Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Benjamin Péret y México
Benjamin Péret y México
Benjamin Péret y México
Libro electrónico321 páginas4 horas

Benjamin Péret y México

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Benjamin Péret y México, permite al lector conocer una etapa de la vida de este sobresaliente escritor surrealista. Su salida de Europa, al inicio de la Segunda Guerra Mundial y su breve estancia en México son el tema central de la primera parte de la obra; ahí se refieren episodios importantes de su destierro y finaliza con el retorno a Francia. La segunda parte la constituye un conjunto de textos cuyo asunto está relacionado con aspectos históricos o artísticos de México, mientras que aquellos que tratan cuestiones ajenas al ámbito mexicano fueron seleccionados por haber sido escritos durante su exilio.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 jul 2015
ISBN9786071630599
Benjamin Péret y México

Lee más de Fabienne Bradu

Relacionado con Benjamin Péret y México

Libros electrónicos relacionados

Biografías literarias para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Benjamin Péret y México

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Benjamin Péret y México - Fabienne Bradu

    Péret.

    PRIMERA PARTE

    UNA PRIMERA TENTATIVA FRACASADA

    El 11 de mayo de 1938, desde París, Benjamin Péret le escribe a René Magritte:

    Mi querido Magritte,

    Quizá sepa que quiero irme a México. Desgraciadamente, no dispongo de mucho dinero y, por lo tanto, me es imposible viajar en un barco regular. Quisiera embarcarme en un pequeño cargo (que no sea un petrolero), que saliera de Amberes entre el 20 y el 30 de este mes, lo más cerca del 20, con el objeto de alcanzar a Breton en la Ciudad de México, pero necesitaría la información para salir de París en el último momento (siempre por falta de dinero). ¿Conoce usted a alguien en Amberes que sea capaz de hacer las investigaciones pertinentes, me diga cuáles son los barcos que salen entre el 20 y el 30 de mayo y puedan llevar a dos pasajeros a Tampico o La Vera-Cruz? Necesitaría un cargo cualquiera que no asegure un servicio regular, porque los regulares son demasiado caros para mí.

    Ya le escribí a Mesens al respecto, pero no sé si mi carta lo alcanzará, porque ignoro si está en Bruselas. Por eso, me permito darle la lata a usted. Discúlpeme, pero no conozco a mucha gente en Bélgica. Gracias por las informaciones que podrá recabarme y discúlpeme de nuevo. Le mando un cordial apretón de mano.¹

    Nada puede asegurar que la decisión de Benjamin Péret de tomar un barco para México se deba al conocimiento de los primeros contactos entre Breton y Trotski, que tuvieron lugar a principios de mayo, así como del proyecto de redactar al alimón el Manifiesto por un Arte Independiente que propiciaría nuevas conversaciones y la consecuente creación de la Fédération de l’Art Indépendant (FIARI). No sería difícil imaginar a un Benjamin Péret excitado por la idea de participar en semejante empresa y, sobre todo, por conocer al fundador del Ejército Rojo, de quien era el traductor ¡al portugués!, desde los años de su estadía en Brasil.² Asimismo, ignoramos si Breton le pidió auxilio a su amigo para la redacción del manifiesto que le significó tantos dolores de cabeza y, en varias ocasiones, un riesgo de ruptura con Trotski.³

    Sin embargo, una carta fechada el 9 de junio de 1938 daría a pensar que efectivamente Breton alentó a Péret a alcanzarlo en México. En ella, Péret le describe los alcances y, sobre todo, los límites de sus pesquisas para conseguir pasaportes y boletos:

    Mi querido André,

    Ayer recibí tu tarjeta postal. Hace seis semanas que espero los papeles necesarios para salir. Fraysse me había prometido arreglar el asunto en el Quai d’Orsay, conseguir un pasaporte Nansen para Remedios y luego, obtener visas diplomáticas para ambos. El Quai d’Orsay aplazó la decisión semana tras semana para finalmente negarla, argumentando que de seguro quería ir allá por razones políticas, que mi pasado no le permitía tener confianza en mí, etc. Ya te imaginarás. Asimismo, le negaron el pasaporte Nansen a Remedios y ahora, pese a que tenga el importe del viaje asegurado, me encuentro en la imposibilidad de partir a causa de ese pasaporte y también de la imposibilidad de conseguir 300 dólares para el depósito de garantía en la aduana mexicana. Mandé un telegrama a Lupe (a quien escribo al mismo tiempo que a ti) quien probablemente te haya informado de los telegramas anteriores. Por aquí, pocas cosas han sucedido.

