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De Nietzsche a Mourinho. Guía filosófica para tiempos de crisis
De Nietzsche a Mourinho. Guía filosófica para tiempos de crisis
De Nietzsche a Mourinho. Guía filosófica para tiempos de crisis
Libro electrónico232 páginas3 horas

De Nietzsche a Mourinho. Guía filosófica para tiempos de crisis

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La Asociación de Revistas de Cómics de América tiene entre sus reglas que "los criminales no deberán ser presentados con aspecto glamouroso ni deberán ocupar una posición que cree entre los lectores el deseo de emulación". Pero en ocasiones los guionistas se rebelan y tanto en los cómics como en el cine introducen a malvados, criminales, supervillanos varios que le ganan la escena al bueno de turno. Por ejemplo: Darth Vader o Hannibal Lecter. En la vida real, y tras la desaparición de Bin Laden, solo queda un ejemplar de humano que pueda suscitar el odio y la animadversión de las almas bellas: José Mourinho.// Este libro desgrana el atractivo que despierta Mourinho tanto en admiradores como en detractores, en los que le aman y los que le detestan, desde una perspectiva que va más allá de lo estrictamente deportivo, analizando su figura en relación a todos aquellos que han propuesto desafíos conceptuales y morales al statu quo imperante, desde Aristóteles a Nietzsche o los grandes maestros de la estrategia militar, de Sun Tzu a Clausewitz. Porque, a la postre, ¿qué es el fútbol sino la continuación de la guerra por otros medios? ------------------------------------------------------------------ "De Nietzsche a Mourinho. Guía filosófica para tiempos de crisis" acerca la Filosofía al lector medio a partir de un personaje sobradamente conocido del contexto actual, demostrando -incluso a los escépticos- que los postulados de los más eminentes pensadores pueden rastrearse en nuestra realidad cotidiana más prosaica, y que cabe extraer de esa observación consecuencias prácticas al tiempo que estimulantes en el plano intelectual. Santiago Navajas, que ya brindó una obra marcadamente original con su "Manual de Filosofía en la pequeña pantalla" (Berenice, 2011), lleva aquí a término un incisivo análisis en el que se dan cita desde Maquiavelo a los estudios antropológicos de Bailey en su disección del poder, o los sociológicos de Weber, junto con polémicas periodísticas aún candentes o declaraciones del propio Mourinho. Un libro decididamente inusual, polémico a veces, pero de indudable enjundia y sólido aparato crítico, que sorprenderá a los aficionados de uno u otro equipo (y a los que no lo son) por la frescura y hondura de sus planteamientos.
IdiomaEspañol
EditorialLid Editorial
Fecha de lanzamiento30 oct 2020
ISBN9788415441335
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    De Nietzsche a Mourinho. Guía filosófica para tiempos de crisis - Navajas

    Título

    Santiago Navajas

    De Nietzsche

    a Mourinho

    Guía filosófica para tiempos de crisis

    ¿Qué es el fútbol sino la continuación

    de la guerra por otros medios?

    «Miren mi corte de pelo. ¡Estoy listo para la guerra!».

    José Mourinho, uno de esos días

    Créditos

    © Santiago Navajas Gómez de Aranda, 2012

    © Editorial Berenice, S.L., 2012

    www.editorialberenice.com

    Primera edición en digital: julio, 2013

    Editor: Javier Ortega

    Conversión a epub: Óscar Córdoba

    ISBN: 978-84-15441-33-5

    No se permite la reproducción, almacenamiento o transmisión total o parcial de este libro sin la autorización previa y por escrito del editor. Todos los derechos reservados.

    Introducción

    «Han empezado 90 minutos del deporte más hermoso del mundo».

    Luis Omar Tapia, cronista futbolístico en Fox Sports

    «¿Por qué?»¹

    Google ofrece los siguientes resultados cuando tecleas «¿Por qué?»

    «¿Por qué la duplicación del adn se realiza de forma continua en una cadena y discontinua en la otra?

    ¿Por qué se dispersa la luz blanca al atravesar un prisma_explica brevemente este fenómeno?

    ¿Por qué algunos estudiantes experimentan problemas de conducta?

    ¿Por qué Mourinho?

