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¿Qué tiene que ver Dios com mis emociones? / What Does God Have to Do With my Emotions?: El arte de vivir y sentir mis emociones sin ser gobernado por ellas.
¿Qué tiene que ver Dios com mis emociones? / What Does God Have to Do With my Emotions?: El arte de vivir y sentir mis emociones sin ser gobernado por ellas.
¿Qué tiene que ver Dios com mis emociones? / What Does God Have to Do With my Emotions?: El arte de vivir y sentir mis emociones sin ser gobernado por ellas.
Libro electrónico224 páginas2 horas

¿Qué tiene que ver Dios com mis emociones? / What Does God Have to Do With my Emotions?: El arte de vivir y sentir mis emociones sin ser gobernado por ellas.

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SABIAS QUE LAS EMOCIONES NOS...
  • Guían a establecer límites y a tomar medidas
  • Permiten conocernos mejor
  • Ayudan a tomar decisiones
  • Permiten ser más empáticos con los demás
  • Ayudan a sobrevivir, prosperar y enfrentar el peligro
Por mucho tiempo se ha creído que las emociones no tienen relación con nuestra fe.  Sin embargo, las emociones no son malas ni buenas.  Se pueden convertir en aliadas y no en enemigas.  Lo importante es mantener un equilibrio de ellas.  Es vital comprender que forman parte del propósito de Dios para nuestra vida.

¿Qué tiene que ver Dios con nuestras emociones? te invita a tener un maravilloso encuentro con DIos y tus emociones.  A través de la lectura aprenderás cómo el propio Jesús no se sintió bien siempre, mas con su ejemplo nos enseñó a expresar adecuadamente las emociones.  El autor, Daniel Retana, enfatiza que no debemos anular nuestra capacidad de sentir, sino más bien desarrollar una gestión adecuada de los sentimientos ya sean de ira, alegría, tristeza, miedo, ternura y gratitud, entre tantos otros.


The book aims to meet the needs of all dimensions that make up our being: physical, emotional and spiritual. Throughout the book we go into the basic of our emotional intelligence along the Christian everyday experience.

Likewise, the person who has not been able to control their emotions (or know them) will have a reliable frame of reference (based on the Word of God) to resolve past experiences, or unhealthy emotional habits. Furthermore, each chapter  includes practical techniques to learn the art of living with the emotions and not being controlled by them. 
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 ago 2019
ISBN9781629992884
¿Qué tiene que ver Dios com mis emociones? / What Does God Have to Do With my Emotions?: El arte de vivir y sentir mis emociones sin ser gobernado por ellas.

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    Es un libro interesante para ayudarnos a mejorar y trabajar con nuestras emociones.

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¿Qué tiene que ver Dios com mis emociones? / What Does God Have to Do With my Emotions? - Daniel Retana

autor

Prólogo

¿QUÉ TIENE QUE VER Dios con mis emociones?

Dios se muestra en la historia de nuestra salvación como amor; la suma de lo más sublime, poderoso y transformador que existe en el universo. Su amor crea, protege, espera, llora. Al compararse a sí mismo con una madre, nos dice que sus entrañas se conmueven de compasión por sus hijos. Su amor también se expresa en un celo ardiente por quienes le pertenecen y en el gozo que le producen sus hijos al punto de hacerlo cantar sonrientemente sobre ellos.

Necesitamos reconocer que nuestro Dios y creador se expresa como un ser lleno de emociones armoniosas y, a la vez, poderosas. Y que nosotros fuimos hechos así por Él, como seres espirituales que tenemos un alma llena de emociones.

Algunos sectores del cristianismo se enfocan exclusivamente en la vida espiritual e ignoran la realidad del alma de los seres humanos. Al hacerlo, dañan la visión de una verdadera espiritualidad, una que admite que, tanto el espíritu como el alma y la vida física, tienen que estar en armonía para poder llegar a ser una persona según el diseño divino.

Jesús, el ejemplo del hombre perfecto y que está lleno del Espíritu Santo, alimentó su cuerpo, durmió e incluso huyó por su vida cuando su tiempo de partir no había llegado. Y a la vez, desplegó un matiz amplio de emociones. Él es Hijo de Dios, perfecto Dios, perfecto hombre, que se enojó con los cambistas en el templo, se alegró ante los discípulos que creyeron en él, se llenó de compasión por las multitudes y sintió tristeza hasta morir.

