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La mamá mala: Una guía para criar exitosamente a sus hijos
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La mamá mala: Una guía para criar exitosamente a sus hijos
Libro electrónico304 páginas5 horas

La mamá mala: Una guía para criar exitosamente a sus hijos

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"MAMA, ERES TAN MALA...!"

¿Usted lucha por inculcar límites amorosos y se desanima cuando su hijo no la quiere por causa de ellos? Deje que esta guía de la mamá mala le inspire a cavar profundo y a manenerse firme cuando se pone difícil el ser padres... porque una 'mamá mala' no es lo 'mala' que usted está pensando...

La mamá mala incentiva a las demasiado agradables 'mamá malvavisco' a inculcar unos cuantos límites necesarios y motiva a los padres a mantener su posición cuando el trabajo de la crianza se torna difícil... especialmente, cuando un niño no gusta de sus padres por causa de ello.

Abarcando la crianza desde la edad preescolar hasta la secundaria, las cuatro secciones de este libro destacan temas específicos para cada etapa de vida.  Pero no solo eso: la Escritura se teje en todo momento como un recordatorio constante de la verdad de Dios y los testimonios 'de mamá a mamá' que se encuentran al final de cada capítulo están llenos de sincera transparencia.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 dic 2016
ISBN9781629989907
La mamá mala: Una guía para criar exitosamente a sus hijos
Autor

Joanne Kraft

Joanne Kraft is a self-proclaimed mean mom. A favorite speaker at women's conferences, Joanne travels around the country encouraging women and igniting hearts for Christ. Her articles have been published by Today's Christian Woman, In Touch, P31 Woman, Chicken Soup for the Soul, and more. She has appeared on CBN, Focus on the Family, and Family Life Today, along with many local news stations. Joanne and her husband, Paul, live in Franklin, Tennessee, with their four children, Meghan, David, Grace, and Samuel. Lifelong Californians, the Kraft family said "Yes!" to a God-sized adventure and took a cross-country leap of faith. They have happily traded soy milk and arugula for sweet tea and biscuits.

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    Vista previa del libro

    La mamá mala - Joanne Kraft

    hijos.

    CAPÍTULO UNO

    ¿Es usted una mamá mala?


    "Siempre me entretiene el uso de la palabra ‘mala’.

    Los niños que más la utilizan son aquellos que menos

    tienen idea de lo que realmente significa ‘mala’".

    —MICHELLE MCDONALD, REDACTORA DEPORTIVA DE ESPN

    Llámeme loca, pero las mamás son cada vez más agradables. Hace mucho, los niños podían pasar horas contándose historias sobre sus mamás malas. Yo lo sé: ese solía ser uno de mis pasatiempos favoritos.

    -Mi mamá es la más mala. Escucha esto . . . , decía mientras me cepillaba a un lado mi gran copete de los años 80. Y continuaba:

    -"Ella no me iba a dejar salir hoy hasta que terminara mi tarea y limpiara la cocina", me quejaba con mi amiga.

    -Si crees que tu mamá es mala, Joanne, escucha esto . . . , replicaba mi amiga.

    Historias legendarias que se han acumulado con el tiempo, demasiadas para ser contadas. Mi estilo de crianza fue moldeado y formado por ellas.

    En lo que a mí respecta, mi mamá era la más mala de todas. Ella quería saber quiénes eran mis amigos y lo que estaba viendo en la televisión. Ella creaba toques de queda, esperaba que me fuera bien en la escuela y prestaba mucha atención a lo que vestía.

    RECUERDOS DE UNA MAMÁ MALA

    Tenía la esperanza de deslizarme por la puerta principal antes de que mis padres me atraparan dando un vistazo a la ropa que llevaba puesta. Era la típica adolescente de 16 años y yo tenía la idea de que ellos no serían capaces de escuchar mi leve susurro de hola al anunciarme, tratando de pasar desapercibida. Claro, también creía que tampoco podrían entender lo que significaban mis pantalones ajustados negros.

