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Psicoplástica: Un camino simbólico
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Libro electrónico122 páginas2 horas

Psicoplástica: Un camino simbólico

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Psicoplástica. Un camino simbólico, es un viaje a través de las imágenes mentales y la forma en que estas se plasman y manifiestan en nuestro mundo cotidiano. Imagen mental e imagen material dialogan mediante el uso sensible y dirigido de recursos plásticos en pos de escudriñar en el enigmático mundo interno de los seres humanos.
A través de la psicoplástica tenemos posibilidad de dar forma a lo invisible, a esas imágenes que surgen desde las profundidades insondables del inconsciente y que traen noticias de lo que sucede en ese universo vasto e infinito que está más allá del territorio de la conciencia.
Este libro penetra en los fundamentos teóricos de la psicoplástica, en los conceptos que ella implica y en las metodologí­as para aplicarla adecuadamente en los diversos ámbitos en los que la imagen es capaz de abrirnos caminos que desconocemos.
IdiomaEspañol
EditorialEdiciones UC
Fecha de lanzamiento1 ago 2013
ISBN9789561425491
Psicoplástica: Un camino simbólico

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    Psicoplástica - Verónica Barraza

    texto.

    1 CONCEPTOS BÁSICOS DE PSICOLOGÍA ANALÍTICA JUNGUIANA

    Yo también quiero tener pájaros en el patio de mi casa.

    Collage con papel lustre. Taller de psicoplástica. ›

    DURANTE SU VIDA, Jung penetró en muchos temas relacionados con la psiquis y escribió acerca de ellos para un público experto, lo que sin duda complejiza su lectura para quienes no pertenecen necesariamente a su campo de estudio. Esto hace que muchos de los conceptos establecidos por Jung sean poco comprendidos e incluso deformados.

    Para poder penetrar de manera óptima en el ámbito de la psicoplástica, comenzaré por exponer algunos de los conceptos fundamentales de la psicología analítica junguiana. En primer lugar, Jung concibió a la psique como la totalidad de los procesos psicológicos. De esta forma, la psique consta de dos áreas principales opuestas y complementarias: la conciencia y el inconsciente. Jung no habla de mente sino de psique para referirse a estos procesos.

    La conciencia está constituida por todo aquello que conocemos o de lo que nos damos cuenta en un momento específico: es lo que captamos aquí y ahora. El centro de la conciencia es el Ego o Yo, es decir, la conciencia pasa por el Yo para ser percibida. Todo lo demás es lo que constituye el inconsciente. A decir de Jung (1981), el inconsciente describe un estado de cosas muy amplio como, por ejemplo, todo aquello que conocemos pero en lo cual no estamos pensando en este momento; todo aquello de lo que en otro momento estuvimos conscientes, pero que hemos olvidado; todo lo que nuestros sentidos perciben, pero que nuestra mente consciente no capta; todo lo que involuntaria e inadvertidamente pensamos, recordamos, queremos y hacemos. Forman parte del inconsciente, también, todas las cosas futuras que están tomando forma en nosotros y que en algún momento llegarán a la conciencia.

    Jung reconoció un inconsciente personal y uno colectivo. En el inconsciente personal están todos aquellos contenidos que en algún momento fueron conscientes, pero que en este momento no lo son.

    El inconsciente colectivo es un concepto acuñado por Jung para referirse a esa área de la psique que contiene toda la herencia espiritual de la evolución de la humanidad y que compartimos todos los seres humanos. Esta evolución renace nuevamente en la psique de cada individuo, por lo tanto, el inconsciente colectivo es transpersonal y universal y está formado por arquetipos.

    Los arquetipos son posibilidades de comportamiento de conducta humana: una especie de remanente de los modos primordiales de reaccionar de los seres humanos. Son, al mismo tiempo, imágenes y emociones. Jung explica que no son "ideas heredadas sino posibilidades" (Jung, 1981. La cursiva es de Jung).

