El verdugo de Rothenburg:: El verdugo de Rothenburg
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Rothenburg, 1526
Matthias Wolf, el verdugo de Rothenburg, y su mujer Marie, han sobrevivido a un cobarde atentado y se han enamorado. Pero sus enemigos no descansan: no solamente quieren destruir la felicidad de los jóvenes enamorados, sino que preferirían ver muerta a la pareja. Para ello les servirá cualquier medida.
Durante el mercado de primavera en Rothenburg, Matthias evita que el joven Markus, que robó por culpa del hambre unas salchichas enmohecidas, pierda la mano. Matthias se ve a él mismo como el adolescente que fue acogido unos años antes por Malachias, el anterior verdugo, y lo contrata como aprendiz.
Al mismo tiempo, un asesino a sueldo planifica otra manera eliminar para siempre a Matthias y a Marie.
Por orden del corregidor, el verdugo y su mujer, y acompañados por el médico Nikolaus von Brümme, se ponen en camino para visitar el lugar de nacimiento de Marie. Allí se ven obligados a enfrentarse a algunas sorpresas, mientras que la Inquisición tiene noticia de los acontecimientos ocurridos en Rothenburg.
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El verdugo de Rothenburg: - Martina Noble
El verdugo de Rothenburg: Traición en Rothenburg
Por Martina Noble y Werner Diefenthal
Descripción del libro:
Rothenburg, 1526
Matthias Wolf, el verdugo de Rothenburg, y su mujer Marie, han sobrevivido a un cobarde atentado y se han enamorado. Pero sus enemigos no descansan: no solamente quieren destruir la felicidad de los jóvenes enamorados sino que preferirían ver muerta a la pareja. Para ello les servirá cualquier medida.
Durante el mercado de primavera en Rothenburg, Matthias evita que el joven Markus, que robó por culpa del hambre unas salchichas enmohecidas, pierda la mano. Matthias se ve a él mismo como el adolescente que fue acogido unos años antes por Malachias, el anterior verdugo, y lo contrata como aprendiz.
Al mismo tiempo, un asesino a sueldo planifica otra manera eliminar para siempre a Matthias y a Marie.
Por orden del corregidor, el verdugo y su mujer, y acompañados por el médico Nikolaus von Brümme, se ponen en camino para visitar el lugar de nacimiento de Marie. Allí se ven obligados a enfrentarse a algunas sorpresas, mientras que la Inquisición tiene noticia de los acontecimientos ocurridos en Rothenburg.
Sobre los autores:
Martina Noble:
Nacida en 1979 en Maguncia, le gusta explicar y escribir historias desde sus primeros años de infancia. Desde 2014 escribe junto con Werner Diefenthal y ha publicado varios libros con él.
––––––––
Werner Diefenthal:
Nacido en 1963 en la Renania, escribe desde hace varios años y publicó su primera novela en 2010. Desde 2014 colabora con su co-autora Martina Noble, con la que ha publicado varias novelas.
El verdugo de Rothenburg: Traición en Rothenburg
––––––––
Por Martina Noble y Werner Diefenthal
c/o
Club de autores Payrus,
R.O.M. Logicware GmbH
Pettenkoferstr. 16-18
10247 Berlin.
Teléfono: +49 175 2672918
wdiefenthal@wdiefenthal.de
www.martina-noble.com; www.wdiefenthal.de
––––––––
Modelos del título:
Valerie Matthey
https://www.facebook.com/The-art-of-Valley-409182422597077/
Marco Röhlich
https://www.facebook.com/Bradley-Blackwater-742119889205680/?fref=ts
Diseño gráfico y diseño de portada:
Sandra Limberg
http://www.sollena-photography.de
Traducción: Montserrat Varela Navarro
https://www.puntoyaparte.de/
https://www.facebook.com/www.puntoyaparte.de/
––––––––
Tercera edición 2017
© Werner Diefenthal / Martina Noble. Todos los derechos reservados.
Cualquier reproducción, incluso parcial, requiere el consentimiento previo de los autores.
Impreso en Alemania.
Información bibliográfica de la Biblioteca Nacional Alemana
La Biblioteca Nacional Alemana registra esta publicación en la Bibliografía Nacional Alemana; los datos bibliográficos detallados están disponibles en Internet bajo http://dnb.d-nb.de.