Cuando Jesús les habla a las multitudes sobre no odiar, no afanarse, no dejarse vencer por el temor, su llamado era a tener paz y a descansar en Dios.

Dios nos llama a vivir una vida equilibrada y calibrada a su propósito; cuerpo, alma y espíritu en armonía, libertad y plenitud. Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, . . . así como prospera tu alma (3 Juan 1:2).

Estamos hablando de una vida espiritual que se demuestra en una relación diaria con Dios, en la que nuestra alma tiene paz, gozo y libertad y donde nuestro cuerpo está sano, cuidado y entregado a hacer la voluntad de Dios.

¿Por qué, entonces, hemos descuidado nuestra vida emocional?

Somos la raza humana, la que se alejó de Dios y, por ende, los que nacimos en pecado. Nuestra alma está propensa al caos, al desorden, al desequilibrio. Vivimos en una sociedad tremendamente proclive, adictiva, y enfermizamente trivial. De allí, la esperanza para nosotros viene de un cambio radical de naturaleza, un nuevo nacimiento, como lo dijo Jesús. Y luego, y como parte de ese nuevo nacimiento, nuestra mente, emociones, pensamientos y voluntad, requieren ser llevados a un lugar de libertad y de paz. Es necesario que alcancemos un punto de madurez en la toma de decisiones, que asumamos responsabilidad por ellas y que seamos honestos para acercarnos a trabajar en las áreas donde tenemos problemas. De no hacerlo, las emociones que no comprendemos, que no sabemos manejar, confrontar ni cambiar, pueden llevarnos a una vida de dolor, aislamiento y miseria.

De eso se trata este libro.

Moisés se enojó y cometió un error que le costó caro. Saúl dejó que su complejo de inferioridad lo sacara de la asignación divina como rey. Sus celos contra David lo llevaron a cometer injusticias y atrocidades. Cuando David llegó a ser rey y envejeció, se dejó llevar por deseos desordenados y cargó con las consecuencias de su insensatez.

Esos son unos pocos ejemplos en las Sagradas Escrituras que nos hablan del poder de las emociones mal encausadas.

De allí la importancia de un libro como este.

Daniel Retana no solo es un psicólogo dedicado a tratar la mente, los pensamientos y las emociones del ser humano. También, es un cristiano dedicado a Dios y alguien que cree en el poder del Espíritu Santo (y lo ha experimentado) para transformar su vida y la de otras personas.

En este libro, él nos invita a recorrer algunos de esos caminos complejos del alma con el fin de ayudarnos a crecer. Crecemos al aprender a definir mejor lo que sentimos y al expresarnos más asertivamente.

Daniel combina los conocimientos de la psicología moderna con los principios eternos de la Palabra de Dios, y nos trae técnicas que pueden ayudarnos mucho en la búsqueda de una vida más equilibrada, sana y espiritual.

DANILO MONTERO

PASTOR DE LA IGLESIA

LAKEWOOD, HOUSTON, TEXAS, EE. UU.

Introducción

DESDE NIÑO QUISE trabajar para ganarme mi sustento diario y poder tener algún día lo que había soñado. Recuerdo que cuando salí del colegio comencé a buscar opciones para tener algún ingreso económico. Comencé trabajando en la panadería de mi tío. Fue en ese lugar donde aprendí lecciones clave para la vida. Por ejemplo, aprendí a levantarme temprano, ya que tenía que hornear el pan a las cuatro de la mañana y tenía que estar fresco para cuando se abría el negocio. También aprendí a dar un buen servicio al cliente porque las personas hacían fila para comprar y llevar el pan fresco para el desayuno familiar. Debía hacer varias cosas al mismo tiempo, entonces, tuve que desarrollar la agilidad para manejar el dinero, atender a los clientes y mantener una buena actitud frente a las personas que llegaban al establecimiento, todo al mismo tiempo. También tuve quemaduras en la piel (como todo panadero principiante que no conoce las reglas básicas de las máquinas). Fue un gran aprendizaje porque, en medio del frío de las mañanas y la lucha contra mis cobijas, entendí que ese lugar sería, para mí, el primer escalón para llegar a concretar mis sueños algún día.