    Por desgracia, nunca aprendí el arte del sigilo del ejército y mi madre interceptó mi salida y me dijo: Cariño, ¿qué estás usando?. Esas preguntas que son la pesadilla de todo adolescente. Pantalones negros, espeté, mientras con los ojos buscaba una ruta de escape. Esos no son pantalones negros. Esos son pantalones ajustados. Y pidiendo apoyo, gritó: ¡George!.

    Mi padre era infante de marina de Estados Unidos, por lo que sabía que aquello sería una batalla. En mi fuero interior, yo sabía que perdería esa pelea . . . Mi mamá se aseguraría de eso. Pero en el nombre del cielo, ¿qué es eso que estás usando?, dijo mi papá, al tiempo que veía mis piernas de arriba abajo y arrugaba su rostro como si estuviera en presencia de algo fuera de este mundo. Mi confianza previa rechinó en una patética pregunta esperando su aprobación: ¿Pantalones negros?.

    Con mi papá de compinche, mi verdadera y única mala mamá empezó a despotricar: No, hija, mía . . . . Sí, aquí íbamos de nuevo. El eterno discurso de los no, hija mía. Como se imaginará, mi respuesta fue predecible. Estaba enojada con mi mamá mala. Así que me fui pisoteando hasta mi habitación y lloriqueé por encima del hombro: Mamá, eres tan mala. No hace falta añadir que nunca pude salir de casa con esos pantalones negros ajustados.

    Ahora, brinque conmigo 30 años hasta el día de hoy, bueno, hasta el día de ayer, que fue cuando me vino repentinamente ese recuerdo a la mente mientras estaba en la iglesia. Y es que la hermosa joven que cantaba en el altar parecía haber encontrado los pantalones de mis años de adolescencia y la estaban estrangulando hasta los muslos. Sus padres, aparentemente, son mucho mejores que los míos y la dejaron salir de casa con ellos.

    Y medité: Pobrecita. ¿No se ha dado cuenta de lo ceñidos que son? ¿Así me veía yo hace 30 años? Basta, Joanne, estás pasada de moda. Esos pantalones están en boga otra vez.

    Mis pensamientos fueron interrumpidos por mi exageradamente moderno hijo de 17 años quien, justo en medio de una canción de adoración, se inclinó y me susurró al oído: Esa chica no debería de utilizar esos pantalones. Una vez más, una confirmación de que mi propia y verdadera mala mamá había tenido razón.

    ¿QUÉ SIGNIFICA SER MALA REALMENTE?

    La definición de la palabra mala es ser desagradable o maliciosa. Aunque es posible que usted se estremezca con que el hecho de que soy yo la que la está definiendo de esa manera, lo cierto es que es, así, exactamente, como sus hijos se sienten cuando usted los mantiene lejos de lo que quieren, los hace cumplir con sus tareas y obligaciones o les frustra sus planes de viernes por la noche. Ese es el momento en que comienza la barrera del idioma entre padres e hijos.

    Ahora, una mamá mala define la palabra mala de formas diferentes:

    Una mamá mala mantiene su palabra, incluso, cuando es muy difícil.

    Una mamá mala modela y espera respeto.

    Una mamá mala conoce a los amigos de su hijo y dónde viven.

    Una mamá mala impone la hora de la cena, la hora de dormir y los toques de queda.

    Una mamá mala pisa el agua más tiempo de lo que su hijo puede hacer llover.

    Una mamá mala nunca fabrica excusas para las fortalezas o debilidades de su hijo.

    Una mamá mala no deja que sus propios miedos anulen las libertades de su hijo.

    Una mamá mala ve en su niño el adulto en que se puede convertir y lo inspira hasta que él (o ella) llegue a la meta.

    Una mamá mala pide perdón por sus errores.

    Una mamá mala ama apasionadamente, alienta encarecidamente y se comporta rectamente.

    Y si está casada, una mamá mala pone a su marido antes que a su hijo.