Segunda parte:
Traición en Rothenburg
Todas las personas y todos los acontecimientos de esta historia son ficticios. Cualquier similitud con personas vivas o fallecidas es puramente accidental y no intencionada.
El corregidor de Rothenburg y su mujer son ficticios. El verdugo es un producto de nuestra fantasía. A pesar de nuestras intensas investigaciones, no hemos podido encontrar ninguna prueba fehaciente de la existencia de un verdugo en Rothenburg. Un hecho histórico fue la expulsión de la gente que vivía en el barrio judío alrededor de 1520. Lo que pasó después es una ficción.
Los acontecimientos locales se relataron según nuestro leal saber y entender, pero fueron adaptados parcialmente para el transcurso de la historia que escribimos aquí. Por ejemplo, no existía la institución del corregidor, y también el restaurante ›Cisne dorado‹ es ficticio. Al nombrar las calles, las plazas y las puertas de la ciudad, tomamos como referencia mapas antiguos. En caso de que no se correspondiesen en todos sus aspectos con la realidad, pedimos disculpas.
En la medida de lo posible, los procesos y los acontecimientos históricos se usaron conforme a la verdad. En algunos casos, sin embargo, se cambiaron de tal manera que encajasen en el contexto de la novela.
Los métodos de interrogación y los castigos por parte del verdugo y más adelante por la Inquisición que se relatan en esta novela se corresponden lo más fielmente posible a la jurisprudencia y las nociones prevalecientes de la justicia de la época. Las herramientas de tortura descritas eran habituales en esa época, aunque algunos historiadores dudan de que se usaran. Los castigos impuestos en la novela no reflejan de ningún modo la opinión o el parecer de los autores.
Por ello, sean advertidas las mentes sensibles: correrá la sangre.
En nuestras investigaciones sobre la vida de esa época nos han sorprendido algunas cosas. Sobre todo la vida no precisamente mojigata de esa época. Tuvimos que tener en cuenta también este aspecto e integramos esta parte de la vida en la trama.
También adaptamos el idioma a los tiempos modernos para que sea más fácil de entender. Intentando hablar como la gente de esa época en la que tiene lugar esta historia, nos dimos cuenta de que nadie nos entendía. Por eso decidimos utilizar un lenguaje comprensible para el público en general de hoy en día. Les pedimos su comprensión también por este aspecto.
Nota sobre la nueva edición:
La presente versión fue revisada cuidadosamente. Adaptamos tanto el lenguaje como el contenido, sobre todo las escenas con contenido sexual, para que no fueran tan explícitas. También redujimos el impacto en las escenas de la versión original en las que Matthias lleva a cabo los castigos.
La mayoría de los cambios, sin embargo, tiene que ver con el formateo o el aspecto del libro, ya que no estábamos contentos con el aspecto de la primera edición. Esperamos haber creado también esta vez un placer de lectura para los ojos.
Índice de personas
Bernhard Steiner
Corregidor de Rothenburg
Elsa Steiner
La mujer del corregidor
Eckhart Steiner
Padre del corregidor, el anterior corregidor
Matthias Wolf
Verdugo de Rothenburg
Marie Wolf
Mujer de Matthias Wolf, antigua criada del corregidor
Popolius Harthrath
Escribano
Magdalena Holzapfel
Dueña del ›Cisne Dorado‹
Greta Dinkelsbraun
Amiga de Marie
Helga Bonnekamm
Amiga de Marie, hija de Klaus y Agathe Bonnekamm
Klaus Bonnekamm
Maestro panadero, padre de Helga
Agatha Bonnekamm
Mujer de Klaus Bonnekamm, madre de Helga
Meginhard von Scharfenstein
Cabeza de una familia adinerada, padre de Jakob
Margarethe von Scharfenstein
Mujer de Meginhard von Scharfenstein, madre de Jakob
Jakob von Scharfenstein
Hijo de Meginhard y Margarethe von Scharfenstein
Karl Schwattner
Amigo de Helga Bonnekamm, mozo de Bernhard Steiner
Nikolaus von Brümme
Médico y cirujano, sanador
Pater Remigius
Párraco de Rothenburg
Heinrich Meisner
Capitán de la guardia municipal
Markus
Aprendiz de Matthias
Irmtraud Wallner
Prostituta en el ›Cisne dorado‹
Ferdinand von Ravensburg
Inquisidor
Lotte Lambrecht
Mujer del arrendatario de la finca de los Steiner
Klara Felschner
Criada en la finca, amiga de infancia de Marie
Prólogo
Después del interminable invierno, en el año 1526 por fin llegó la primavera a Rothenburg. Pero esa primavera, no obstante, además de un mercado con un éxito extraordinario, había llevado también la muerte del padre del corregidor Bernhard Steiner.