    La carta deja suponer que la decisión de Péret coincidía prácticamente con la salida de Breton a México. En las dos anteriores que le manda a Breton a México (31 de marzo y 18 de abril de 1938), nada menciona acerca de sus gestiones para viajar: le comenta la elaboración de un manifiesto de apoyo a un frente único revolucionario en España, las dificultades para conciliar las diferentes posiciones de la izquierda francesa sobre la resistencia antifranquista y la llegada de Daladier al poder, luego de la caída del Frente Popular. No obstante, por los tiempos indicados en la tercera carta, se observa que Péret comienza a mover cielo y tierra para arreglar su partida, junto con Remedios Varo, desde finales de abril. También es posible que el acuerdo de reunirse en México haya sido previo a la salida de Breton. Esto explicaría la noticia de la pronta llegada de Péret, que aparece en la columna Anuncios y presencias del suplemento Letras de México: Otro adalid surrealista francés, Benjamin Péret, viene con rumbo a México. En breve lo saludaremos.

    Pero tal vez no sea el entusiasmo militante de Péret el único motivo de la decisión de viajar a México. En efecto, a su amigo César Moro, recién desembarcado en México luego de un infructuoso y complicado regreso al Perú, Benjamin Péret confiaba su inquietud acerca del estallido de una guerra mundial y su deseo de escapar de Europa lo antes posible.⁶ En fin, cualquiera que haya sido la razón o el conjunto de razones que movilizaron a Péret para tratar de alcanzar a Breton en México, el viaje no tuvo lugar a causa de la sempiterna falta de dinero que marcaría la vida de Péret, tal un estigma tan constante como su fidelidad al surrealismo.

    Al regreso de Breton a Francia, Benjamin Péret colaboró en la fundación de la FIARI reclutando a los pocos intelectuales independientes y trabajando en la revista Clé —equivalente de la Clave mexicana— que pronto desapareció por falta de fondos. El surrealismo jugaba sus últimas cartas de acción política en esa empresa que naufragó con el asesinato de Trotski en agosto de 1940 y, sobre todo, con el estallido de la segunda Guerra Mundial. Antes de fenecer, la FIARI lanzó un manifiesto contra la guerra: À bas les lettres de cachet! À bas la Terreur grise!, en el que colaboraron Breton y Péret. El número doble (12-13) de Minotaure, fechado en mayo de 1939, fue el último de la revista donde los surrealistas encontraron refugio a falta de una casa propia, y la publicación se cerraba simbólicamente sobre el recuento del viaje a México de Breton.

    LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

    Al estallido de la guerra, los deseos de huida de Péret cambian de destino: Tengo la intención de refugiarme en Bélgica para no hacer la guerra.⁷ Le escribe a Louis Scutenaire, corresponsal de la FIARI en Bruselas, a quien pide su contribución para conseguir una visa a Remedios Varo, su compañera desde la Guerra Civil española. Pocos meses después, Breton y Brunius son los únicos surrealistas movilizados. Breton se pasea con un uniforme de mayor médico-ayudante y un gorrito de puntas extravagantes. Por su parte, Péret se congratula: Me han olvidado provisionalmente. Está desempleado, no podría encontrar trabajo de corrector fuera de la censura, y todo parece indicar que su destino es morirse de hambre. Desgraciadamente, el ejército francés se acuerda de él: Péret es movilizado en febrero de 1940 (Cumplimos muy adecuadamente nuestro deber de soldado que, por el momento, consiste en no hacer nada o casi),⁸ y es afectado en Nantes, ciudad del crucial encuentro entre André Breton y Jacques Vaché durante la primera Guerra Mundial. La coincidencia no fue de mucha suerte para Péret: en mayo, lo detienen por sus actividades políticas⁹ y lo encarcelan en Rennes. Sale de la cárcel el 22 de julio de 1940, gracias a una fianza de mil francos pagada a los alemanes que ya habían invadido Francia, luego de la capitulación firmada por el mariscal Pétain. El relato de su estadía en la cárcel de Rennes integrará la introducción a la Antología de los mitos, leyendas y cuentos populares de América y formará parte de una publicación aislada, auspiciada por los surrealistas refugiados en Nueva York, bajo el título La Parole est à Péret (1943).