    Mi amiga y yo usamos la expresión ‘mamá mala’ como una manera de definir el ser mamá cuando es difícil. —CARRIE SCHMECK


    En el contexto mamá mala, la palabra mala puede significar distintas cosas para la madre y para el niño. De este modo, comienza la expansión de esa brecha de comunicación que acabo de mencionar y de la que seguramente has oído hablar. Lo que un hijo o hija ve como malo o desagradable, una mamá mala lo ve como la creación de límites de protección y el anhelo de inspirar buenos rasgos de carácter. Ella no fabrica excusas para situaciones incómodas que, en realidad, son límites de amorosos.

    Los niños no entienden los límites como algo útil o beneficioso a largo plazo. Sus mentes no pueden retener algo más que sus deseos y necesidades en este mismo nanosegundo. Es, ahí, donde las mamás malas se hacen las fuertes y se recuerdan que ellas están entrenando a cada pequeño a superar obstáculos, sin derecho a rendirse ni a darse por vencidos.

    La misión de una mamá mala es esta: No estoy criando a un niño; estoy criando a un adulto. Esta misión se convierte en su mantra, mantra que hace que no olvide su última meta: trabajar en sí misma para lograrlo.

    LA MAMÁ MALVAVISCO

    Cuando compartí mi idea de un libro sobre la mamá mala con una amiga, ella expresó su preocupación: Mi madre era muy mala. No de la mala que estás hablando. Ella era tan disciplinada . . . ¡y hacía daño! Las cicatrices que me dejó todavía me afectan. Ella es la razón por la que soy tan fácil de convencer por mis hijas. Tiendo a ser como un malvavisco . . . Así es como mis hijas me llaman: ‘mamá malvavisco’. Sé que necesito ser mejor y mantener los límites, pero tengo tanto miedo de ser como mi madre, que me escondo en todo momento. No quiero que mis hijas me odien como yo odiaba a mi madre.

    Tristemente, es cierto. Hay mamás que tienen un rasgo genético en este asunto. A menudo, las víctimas de abuso físico o emocional de sus propios padres se pasan al desánimo y deforman la crianza en disciplinas que moldean de formas dolorosas a sus hijos.

    La misión de una mamá mala es esta: No estoy criando a un niño; estoy criando a un adulto.

    Quiero ser muy clara aquí. Este no es el tipo de mamá mala de la que estoy hablando en este libro. La mamá mala de la que hablo ama a sus hijos más de lo que los disciplina. La alegría es lo que impregna su casa y la fe es el fundamento y la base con la que está construyendo.

    Incluso, cuando una mamá es buena, cuidadosa y comprensiva, parece mala delante de sus hijos cuando se establece un límite o una regla.

    Lo que se considera como mamá mala a los ojos de un niño de cuatro años de edad, se considera sabia a los ojos de una persona de 40 años de edad. Este es el tipo de mamá mala a la que me refiero.

    DEBERÍA HABER SIDO MÁS MALA

    Pregúntele a los adultos mayores de 30 si sus padres fueron malos, y obtendrá un montón de respuestas diferentes. Le planteé esta misma pregunta a otra amiga. Sí. Pensé que mi madre había sido muy mala, me respondió Gina, una madre de dos hijos, mientras me cortaba el cabello. No me dejaba que me quedara afuera hasta tarde por la noche y tenía que saber los nombres y apellidos de mis amigos. Pero, a decir verdad . . . , se detuvo mientras contenía sus tijeras en el aire. Creo que no fue lo suficientemente mala. Una pequeña sonrisa se asomó en su rostro. Ella era bastante ingenua. Debió haber sido más mala.

    La autora mejor vendida del New York Times, Amy Chua, autoproclamada la mamá china mala, escribió su libro Battle Hymn of the Tiger Mother (que traducido significa Himno de batalla de la madre tigre) para compartir la maternidad asiática y explicar por qué funciona. Lo que ella no vio fue cómo la curiosidad del mundo occidental y los medios de comunicación la iban a contragolpear. Incluso con los informes de prensa e innumerables artículos repicando el disgusto por sus métodos de crianza, este libro se disparó al número uno de la clasificación de biografías/memorias y estuvo entre los 100 primeros libros vendidos en Amazon durante bastante tiempo.