    ¿Por qué llueve»?

    ¡Qué intuición la de Google! Porque no hay duda de que la luz blanca madridista se ha descompuesto al pasar por el prisma de Mourinho, que ya de joven experimentaba ciertos problemas de conducta que le llevaron a, por ejemplo, enfrentarse a su profesor de Matemáticas. Además, el hombre más poderoso actualmente del madridismo cada vez que abre la boca no es que haga llover, es que desencadena tormentas, tsunamis y diluvios universales. Hay quien sostiene incluso que el portugués es un mutante, al estilo del Magneto los X-Men, con el ADN formando una espiral especialmente retorcida.

    Al parecer la Asociación de Revistas de Cómics de América tiene entre sus reglas que «Los criminales no deberán ser presentados con aspecto glamuroso ni deberán ocupar una posición que cree entre los lectores el deseo de emulación». Pero en ocasiones los guionistas se rebelan contra esta pacata imposición y tanto en los cómics como en el cine cuelan a malvados, criminales, insanos, supervillanos varios, que le ganan la escena al bueno de turno. Darth Vader o Hannibal Lecter son los dos ejemplos paradigmáticos de la encarnación del Mal en el mundo de la ficción. En la vida real, y tras la desaparición de Bin Laden, solo queda un ejemplar de humano que pueda suscitar el odio y la animadversión de las almas bellas²: José Mourinho.

    El entrenador portugués reúne en su persona dos características cuya conjunción no se perdona fácilmente en una sociedad que ha hecho de la humildad y la solidaridad los valores fundamentales: la valía profesional por un lado y lo que Aristóteles llamaba magnanimidad³:

    «El magnánimo parece ser el hombre que se siente digno de las cosas más grandes, y lo es en efecto»

    Porque lo que está llevando a cabo Mourinho es nada menos que un conflicto entre maneras de entender la virtud. Y es que las virtudes se definen en relación a una meta, un fin, un objetivo. En este caso, ¿cuál es la meta de un entrenador de futbol profesional? Evidentemente, la victoria. Y para conseguir dicho fin, la victoria, tendrá que emplear todos los medios a su alcance, combinándolos de la manera más pragmática posible.

    Desde un punto de vista aristotélico no cabe duda de que Mourinho es un entrenador ejemplar. Por supuesto a Aristóteles no le hubieran caído bien, desde su perspectiva moral, ni Jesús de Nazaret, ni San Pablo ni, mucho menos, Guardiola, la aparente antítesis mourinhista, ese compendio de virtudes cristianas (fe, esperanza, caridad, humildad). Por el contrario, Mourinho responde a lo que Aristóteles llamaba «hombre de alma noble» que «pretende mucho y merece mucho» ya que reclamar menos de lo que se merece es un vicio, de la misma forma en que lo es un exceso en las pretensiones. En el modelo sumamente soberbio de Aristóteles (que retomaría Ayn Rand en su ética individualista y egoísta reflejada en novelas como El manantial) el «hombre noble» expresa sus opiniones sin temores ni parcialidades porque, en palabras de uno de sus mejores intérpretes, Alasdair MacIntyre:

    «Tiene una pobre opinión de los demás y no se preocupa por disimular su opinión»

    Aristóteles no atribuye al «alma noble» ningún sentimiento de su propia falibilidad en la medida en que lo concibe como carente de defectos. Las actitudes características del hombre de «alma noble» exigen una sociedad de superiores e inferiores en la que pueda exhibir su particular condescendencia, por lo que se basta a sí mismo y es independiente hasta la prepotencia. No da importancia a nada y solo comete un agravio intencionadamente. En el mejor de los casos, es un arrogante y condescendiente caballero inglés con trazas de esclavista portugués. En el peor, un pedante presumido.

