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Memorias de una generación privilegiada
Memorias de una generación privilegiada
Memorias de una generación privilegiada
Libro electrónico330 páginas3 horas

Memorias de una generación privilegiada

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El recuerdo, según la Real Academia Española, es hacer memoria de algo que ya pasó. Y eso es, precisamente, lo que sus autores hacen en este libro. Hacen memoria y la comparten para que podamos conocer y otros revivir lo que fue y signi­ficó para nuestro país el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, de calle Macul 774.

Sus autores, con notas, anécdotas y vivencias empiezan a plasmar la vida universitaria de los años 1956-1960, pero mientras avanzan en la escritura comprenden que deben ir más allá, deben dejar estampados los cambios habidos en el sistema educacional en Chile.

Hacen un paralelo de lo que le signi­ficó al país poder entregar una educación gratuita, sin ­fines de lucro y una enseñanza de alto nivel con profesores de la categoría de un Roque Esteban Scarpa, César Bunster, Oscar Skewes y tantos otros y lo que siguió después de 1981, cuando muere el Pedagógico de la Universidad de Chile y las Escuelas Normales. La formación de profesores queda, entonces, en manos de algunas universidades e institutos formadores de maestros.

Todos los que redactaron este libro dan fe de su gratitud a esa gran tradición pedagógica chilena y señalan que si no hubiera existido esa universidad gratuita y democrática en 1956, no habrían podido realizar estudios superiores.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 oct 2019
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    Memorias de una generación privilegiada - Liliana Baltra

    MEMORIAS DE UNA

    GENERACIÓN PRIVILEGIADA

    Estudiamos en el Pedagógico de la Universidad de Chile

    OSVALDO ARANEDA

    LILIANA BALTRA

    J. ROBERTO GUZMÁN

    Con los aportes de:

    MEMORIAS DE UNA GENERACIÓN PRIVILEGIADA

    Estudiamos en el Pedagógico de la Universidad de Chile

    Autores: Osvaldo Araneda

    Liliana Baltra

    J. Roberto Guzmán

    Edición electrónica: Sergio Cruz

    Editorial Forja

    General Bari N° 234, Providencia, Santiago-Chile.

    Fonos: +56224153230, 24153208.

    www.editorialforja.cl

    info@editorialforja.cl

    www.elatico.cl

    Primera Edición: agosto, 2013.

    Prohibida su reproducción total o parcial.

    Derechos reservados.

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o trasmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.

    Registro de Propiedad Intelectual: Nº 229768.

    ISBN: Nº 978-956-338-124-5

    "Las ideas, juicios y opiniones expresados en estos artículos

    son de responsabilidad exclusiva de sus autores".

    A MODO DE PRÓLOGO

    J. Roberto Guzmán

    Con la intención de contarle a nuestro único nieto la trayectoria de mi pasado, comencé a escribir notas de diversas vivencias de mi niñez, de mi juventud, de los desafíos enfrentados, de los triunfos y de las derrotas, de lo comido y de lo bailado.

    Entonces me di cuenta de que había pasado cinco años en el Instituto Pedagógico, relacionándome con otras personas –compañeros de curso, profesores, ayudantes, conocidos, padres de colegas, empleados y administradores– todas muy valiosas, que de alguna manera dejaron algo en mí, que me ha hecho lo que fui y soy.

    En verdad somos como un enorme mosaico multicolor, de miles de trozos de ideas, valores y percepciones de distinto tamaño, que reflejan lo heredado de nuestros padres, familiares y todos aquellos con quienes hemos tenido interacciones, breves o prolongadas, con propósitos comunes o incluso de conflicto. Si hemos logrado algo significativo, se puede explicar por lo que hicimos, recogimos, cosechamos, aprendimos o imitamos de otros.

    Rememorar, entonces, algunas de las cosas que nos ocurrieron en el pasado, me pareció que era la única manera de reconocer a aquellos que, directa o indirectamente, nos ayudaron a escuchar, tolerar, comprender y respetar las diferencias.

    Gracias a internet, durante los años 2011 y 2012, hemos compilado nuestras historias, desde distintos puntos del continente, de la Madre Patria y de nuestro país, las de todo aquel grupo de jóvenes, que, durante cinco años convivimos en ese maravilloso ambiente estudiantil.