    Prensa negativa o no, millones de madres han comprado su libro. Ellas quieren saber cómo mantener su posición, cómo vale la pena morir con esta paternidad y cómo ellas, también, pueden criar a los niños para transformarlos en adultos responsables que tengan una mejor oportunidad de éxito. Si usted está de acuerdo o no con el estilo de crianza de Chua, sus hijas están tocando el piano en el Carnegie Hall de Nueva York (EE. UU.) y son excelentes estudiantes. Como a mi marido le gusta decir: La prueba está en probar el pudín. No soy una madre tigre, pero soy una autoproclamada mamá mala. Supongo que podrías llamarme una mamá águila calva seguidora de Cristo. Mis hijos no han tocado en el Carnegie Hall o han ganado el Premio Nobel de la Paz, pero han llegado a su edad adulta en una sola pieza. Son responsables y respetuosos y, al día de hoy, me llaman en mi cumpleaños y me visitan el Día de la Madre. Han crecido hasta convertirse en adultos productivos que respetan y se preocupan por los demás, y eso, incluso, después de años de realizar miles de tareas diarias, de haber pagado su primer carro y una gran parte de la cuota de la universidad. Yo llamaría a eso una historia de éxito de una mamá mala.

    A medida que lea cada capítulo, aprenderá distintas maneras de animar a sus hijos para que juntos puedan construir los cimientos para un futuro exitoso y que honre a Dios. Es posible que se ría mucho, pero en lo secreto, creo que estará de acuerdo conmigo. Hasta usted puede creer que algunas de mis técnicas de crianza son locas, pero sabrá que va a ponerlas en práctica. Y, para cuando termine el libro, descubrirá lo que un buen número de padres ha sabido durante mucho, mucho tiempo: las mamás malas crían hijos grandiosos.

    De mamá a mamá

    ¿Cómo define a una mamá mala?

    Una mamá mala es una buena mamá. Cuando un niño llama a su mamá ‘mala’, ello confirma que mamá ha hecho reglas y las cumple. —MALEA BAER

    Una mamá mala se destaca por lo que dice (‘no’ significa ‘no’) sin tomar en cuenta ningún tipo de manipulación de parte de los niños cuando lloran. Ella se apega a sus armas, incluso, cuando un hijo le grita: ‘¡Te odio!’. Y, lo más importante, ella no rescata a sus hijos de todas las malas situaciones en las que se meten. —EVA CHRISTIAN

    Una mamá mala se preocupa lo suficiente para poner límites a sus niños que los guíen sabiamente a través de la vida. —IARA VAN HULZEN

    "Una mamá mala no cede a los caprichos de un niño que carece de sabiduría para saber qué es lo mejor para él. Significa no rendirse cuando cae, grita, amenaza o se va. Si los padres solo parlotean sobre tal desafío, ‘no será más que trabajo, trabajo y trabajo’ (por citar la película La princesa prometida). Una mamá mala debe establecer las bases y debe dejar en claro que no será manipulada ni coaccionada. Una vez establecido esto, ¡la maternidad es divertida! Cuando yo era pequeña, podía manipular a mis padres con bastante facilidad. Conozco todos los trucos ¡y no caeré en ellos!". —ELIZABETH THOMPSON

    CAPÍTULO DOS

    Cada mamá mala fue una mamá malvavisco


    "Cada uno de nosotros tiene una historia detrás

    de nuestro propio comportamiento".

    —VALERIE E. HESS Y MARTI WATSON GARLETT,

    AUTORES DEL LIBRO HABITS OF A CHILD’S HEART

    Las mamás malas vienen en todas las formas y tamaños. ¿Sabía que las mamás malvavisco tienen muchas características que también las diferencian? La mayoría son conocidas por ser azucaradamente dulces y por tener un corazón tan suave como una esponjosa crema batida. Piense un momento . . . El mayor ingrediente de un malvavisco es el azúcar . . . Quiero decir, vamos, ¿a quién no le gusta un poco de azúcar? Va a tener que admitir conmigo que, teniendo tanto azúcar en el interior, es sencillo ser una presa fácil en el departamento de límites cuando se trata de los hijos.