    Péret se queda hasta el final del año en París, donde trabaja en calidad de corrector en el periódico Aujourd’hui que, gracias a la presencia de Robert Desnos y de Henri Jeanson, constituye un órgano de oposición en la Francia ocupada. Pero, el 22 de noviembre de 1940, el periódico es secuestrado y entregado a la dirección política de Georges Suarez, un colaboracionista que será fusilado al final de la guerra. A principios de 1941, Benjamin Péret logra pasar en zona libre y reunirse con otros surrealistas e intelectuales refugiados en Marsella.

    SALA DE ESPERA

    En el Mediodía se inicia para Péret un doble compás de espera: por un lado, el regreso de su compañera Remedios Varo y por el otro, la partida a México. Desde la primavera de 1937, cuando Remedios Varo empieza a vivir con él en París, el poeta aprende a acomodarse entre los amores contingentes de la pintora: en aquel entonces, una ardua rivalidad lo opone a Esteban Francés, un pintor surrealista español, en el estudio que los tres comparten en Montparnasse. En Marsella, un mismo sainete pone en peligro su relación: Remedios Varo se ha instalado a vivir con el pintor surrealista Victor Brauner en Canet-Plage. Finalmente, en marzo de 1941, las cosas parecen haberse decidido a su favor puesto que le escribe a Sherry Mangan, escritor y militante trotskista estadunidense: Acabé por refugiarme en zona libre para intentar viajar a México [...] Remedios y yo estamos bajo la protección de un ‘Comité Americano de socorro’ .¹⁰

    La otra espera, la de la partida, fue más liosa y demorada: casi un año de trámites, intercesiones, cartas, telegramas, antes de conseguir la ayuda de Peggy Guggenheim, quien acabó financiando el viaje de Péret porque él era muy surrealista. Péret y Varo no vivían en el Château Air-Bel donde estaban alojados André Breton y Jacqueline Lamba con su hija Aube, Victor Serge y su hijo Vlady, el pintor cubano Wifredo Lam, el dramaturgo Sylvain Itkine, el pintor canario Óscar Domínguez, Victor Brauner, a los que visitan Max Ernst y Peggy Guggenheim, André Masson, Marcel Duchamp, René Char, entre otros.¹¹ Junto con el autor de Don Juan satisfait, Benjamin Péret trabaja en la cooperativa de golosinas Croque-fruits, creada para ayudar a los artistas refugiados. El eslogan publicitario de la compañía: Pienso, luego soy —Descartes; como, luego Croque-fruits— sin tarjetas (de restricción alimentaria) parece una frase digna de Rrose Sélavy.¹² Los juegos, los remates, las fiestas que organizan los surrealistas en Air-Bel son un anverso de la medalla, porque el reverso queda descrito en estas palabras de Victor Serge:

    En nuestras filas hay suficientes psicólogos, ingenieros, educadores, poetas, pintores, escritores, músicos, economistas y hombres públicos como para poner en marcha todo un país grande. Nuestra desgracia cuenta con tantos talentos y especialistas como los que podrían haberse convocado en París en sus días de esplendor; pero nada de eso resulta visible, ya no quedan más que hombres perseguidos, terriblemente cansados, al borde de sus recursos nerviosos, los restos de unos intelectos aplastados.¹³

    Además de las persecuciones contra los habitantes de Air-Bel que ocasionó la visita de Pétain a Marsella, parece que Péret fue objeto de un hostigamiento más personalizado. Tiempo después contaría a un amigo: "Por un pelo escapé a historias infernales en Marsella donde la policía, siempre tan perspicaz, quería a toda costa hacerme confesar que yo era el llamado Saint-Preux del periódico L’Humanité".¹⁴ ¡Hubiese sido el colmo de la ironía que Péret pagase los platos rotos de un estalinista!