La mujer del corregidor, Elsa Steiner, inculpó a la criada Marie del asesinato y de brujería. Pero esta inculpación solo era un complot que había concebido la mujer del corregidor para quitarse de en medio a Marie. Lo que la criada del corregidor no sabía, pero de lo que Elsa Steiner sí se había enterado, era que Marie era en realidad la hija del viejo Steiner y que este le quería conceder una gran parte de la herencia. La codicia de la corregidora no permitía que una parte de la herencia pasara a otras manos que no fueran las suyas.
Durante el interrogatorio, sin embargo, el escribano Popolius Harthrath y el verdugo Matthias Wolf le tendieron a Marie algunos puentes de oro, de manera que pudo ser absuelta de la acusación de brujería y solo fue condenada a morir bajo la espada por asesinato.
Matthias, el verdugo, pudo evitar su muerte en el último momento una vez más, pidiendo clemencia y la mano de la criada. Este plan lo había ideado juntamente con la dueña del ›Cisne Dorado‹, Magdalena Holzapfel.
Así que Matthias se casó con Marie. Después de un intento de asesinato a ella y luego a él, la relación de los dos se fue afianzando, hasta que finalmente se confesaron su amor mutuo durante el mercado de primavera.
Junio de 1526
Primer capítulo
Mientras Marie y Matthias afianzaron su amor por fin, Jakob von Scharfenstein caminaba sin rumbo por Rothenburg. Estaba furioso. En la fiesta había visto a Marie bailando muy alegre con el verdugo. Durante un segundo pensó en precipitarse hacia ellos y clavarle al verdugo un cuchillo en el corazón. Pero sabía muy bien que no estaba a la altura del ajusticiador. Aunque este, como se decía, había sido herido en una pelea con un desconocido, pero ya no se veía nada. Las consecuencias para él, por otra parte, no hubieran sido nada agradables.
Cuando se encontró con Karl y Helga, supo qué quería hacer esa noche. Se había metido en la cabeza seguir aprovechándose de ellos, y había desarrollado el plan de ir con los dos al almacén y ver si Helga podría aguantar dos jinetes. Solo de pensarlo casi hizo que se volviera loco. Pero también este plan se frustró por la escena del maestro panadero, obligando a su hija a volver a casa. Poco tiempo después, Karl también desapareció, y luego vino la tormenta. Buscó diversión en las tabernas de la ciudad, pero en todas partes estaba tan lleno que no podía entrar en ninguna de ellas. Delante del ›Cisne Dorado‹ hacían guardia algunos soldados de la ciudad que echaban a todos los nuevos visitantes, así que siguió dando vueltas por las calles. Vio a algunas prostitutas que atendían a sus clientes en las entradas de las casas o en calles oscuras. Había demasiadas pocas habitaciones para todos.
—Bueno, ese verdugo va a ganarse una bonita suma, —gruñó. Matthias Wolf cobraba el penique de las prostitutas, que solo le correspondía a él. Durante una fiesta como esa, había más rameras en la ciudad que esperaban hacer un negocio lucrativo con los comerciantes y los visitantes. Las partes privadas de Jakob seguían latiendo cuando de repente no pudo creer lo que veían sus ojos. Delante de él, al otro lado de la calle, una figura se apretaba contra las paredes de las casas. No podía creer la suerte que tenía.
Helga se había escabullido para encontrarse con Karl. Jakob decidió que iba a estropear el encuentro. Se acercó tan silenciosamente como pudo y a pasos rápidos hasta la silueta. Sí, era la hija del panadero, la reconoció. Cuando ella pasó por delante de un taller vacío del barrio de los judíos, se lanzó, se apoderó rápidamente de la chica, le puso la mano en la boca y la arrastró hacia dentro. Ella quiso gritar, pero él le susurró al oído.
