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Milicias guerrilleras : estudios empíricos y financieros
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Libro electrónico527 páginas6 horas

Milicias guerrilleras : estudios empíricos y financieros

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Un ejército capaz de generar desde su interior procesos de transformación autónomos es un ejército consciente de la trascendencia de su función y comprometido con la efectividad de los postulados constitucionales que delimitan su actuación: ese es el Ejército Nacional de Colombia, una institución capaz de repensarse, de orientar sus estrategias para adaptarse a contextos cambiantes, manteniendo incólumnes los principios democráticos que determinan su existencia.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 nov 2017
ISBN9789587900743
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    Milicias guerrilleras - Luis Rodolfo Escobedo David

    autores.

    CAPÍTULO 1

    ELEMENTOS PARA LA COMPRENSIÓN DE LAS MILICIAS EN ORGANIZACIONES INSURGENTES EN COLOMBIA

    Luis Rodolfo Escobedo David

    Doris Aguilera-Hernández

    Jenny Paola Lis-Gutiérrez

    INTRODUCCIÓN

    Dentro del conflicto armado colombiano, algunos de los actores más importantes y menos visibilizados son los milicianos y sus redes de apoyo. Para entenderlos se requiere un marco de análisis con diversas capas, ya que se precisa encontrar un terreno común entre el enfoque tradicional de análisis de capacidades armadas/militares, empleado por los comandantes militares y los especialistas en inteligencia para entender el estilo de guerra de un adversario, y un enfoque más dinámico anclado en las narrativas históricas, antropológicas y culturales de los actores armados no estatales (Shultz y Dew, 2006).

    En este capítulo inicial se intenta responder cuáles son los preceptos o principios de las milicias guerrilleras en Colombia y las dimensiones donde operan. Esto dado que la definición de un marco conceptual es necesaria para un mejor análisis de la categoría de las milicias, su origen y las actividades que desempeñan (aron) en grupos armados ilegales.

    Para la identificación y exposición de dichas características se recurrió a: (i) la revisión documental de las conferencias y plenos de las FARC-EP y al Congreso y los plenos del ELN, (ii) entrevistas a milicianos y guerrilleros desmovilizados, y a integrantes activos de las Fuerzas Militares¹. Estos recursos permitirán identificar las estructuras organizativas, las estrategias, las relaciones con otros actores y las comunidades de los milicianos.

    Este documento se encuentra organizado en tres secciones. En la primera de ellas se presenta una revisión sobre el concepto de milicia. En la segunda se enuncian los preceptos del funcionamiento de las milicias y los escenarios de desempeño de las milicias, para los casos de las FARC-EP y el ELN.

    1. EL CONCEPTO DE MILICIA

    Antes de abordar las características básicas de las milicias, en este capítulo se presenta la noción y evolución del concepto de milicias. De acuerdo con Bernal (2017), el término milicia deriva del latín militĭa, que se refiere al servicio o a la profesión militar; y según Alden, Thakur y Arnold (2011), la palabra milicia surgió inicialmente en el contexto de la historia estadounidense y británica, para referirse a un cuerpo de reserva de ciudadanos inscritos en el servicio militar, que solo actuaban en caso de emergencia.

    En el decenio de 1980, el concepto de milicia estaba asociado con un cuerpo de ciudadanos inscritos como una fuerza militar, pero que no se dedicaban al servicio real excepto en emergencias y eran identificadas como complemento de las fuerzas regulares (Hollweg, 1982). Para esta época se consideraban como características de las milicias los siguientes rasgos:

    –Su conformación no era permanente.

    –Sus miembros se sometían a una formación básica inicial y luego regresaban a sus ocupaciones civiles. Posteriormente, se realizaban ejercicios de entrenamiento breves.

    –Desde la perspectiva del derecho internacional la cuestión ha sido si sus miembros tenían o no la condición de participantes legales en las hostilidades.

    Con la terminación de la Guerra Fría hacia comienzo de la década de 1990, Kaldor (2006; 2013) identifica el surgimiento de un entorno multipolar que ofreció oportunidades para la introducción de nuevos discursos y el uso táctico de la ideología por diversos actores participantes en el conflicto, entre ellos las milicias.

    En el período contemporáneo, el término se ha utilizado desde diferentes perspectivas:

    –Descripción de grupos armados privados o paramilitares que se organizan en defensa de un orden político específico ( Alden, Thakur y Arnold, 2011 ).