El tiempo fue avanzando, y después de algunos meses, inicié mi segundo trabajo en una librería cristiana. Siempre quise trabajar en ese lugar porque la lectura me resultaba apasionante. Mi padre me heredó una de las mejores prácticas de vida: lectura incesante. Por tal razón, preparé mi hoja de vida y la fui a dejar a la sucursal principal. Mucho tiempo después, me llamaron diciéndome que yo era uno de los candidatos principales para ocupar la vacante en la librería. Fue como si me hubieran llamado de alguna universidad en el exterior, solo yo podía entender lo que significaba para mí dar ese paso. Entrar a un mundo de ideas, de diferentes autores, con diversas temáticas, historias de vida y demás. Estaba expectante y creyendo que sería un escalón más para avanzar hacia el propósito de mi vida.

Siempre recordaré mi primer día de trabajo en la librería. Nervioso e impaciente, me alisté por la mañana y llegué a las oficinas centrales. Entré por la puerta y, tembloroso, con mi agenda y lapicero en mano, apunté todo lo que nos enseñaba el encargado de la tienda. Lo primero que nos mostraron fueron las casas editoriales que había en la librería. Me las aprendí de inmediato, con sus respectivos autores. Algo se empezaba a formar dentro de mí. Solo era un joven interesado en aprender más sobre la vida. ¡Quería absorberlo todo! Aunque no era correcto leer durante horas laborales, tomaba fotografías mentales de los libros para acumularlos en mi lista de pendientes.

Un día, me pidieron que hiciera limpieza en las bodegas. Me dieron un sacudidor para quitar el polvo de los libros que no estaban en exhibición. ¿Saben cuál fue la primera casa editorial que me correspondió limpiar? Casa Creación. Tomé los libros con paño en mano y comencé a limpiarlos cuidadosamente para no arrugar las páginas. Vi las fotografías de los autores y leí con detalle los temas que abordaban en sus libros. Sin titubear, me dije inmediatamente: ¡Algún día cumpliré mi sueño de escribir un libro en esta editorial!. Oré y le entregué a Dios mi sueño. Continué con mis labores y pasaron los años. Las piezas del rompecabezas divino empezaron a conjuntarse. Dios, atento a mis deseos sinceros, respondió aquella añoranza. No se retrasó. Fue en el momento justo. Me permitió llegar a la editorial que inicié limpiando en aquella bodega. Y así, este libro terminó publicándose por Casa Creación.

Años después de mi experiencia en la librería y antes de escribir este libro, estaba sentado en mi iglesia y me planteé un cuestiona-miento que siempre había estado dentro de mí, pero que no había logrado plasmar en un pensamiento concreto. Me pregunté: Las personas que aman a Dios, ¿tienen una buena calidad de vida en función de todas las áreas que la componen? ¿Hay un equilibrio físico, emocional y espiritual?. Por lo tanto, me dediqué a investigar sobre el tema a través de mi trabajo de graduación final de la carrera de psicología. Estudiar el impacto de la fe en la calidad de vida de las personas que asisten a comunidades religiosas, o dicho de otra forma, la pregunta principal era ¿hay una integralidad? Y de esta derivan otras más ¿duermen bien? ¿Tienen buenas relaciones interpersonales? ¿Cómo está la calidad de su pensamiento? ¿Cuáles son sus hábitos alimenticios? ¿Hacen deporte? ¿Cuidan realmente su físico? ¿Tienen inteligencia emocional?

A partir de ese estudio, me quedé atrapado en un tema relacionado con algo que estaba sucediendo en mi vida personal. Como cuento a lo largo del libro, sufrí ataques de pánico y de ansiedad en las noches durante dos años. Me levantaba con el pecho inflado, como si la ansiedad encontrara dentro de mí un nido para habitar. Mis manos sudaban. Mis pensamientos iban a una velocidad insospechada. Buscaba a Dios como nunca. Lloraba, pataleaba y suplicaba por una respuesta. La ansiedad era crítica y yo quería acabar con esto a través del extinguidor de la

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