    El amor de una mamá es sobrehumano. Compuesto de impenetrable fuerza, es milagrosamente incondicional y dura más que la vida. Sin embargo, todo el mundo sabe que esta central poderosa de titanio se derrite fácilmente ante nada más que los deseos y necesidades de un hijo.

    Nuestro retoño, Samuel, tenía alrededor de 6 años de edad cuando perfeccionó sus labios de tristeza (boo-boo lip) y, para cuando la película Enredados de Disney salió, descubrió una mirada, la de metí la pata (the smolder). Por lo tanto, la infame expresión smabooboo nació. Un mezcla entre una cara de metida de pata con unos labios de tristeza que me hace entregarme cada vez que la hace. Tiene 13 años y, cuando me mira de esa manera, le entregaría las llaves del carro si me las pidiera.

    ¿Quiere saber un secreto? La mayoría de las mamás malas son mamás malvavisco en recuperación. Por desgracia, no somos tantas las que estamos en rehabilitación. Últimamente, no importa donde me encuentre, estoy rodeada de malvaviscos. Tal vez, usted conoce a algunas.

    Una mamá malvavisco tamaño gigante es alimentada por el amor, la codependencia y una pizca de mamá culpable.

    Una mamá malvavisco tamaño gigante es alimentada por el amor, la codependencia y una pizca de mamá culpable. Ella sacrifica su vida diariamente por sus hijos. Por lo general, es una presa fácil, pues toma la forma de la madre que su hijo quiere que ella sea.

    Su respuesta a todo, por defecto, es , porque, obviamente, ella odia ver tristes a sus hijos. En lugar de tomar decisiones difíciles, ella mira qué están haciendo sus amigas y deja el resto a su marido. Ve a decirle a tu padre son las seis palabras que usted más comúnmente escuchará de la mamá malvavisco cuando está luchando con una decisión. Y ella lo sabe: Los niños me conocen tan bien . . . Me esfuerzo para seguir adelante con la disciplina, pero, simplemente, no puedo. Es decir, mira esas caritas adorables, se justifica.

    Pero seamos honestos, en lo que se refiere a la buena salud, un malvavisco no tiene ninguna cualidad.

    Búsquelo en Google. Los distintos estudios sostienen que el azúcar alimenta el cáncer y las bacterias malas y es tan adictiva como cualquier droga de la calle. Ser una mamá suave y dulzona puede afectar a un niño de maneras muy perjudiciales también, aunque usted no lo crea. Una mamá muy pegajosa, suave, con falta de respeto, perezosa, egoísta, entre otras características poco favorecedoras, criando a un hijo, ¿cuál sería el resultado? Esta dulce mamá alimentada por dulces intenciones está tan cegada por el amor, que ella inconscientemente crea hábitos poco saludables y pasa por alto los malos modales y las malas actitudes. Una mamá malvavisco diría: Voy a ayudar a mis hijos sin límites y sin importar el qué. Esta declaración de una mamá malvavisco tamaño gigante procura ayudar, sin embargo, lo que hace es paralizar al hijo y no guiar sus decisiones. Sus hijos se convierten en ídolos y, con cada año que pasa, ella está mucho más cerca de hasta tirar su propio matrimonio debajo de un autobús.

    ¿Me he dado a entender? Usted estará pensando: Por Dios, yo no soy tamaño gigante. Tal vez, no lo es. Quizás, usted es una minimalvavisco. Puede ser que sea uno de esos pequeños lindos malvaviscos que flotan en el chocolate caliente que usted les prepara a sus hijos en las tardes frías de invierno. Quiero decir, ¿quién no ama los minimalvaviscos?