    Aunque tal vez sea un poco tarde, quiero agradecer a todos los que constituyeron esa generación tan pujante y valiosa. También agradecer a todos aquellos que, desafortunadamente, partieron antes de tiempo.

    PALABRAS PRELIMINARES

    Osvaldo Araneda, Liliana Baltra

    La idea de dejar por escrito nuestras respectivas historias de juventud en el Instituto Pedagógico fue de Roberto, que vive en San Diego, California, desde hace muchos años.

    Su atractiva idea se materializó el año 2011 vía internet. Al comienzo fue muy reconfortante contactar a nuestros excompañeros de universidad y juntos recordar anécdotas, experiencias, chascarros, historias alegres y tristes de nuestros años en el Instituto Pedagógico de la U. de Chile.

    Pero a medida que avanzábamos en nuestra tarea, nos dimos cuenta de que no podíamos dejar de lado un asunto de la mayor relevancia. ¿Por qué ya no existe el Pedagógico?, preguntaba Roberto.

    Entonces los dos autores de estas PALABRAS PRELIMINARES, junto con los compañeros que contribuyeron con notas y anécdotas, decidimos que había que ir más allá y dejar estampados en este libro los cambios en el sistema educacional en Chile. Tanto los que nos tocó presenciar cuando éramos estudiantes, luego como profesores y, más adelante, como formadores de futuros maestros.

    El Pedagógico de la Universidad de Chile murió el año 1981, al igual que las escuelas normales de todo el país. Por razones políticas, la formación de profesores ya no sería tarea de las universidades, sino de institutos formadores de maestros. Decidimos que este aspecto, tan importante para Chile, tenía que quedar impreso, junto con nuestros recuerdos de aquella época juvenil.

    Mientras tanto, en el Chile del 2011 y 2012, los estudiantes salían a las calles a reclamar por una educación gratuita; a expresar su indignación porque el objetivo principal de la educación de potenciar al país con chilenos bien formados, había sido reemplazado por un afán de lucro de todos los propietarios de establecimientos educacionales, en su mayoría privatizados; a defender los bolsillos de los padres de familia que deben pagar por la educación de sus hijos sumas que no tienen; a lamentar los seis millones de pesos –o más– que tendrán que pagarle a los bancos una vez obtenidos sus títulos universitarios.

    Como generación de egresados del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, en un tiempo en que la educación universitaria era gratuita, no podemos permanecer en silencio.

    Hemos incluido aquí las historias de hijos de familias modestas, de clase media y de familias acomodadas, que convivimos durante cinco años y un poco más, en un ambiente de respeto por las ideas religiosas o políticas de cada uno.

    También quisimos dejar impresos los logros alcanzados en nuestra vida profesional. Recibimos una educación universitaria de lujo, sin afán de lucro y, creemos, sin falsa modestia, que le devolvimos al país, con creces, lo que se invirtió en nosotros. Muchos de nosotros, ocupando cargos importantes en la docencia, la investigación, la literatura y la historia, tanto en Chile, como en el extranjero.

    En este recuento de nuestros años de estudiantes universitarios del Instituto Pedagógico, no podemos dejar de recordar a nuestros profesores, los que nos formaron. No cabe duda que fuimos producto de mentes admirables, de profesores dedicados a enseñar y a fomentar en sus alumnos una visión de compromiso, de solidaridad, de esfuerzo por ser mejores. En suma, a ser, al igual que ellos, excelentes maestros.

    Finalmente, decidimos incluir también aquí los testimonios y experiencias de profesores de generaciones posteriores, que hoy están trabajando en universidades, escuelas públicas y privadas.

    Algunos de ellos fueron nuestros alumnos; otros son amigos y colegas que nos muestran el panorama de la educación hoy, con sus altos y bajos y la esperanza de un Chile mejor.

    LOS INICIOS

    QUIÉNES SOMOS

    Osvaldo Araneda, Liliana Baltra

    En este 2013, se cumplirán cincuenta y seis años, en que un grupo de jóvenes provenientes de diversos establecimientos educacionales, públicos y privados, de todos los niveles socio económicos y de todas las corrientes filosóficas y/o pensamientos políticos, ingresamos a estudiar Pedagogía en inglés al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.

