenas iluminado por la luz de la luna. Al fondo, recargado en una de las paredes, los esperaba un hombre de unos treinta y cinco años, acompañado de otros dos, un poco menores a él.

- ¡Ya era hora! – exclamó el de mayor edad, enderezándose para enfrentar a los cinco muchachos.

Los otros dos que le acompañaban le siguieron uno a cada lado.

- Hay policías en la zona – respondió uno de los jóvenes. – No podíamos arriesgarnos.

El de mayor edad sonrió y se detuvo esperando a que los cinco chicos se acercaran a él a menos de un metro.

Se sentía una gran tensión entre los cinco jóvenes, aunque no así en los otros tres.

- ¿Tienes el dinero? – el hombre de mayor edad se dirigió hacia el que había hablado de los cinco.

El joven hizo una seña a uno de sus acompañantes y éste sacó un paquete envuelto en una bolsa de papel, la cual le entregó al que se dirigía al de mayor edad.

El muchacho desenvolvió el paquete y sacó un fajo de billetes de quinientos pesos el cual puso sobre las palmas del hombre de mayor edad.

- ¡Eres bueno! Si tan solo te decidieras a venir con nosotros…

El joven que parecía dirigir a los otros cuatro lo negó con la cabeza.

- Tendrías mucho más dinero…

El joven volvió a negar con la cabeza.

El de mayor edad sonrió. Entregó el fajo de billetes al hombre de su derecha y luego volteó hacia el de su izquierda quien inmediatamente abrió una bolsa de plástico hacia él. Entonces éste introdujo su mano derecha y sacó un paquete con varias pastillas en su interior, y se lo entregó al joven frente a él.

- Deben ser cinco… - explicó el joven, y tomando el paquete se lo entregó a uno de los que le acompañaban.

El muchacho tomó el paquete, se lo colocó en la bolsa del pantalón y salió a toda prisa de aquel lugar.

Uno a uno los muchachos jóvenes fueron recogiendo los paquetes y desapareciendo hasta que ya únicamente quedó el chico que era el único que había hablado, y que permanecía frente al de mayor edad.

- ¡Cinco! – exclamó el de mayor edad.

El joven tomó el paquete y lo metió debajo de su playera.

- En verdad eres bueno. Eres uno de nuestros mejores distribuidores. Cauteloso e inteligente. Deberías aceptar el puesto que te damos y entrar a las grandes ligas…

- No por ahora – respondió el joven y dando media vuelta caminó fuera del callejón tratando de no levantar sospechas. Delante de él una patrulla hizo sonar su sirena, pero fue únicamente como para advertir su presencia, porque siguió adelante en silencio y con la torreta encendida. El muchacho regresó su mirada al callejón y ya no pudo ver a nadie, los tres hombres con los que había estado se habían esfumado. Puso sus manos en las bolsas del pantalón y caminó por entre las sombras de la calle procurando evitar que alguien lo pudiera reconocer.

- ¿Y bien? – preguntó Diego Reyes extendiendo sus manos hacia los lados en dirección de la señorita Julieta Martínez que bajaba las escaleras de una de las más importantes televisoras de la República Mexicana.

Diego Reyes era un periodista de campo cercano a los cincuenta años de edad. De cuerpo bien formado y robusto, gracias a lo bien ejercitado que lo había mantenido. De piel morena, cara redonda, cejas bien pobladas, ojos grisáceos y cabello comenzándose a teñir de blanco. Era extrovertido, atrevido e inteligente. Aunque de joven había sido impetuoso e irresponsable, la edad lo había hecho cauteloso, sin mostrar ningún tipo de miedo para exponer sus puntos de vista, ya que en su estrategia de trabajo siempre tenía un as bajo la manga que lo mantenía libre de cualquier peligro. Se había unido en matrimonio civil con una excolega de la cadena, una joven comentarista de noticias Katia Morales, con quien había tenido dos hijos, Alejandro y Cecilia; pero las cosas entre ambos no habían ido bien y la separación no fue algo en lo que ambos dudaran. Ella guardó la custodia de los hijos y se dedicó a dar clases de comunicación en la UNAM, mientras que él se dedicó a realizar su profesión y a vivir una vida disipada. No se había vuelto a casar y pasaba de una relación a otra sin el mayor miramiento. Su ambición era llegar a tener su propio programa de televisión y para ello había presentado su propuesta a la nueva productora Julieta.