    Los aficionados del Real Madrid se han visto, por tanto, sometidos a un desafío sobre la estructura moral de su club: o bien plegarse a la añeja noción de «señorío cristiano», una especie de templarios avant la lettre, de monjes soldados, tal y como viene reflejado en su himno

    «¡Hala Madrid! ¡Hala Madrid! Noble y bélico adalid, caballero del honor. A triunfar en buena lid, defendiendo tu color. Enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano, sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano.»

    o bien adherirse a la tradición chulesca y soberbia, aristocrática y elitista, que arranca de Di Stéfano y llega hasta la Quinta del Buitre pasando por Benito, Juanito, Stielike o Hugo Sánchez. Florentino Pérez, que jugaba a la serenidad mayestática, parece que se ha rendido al plebiscito ganado por su entrenador. O bien puede ser que sea un maquiavélico estratega al estilo de aquel al que cantaba Julio Iglesias

    «Soy un truhán, soy un señor»

    según sople el viento populista siguiendo la máxima «Vox populi, vox Dei».

    Por otra parte, Isaiah Berlin distinguía entre pensadores «erizo» y «zorro». Siguiendo a Arquíloco, que había establecido que «Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola, y grande», el filósofo liberal habría categorizado a Guardiola como un erizo porque posee una visión central, sistematizada, del fútbol; un principio ordenador en función del cual tienen sentido y se ensamblan los acontecimientos futbolísticos. Por el contrario, Mourinho sería más bien un zorro en cuanto que tiene una visión múltiple de su deporte y de los futbolistas, en la que el juego es una compleja diversidad donde todo es tumultuoso y caótico. Por lo que en lugar de tratar de someterlo a un orden artificial de lo que se trata es de surfear el caos. Incluso provocándolo, para de esta manera domeñar la gran ola que todo lo arrasa.

    Mientras que Guardiola todavía tiene que demostrar que sabe jugar de otro modo en que lo hace, cuando los jugadores no tengan las características específicas de lo que ha venido en llamarse «jugones» (como le sucede a su jugador paradigmático, Messi, que no alcanzado la excelencia fuera de la incubadora futbolística del Camp Nou), Mourinho ha demostrado su polivalencia, adaptándose a las circunstancias y los diferentes escenarios sin perder, eso sí, su sello particular.

    En «El protegido», la gran obra de Night Shyamalan, el malvado criminal interpretado por Samuel L. Jackson le explicaba al superhéroe, a su pesar, encarnado por Bruce Willis que

    «La auténtica razón de existir de un supervillano es sacar a la luz a un superhéroe»

    Y viceversa. Porque el deporte o es competición o no es nada, ya que la gracia reside precisamente en que simboliza la dinámica contradictoria de la realidad. «La contienda está en el origen de todas las cosas» sentenció Heráclito. Al menos, de las cosas grandes. Así los duelos entre Senna y Prost, Borg y McEnroe, los Lakers y los Celtics… en los que siempre un polo de la pareja de opuestos representaba el papel luminoso y alegre de Apolo mientras que el otro polo estaba monopolizado por la dimensión pasional y oscura de Dionisios (los dos dioses griegos del arte según Nietzsche). En este caso, el equipo que juega de oscuro tiene el corazón más blanco. Y al revés por lo que afecta al Madrid, en el que algún día es posible que veamos a Mourinho disfrazado de Darth Vader y a todos los aficionados madridistas vestidos con la armadura blanca de la infantería imperial del Emperador Palpatine.

    Mourinho ha llevado a su más perfilada performance la máxima, en estos tiempos mediáticos, de que aunque hablen mal lo importante es que se hable. Salvador Dalí y Andy Warhol, «enfants terribles» como él, lo retratarían porque es el personaje con mayor impacto mundial en el deporte. Por encima de cualquiera, el técnico luso tiene una capacidad de atracción, de generación de energías y de disputas, de capacidad de marcar tendencias, como ningún otro en su puesto.

    Mientras, los aficionados puros del fútbol disfrutaremos de esta tensión de rango mitológico entre los dos más grandes clubes y los dos más soberbios entrenadores en esta guerra de las galaxias futbolísticas. Como si fueran la reencarnación de Platón y Aristóteles saliendo de la Academia tal y como los pintó Rafael, Guardiola y Mourinho discuten sobre la esencia del fútbol, una de las infinitas maneras en que se presenta la realidad. Radio Futura presintió su duelo enredado y obsesivo⁴:

    «Han caído los dos cual soldados fulminados al suelo

    y ahora están atrapados los dos en la misma prisión

    vigilados por el ojo incansable del deseo voraz

    sometidos a una insoportable tensión de silencio.