    MAMÁS MINIMALVAVISCO

    Personalmente, siempre he luchado contra mi minimalvavisco interior. Mi mayor lucha es la codependencia. Vengo de una larga línea de codependientes que me enseñaron bien, si se puede decir así. Tengo que solucionarlo y arreglarlo todo. Si mi hijo hace algo, yo puedo hacerlo mejor y más rápido a fin de ahorrarle tiempo y darle una mano, ¡claro que sí! Mis intenciones son siempre buenas . . . Bueno, entonces, creo que la mayoría de nosotros cae en el campo de los malvaviscos para el chocolate.

    Atar los zapatos de un niño durante demasiado tiempo o dar a un adolescente el verano libre en lugar de fomentar ese primer trabajo parecen formas tiernas y dulces de ser mamá, pero tenemos que preguntarnos: ¿Los estamos ayudando?. Una mamá minimalvavisco piensa que sí.

    Hay un área de debilidad en las habilidades de crianza de una mamá minimalvavisco: atrofia el desarrollo del hijo hacia la adultez porque todo lo pasa por alto y todo lo resuelve ella, incluso, esas pequeñas decisiones del día a día.

    Las mamás minimalvavisco animan a sus hijos a seguir siendo niños y disfrutan de cada precioso momento. Yo sé, yo lo hice. Pero lo que realmente estaba haciendo era sofocando, de manera dulce, su futura independencia y el aprendizaje de esas lecciones duras que da el trabajo.

    La verdad es que, a veces, es difícil poder ver dónde cometemos errores como mamás. Pero una vez que están expuestas, podemos dar pasos positivos hacia adelante. Eso sí, tal vez usted conozca o se ha encontrado con algunas famosas mamás malvavisco de abajo . . . sin importar si usted es una gigante o una minimalvavisco en recuperación . . .

    MAMÁS MALVAVISCO

    María Mihijonopuedehacernada: Ella es la mamá que, todavía, le enseña a atarse el zapato al hijo en la escuela y es la mamá que, aún, le hace la cama a su hija que está en secundaria. Ella lava los platos y acomoda la cocina todas las noches para que sus hijos puedan ver la televisión antes de acostarse, y lava la ropa de sus hijos adolescentes porque, simplemente, no saben cómo utilizar la lavadora como ella lo hace. Esta mujer vive de las palabras: Él no puede hacer eso, Ella es demasiado joven. ¿Su mayor queja? Tener a su hijo viviendo en su casa habiendo salido ya de la universidad. Porque, después de todo, a los 26 años de edad, él, simplemente, no puede encontrar un empleo en esta economía tan dura.

    Emma Amenazasvacías: ¿La conoce? Ella es amiga cercana de Lucía Repitecincuentaveces. Estas mamás se juntan con sus hijos y solo se escucha a Lucía, repitiendo: Guarda eso, guarda aquello. Y Emma continúa con un par de docenas de: Si no pones eso allá, si no pones eso ahí. ¿Cómo hacen su trabajo de crianza si sus hijos solo escuchan un ruido vacío? Lo cierto es que ellos ya están capacitados para ignorar todas las palabras.

    Rita Tieneunfavorito: ¿Supiste lo que pasó con Ricardito?. Y le da a usted actualizaciones al instante de su niño de oro: quiénes son sus amigos, qué maestro tiene para este año, qué es por lo que está pasando esta semana. Ella la llama a usted si el niño entró al equipo de fútbol y le escribe si no lo hace. Su debilidad minimalvavisco es el estímulo en grandes dosis y su enfoque principal es su único hijo . . . El problema es que ella tiene otros dos que nunca menciona.

    Laura Protectora: Laura cubre todas las esquinas del supermercado para evitar accidentes con su hija. Su niña lleva un casco de bicicleta, rodilleras y flotadores a la bañera. Ella trata de impedir cualquier daño que pudiera avecinarse para mantenerla segura. Cree equivocadamente que está en guardia con sus hijos porque está llena de amor de madre, pero en realidad, su combustible es el temor. Asimismo, sus retoños se convertirán en adultos temerosos gracias a su fuerte instinto de protección de mamá oso. Por cierto, Laura Protectora es prima

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