Julieta era una mujer de poco más de treinta años. Muy bonita físicamente. Alta, de cuerpo atlético, cabello castaño y cejas semipobladas, y un busto digno de una modelo. Muy inteligente y audaz, sin miedo al fracaso su mente siempre estaba viendo hacia un futuro halagador. Su mayor interés era su éxito profesional y no tenía ningún problema para provocar una zancadilla a quien se le atravesase en el camino. Aunque tenía poco tiempo de haber entrado a la cadena, no le faltaba experiencia. Vestida con una chaqueta de piel y unos jeans de color azul marino levantó las manos hacia Diego con un fólder en la mano. - ¡Tenemos la aprobación!

- ¡Excelente! – Diego tomó a Julieta por la cintura y la jaló hacia él. – Vas a ver que nos va a ir de maravilla… - aproximó sus labios a los de ella.

- Más nos vale, porque están en juego nuestros trabajos – ella le miró de forma desafiante.

- No hay de que preocuparse. Con los contactos que tengo haremos de nuestro programa el más visto en todo México… Y en muchas partes del mundo – sonrió al momento que besaba los labios de Julieta.

Julieta miró a Diego con alegría y le devolvió el beso.

- ¿Nos vamos a festejar? – Diego giró a manera de que Julieta le quedó por un costado.

- Por supuesto – respondió ella con una gran sonrisa.

- ¡Champagne! – Diego caminó con dos copas en la mano hacia la sala de su departamento.

Julieta sonrió desde su lugar en el sillón, y tomó una de las copas. - ¿No tenías que haber ido hoy a recoger a tus hijos?

- ¡Hoy no! – Diego se sentó juntó a Julieta y la besó en los labios.

El departamento de Diego era amplio y bastante lujoso. Con una sala capaz de albergar a unas veinte personas, con una chimenea al centro, a lado de un televisor.

- ¿No me dijiste que los veías los fines de semana, cada quince días? – Julieta se hizo hacia atrás tratando de crear algo de espacio.

- Si, lo sé. Y esta semana me tocaba recogerlos, pero no voy a perder mi tiempo con ellos, cuando puedo festejar contigo… He trabajado mucho por esto durante años, y quiero celebrarlo.

Julieta sonrió y se dejó besar una vez más.

- ¿Cuánto me van a pagar?

- Cincuenta mil al mes – respondió Julieta entre besos.

- Mmmm… Por un programa a la semana. ¡No está mal! Pero, podría ser mejor.

- ¿Mejor? – exclamó Julieta con una sonrisa nerviosa.

- Ellos saben lo que tienen… Soy un hombre con muchas fuentes, y lo que va a salir en nuestro programa será candente, pero bien fundamentado – Diego se hizo hacia atrás y observó a Julieta tomar un gran trago de su copa. – Pronto tendrán que pagarme al menos diez veces más…

Julieta sonrió y dejó escapar una risa nerviosa.

- ¿Y tú…? ¿Vas a ganar mucho más? – Diego apuntó con su copa a Julieta y de un solo trago se terminó su champagne.

Julieta observó a Diego con malicia y con gran intriga. Ambos habían preparado la propuesta para el programa, y ella sabía que él era el hombre indicado para sus propias ambiciones; pero ahora se daba cuenta de que él no le había dicho todo, se había guardado una buena parte, quizás la mejor. - ¿Nos vamos a meter en problemas?

- ¡Oh, si! ¡Muchos problemas! – sonrió Diego. – Pero te aseguro que va a valer la pena…

Julieta dejó su copa sobre la mesita de centro de la sala y quitándose la chaqueta se recostó en el sofá.

Diego sonrió. Puso su copa junto a la de Julieta, y acercándose a ella se dispuso a besarla.

Julieta se enderezó. Metió sus manos debajo de la camisa de Diego y levantándola obligó a Diego a alzar sus brazos para retirarla de su cuerpo, mostrando su bien formados y ejercitados pecho y pectorales. Julieta acarició el pecho de Diego y luego se volvió a recostar.

Diego dejó caer su cuerpo sobre el de ella y la besó.