    –Grupos que se desarrollan en contextos en los cuales la autoridad central se ha debilitado considerablemente. En tales casos, las formaciones armadas que se establecieron corresponden a señores de la guerra, caudillos tribales o regionales, señores de la droga u otros ( Bernal, 2017 ; Alden, Thakur y Arnold, 2011 ).

    –Estructuras clandestinas y revolucionarias que se mueven en la legalidad.

    En cualquiera de los tres casos pueden llegar a convertirse en "spoilers" para los procesos de paz², como en Camboya, Mozambique, Angola y Somalia. En este sentido, Alden, Thakur y Arnold (2011) consideran que una de las más graves alteraciones de las transiciones a la paz es el accionar de las milicias, dado que:

    –Estas fuerzas no estatutarias ocupan una posición incierta y profundamente controvertida en el cambiante panorama del conflicto.

    –Pueden operar bajo tres enfoques: ideológico ( Bayart, 2000 ), conductista ( Collier y Hoeffler, 1998 ) y sistémico ( Policzer, 2002 ).

    –En el escenario internacional pudieron surgir de los gobiernos buscando la defensa de su territorio o fomentadas por actores externos en búsqueda de intereses propios.

    –Están vinculadas de diversas maneras a economías criminales, la mayor parte de ellas internacionales ³ (Collier y Hoeffler, 1998), o basadas en la explotación oportunista de los recursos de base territorial (Gurr, 1970; 1993).

    –Encarnan una nueva dimensión en la guerra que trasciende las disputas clásicas interestatales e intraestatales (gobierno/guerrilla) del pasado.

    –Se distinguen de los combatientes más tradicionales en su modo operativo, especialmente su disposición a participar en tácticas violentas que desafían las normas internacionales de conflicto y su propensión a adoptar la conveniencia en la creación de alianzas.

    –Dado que estas entidades armadas son propensas a perpetuar el conflicto en términos de intereses locales, las milicias son difíciles de manejar en el contexto de las transiciones de la guerra a la paz.

    –Los enfoques convencionales para la gestión y resolución de conflictos promulgados por la comunidad internacional son singularmente inadecuados al abordar el tema de las milicias.

    Para el caso colombiano, Ferro y Ramón (2002) definen a las milicias como un mecanismo de trabajo político y militar, con estructura propia y dependientes de la estructura jerárquica de las organizaciones insurgentes a las que pertenecen. Por su parte, según Martínez Cortés (2012) debe realizarse una distinción entre grupos de apoyo y milicias. Los primeros corresponderían a grupos dirigidos a cubrir diferentes aspectos en los cuales se puedan presentar vulnerabilidades (p. 4). Las segundas cumplen un papel neurálgico en la organización ya que son organizaciones de tipo armado, dirigidas y controladas por la subversión para apoyar su accionar delictivo (p. 4).

    En este marco existen tres tipos de milicianos: urbano, suburbano y rural. En todos los casos son clandestinos, entrenados en las esferas política y armada (ya que pueden ser armadas pero estar compuestas por civiles, de acuerdo con Ferro y Ramón, 2002), y cumplen funciones especiales de vigilancia, logística y apoyo operativo a la organización (Martínez Cortés, 2012), pudiendo participar en hechos violentos coordinados por los superiores.

    Desde la anterior perspectiva, la interpretación de las milicias en Colombia estaría amparada en los enfoques conductista y sistémico, en la medida que se incluye la explotación de los recursos territoriales y pueden ser entendidas como organizaciones sociales con una dinámica de control interno, que están supeditadas a procesos coercitivos.

    Las labores de vigilancia en los territorios eran realizadas por milicias locales, también conocidas como milicias tácticas, las cuales realizaban actividades adicionales de control de la población (Martínez Cortés, 2012), ya que en muchos casos se convirtieron en eslabones de articulación entre la población y la organización (Ferro y Ramón, 2002).

    La importancia de las milicias en el contexto del post-acuerdo radica en que su participación se considera crucial para el mantenimiento del acuerdo de paz, dado que las milicias intervienen en distintas actividades como comercio de armas, narcóticos, redes de prostitución y minería ilegal, entre otros. En cualquier caso los impactos de las actividades mencionadas sobre la población civil son devastadores, asociados a la violencia, como en los casos de África, Medio Oriente, América Latina y Asia (Alden, Thakur y Arnold, 2011).

