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El cardenal Raúl Silva Henríquez y los Derechos Humanos
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El cardenal Raúl Silva Henríquez y los Derechos Humanos
Libro electrónico187 páginas2 horas

El cardenal Raúl Silva Henríquez y los Derechos Humanos

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El presente libro es un interesante y apasionante relato que ordena en torno al tema de los derechos humanos, muchos de los testimonios dados por el Cardenal en sus memorias, y que narra los hechos acaecidos antes, durante y después del golpe de 1973. Se recogen también los testimonios personales del autor que en cierto modo fue víctima de muchos atropellos y que por su íntima amistad y cercanía con don Raúl fue también testigo privilegiado de lo que el cardenal hizo, dijo y padeció. Este carácter testimonial, donde aparecen nombres y personas queridas como las tías de Reinaldo, las religiosas del Amor Misericordioso, dan un carácter profundamente humano a este volumen.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 jun 2013
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    Vista previa del libro

    El cardenal Raúl Silva Henríquez y los Derechos Humanos - Reinaldo Sapag

    Contenido

    Capítulo I

    El golpe militar

    Capítulo II

    Los días que siguieron al golpe militar

    Capítulo III

    El Comité Pro Paz

    Capítulo IV

    La gran tarea del Comité Pro Paz

    Capítulo V

    Del Comité Pro Paz

    a la

    Vicaría de la Solidaridad

    Capítulo VI

    La gran tarea la continúa

    la Vicaría de la Solidaridad

    Capítulo VII

    La Vicaría de la Solidaridad

    se consolida

    Capítulo VIII

    Todo hombre tiene derecho a ser persona

    Capítulo IX

    La repulsa internacional

    Capítulo X

    La verdad nos hará libres

    Editorial

    Reinaldo Sapag Chain

    El Cardenal

    Raúl Silva Henríquez

    y los Derechos Humanos

    ACERCA DE ESTE LIBRO

    El presente libro es un interesante y apasionante relato que ordena en torno al tema de los derechos humanos, muchos de los testimonios dados por el Cardenal en sus memorias, y que narra los hechos acaecidos antes, durante y después del golpe de 1973. Se recogen también los testimonios personales del autor que en cierto modo fue víctima de muchos atropellos y que por su íntima amistad y cercanía con don Raúl fue también testigo privilegiado de lo que el cardenal hizo, dijo y padeció. Este carácter testimonial, donde aparecen nombres y personas queridas como las tías de Reinaldo, las religiosas del Amor Misericordioso, dan un carácter profundamente humano a este volumen. 

    Fernando Montes, S.J.

    ACERCA DEL AUTOR

    Reinaldo Sapag ha prestado un invaluable servicio a la Iglesia y a nuestra patria, no solo al contribuir eficazmente en la publicación de las memorias del Cardenal, sino por las posteriores monografías escritas por él y dedicadas a temas esenciales para calibrar la acción de monseñor Silva. Este libro sobre los derechos humanos viene a completar lo tratado en otros libros que estudian la relación del Cardenal con los trabajadores, las homilías cardenalicias con ocasión de los Te Deum, el trato íntimo de amistad del autor con el obispo, la visión económica, etc. 

    Si todos los libros de Reinaldo Sapag han contribuido poderosamente a revelar la memoria del Cardenal y a conservarla entre nosotros, este, sin duda alguna, muestra como ningún otro lo que significó en la situación de Chile el lema elegido por el Cardenal para su escudo episcopal: Caritas  Christi urget nos….La caridad de Cristo nos urge. 

    Fernando Montes, S.J.

    Prólogo

    El Cardenal Silva y los Derechos Humanos

    Escribo estas líneas en Alemania adonde he sido invitado por ADVENIAT, que es un organismo de la conferencia episcopal alemana destinado a ayudar a la Iglesia latinoamericana en sus necesidades. Cada año se organiza una gran campaña para recolectar fondos y me encuentro colaborando en dicha campaña. Mientras recorro diferentes ciudades, parroquias, universidades y colegios, continuamente ha venido a mi memoria el recuerdo del Cardenal Raúl Silva que con frecuencia visitaba estas tierras con el fin de pedir ayuda para financiar sus innumerables obras de caridad y desarrollo humano. Con su humor socarrón nos contaba que venía a la peregrinación de San Marcos, haciendo alusión a la moneda alemana, el marco, pues todavía no se había creado el euro que hoy es la moneda común europea.

    Acepté esta invitación como un modo de agradecer todo lo que la Iglesia y los católicos alemanes hicieron por nosotros en momentos difíciles y en particular por la ayuda que le dieron al Cardenal para sostener e impulsar sus múltiples creaciones sociales y su lucha por la defensa que él hizo de los derechos humanos, reflejada en este volumen. El Comité para la Paz y sobre todo la Vicaría de la Solidaridad recibieron importantes aportes del catolicismo alemán, contando con el valioso apoyo del Cardenal.