    Todos habíamos aprobado el Bachillerato en Humanidades con mención en letras con puntajes relativamente altos. Sin embargo, para ser admitidos a la carrera, debíamos redactar algo en inglés y también sostener una conversación en el idioma con los profesores del Departamento de Inglés.

    El costo de nuestros estudios era solo un trámite. Al matricularnos cada año, pagábamos alrededor de 500 pesos en estampillas de la Universidad de Chile y para graduarnos, un poco más: alrededor de 1.500 pesos en la misma forma.

    Muchos Presidentes de la República tuvieron la misma oportunidad que nosotros de estudiar, en forma gratuita, en la Universidad de Chile: Jorge Alessandri Rodríguez, Salvador Allende, Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet. En realidad, 19 presidentes de Chile estudiaron en nuestra universidad, como consta en una placa alusiva que se encuentra en la Casa Central.

    El exrector, don Juvenal Hernández, se declaraba, paladinamente, producto de la educación chilena gratuita y democrática. Grandes repúblicos de antaño, al igual que los expresidentes Montt y Varas, entre otros, reconocieron lo mismo.

    En el año 2013, en que se debate en Chile si la educación gratuita es posible, emitimos una declaración semejante: si no hubiese existido esa universidad gratuita y democrática en 1956, no habríamos podido realizar estudios superiores.

    He aquí entonces, nuestra gratitud a esa gran tradición pedagógica chilena. Desde 1981, por decreto supremo, todas las instituciones de educación superior tienen la obligación de autofinanciarse y, consecuentemente, se ha terminado con la educación gratuita imperante hasta entonces, que permitió a nuestro país alcanzar niveles de alfabetización y de calidad de la educación superior que hoy se le reconocen mundialmente.

    Por lo tanto, la separación del Instituto Pedagógico de su alma máter, la Universidad de Chile, tuvo importantes consecuencias para la formación de profesores de educación secundaria en el país. Después de casi un siglo de existencia, se transformaba en una casa de estudios sin rango universitario. aunque por ley Nº 18433 de 1985, pasó a llamarse Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, su estructura y su administración conservan el mismo estatuto y organización que le fijó el gobierno militar de entonces.

    Pero, tal vez, lo más importante en este testimonio es revisar lo que pasó con esos jóvenes que estudiamos Pedagogía en inglés entre 1956 y 1960, y a la generación que creció junto a nosotros. Por ello hemos incluido aquí también las vivencias de algunos de nuestros compañeros de Castellano, Historia, Filosofía y también a algunos de nuestros ayudantes.

    En estos tiempos en que Chile lanza una mirada crítica al proceso educacional, al sistema de universidades privadas creadas para élites, y en que el estado financia solo un 20 % de las carreras en las universidades públicas, situación que impide el acceso a la educación superior a tantos jóvenes, y en que se hacen observaciones negativas a la formación de profesores, queremos destacar la labor que realizó el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile de entonces.

    Hemos cumplido nuestra misión en diferentes instituciones, tanto en la educación media, como en la superior; en diversas reparticiones del ministerio de educación, en el Centro de Perfeccionamiento, experimentación e investigaciones Pedagógicas, en los Colegios y Centros universitarios regionales de la Universidad de Chile, en universidades tradicionales y en algunas de las privadas, como también en instituciones de educación superior en el extranjero.

    Durante estos cincuenta y tantos años, hemos sido profesores de inglés y educadores a toda prueba. Varios de nuestros compañeros de ruta devinieron en escritores, dramaturgos, poetas o filósofos.

    Cumplimos con nuestra misión, educando a millones de jóvenes chilenos, y participando en la formación de docentes y especialistas en educación en diversas instituciones de la educación superior.

    Creemos que hemos contribuido a dejar o mantener en alto el nombre de la Universidad de Chile, tanto dentro, como fuera de nuestro país.

    Cuando la mayoría de nosotros ya está acogido a jubilación y un tercio de nuestro curso ya partió hacia otras dimensiones, nuestra aspiración con este texto es que sirva de inspiración, de apoyo y de solaz a los chilenos que desean una mejor educación al alcance de todos, una universidad que transmita a las nuevas generaciones solidaridad y permita un diálogo continuado, renovado y permanente entre ellas.

    Es tarea de los actuales docentes universitarios formar mejores profesores y transformar a los nuevos estudiantes en focos que irradien la mejor pedagogía para el aprendizaje de quienes les sigan, con el ejemplo de una auténtica vida profesional que contribuya a hacer comunidad de vida y de trabajo.