    2. LAS MILICIAS EN LAS FARC-EP Y EL ELN

    La lectura de las conclusiones de siete conferencias de las FARC-EP (1966, 1969, 1970, 1974, 1978, 1982 y 1993) permite sintetizar tres aspectos sobre las milicias⁴:

    1. Los núcleos de solidaridad⁵ (familias farianas) y las redes clandestinas que servían de apoyo a los primeros destacamentos armados, es decir, los embriones de las milicias, hacían parte de un todo armado y político.

    2. A pesar de que se movían entre la población y hacían parte de ella, tenían un carácter clandestino.

    3. Desde sus inicios se integraron verticalmente y dependían de los mandos de la guerrilla.

    En la organización fariana existían dos tipos de milicias: las populares (FARC-EP, 1987) y las bolivarianas (FARC-EP, 1987; 1989). En 1987, las milicias fueron mencionadas por primera vez en las conclusiones y en los manuales de las FARC-EP, asignándoseles funciones que se circunscribían a la esfera política y armada. En años posteriores se amplió su accionar a la consecución de recursos financieros, llegando incluso a servir de testaferros, como se verá en otro documento del presente libro.

    Por su parte, el ELN ha planteado como su principal estructura organizativa en la línea de masas a la milicia popular, que empezó a denominarse de este modo a partir de la Asamblea Nacional Camilo Torres de 1986. La milicia popular fue definida en dicho documento como organización político militar de masas, para orientar y desarrollar una actividad en una área determinada, sus funciones son fundamentalmente de defensa de las masas y tienen un carácter básicamente militar [léase armado].

    En una etapa más avanzada estos grupos adquieren un rol móvil desarrollando labores de exploración, recolección de información, creación de nuevos grupos de autodefensas, ajusticiamientos y expropiaciones (ELN, 1986). La milicia popular es considerada la escuela de formación en las áreas política y armada de los frentes de masas. Además se encargan de organizar unidades militares que actúan en coordinación con el ejército revolucionario en diversas acciones propias de la guerra (ELN, 1986).

    Por otra parte, se desempeñan en acciones de defensa frente a las acciones de la Fuerza Pública, ataques, hostigamientos, labores de abastecimiento y retaguardia de la guerra. En el Segundo Congreso del ELN, en 1989, se plantea la necesidad de crear milicias urbanas y suburbanas en zonas estratégicas de las ciudades para acercarse a la población, realizar un trabajo directo y lograr una base de apoyo (Dirección Nacional UCELN, 1990).

    A partir de la Asamblea Nacional Camilo Torres de 1986 las milicias se denominan Milicias Populares. Así mismo, en los documentos rectores del ELN (ELN, 1986; 1996; 2006; Dirección Nacional UCELN, 1990) se establece la importancia de las milicias en la dimensión política (trabajo de masas) y el apoyo en las acciones armadas de esta organización, resaltando los siguientes aspectos:

    –Se afirma que el ejército revolucionario debe estar articulado a la organización militar de masas o Milicias Populares ( ELN , 1986 , p. 64).

    –Las milicias son fundamentales en la organización política de masas en el ámbito rural y urbano.

    –En los planes de estudio de esta guerrilla para las milicias se hace hincapié en actividades relacionadas con el control de la zona, apoyo y cooperación armada ( Dirección Nacional UCELN , 1990 ).

    –Como parte de su accionar en las fronteras se incluye a las milicias en la coordinación con movimientos de países vecinos.

    –En el objetivo de insurrección de las masas, las Milicias Populares del ELN desempeñan un rol significativo mediante su cercanía a las masas.

    –Guerrilleros y milicianos están articulados, y cuando sea necesario, estos se transformarán en contingentes armados.

    –En la estructura general del ELN se caracterizan como el vínculo entre la lucha amplia y la lucha armada de la guerra popular.

    –Junto con otras estructuras del ELN , las milicias son importantes en la determinación de líneas de avance estratégicas en expansión territorial, zonas de operación urbanas y suburbanas, retaguardia en ciudades y línea de comunicaciones.

    –El objetivo es que las milicias estén integradas por personas sobresalientes, dirigentes, activistas, dado que su función principal es coordinar el control de un territorio específico (región, fábricas, colegios, universidades, entre otros).

    –Las milicias constituyen el eje de organización de grandes masas en confrontaciones directas, especialmente a nivel urbano y suburbano.