    El presente libro es un interesante y apasionante relato que ordena en torno al tema de los derechos humanos muchos de los testimonios dados por el Cardenal en sus memorias, y que narra los hechos acaecidos antes, durante y después del golpe de 1973. Se recogen también los testimonios personales del autor, que en cierto modo fue víctima de muchos atropellos y que por su íntima amistad y cercanía con don Raúl fue también testigo privilegiado de lo que el Cardenal hizo, dijo y padeció. Este carácter testimonial, donde aparecen nombres y personas queridas, como las tías de Reinaldo, las religiosas del Amor Misericordioso, dan un carácter profundamente humano a este volumen.

    Reinaldo Sapag ha prestado un invaluable servicio a la Iglesia y a nuestra patria, no solo al contribuir eficazmente en la publicación de las memorias del Cardenal, sino por las posteriores monografías escritas por él y dedicadas a temas esenciales para calibrar la acción de monseñor Silva. Este libro sobre los derechos humanos viene a completar lo tratado en otros libros que estudian la relación del Cardenal con los trabajadores, las homilías cardenalicias con ocasión de los Te Deum, el trato íntimo de amistad con el obispo, la visión económica, etc. Si bien en algunos aspectos estas publicaciones pueden repetirse, ellas logran profundizar en temas esenciales para entender el desarrollo histórico de esos tiempos.

    Los testimonios personales del Cardenal y del autor tienen la fuerza de un relato en primera persona. En alguno de los pasajes, precisamente por tratarse de memorias personales, pueden ser complementadas y hasta corregidas por otros recuerdos. Me parece que las posibles correcciones no tocan temas esenciales. Recuerdo una oportunidad cuando el padre Patricio Cariola, gran colaborador del Cardenal en la creación del Comité Pro Paz, quiso corregir un pequeño pasaje de la memoria de don Raúl, y este le dijo que esas eran las cosas que él recordaba y que por eso eran sus memorias. Luego, y con una sonrisa, le dijo al padre que si él recordaba otras cosas, pues que también escribiera sus propias memorias.

    Personalmente viví como superior subrogante de la Compañía de Jesús el triste episodio narrado en este libro sobre la doctora inglesa que atendió a Nelson Gutiérrez, luego del enfrentamiento de la dirigencia del MIR con los servicios de inteligencia en Malloco. Sin alterar el fondo del relato, yo podría añadir muchas cosas y corregir algunos detalles. Ese acontecimiento fue para mí muy importante, pues fue la primera vez, según recuerdo, que tuve un trato personal serio y profundo con el Cardenal, del cual nació una amistad que para mí fue un gran regalo.

    El tema de la defensa de los derechos humanos por parte del Cardenal Raúl Silva es sin duda el que con mayor fuerza marca y permanece en la memoria colectiva de Chile. Él había hecho grandes servicios en Caritas, se había adelantado a la reforma agraria, había hecho esfuerzos enormes para que se estableciera un diálogo civilizado que permitiera evitar el golpe de Estado, se había acercado a los trabajadores, había contribuido al desarrollo del Concilio Vaticano II, pero sin duda su lucha contra la tortura, la desaparición, el exilio sistemático fue lo que más impactó en Chile y en el mundo. Él le prestó voz a los sin voz.

    Llama poderosamente la atención en estas páginas la capacidad del Cardenal Silva para unir la firmeza y claridad con la mesura, el sentido de lo posible y el sano sentido político. En múltiples ocasiones optó por medidas menos espectaculares pero que permitieran dejar las puertas abiertas para buscar soluciones negociadas. Resulta en este sentido muy interesante su intervención, relatada en este libro, para que el Papa no hiciera una condena inmediata frente a los acontecimientos de 1973. Unos años después él lamentó haber intervenido en este asunto.

    En estas páginas una vez más, como en el libro de sus homilías en la catedral, queda plasmado el enorme amor del Cardenal por su patria. Resulta conmovedor el esfuerzo para generar diálogo entre gobierno y oposición en los últimos tiempos de la presidencia de Allende. Quedan reseñadas en estas páginas las numerosas llamadas a políticos, militares y diversos actores sociales para provocar el encuentro entre ellos. Con eso queda también perfectamente desmentida la opinión de algunos que decían que el Cardenal por su claridad y su firmeza era confrontacional. Él era un hombre de paz, pero una paz defendida en el derecho y la justicia.

    Hay capítulos y pasajes verdaderamente conmovedores, como el relato de la visita del Cardenal al Estadio Nacional convertido en campo de prisioneros. Se nos hace ver la importancia que tuvo esta visita que golpeó profundamente el corazón del pastor. Llama también la atención la fortaleza que tuvo para soportar presiones y críticas de dentro y fuera de la Iglesia. Debemos agradecer, a diferencia de lo que ha sucedido en otros países de América Latina, que gracias al Cardenal la Iglesia se puso en el primer lugar para defender al hombre, sin importar su ideología, el partido político al que perteneciera o su posición frente a la Iglesia. Ahí hubo una profunda coherencia cristiana.