    El glorioso Instituto Pedagógico

    de la Universidad de Chile

    Liliana Baltra

    Al recibir el Premio Cervantes en el año 2011, Nicanor Parra declaró: Yo no he inventado nada, solo he recogido en mi poesía lo que andaba circulando por ahí….

    Claro, su anti poesía incluye frases muy chilenas como: ¿para qué seguir filmando la película?, "¿quién será ese pelao cabecetuna?, cada uno se rasca con sus uñas".

    Es lo que sucede con el título de este capítulo. No hemos inventado nada, el nombre de glorioso Instituto Pedagógico, ha estado sonando hace tiempo en el ambiente cultural y universitario de Santiago. Ignoramos quién lo creó, pero sí sabemos que muchos fuimos testigos de una época especial en la formación de profesores en Chile, que merece ser recordada. L.B.

    El local del Instituto Pedagógico de los años 50 era muy diferente a la hermosa casona de la calle Ricardo Cummings con la Alameda, donde Mariano Latorre y Samuel Lillo, ambos Premios nacionales de literatura, estudiaron Castellano; Pablo Neruda, nuestro segundo Premio Nobel, estudió Francés; Pedro de la Barra, creador del ITUCH, Castellano; y Enrique Molina Garmendia, fundador y primer rector de la Universidad de Concepción, Historia y Geografía. Aquellas primeras salas se habían hecho estrechas y fue necesario buscar un lugar más amplio y acogedor para el desarrollo de la docencia y la investigación.

    Cuenta la leyenda que don Juan Gómez Millas, entonces rector de la Universidad de Chile, descubrió en uno de sus paseos matinales en bicicleta, un hermoso parque con extensos prados y frondosos árboles en la actual comuna de Macul. Estos lo maravillaron y entusiasmaron a tal punto que imaginó y proyectó una ciudad universitaria donde las distintas actividades del Pedagógico podrían desarrollarse sin límites. De este modo, entre 1949 y 1955 se hizo posible el traslado a los terrenos de Macul donde nuestra promoción inició sus estudios de Pedagogía al que entonces era un verdadero campus universitario –inexistentes en el país hasta entonces– con amplios jardines, una glorieta de las rosas, edificios modernos para que los estudiantes de provincia pudieran vivir allí, antiguas construcciones de ladrillo a la vista para las salas de clase y otras dependencias: una gran sala teatro, laboratorios de Química y Física, un casino –que era una especie de "cave", ubicado en el subterráneo del teatro– además de árboles frondosos y senderos para transitar entre una clase y otra, en medio de los prados.

    Este idílico paisaje fue también el escenario para la ebullición de todas la ideologías de aquella época: los líderes más antiguos convocaban a sus filas a los recién llegados. Había grupos de radicales, católicos de la falange, el embrión de la Democracia Cristiana, y católicos más tradicionales, socialistas, comunistas. Sin embargo, convivíamos pacíficamente y respetábamos las ideas de los otros.

    Cuando se llamaba a huelga, o a paros, por órdenes de la Central Única de trabajadores (CUT), para apoyar problemas nacionales, como algún planteamiento de los mineros, el rechazo a movimientos extranjeros o al alza de precio en la locomoción colectiva, muchos estudiantes los acataban y otros nos dedicábamos a estudiar.

    No recordamos haber experimentado gases lacrimógenos ni carros lanzagua dentro del recinto del Pedagógico. En esos años, los recintos donde florecían las ideas eran sagrados y la policía no podía entrar a terrenos universitarios; estaba penado por ley.

    Maura Brescia, periodista, escritora y editora, en su libro, La Estirpe Censurada, lo describe así:

    "El Pedagógico de la década de los sesenta semejaba a la academia griega por su enraizada búsqueda de la verdad filosófica, las ansias del saber positivista, el encendrado espíritu de democracia. sus muros, donde la libertad chorreaba las paredes, reunían a la inteligencia del pensamiento, a la élite de los catedráticos, a la flor y nata de los jóvenes del país.