La cortinilla del programa Nuestra Fe en Vivo se dejó ver en las pantallas de las personas que sintonizaban la EWTN. - Un saludo en el nombre del Señor. Bienvenidos a su programa Nuestra Fe en Vivo… - sus ojos se desviaron de la cámara hacia su lado derecho por unos instantes para luego dirigirlos de nuevo a los espectadores como lo había hecho la semana anterior. – Hoy tenemos un gran programa, tan bueno o mejor que el de la semana pasada. Ustedes ya saben quien es nuestro invitado porque estuvo aquí con nosotros hablándonos sobre nuestra Madre, la Virgen María Santísima. El padre Ángelo Antonelli – extendió sus brazos hacia la derecha y la cámara los siguió mientras se abría a manera de que tanto el padre como Pepe quedaran enmarcados en la imagen siguiendo la secuencia acostumbrada.

- Mucha gracias, Pepe. Es un gusto para mi poder seguir compartiendo contigo y tu amable público estos momentos – respondió el padre Ángelo con su acostumbrada sonrisa, lo que parecía demostrar que no tenían ningún tipo de miedo escénico.

- Bueno, padre. Antes de empezar nuestro programa en donde nos quedamos quisiera que nos guiara en la oración a nuestra Madre – Pepe unió sus manos en el pecho y descansó su cabeza en ellas, cerrando sus ojos, y esperando a que el padre iniciara la oración.

El padre Ángelo hizo un gesto de asentimiento y levantó su mano derecha para persignarse. - En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. – se llevó las manos al pecho y cerrando los ojos continuó. - Madre nuestra, puerta del Cielo, Estrella de la Mañana, ruega por nosotros y llévanos a tú Hijo.

- ¡Amen! – respondió Pepe.

- Dios te Salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo y bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte amén. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo – el Padre bendijo a los televidentes a través de la cámara y abriendo los ojos observó a Pepe.

- Gracias, padre – Pepe levantó la mirada hacia la cámara que le enfocaba. – Ya no puedo esperar más a que nos siga hablando sobre nuestra Madre. Yo he pensado mucho en sus palabras cuando nos decía de que no era importante lo que decían los libros Apócrifos sobre la Virgen, porque teníamos lo que necesitábamos de ella en los Evangelios y en la tradición, y estoy de acuerdo con usted; pero que les diría a aquellos que nos han escrito y que piensan que se deberían revisar y considerar incluir en la Biblia – Pepe se recargó en su sillón dispuesto ha escuchar.

- Bueno, es que si revisamos estos libros, incluyendo el de la Beata Ana, hay cosas muy hermosas que podrían ser producto de la imaginación más allá de una verdad. Los seres humanos tendemos a ello, a magnificar o minimizar una situación. Si no existiesen estos libros, de todas formas nosotros podríamos imaginar quien era María, por lo escrito en los Evangelios en donde se habla de su humildad y su vocación a la contemplación. Tal y como la encontró el ángel el día de la anunciación, y tal y como le respondió al ángel ese mismo día. Basta recordar las palabras del ángel a María ese día: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»². Y aquí vamos a desmenuzar todas y cada una de las palabras. Primero el ángel la felicita: ¡Alégrate María! ¡Regocíjate! ¡Siéntete dichosa! Es decir, ¡No des cabida a la tristeza! ¡No te turbes!...

- Es que en ese momento el ángel sabía el anuncio que iba a dar… - Pepe intervino.

- Y sin duda el ángel también le estaba anunciando que todos en el cielo también estaban contentos. Llena de gracia… El Espíritu Santo es el dador de gracia – el padre abrió sus manos como si dibujara una inmensa esfera frente a él.

- ¡Llena del Espíritu Santo! – Pepe asintió con la cabeza.

- ¡Así es! – sonrió complacido el padre Ángelo. – Y para reafirmarlo todavía le dice que Dios está con ella – hizo una pausa. – Cuando nuestros hermanos separados dicen que no deberíamos rezar a nuestra madre, quisiera que profundizaran más en estas tres palabras del ángel: Llena de gracia. Dice Santo Tomás de Aquino, que: antiguamente la superioridad de los ángeles sobre los hombres era una cosa muy importante, y para los hombres era un honor soberano el venerarlos; aclaro no adorarlos, venerarlos; algo muy distinto. Por esto está escrito en alabanzas de Abraham, que ha dado a los ángeles la hospitalidad, y les dio reverencia. Pero que un ángel se incline ante un hombre, es cosa nueva, antes de que uno de ellos hubiera saludado a la Santísima Virgen, diciendo: ¡Salve!. No era apropiado que el ángel reverenciara al hombre, hasta que fue encontrado en la naturaleza humana alguien superior a un ángel y esta criatura era la Santísima Virgen. La Santísima Virgen ha superado a los ángeles por la plenitud de la gracia, mayor en la Santísima Virgen que en cualquier ángel, y es de destacar que el ángel le dio reverencia, diciendo: llena de gracia, como si dijera: te venero, porque llevas contigo la plenitud de la gracia. Prepondera también en familiaridad con Dios sobre los ángeles, y para enseñarlo a los ángeles le dice: El Señor está contigo como si dijera, te venero porque eres más cercana de Dios que yo, pues el Señor está contigo. La Santísima Virgen, en tercer lugar, es mayor que los ángeles en pureza; no sólo era pura en sí misma, sino que ha dado aún a los demás la pureza.

