GENERA PAZ AUTÉNTICA
Tiene forma de guisante cónico y se encuentra en el techo del ventrículo del cerebro, detrás de la raíz de la nariz, en un pequeño lago de líquido cefalorraquídeo. Sus impulsos energéticos permiten entrar en un flujo geométrico de la tierra como si estuviésemos en sintonía con ella.
Muchas escuelas esotéricas, místicas y antiguas tradiciones conocían el poder de la glándula pineal. Los antiguos griegos creían que era nuestra conexión con el reino del pensamiento, Buda, que la llamó el símbolo del despertar individual, sostenía que «cuando a través de la meditación rompemos la barrera de la mente consciente a la mente inconsciente, entonces todo nuestro cuerpo se convierte en un ojo». En el hinduismo la glándula pineal se conecta con el chacra del tercer ojo, símbolo de intuición y clarividencia. El pueblo egipcio relacionó el Ojo de Horus o Udjat con la forma del entorno de la glándula pineal en el cerebro humano. Muchas culturas y tradiciones milenarias la llegaron a representar cuando creaban dibujos y monumentos, dejando claro su conocimiento sobre esta glándula. En la Biblia, Mateo 22, Jesús explica que «si tu ojo ve con claridad, todo tu ser estará lleno de luz».
En 1630, René Descartes la describió como el asiento del, un núcleo que se asemeja a un cono de pino, ubicado entre los ventrículos del cerebro. Cuando la pineal posee más movilidad —se activa por el movimiento— nos dota de más inteligencia.
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