    Si bien la guerrilla de las FARC-EP siguió la doctrina del marxismo-leninismo de corte maoísta y el ELN la del marxismo-leninismo de corte procastrista, la verificación de los documentos de dichos grupos permitió identificar tres preceptos comunes para el desarrollo de sus guerrillas: el secreto, la compartimentación y la verticalidad. Igualmente, en ambos casos las milicias hacían parte del ámbito político, armado y financiero.

    En este contexto el objetivo de los milicianos en ambos casos ha sido: (i) neutralizar la inteligencia⁶ que ejerce el Estado colombiano (el enemigo⁷), (ii) evitar ser detectados y (iii) proteger el conjunto de la organización (Laverde Palma, 2016).

    2.1. Preceptos del funcionamiento de las milicias

    A continuación se exponen los tres aspectos fundamentales para el funcionamiento de las milicias en Colombia: el secreto, la compartimentación y la verticalidad.

    El primero de los componentes que debe revisarse en el funcionamiento de las milicias es el principio del secreto, el cual se aplica frente a la sociedad en general. Este aspecto indica que deben ser secretas la vinculación y las actividades que se realizan dentro de la organización, incluyendo hechos, acciones, ideas, planes, documentos y materiales, que deben conocer muy pocas personas.

    La compartimentación es un principio que existe para proteger la organización. Se trata de evitar que un miliciano, al caer en manos del enemigo, pueda transferir información del conjunto de la organización. Los milicianos no deben comunicar a ningún otro integrante las tareas que les son encomendadas por sus mandos, y solo el directo interesado debe saber lo necesario para desarrollar su trabajo.

    Los milicianos se organizan en células, pero no existe ningún tipo de comunicación entre ellas en el caso de las FARC. En el caso del ELN, el principio de la compartimentación debe abarcar también las relaciones entre una estructura que se mueve en la órbita de lo legal y una que se mueve en lo ilegal dentro de la organización.

    Por su parte, los milicianos se deben integrar con la organización solo verticalmente. Dicho en otros términos, hay muchas escuadras que funcionan bajo el esquema de células, conformadas por entre tres y cinco milicianos, pero en ningún momento se produce una comunicación entre ellas para el caso de las FARC-EP. Ahora bien, en referencia al ELN, los representantes de las milicias (del componente político y del componente armado) tienen comunicación ocasional entre ellos en las asambleas de comisión y de frente que se realizan con cierta regularidad para desarrollar las actividades de control y enfocar los planes político-armados de la organización.

    Las milicias se comunican con sus mandos superiores, y a su turno estos transmiten sus orientaciones utilizando el mismo conducto. En la Gráfica 1 se muestra el lugar que ocupan las milicias en la estructura de mando y control de las FARC-EP. Las milicias aparecen en el organigrama de las FARC-EP inscritas en la dimensión armada, de la estructura denominada frente (léase rural o urbano)⁸, sin que se excluya su participación en el componente político. En consecuencia, se integraban verticalmente en esas dos dimensiones a las estructuras de las guerrillas, bien sea a un frente, una columna, una compañía móvil o un bloque de frentes.

    Gráfica 1

    Lugar que ocupan las milicias en la estructura de mando y control de las FARC-EP

    Fuente: elaboración propia, con base en FARC-EP (1978; 1993).

    Hay que partir del principio de la verticalidad para entender cómo se lee el esquema. En el marco de las definiciones del esquema que representa la Organización de Mando y Control de las FARC-EP aparece arriba la Conferencia Nacional Guerrillera, de la que se desprende el Estado Mayor Central, del que a su turno depende el Secretariado Nacional. De este último se derivan tres divisiones: el componente armado, el Partido Comunista Clandestino (PCCC) y el Movimiento Bolivariano. El segundo y el tercero, a diferencia del primero, cumplen funciones principalmente políticas o de organización de masas.

    Del componente armado se desprenden a su turno dos estructuras: los bloques de frentes y los bloques móviles. El primero de estos tiene una composición compleja, mientras que el segundo se subdivide en columnas móviles y compañías móviles. Por su parte, el bloque de frentes tiene frentes urbanos y frentes rurales. Este último está conformado por las compañías, columnas, guerrillas, escuadras⁹, las Unidades Tácticas de Combate (UTC), las Milicias Bolivarianas y las Milicias Populares.