    El mismo Jung explica que hay que diferenciar arquetipo de representación o imagen arquetípica. El primero es irrepresentable, por ello necesita de la segunda instancia para ser comprendido por la conciencia.

    Uno de los principales intereses de la psicología analítica es el proceso de individuación, entendido por Jung como el camino de diferenciación psicológica tendiente al desarrollo de la personalidad individual. Es decir, aquel trayecto a través del cual los seres humanos desarrollamos lo más profundo, íntimo y genuino de nosotros mismos.

    El proceso de individuación obedece al ideal arquetípico de la totalidad y en el que las relaciones conciencia/inconsciente cobran una importancia vital. La individuación conduce al ser humano hacia la totalidad. Hablar de totalidad, en el contexto de la psicología analítica, es referirse a un estado psíquico en que conciencia e inconsciente operan juntos y en armonía.

    Tanto en sus experiencias personales como en aquellas con sus pacientes, Jung vislumbró que ciertos arquetipos se manifestaban con gran frecuencia durante el proceso de individuación y que iban señalando distintas etapas de dicho proceso. Estos arquetipos son: la persona, la sombra, el ánima/ánimus y el self.¹

    El concepto de persona o máscara es usado por Jung para referirse a un impulso arquetípico que lleva a los seres humanos a una adaptación a la colectividad. Desarrollamos este arquetipo para relacionarnos mejor con el colectivo social y para cumplir con las expectativas que éste ha colocado en nosotros. Es la cara que mostramos a la sociedad para relacionarnos con ella, es decir, la persona es moldeada por el mundo externo y se forma en la infancia. Es indispensable como aspecto protector y adaptativo, pero debe ser flexible ya que conlleva el peligro de disimular la verdadera naturaleza del individuo. La comprensión de la persona y la diferenciación de esta con lo esencial del ser humano, es parte del proceso de individuación.

    Otro arquetipo que se encuentra muy relacionado a la persona es la sombra, a la que podríamos señalar como ese otro que existe dentro de nosotros. Se establece por todo aquello que no queremos, o no podemos reconocer de nosotros mismos y que proyectamos en los otros. La sombra es una parte viviente de la personalidad y es uno de los primeros arquetipos que debemos descubrir en el proceso de individuación, ya que al encontrarnos con ella, reconocemos los aspectos oscuros de nuestra personalidad, pero al mismo tiempo podemos despertar y captar fuerza útiles que dormitan en la naturaleza profunda del hombre (Jung, 1981: 27). Es decir, en la sombra también hay parte de la riqueza que no hemos descubierto aún. Observar nuestra sombra es parte de nuestro camino de autoconocimiento, a pesar de lo cual es generalmente un proceso complejo y largo que encuentra importantes resistencias por parte nuestra. Al confrontarnos con la sombra nos reconciliamos con nuestra historia.

    Tanto la persona como la sombra se relacionan principalmente con aspectos del inconsciente personal.

    Los arquetipos ánima y ánimus nos hablan de la integración de lo femenino y lo masculino y nos contactan con el inconsciente colectivo; de esta forma, el ánima corresponde al principio femenino del hombre y el ánimus, al principio masculino de la mujer. Estos arquetipos realizan la función de compensación de la parte consciente de la personalidad, es decir, cada arquetipo se opone a la actitud dominante de la conciencia. El hombre deja su ánima en el inconsciente, mientras la mujer deja allí su ánimus. Jung describió estos arquetipos en términos de Eros, para lo femenino, y Logos, para lo masculino. Este par de opuestos tiende a una dinámica de integración que es esencial para la madurez psicoafectiva del individuo. Cada mujer y cada hombre tiene la posibilidad de desarrollar ambas polaridades, masculina y femenina, y el proceso de individuación tiende al desarrollo armónico de ambas.

    Experimentar el arquetipo del self, constituye la cumbre del proceso de individuación y se experimenta una vez que se han integrado los elementos tanto del mundo exterior como interior hacia la consciencia. El self es aquello más verdadero y sustancial

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