- Digno de meditar estas palabras de Santo Tomás.

- Dios no requería del hombre para existir… - continuó el Padre Antonelli.

Pepe se quedó un poco turbado y sorprendido por el cambio tan repentino en el giro de la conversación.

- Pero lo creó junto a toda la creación, de la nada los creo – el padre Ángelo hizo una pausa y observó con cuidado el rostro de Pepe. – Ya que Él tenía y tiene su plan, que quizás nosotros nunca entendamos hasta que Él nos abra el entendimiento. De la misma manera no necesitaba de María para enviarnos a su Hijo al mundo siendo Él todo poderoso.

Pepe se llevó su mano derecha al mentón y recargó su codo en el pecho siguiendo las explicaciones del padre.

- Él pudo haberlo hecho de la nada, en carne y hueso de 30 años de edad para que iniciara su vida pública… No necesitaba de María para enviar a su Hijo. Si de la nada creo el cielo, la tierra, el Universo, los animales y al hombre… ¿No podía haber hecho esto con su Hijo?

Pepe asintió con un movimiento afirmativo de su cabeza.

- ¡Por supuesto que sí! – el padre Ángelo hace una pausa llenó de energía, como si todas las ideas se le vinieran de golpe a la cabeza. – Pero una vez más Dios nos sorprende porque en su plan divino decide ayudarse de las debilidades del hombre y crea a una mujer, sin mancha, completamente entregada a Dios, para formar en ella el cuerpo de su Hijo. Si Dios la preparó y la cuidó de toda culpa, ¿no sería que también tenía, dentro de su plan de salvación para los hombres, un papel para Ella más allá que el de ser la mujer que iba a cuidar a su Hijo mientras crecía?

- ¡Claro que sí! – Pepe dejó escapar una sonrisa de admiración.

- María se turba con las palabras del ángel y no entiende el significado del saludo lo cual significa que ella vive su naturaleza humana, pero también vive su fe divina, puesto que no se turba por su presencia sino por sus palabras. El ángel ve en el corazón de María la preocupación de no entender que es lo que se le está diciendo y así la consuela: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de y su reinado no determinará jamás»². Y el ángel le explica en pocas palabras que ella va a ser madre del Mesías tan esperado, por su pueblo, por sus padres y por Ella misma. Y Ella en su humanidad, porque no es Dios, para los que dicen que los católicos adoramos a la Virgen, pensando como pensaría cualquier mortal pregunta «¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?»². No duda en la capacidad de Dios, pero cuestiona lo que no entiende. Porque nadie antes que Ella ha concebido sin la ayuda del varón. Muy diferente a Zacarías cuando le es anunciado el embarazo de San Juan Bautista diciendo: ¿Quién me lo puede asegurar? Yo ya soy viejo y mi esposa también.² Zacarías antepone las limitaciones humanas, siendo que en la historia de la humanidad ya Dios había demostrado que personas de gran edad podían tener hijos…

- Como en los casos que mencionamos en el programa anterior de Sara y Raquel.

- Así es. Pero en María, ella sabe que todo es posible para Dios; pero quizás se sentía triste porque había hecho voto de castidad entregando su virginidad a Dios y ahora se le decía que sería madre. Nunca nadie en la historia ha sido Virgen y Madre, ¿Cómo podía Ella imaginar que Dios mismo engendraría a su Hijo en su vientre sin la participación de otro hombre?

- Era una pregunta obvia – asintió Pepe.

- Por supuesto que lo era y lo sigue siendo. Y entonces el ángel le explica a María con detalle: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en

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