    Después de 1987, cuando las milicias fueron mencionadas por primera vez en las conclusiones y en los manuales de las FARC-EP, cumplieron misiones que en lo esencial se circunscribían a la esfera política y armada. En efecto, contribuyeron a la creación y ampliación de redes de apoyo, garantizaron los corredores de movilidad y participaron en la consecución de finanzas.

    Si bien los corredores de movilidad remiten al componente armado, no es menos cierto que para lograr su cometido deben buscar el apoyo de la población, un asunto esencialmente político. Lo mismo ocurre con la creación y ampliación de redes de apoyo, un asunto político, indispensable para cumplir con una misión en la órbita de lo armado. Las finanzas remiten a lo económico, pero su consecución pasa por lo político, puesto que se requiere tener control sobre la población de la que se extraen los recursos, y esto a su turno se logra con un componente coercitivo.

    Es difícil precisar el papel del miliciano de las FARC-EP en lo financiero. Generalmente los encargados de estas tareas hacían parte de la comisión de finanzas. El miliciano vigilaba que los responsables del recaudo de las cuotas no se apoderaran de los dineros recogidos. No obstante, en entrevistas se afirmó que los milicianos participaban directamente en las tareas de orden financiero. Obviamente, en la medida que lo hacían, se quemaban, es decir que eran identificados por la población y potencialmente podían ser reportados a las autoridades.

    Ahora bien, la relación de las milicias en el caso del ELN se muestra en la Gráfica 2, teniendo en cuenta que se desarrolla no de manera estructural, sino mediante la funcionabilidad de responsabilidad política de la organización. En tal sentido, al interior de un frente las milicias se organizan así:

    –Un mando político, el cual se encarga de sus orientaciones políticas y las tareas armadas.

    –Un mando militar, encargado de ajusticiamientos y hostigamientos, entre otras actividades criminales.

    –Un mando de organización de masas, encargado de las coordinaciones para reunir las células, los integrantes de las juntas de acción comunal y población en general.

    Gráfica 2

    Lugar que ocupan las milicias en la estructura de mando y control del ELN

    Fuente: elaboración propia, con base en documentos del ELN.

    La cantidad de milicianos de cada frente depende del área territorial en la cual dicha estructura armada tiene su área de influencia.

    Es evidente que el funcionamiento de las milicias del ELN (clandestinas y de trabajo amplio) está bajo la responsabilidad de la Dirección Nacional y el Comando Central (COCE). A su vez, el cumplimiento de las labores asignadas a dichas milicias está bajo el control y orientación de la Dirección de los Frentes de Guerra, los cuales a su vez descargan la responsabilidad directa del cumplimento de dichas tareas en la dirección de cada frente guerrillero y la comisión de trabajo político organizativo (TPO). Todo esto en una clara relación jerárquica de verticalidad en el alcance de los objetivos trazados en cumplimiento del Plan Nacional Militar¹⁰.

    En esta organización las milicias juegan un papel vital, dado que desarrollan el trabajo de organización de masas, siendo este un factor primordial para la subsistencia de este grupo armado en cada una de las regiones, donde tienen presencia.

    Ahora bien, las gráficas 3 y 4 ilustran la comunicación de las células milicianas tanto de las FARC-EP como del ELN como producida desde arriba, verticalmente, y la comunicación horizontal como no existente. En el caso de las FARC-EP estaba prohibida: El error más común se comete al buscar y comentar asuntos de trabajo o problemas con unidades de otra instancia de la organización (comunicación horizontal) (Laverde Palma, 2016).

    Gráfica 3

    Verticalidad y comunicación en las células milicianas de las FARC-EP

    Fuente: elaboración propia, con base en documentos de las FARC-EP.

    Gráfica 4

    Verticalidad y comunicación en las células milicianas del ELN

    Fuente: elaboración propia, con base en documentos del ELN.

    2.2. Los escenarios de desempeño de las milicias

    2.2.1. Escenario político y armado

    Después del surgimiento oficial de las milicias en las FARC-EP, estas dependieron de un frente o de una estructura similar (un bloque de frentes, una columna móvil, un frente, una compañía o una comisión¹¹), que cumpliera con labores políticas y militares al mismo tiempo¹².

    Si bien los milicianos no sustituían a los guerrilleros de las estructuras armadas, en algunos casos, como en el de los milicianos bolivarianos, contaban con la preparación para desempeñarse en lo armado, llegando incluso a actuar como guerrilleros, cuando las circunstancias lo ameritaban (Ferro y Ramón, 2002). Estas características los diferenciaban de las Milicias Populares, al tener estas últimas un carácter temporal, estar menos integradas a la organización, y contar con menor relación con lo armado.