    Nunca sus prados, donde los estudiantes descansaban entre lecciones, fueron mancillados por fuerza policial. se respetaba el principio de la autonomía universitaria, que permitía que académicos y educandos aprehendieran y expresaran ideas sin temor. la confluencia de opiniones y creencias disímiles producía, en esa juventud en formación, profundo respeto por el opositor y la preparaba para afrontar con ánimo solidario el juego político.

    El Decano, un ilustrado de la vieja guardia, permitía con amplitud de criterio las contiendas de los distintos grupos que, a veces, se confundían con las travesuras estudiantiles, y otras, alcanzaban cariz de mayor envergadura".

    Profesores del Instituto Pedagógico

    Durante nuestra formación como profesores, tuvimos la fortuna de contar con maestros excepcionales.

    Hoy recordamos con nostalgia a nuestros profesores Luis Oyarzún, Roque Esteban Scarpa, César Bunster, Julio Orlandi, Antonio Doddis, Egidio Orellana, Julio Vega y, en el departamento de inglés, a Óscar Skewes, Rodolfo Rojo, Demetrio Aguirre, Henry l. Russell, Jack Ewer, y Guillermina Dunnage.

    En el campo de la educación, psicología, sociología y otras disciplinas, nuestros maestros eran prestigiosos académicos tales como Irma Salas, Arturo Piga, Óscar Ahumada, Astolfo Tapia, Eugenio González, Mariano Rocabado, Leopoldo Seguel, Erika Grassau, Eduardo Vilches, Luis Gómez Catalán, Roberto Munizaga Aguirre.

    El Departamento de Inglés

    Nuestro departamento contaba con profesores chilenos y extranjeros. todos los chilenos tenían estudios de post grado en Gran Bretaña o en los Estados Unidos de América, dominaban el idioma inglés, en su forma oral y escrita, y estaban muy orgullosos de aquello. Cada uno, en su especialidad, era un profesor excepcional.

    Óscar Skewes

    Profesor Skewes, (1907-1989) era el director del departamento. se había especializado en Fonética y Fonología en el University College de Londres. también era un excelente profesor de práctica del idioma.

    En esos años, cuando las grabadoras de audio casi no se conocían en Chile, él tenía una inmensa, negra, a la cual llamaba the coffin.

    Estudió en la Universidad de Concepción, con Nora Grimsditch, y se tituló en 1947. vivió varios años en Londres y tuvo un cargo de locutor, en español, en la BBC.

    Las siguientes historias lo retratan de cuerpo entero:

    Decía que habían diferencias fundamentales entre la pronunciación chilena y la británica RP (Received Prounciation) y les daba una preferencia escandalosa a los alumnos que tenían un buena pronunciación RP.

    Entonces decía: Let’s think for a moment... Ah! Of course!.

    Y de ahí se hacía una clase completa analizando todos los fonemas que tenía esa frase: Let’s think for a moment.

    [-ts] en let’s

    [th-] en think

    [la schwa] en for a moment

    el diptongo en el /mo-/ de moment

    la [i] en moment

    finalmente el ultimo fonema [t] en moment.

    Le tenía tanta rabia al inglés de EE.UU que se volvía loco cuando algunos de mis compañeros (que habían estudiado en colegio norteamericano o vivido en EE.UU) decían: I’m nat... en vez de I’m not....

    Skewes abría los ojos como para comerse vivo a su víctima, sacaba una nuez que siempre tenía en el bolsillo, se la ponía a centímetros de la cara y le gritaba al infeliz:

    THIS is a nat and you are NOT going to make that mistake in my class ever again!.

    En su afán de lograr una pronunciación lo más parecida posible al RP, en los pobres alumnos chilenos, daba ejemplos muy cómicos, que al hacernos reír, lograban que penetraran en el sistema fonético de cada uno de nosotros.

    Por ejemplo, para la pronunciación del diptongo /iu/ decía: "With protruding lips… iuuuu, pero sin molestar al compañero que se sienta adelante".

    "No digan: Tottenham Court Road (totenjam cort roud). Prefiero que digan Tócame con horror, pero bien rapidito".

    "Tampoco digan: Piccadilly Circus (pikadily cirkus), mejor digan picadillo seco.

    Armando Baltra

    También una vez Mr. Skewes nos contó que en Londres mandó a reparar un sombrero en el negocio de un chino. Al ir a buscarlo, no lo encontraron. Al preguntarle por otra señal o apellido, Mr. Skewes dijo Orellana

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