    La cabeza de un intelectual perseguido por los alemanes o el gobierno de Vichy costaba trescientos cincuenta dólares, si se ha de creer el folleto editado en 1941 por el Comité capitaneado por Varian Fry, con el llamado: Buscado por la Gestapo, salvado por América. La larga batalla de los visados, como la calificó Victor Serge, dio lugar a cuarenta y ocho páginas de correspondencia que atestiguan la atención que se prestó al caso de Benjamin Péret y Remedios Varo.¹⁵ Por sus pasadas actividades políticas en Brasil, país de donde fue deportado, Benjamin Péret no podía aspirar a una visa de residencia en Estados Unidos, ni siquiera a una visa de tránsito. Por ello, su caso demoró más que el de los demás surrealistas que embarcaron hacia Nueva York, y su destino tuvo que ser México, vía Cuba. La madre de todas las batallas se dio en octubre de 1941, gracias al hada madrina Peggy Guggenheim y a la intervención de Breton, Masson y Helena Rubinstein, y finalmente, los dos rezagados tomaron un barco que salió de Marsella el 20 de noviembre de 1941, con destino a Casablanca. El Serpa Pinto, un trasatlántico portugués, luego de una breve estancia en Casablanca y una escala en La Habana, tocó tierra mexicana en Veracruz a mediados de diciembre de 1941. Con ellos viajaba un crítico alemán, Paul Westheim, que escribiría en México una notable obra sobre el arte precolombino.

    TIERRA MEXICANA

    El general Lázaro Cárdenas había entregado el poder al general Manuel Ávila Camacho el 1o de diciembre de 1940 y México aún no se había sumado a las fuerzas aliadas cuando el poeta y la pintora arribaron al país.

    Si se ha de dar fe al documento migratorio de Remedios Varo, la pareja entró a México el 16 de diciembre de 1941, día del cumpleaños de la pintora. Remedios Varo ingresó en calidad de asilada política, y Benjamin Péret, en calidad muy incierta puesto que, en febrero de 1942, confiesa que aún no ha podido regularizar su situación ante las autoridades mexicanas.¹⁶ Eligen domicilio en la casa cinco de la vecindad situada en el número 18 de la calle Gabino Barreda, cerca del Monumento a la Revolución. De momento, sobreviven gracias al dinero de la madrecita Guggenheim, como la bautizó Benjamin Péret.

    Gunther Gerzso, que habrá de convertirse en amigo de la pareja, recuerda la precariedad de la casa: la fontanería era de lo más primitiva y el piso estaba lleno de agujeros que se utilizaban como ceniceros. Las ratas eran los huéspedes más asiduos; Péret intentaba ahuyentarlas con veneno, pero Remedios Varo las alimentaba con queso a escondidas. Pronto la casa empezó a llenarse de talismanes y objetos que Remedios Varo coleccionaba por la magia que encerraban; eran piedras, conchas, cristales de cuarzo o pedazos de madera de formas bizarras y sugestivas. El único lujo de la casa, según Gerzso,¹⁷ estaba en las paredes: dibujos de Picasso, Tanguy y Ernst, clavados con chinches, sin enmarcar, en la forma en que todo exiliado se rodea con imágenes de ausencias momentáneamente perdidas. Antes que obras de arte, se antoja que los dibujos eran recordatorios de los amigos diseminados por el mundo. Aunque no tengamos ninguna razón para dudar de la memoria de Gerzso, resulta extraño que la pareja, acostumbrada a los mil expedientes para sobrevivir, nunca haya pensado en sacar un beneficio monetario de las obras que poseían. De todas formas, especula Gerzso, es probable que nadie en México se hubiese interesado por los dibujos, en el caso de que sus propietarios hubiesen querido venderlos.