    Del mismo modo llama la atención el constatar hasta qué punto se llegó en el control de las personas. No se titubeó en introducir el espionaje hasta la intimidad misma de la vida del Cardenal. Luego de varios episodios se pudo constatar que el entonces chofer del arzobispo pertenecía a los servicios de inteligencia.

    Si todos los libros de Reinaldo Sapag han contribuido poderosamente a revelar la memoria del Cardenal y a conservarla entre nosotros, este, sin duda alguna, muestra como ningún otro lo que significó en la situación de Chile el lema elegido por el Cardenal para su escudo episcopal: "Caritas Christi urget nosLa caridad de Cristo nos urge".

    Nunca creímos que dada la tradición histórica de Chile se iban a producir en nuestra patria los hechos que tuvimos que presenciar. Muchos no quisieron ver o no pudieron ver, porque las cosas se negaban. El Cardenal fue lúcido, honesto y a la vez se atrevió a poner las cosas en su lugar con una visión verdadera y radicalmente cristiana.

    Agradecemos a Reinaldo Sapag el haber ordenado muchos recuerdos en torno a este tema triste y, sin embargo, central de nuestra historia.

    Fernando Montes, SJ

    Introducción

    Probablemente la voz y acción del Cardenal Silva Henríquez en defensa de los derechos humanos durante la dictadura militar en Chile, entre los años 1973 y 1990, constituyan los factores más relevantes que lo hicieron conocido y respetado en el mundo entero. Sin embargo, la labor pastoral de don Raúl abarcó un abanico muy significativo de acciones e iniciativas cuyo sello común fue el amor a sus hermanos, fuese cual fuese su condición social, política, económica o religiosa. Al Cardenal lo movía su urgencia por hacer posible el amor entre nosotros, el amor de Cristo lo urgía, Caritas Christi urget nos¹ era su lema episcopal.

    Este libro intenta reconstruir la valiente y permanente defensa de los derechos humanos que don Raúl llevó a cabo como Arzobispo de Santiago, desde el 11 de septiembre de 1973, día del golpe militar, hasta su reemplazo por el cardenal Juan Francisco Fresno el día 10 de junio de 1983. Durante 10 años de dictadura don Raúl, con coraje y decisión levantó su voz y usó todo el poder de la Iglesia católica de Santiago, a favor de la dignidad humana. Frente a los horrores de la dictadura militar chilena, don Raúl llevó a cabo la heroica, valiente y difícil tarea de defender a aquellos que eran ejecutados, apresados, relegados, oprimidos, exiliados, torturados, desaparecidos, mutilados, calcinados, prevaricados, apaleados, pateados, dinamitados, lanzados al mar, quemados, degollados o deschilenizados por miles y miles.

    Muchos chilenos y algunos prelados no creían que todo aquello era verdad. Que no era posible tanta maldad y tanta ignominia, usando para ello todo el poder del Estado y las Fuerzas Armadas, para generar tanto terror, tanta angustia y tanto sufrimiento. La prensa, cómplice cautiva de la dictadura, acallaba estos hechos y muchos de aquellos que querían denunciarlos formaron parte de la legión de profesionales que sufrieron esos horrores hasta la muerte.

    Don Raúl no calló, su amor a las enseñanzas de Jesús y de Don Bosco lo llevaron a ser la voz de los sin voz, el pastor valiente que oró, predicó y luchó por la paz, la concordia y la defensa de los derechos humanos pisoteados.

    El propio don Raúl, en agosto de 1989, reflexionando acerca de su labor pastoral durante la dictadura, textualmente expresó:

    En mis largos años de vida y en mis años de Arzobispo de Santiago (1961-1983) siempre he tenido una preocupación especial por los pobres. Posiblemente influyó en esto el testimonio de mis padres y la vida y obra de Don Bosco.

    Por eso, para mí, crear el Comité Pro Paz, y después la Vicaría de la Solidaridad, fue un imperativo de conciencia ante los atropellos a la dignidad humana que veíamos a diario. Lo hice pensando siempre en la parábola del Buen Samaritano. Jesús nos enseñó a detenernos ante los heridos del camino, sin fijarnos en su condición social o religiosa.

    Eso ha hecho la Vicaría en estos años. Ella ha abierto sus puertas a los que necesitaban consuelo, defensa o protección cuando era necesario y suplicar con humildad cuando así lo requería su servicio. La Vicaría de la Solidaridad ha sido un signo profético que quedará registrado muy profundamente en el alma y en la historia de Chile.

    Solo tengo palabras de gratitud a los que allí entregaron su tiempo, su dedicación y hasta su vida para defender los derechos humanos. A quienes criticaron sin conocimiento, solo me queda una palabra de perdón.

    "La historia

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