—¡Te he pillado otra vez! ¿Qué crees que va a decir tu padre si lo saco de su cama y le entrego a la puta que es su hija?
Helga empalideció.
—Por favor, señor... no... Mi padre... me va a matar a golpes.
Jakob sonrió.
—Entonces no voy a ser malo. Pero tienes que hacer una cosa para mí antes de que te deje ir con tu amante.
—Todo lo que queráis.
Su sonrisa se ensanchó.
—Esto es lo que quería oír. Pero ahora, no quiero oír nada más.
Miró a su alrededor. Detrás había una mesa.
Rápidamente le abrió el vestido por encima de los pechos, arrastró a la chica, que temblaba de miedo, y la agachó sobre la mesa hasta que se acostó con ella con la parte superior de su cuerpo sobre la mesa. Luego le levantó las faldas y le metió mano entre las piernas. Escupió en la mano izquierda, la frotó en el sexo de ella, abrió sus pantalones y metió su miembro dentro. La chica se mordió los nudillos de la mano. Aguantó las embestidas del hombre y esperó que eyaculara rápidamente. Pero al cabo de un rato notó cómo su placer empezaba a despertarse. Y cuanto más duramente arremetía, más placer sentía ella. Pero cuando él sacó el palo de ella, supo que no se había quedado satisfecha. Casi estaba decepcionada, porque había estado a punto de llegar al clímax.
—¡Y ahora te la voy a clavar por detrás! —gritó.
Ella empezó a llorar al darse cuenta de lo que quería él.
—¡Por favor, señor! Esto no... es...
Él no la escuchó y quiso meter su palo en ella, pero el dolor hizo que Helga chillara. Cayó de la mesa de un lado y se alejó arrastrándose del hombre, que se había vuelto loco de lujuria. De repente, Helga tocó algo blando. ¿Qué era eso? Cuando Jakob se acercó, llevando consigo su miembro erecto como una lanza, Helga pudo ver en la penumbra que delante de ella había un cadáver. ¡Y no precisamente uno reciente! Pegó un chillido tan penetrante que Jakob se tapó los oídos. Al cabo de nada, la puerta del taller se abrió estrepitosamente. Tres hombres de la guardia municipal, que patrullaban durante toda la noche, irrumpieron rápidamente. Con una sola mirada se dieron cuenta de la situación: una chica medio desnuda que estaba arrodillada en el suelo y que chillaba más fuerte que todas las trompetas del infierno. Y delante de ella un hombre con los pantalones bajados. Para el jefe, la cosa estaba clara. Reconoció a los dos enseguida.¡Jakob von Scharfenstein había violado a la hija del panadero! Esto sería un bonito escándalo.
—¡Agarrad a este tipo! —ordenó. Los dos guardias agarraron a Jakob, que empezó a dar golpes. El jefe se inclinó hacia Helga.
—Ven, chica, todo va a ir bien. No debes tener más miedo.
Entonces se dio cuenta de que la chica, que seguía temblando, señalaba algo con la mano derecha.
—¡Mierda!
Corrió hacia la puerta, sacó su cuerno del cinturón y emitió una señal. Unos minutos más tarde llegaron corriendo más guardias en el taller, seguidos por un capitán. Cuando vio al muerto en la esquina, sacudió la cabeza.
—La primera noche y ya el primer muerto. Esto no le va a gustar al corregidor. —Se volvió a Jakob—. Espero por ti que puedas darle al verdugo una buena excusa, si no su espada va a morder tu cuello. CONTIGO no puede casarse.
Señaló a uno de los guardias.
—¡Tú! Ve a buscar al maestro Matthias. Tiene que venir enseguida.
Segundo capítulo
Marie y Matthias se habían vuelto a entregar a su pasión, a la que se habían rendido después de haberse confesado su amor mutuo. Matthias se sentía todavía aturdido, pero Marie descubrió enseguida qué placer le podía dar este hombre que la había salvado de una muerte más que segura, y quería más. En el momento en el que Matthias quería tomarla entre los muslos, alguien martilleó a su puerta con tanta fuerza que parecía que estuviera a punto de saltar de sus bisagras. La joven pareja se separó tan repentinamente que Matthias casi se cayó de la cama. Tardaron un momento en darse cuenta de que no estaban haciendo nada prohibido. Matthias le dijo en señas a su mujer que se quedara en el dormitorio y le puso una sábana entre las caderas antes de irse hacia la puerta de entrada.