    Desde su llegada, Benjamin Péret entiende cuál será la dificultad mayor de su estancia en México: por no ser estalinista, toda ayuda para encontrar trabajos eventuales le será negada. En su primera carta desde México que se conserva, fechada el 11 de enero de 1942, Péret recapitula para su correligionario trotskista Sherry Mangan:

    Aquí estoy todavía un poco desorientado, sin saber muy bien cómo arreglármelas y, por supuesto, sin un centavo. Lo peor es que, según la opinión general, no hay gran cosa que esperar aquí, materialmente hablando, a no ser de que uno sea estalinista, lo cual no es mi caso. Por lo tanto, tendría que encontrar el medio de ganar dinero fuera de México. Por lo pronto, pensé en unos artículos sobre los campos de concentración: tengo informaciones inéditas sobre los presidios de África. ¿Sabes de una revista que pudiera estar interesada?¹⁸

    Péret inicia una correspondencia similar con su primera esposa, la cantatriz brasileña Elsie Houston, a quien pide colocar en Nueva York los mismos artículos sobre los campos de concentración africanos. Aparentemente, Elsie Houston le ha conseguido un artículo de tres mil palabras sobre la makumba para una revista de gran circulación. Sin asomo de humor, con franca ingenuidad, el poeta acostumbrado a la escritura automática y a los versos que corren como agua viva, pregunta: No sé cómo se cuentan las palabras: ¿qué entienden con eso? ¿Las preposiciones y esas cosas cuentan?¹⁹

    Péret comienza así su aprendizaje de escritor a destajo, de escribidor profesional que, de pronto, descubre que la pluma es su único capital para sobrevivir en una isla en medio del Atlántico. Pero, por más que esté dispuesto a venderla al mejor postor, la plusvalía que sacará de su tintero será magra. Incluso está dispuesto a transformarse en cronista musical, él que, al igual que todos los surrealistas, tiene zanahorias metidas en las orejas. ¿Sabes que voy a escribir aquí artículos sobre música? —le informa a Elsie Houston—. Debo entregar el primero el lunes por la mañana e ignoro por completo lo que diré. La franqueza se complementa con humor: Resultará algo por el estilo de los artículos sobre agricultura de Mark Twain. Ya sabes: ‘Para cosechar nabos, tome la precaución de no sacudir el árbol con excesiva violencia’ .²⁰ Unos meses después, en junio de 1942, Péret le informa al pintor Kurt Seligmann, entonces residente en Estados Unidos, que está haciendo una crónica sobre arte para un programa de radio.²¹ Aunque no tengamos elementos para dudar de la palabra de Péret, tampoco los tenemos para saber a ciencia cierta para qué estación de radio mexicana pudo trabajar y en qué consistía su colaboración.

    El proyecto de largo aliento en el que trabaja prácticamente desde su llegada es la Antología de los mitos, leyendas y cuentos populares de América:

    Quiero hacer una recopilación de las más bellas leyendas de América, antes de poder reunir las del mundo entero. Para eso necesitaría obras sobre el folklore brasileño, sobre todo indígena. En Brasil tenía un libro de leyendas del Amazonas, que tuvo que quedarse en Río. Si pudieras conseguírmelo, así como otros libros que sean únicamente recopilaciones de leyendas y no vaticinios de intelectuales rolleros. Aquí encontré en una bibliografía americana sobre la cuestión, una serie de libros cuya lista te envío para que puedas mandármelos si los encuentras.²²

    En los años sucesivos pedirá otras contribuciones bibliográficas a Miguel Ángel Asturias para Guatemala, a Eugenio Granell para las Antillas o a Sherry Mangan para Estados Unidos, Canadá y Alaska. El solo criterio poético preside la Antología que no pretende así competir en los terrenos del etnólogo. En la introducción que Péret redacta de manera fragmentaria, con una primera parte fechada en México, noviembre de 1942, y una segunda correspondiente a São Paulo, agosto de 1955, el poeta se explica sobre la naturaleza del interés que semejantes textos despiertan en él: son, en suma, la expresión primigenia y poética del mundo. No son todavía sueños, sino algo a medio camino entre la alucinación y la poesía y, sobre todo, visiones incorruptas por la religión. Le importa evidenciar un denominador común entre el brujo, el poeta y el loco: la magia, que es la carne y la sangre de la poesía. Así, Péret concluye: Sin riesgo a equivocación, puede pensarse que los mitos primitivos son en gran parte compuestos y residuos de iluminaciones, intuiciones, presagios confirmados antaño de manera tan contundente que penetraron como flecha hasta las profundidades más abismales de la conciencia de estos pueblos.²³