    Han caído los dos bajo el punto de vista exclusivo

    iniciando una guerra en que nadie pudo vencer jamás

    ella sabe lo que el hombre espera sin haberlo aprendido

    y él encuentra un sentido al enigma que no le dejaba existir.

    Antes eran dos barcos sin rumbo

    hoy son dos marionetas que van

    persiguiendo una luz cegadora

    por la línea del tiempo.

    Han caído los dos en la boca de un dios tenebroso

    que sonríe mostrando sus dientes de acero.»

    1 Mourinho en rueda de prensa tras perder 0-2 con el Barcelona en la ida de semifinales de la Champion, abril de 2011.

    2 El «alma bella», entendida a la manera romántica, es la expresión de la moralidad como pura efusión del corazón o del instinto, sin atisbo de exigencia de la razón expresada como deber.

    3 Aristóteles, Ética a Nicómaco: Filosofía.org disponible en http://www.filosofia.org/cla/ari/azc01100.htm.

    4 Disponible la actuación en el programa de RTVE en «Tocata» http://www.youtube.com/watch?v=Hro0WkV4YJo

    Filosofía del Fútbol

    «El fútbol es igual en todas partes»

    Juan Román Riquelme (jugador argentino)

    Frederic Kanoute (jugador francés)

    José Antonio García Calvo (jugador español)

    Gerson Vásquez (jugador hondureño)

    Moral

    A veces quisiera que no me gustase el fútbol. Inmune a la mística patriótica y a la religiosa, sólo soy susceptible al opio⁵ de la pelota y las patadas. Aunque más que opio la droga que mejor sirve de metáfora al fútbol es la cocaína ya que tiene sus mismos efectos: dilatación de las pupilas, aumento de la presión sanguínea y de la temperatura del cuerpo, reducción de la fatiga, lesiones en el tabique nasal (¿quién no le ha pegado un cabezazo a la pared cuando el delantero centro ha fallado un gol cantado?), picores y hormigueos. Y desde el punto de vista psicológico, o bien aislamiento social o una efervescencia emocional producida por la acción química en el cerebro dependiendo de si el resultado del encuentro es la derrota o la victoria respectivamente. Sí, definitivamente, el fútbol es la cocaína de las masas⁶.

    Pero del mismo modo que siempre habrá patrias (Samuel Johnson sugirió⁷) y religiones (Kant dixit⁸), nunca nos libraremos del fútbol (como Albert Camus anheló⁹ y Umberto Eco temió¹⁰). El fútbol entendido como escuela de moral y de gimnasio, el mejor modo de aprender, al mismo tiempo, a ser duro (cuando te marca un tipo que te impide saltar a cabecear mediante el procedimiento de clavarte el pie al suelo con sus tacos), y de llorar como magdalenas (cuando se te rompe el ligamento cruzado o, aún peor, pierde tu equipo por goleada histórica). Porque un hombre puede inspirar compasión a otros hombres cuando llora si su equipo ha perdido un partido. Así lo sentía Camus:

    «El estúpido deseo de llorar en las noches luego de cada derrota.»

    y así lo dejó escrito en el quizás más famoso Poema del fútbol Quique Wolff, que fuera defensa del Real Madrid y de la selección argentina, en unos versos de un aire muy kiplingniano, que pueden escuchar en su programa Simplemente fútbol y cuyo primer párrafo suena como el pitido inicial del árbitro, cuando la esperanza de un buen partido se eleva hasta las gradas¹¹:

    «Cómo vas a saber lo que es el amor/ si nunca te hiciste hincha de un club/ Cómo vas a saber lo que es el dolor/ si jamás un zaguero te rompió la tibia y el peroné/ y estuviste en una barrera y la pelota te pegó justo ahí…»