—¿Por qué me molestas?
Marie escuchó su voz ruda. Unas semanas atrás casi se hubiera muerto de miedo al oírla. Aguzó el oído.
—¡Maestro Matthias! ¡Venid rápido! Un muerto. Tenéis que daros prisa.
—Esperad un momento. Vuelvo enseguida.
Cuando Matthias volvió al dormitorio, Marie ya estaba casi vestida, aunque su ropa todavía no estaban del todo seca. En ese momento no tenía tiempo de buscar algo nuevo y de ninguna manera quería quedarse sola para esperarlo, sobre todo por la tormenta y por toda la gente foránea en la ciudad. Su marido no puso ninguna objeción, así que al cabo de unos momentos subieron el camino hacia Rothenburg con paso firme por entre la tormenta, todavía violenta. El agua de la lluvia corría rápidamente por el camino y casi lo había convertido en un arroyo.
Marie estaba casi ciega debajo de la capucha del abrigo de lana que Matthias le había dado, y le agarraba la mano con fuerza para no perderse. Sin embargo, se dio cuenta de que la guardia municipal los llevaba por la calle que corría a lo largo del muro de la ciudad. Supo que estaban en el antiguo barrio judío en el que también se encontraba el granero. En este barrio había muchos edificios vacíos. Corría la voz que allí se reunían de vez en cuando personajes de reputación dudosa, por ejemplo los luteranos, de los que había cada vez más en el país.
Se decía también que los judíos habían maldecido el barrio cuando habían sido expulsados. Todos los esfuerzos del corregidor de poblar el barrio se habían ido al garete. Al principio, algunos habían intentado sacar provecho de las casas desocupadas, pero todos habían fracasado y habían perdido toda su fortuna. Algunos incluso se habían quitado la vida en las casas vacías.
Aunque el párroco ya había llevado a cabo algunas procesiones por las calles del barrio y había bendecido todos los edificios con abundante agua bendita, la gente no estaba dispuesta a mudarse allí. Después de que durante la última procesión uno de los comerciantes, luego de perder todo su dinero, se hubiera caído de una ventana delante de la gente con una soga en el cuello y se hubiera bamboleado delante del padre Remigius, la mayoría de la gente rehuía el barrio como si hubiera estallado la peste. Todo el mundo estaba convencido que la maldición era real y no se encontró a nadie más que se asentara allí excepto algunos mendigos que pernoctaban entre las viejas paredes sin tener permiso.
Marie también se sintió de lo más incómoda en ese lugar y no abandonó a su marido en ningún momento. Como mínimo, tan cerca de la muralla no hacía tanto viento como delante de la ciudad, y avanzaban a buen paso.
Ya desde lejos, Marie vio la luz de las antorchas de los guardias, que estaban esperando delante del lugar donde se había encontrado el cadáver. Para su sorpresa, vio también a una Helga que parecía bastante aturdida, y a Jakob von Scharfenstein. Marie nunca hubiera sospechado encontrarlo con Helga, y Matthias presintió también que allí había gato encerrado.
—¿Qué están haciendo los dos aquí? —quiso saber. ¿Deben responder por el muerto?
Helga gritó, asustada.
—¡NO!, oh, no, maestro Matthias... nos ... hemos ... encontrado aquí en el taller ... En secreto. Y he encontrado el cadáver de pasada.
—¡Así ha sido! — secundó Jakob la mentira de Helga.
La acusación de violación no era precisamente agradable tampoco para un miembro de la clase alta. Sorprendida, Marie miró primero a Jakob, luego a Helga. ¿De verdad Helga se había encontrado con Jakob? ¿Estando tan enamorada del mozo del corregidor? No se lo creyó.
También los guardias parecían sorprendidos, pero sin una acusación de violación por parte de Helga no podían acusar a nadie, sobre todo porque la visión del cadáver explicaría también el chillido de la joven mujer.