    Tal concepción le permite intercalar el relato de sus propias visiones e intuiciones durante su encarcelamiento en Rennes: en el cristal pintado de azul de la ventana de su celda vio cuatro imágenes: el rostro de Francisco I, un caballo encabritado, un paisaje tropical al estilo de los cuadros del aduanero Rousseau y el número 22. Entre todas las visiones, la más persistente y la más nítida resultó ser la del número, que inmediatamente le dio a Péret la certeza de que sería liberado un día 22, como efectivamente sucedió.

    Péret registra aquí la coincidencia de su visión con la frase de André Breton: Hay personas que pretenden que la guerra les enseñó algo; de todas formas, no están tan enteradas como yo, que sé lo que me reserva el año 1939, escrita en 1925 y que cobró así valor de profecía, sobre la cual el mismo Breton se explicó en la conferencia Situación del surrealismo entre las dos guerras.²⁴

    No es la única vez, ni la única circunstancia en que Péret y Breton, separados por miles de kilómetros y con escasa comunicación epistolar, parecen seguir caminos paralelos en experiencias, intereses renovados y giros inesperados en la reconducción del surrealismo: À l’image de ces courants / Qui se traversent sans se pénétrer sur les cartes maritimes, como sugiere Breton en Les États généraux.

    El crítico francés Claude Courtot advierte el paralelo y hasta procede a una comparación detallada y sumamente iluminadora entre los dos textos escritos en la misma época (fines de 1942) y en la mutua ignorancia del otro. Observa que la exposición de Breton es más bien histórica y la de Péret, más teórica y general; que el estilo de Breton es más envolvente, más cálido, en comparación con el de Péret, percutante y directo. Pero señala tres ideas importantes y novedosas que dan cuenta de las preocupaciones del surrealismo a la luz de las nuevas circunstancias:

    1) La mención de la frase profética de Breton en La carta a las videntes de 1925;

    2) El rechazo a someter la poesía a los imperativos políticos y sociales (poesía de circunstancia);

    3) La necesidad de despojar a la humanidad de sus antiguos mitos, religiosos o de otra naturaleza, verdaderas cárceles para la poesía, que debe recrear nuevos mitos a la medida de la sociedad actual. ²⁵

    El punto en que divergen Breton y Péret para acceder a la creación de los nuevos mitos (será el caballito de batalla del surrealismo en la posguerra) reside en la metodología. Péret añade un eslabón en la escalera que sube hacia los Grandes Transparentes: el conocimiento y la reivindicación de los mitos primitivos que cumple su Antología. Es un paso previo, casi arqueológico, que le permitirá apoyarse en el pasado más remoto para dar el salto hacia el futuro del surrealismo que la guerra parecía condenar a la extinción.

    También representa para Péret una manera de penetrar en un México que se resiste a darle unas mínimas llaves de entrada a su realidad. Péret mantiene escasos contactos con el México moderno. Su Antología es, a un tiempo, un refugio y una cárcel. Huye del presente que le repugna y se libera reviviendo el pasado mítico que apenas perdura en algunas manifestaciones de la vida contemporánea. Se antoja que el trabajo de largo aliento sobre la recopilación de los textos antiguos formaba a su alrededor una campana de cristal, cárcel o refugio según la suerte de los días, bajo la cual el oxígeno de la poesía compensaba la asfixia circundante y así le permitía sobrevivir en el aire enrarecido del valle de Anáhuac.

    Ni una sola vez, en la correspondencia que se conserva de su estancia en México, Péret menciona

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1