    Y es que el fútbol nos lleva a la identificación comunitaria básica. Podemos romper con la familia o la patria, si éstas nos hacen demasiadas trastadas; podemos cambiar de amigos o de dioses si cambian nuestros intereses o afinidades; pero creo imposible cambiar de colores futbolísticos (salvo mutación o que te caiga un rayo en la cabeza, de forma similar a lo que cuenta Oliver Sacks que le sucedió a uno de sus pacientes cuando se volvió un obseso de la música tras sobrevivir a una descarga eléctrica¹²). Y es que para muchos de nosotros (hombres (ahora también mujeres), occidentales (cada vez más orientales), no estadounidenses (salvo hispanos)) nuestras experiencias morales básicas se han labrado en un campo de fútbol. No era una boutade del individualista Camus cuando celebró el comunitarismo futbolístico:

    «… lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol, lo que aprendí con el RUA, no puede morir. Preservémoslo. Preservemos esta gran y digna imagen de nuestra juventud. También estará vigilándolos a ustedes.»

    El RUA era su equipo en Argelia, un equipo en el que jugaban moros y cristianos en dura disputa, patadas a la espinilla, zancadillas por la espalda, amenazas más o menos veladas, pisotones en el área pequeña. Pero también con la solidaridad (mafiosa pero solidaridad al fin y al cabo) de los que defienden a sus compañeros en una tangana; la soledad tanto del portero como del delantero a la hora del penalti, convertidos en protagonistas de un duelo mortal; la comunión espiritual que provoca la realización de un ataque combinativo perfecto que termina en gol. En definitiva, la ilusión del que sueña con ser el próximo Pelé y la decepción del día en el que abandonas definitivamente cualquier esperanza de ser jugador siquiera en la primera división de Argelia.

    Reglas

    La enseñanza más profunda del fútbol viene dada por el conocimiento y el cumplimiento de las reglas. Sobre todo de que las reglas no alcanzan a cubrir todas las facetas del juego. Que el sentido del fútbol está más allá, parafraseando a Wittgenstein¹³, del fútbol mismo. Si el fútbol no hubiese existido quizás Wittgenstein lo habría inventado¹⁴:

    «Podemos imaginarnos perfectamente que unas personas se entretienen en un prado con una pelota jugando de tal manera que empiezan diversos juegos existentes sin acabar de jugar algunos de ellos, y arrojan a lo alto la pelota sin plan ninguno, se persiguen mutuamente en broma con la pelota y se la arrojan, etc. Y ahora alguien dice: Durante todo el tiempo esas personas juegan a un juego de pelota y se guían por ello en cada pelotazo por reglas definidas.

    ¿Y no hay también el caso en que jugamos y hacemos las reglas sobre la marcha? y también incluso aquel en que el que las alteramos sobre la marcha.»

    En la teoría de juegos se distinguen tres tipos. Podemos jugar a juegos de suma cero, de suma positiva y de suma negativa. Los de suma cero son los más habituales en nuestro adiestramiento como jugadores. Son aquellos en los que si uno gana, el otro pierde o, si no, ambos empatan. El fútbol o el ajedrez, por ejemplo¹⁵. O la mayor parte de las guerras. Luego tenemos otros en que los todos pierden. Por ejemplo, la guerra nuclear. Y otros en los que todos ganan, como el comercio. Gran parte del éxito de nuestra especie consiste en que hemos sido capaces de sustituir en gran medida un juego de suma cero como la guerra por un juego de suma positiva como el comercio. Sobre la bondad civilizatoria del comercio tenemos el texto canónico de Adam Smith¹⁶:

    «En una sociedad civilizada el hombre necesita a cada instante la cooperación y asistencia de la multitud, en tanto que su vida entera apenas le basta para conquistar la amistad de contadas personas. En casi todas las otras especies zoológicas el individuo, cuando ha alcanzado la madurez, conquista la independencia y no necesita el concurso de otro ser viviente. Pero el hombre reclama en la mayor parte de las circunstancias la ayuda de sus semejantes y en vano puede esperarla sólo de su benevolencia. La conseguirá con mayor seguridad interesando en su favor el egoísmo de los otros y haciéndoles ver que es ventajoso para ellos hacer lo que les pide. Quien propone a otro un trato le está haciendo una de esas proposiciones. Dame lo que necesito y tendrás lo que deseas, es el sentido de cualquier clase de oferta. Y así obtenemos de los demás la mayor parte de los servicios que necesitamos. No es la benevolencia del carnicero, del

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