—Bueno... —gruñió el capitán de la guardia. Entonces salid pitando y mucho cuidado en que no os vuelva a ver esta noche, ¡si no voy a entregaros a vuestros padres con mis propias manos!
Los dos abandonaron el lugar en diferentes direcciones como perros apaleados. A Marie, sin embargo, no se le escapó que Jakob le echó una larga mirada por encima de los hombros antes de desaparecer en la oscuridad, que ella no supo interpretar. El capitán levantó su antorcha.
—Vamos adentro... No conozco al hombre, pero no parece que sea de Rothenburg.
Al cabo de unos minutos, Marie se preguntó cómo podía decir eso el soldado con tanta seguridad. El hombre ya hacía tiempo que había muerto. Los ojos, la nariz, los labios y las orejas ya habían sido pasto de las ratas.
Teóricamente, hubiera podido ser el corregidor y Marie no lo habría reconocido.
Y que Helga y Jakob no se hubieran dado cuenta del olor al entrar en el taller, tampoco se lo podía explicar. Apartó la mirada, se tapó la boca y la nariz con una mano y reprimió unas arcadas. Matthias se arrodilló al lado del muerto y examinó sus pertenencias. No encontró nada que pudiera indicar su identidad, pero sí una bolsa de dinero con algunas monedas.
—No lo robaron, —certificó el capitán frunciendo el ceño.
Quizás murió de muerte natural.
—¿Qué muerte natural hace que fluya tanta sangre? —quiso saber Matthias, levantando el cuerpo hasta la mitad, de manera que se pudo ver el gran charco de sangre que ya se había secado y tenía un color marrón. ¡Id a buscar al cirujano! ¡Tiene que averiguar cómo murió este hombre! —Ordenó Matthias con voz firme—, y el nuevo y joven guardia se fue enseguida corriendo. Desde el primer encuentro con el verdugo le tenía un respeto de padre y muy señor mío.
En ese momento, la mirada de Marie se fijó en el brazo del cadáver, que tenía un extraño ángulo respecto el cuerpo, y suspiró fuertemente.
—Matthias... ¡su brazo! ¡Este es el tipo que nos atacó!
Matthias miró a su mujer y siguió su mirada hacia el brazo. Efectivamente, el brazo estaba roto. Lo palpó y encontró la fractura.
—¿Qué rayos...? —susurró—. Matthias se enderezó. —Capitán, esto es más serio de lo que habíamos pensado. Este tipo —dijo señalando el cadáver— intentó matar a mi mujer hace unos días. Cuando me enfrenté a él, me hirió de tal manera que casi no hubiera sobrevivido. Tenemos que averiguar sin falta quién es este tipo, de dónde vino y qué quería en nuestra ciudad. Y por qué diablos quería matar a mi mujer, —añadió en silencio.
Marie se había apartado. Volvía a temblar. Su razón se negaba a aceptarlo. Matthias vio que su mujer estaba a punto de desmayarse y la rodeó con los brazos.
—No tienes que tener miedo a nada más. A este no. Este no puede hacerte nada más.
—Sí, este no. ¿Pero quién está detrás?
Matthias reflexionó. Ella tenía razón. El ataque no había sido la obra del hombre que estaba en el suelo, él solo había sido un mandado. Un foráneo habría merodeado de noche fuera de la ciudad y habría intentado matar a Marie por pura casualidad. Además, el muerto conocía al verdugo. Otra persona tenía que estar también en el ajo.
La llegada del cirujano lo distrajo de sus pensamientos. Nikolaus von Brümme entró rápidamente en el taller, maldiciendo en voz alta, como siempre hacía cuando lo sacaban de la cama de noche. Sobre todo cuando lo acompañaba una prostituta.
—¿Qué es esto tan urgente? Tenía una intervención importante.
El guardia que había ido a buscar al médico entrecerró los ojos y dio a entender con gestos que había pillado al cirujano durante el acto sexual.
Marie se sonrojó un poco, pero por dentro sonrió, ya que Matthias y ella también habían sido interrumpidos en medio de esta actividad. Matthias señaló al cadáver en silencio.
—Bien, maestro Matthias, ¿por qué tanta prisa? Este ya no se va a ir.
Matthias le explicó brevemente lo que