    Considerando que las FARC-EP tenían un plan militar y político para la toma del poder, la organización política era un prerrequisito para que el componente armado de este grupo pudiera funcionar. En este sentido, cuando existía cierta afinidad política las milicias mantenían los preceptos relacionados con la clandestinidad e informaban al componente armado.

    El proceso, sin embargo, se podía realizar a la inversa, es decir que, en escenarios donde no existía apoyo político, los milicianos hacían las primeras tareas para identificar potenciales apoyos y suministraban información a sus mandos, para el ingreso de la comisión política. Esto permitía que una vez organizado este componente del frente, funcionara el armado con base en información provista por las milicias.

    Resulta evidente que hay un conjunto de funciones en el dominio de lo armado. Se habla de hacer vigilancia¹³ y en particular sobre los movimientos del enemigo, levantamiento de croquis y planeamiento (FARC-EP, 1993). Así mismo se prevé una serie de puntos respecto del entrenamiento para desempeñarse en el componente armado, y en particular maniobras de desarticulación de operaciones militares, golpes de mano, instrucción de lucha de comandos, instrucción de fuerzas especiales, emboscadas, asedios, asaltos y copamientos (FARC-EP, 1993, punto i del artículo 4).

    Para el caso del ELN funciona de una manera similar, dado que en esta guerrilla las milicias son un tipo de organismo militar semiclandestino que es el más avanzado del movimiento amplio y de masas ya que tiene nexos políticos con la organización clandestina. La mayor parte de sus actividades se relacionan con la vigilancia, la logística y el desarrollo de acciones armadas. Los milicianos reciben una capacitación en escuelas de formación, conocidas al interior de la organización como escuelas de líderes y liderezas¹⁴.

    Ahora bien, las milicias del ELN se pueden dividir por sus funciones en dos categorías: las clandestinas, que desarrollan, entre otras actividades, voladura de oleoductos, secuestros de personas foráneas¹⁵, retenes ilegales, ajusticiamientos, repartición de remesas, hurtos, vandalismo, asesinato de integrantes de la Fuerza Pública, actividades de propaganda, activación de artefactos explosivos (incluido el uso de armamento popular¹⁶) y participación en las escuelas de formación. Este tipo de milicianos están dotados de armas cortas, granadas y artefactos explosivos improvisados.

    La segunda categoría se refiere a las milicias que desarrollan un trabajo amplio de orientación política e ideológica en las comunidades, entre ellas, movilización de pobladores en los paros armados, presentación de proyectos comunales, planes de trabajo y demás programas orientados al manejo de las juntas de acción comunal y, en general, el trabajo de masas de manera local y regional.

    2.2.2. Escenario financiero

    Tres aspectos dinamizaron a las milicias en la década de 1990, en torno a las finanzas: el secuestro, la extorsión y el narcotráfico. Estas tres actividades fueron las que permitieron la expansión y el fortalecimiento de los frentes y el aumento de su capacidad de combate. En los últimos años se expandieron a otras actividades como la minería ilegal y el contrabando.

    El caso de las finanzas es ilustrativo, ya que el miliciano, más que cumplir abiertamente tareas en el recaudo de finanzas (cobros de extorsiones u otras actividades ilegales), vigilaba que los encargados de hacerlo no se apropiaran de los recursos obtenidos y los hicieran fluir hacia arriba (hacia los superiores). En ese sentido cumplían tareas de control y garantizaban que la organización funcionara en un sentido vertical.

    Por su lado, los encargados de la comisión de finanzas, sabiendo que alguien tenía puestos los ojos sobre ellos, preferían cumplir. Obviamente, no pocas veces el esquema se rompía y se producían ajustes de cuentas¹⁷. Cuestión similar ocurría en lo político. La organización política le competía a la estructura encargada de hacerlo. Los milicianos vigilaban e informaban a sus mandos si se mantenía la línea.

    En la Gráfica 5 se aprecia el incremento de los secuestros de las FARC-EP y el ELN entre 1980 y 2015. El total de secuestros saltó de 1.014 en 1993 a 4.254 en 2000. Las FARC-EP pasaron de realizar 186 en 1993, a 228 en 1996 y a 1.026 en 1998. Por su parte, el ELN pasó de 150 secuestros en 1993 a 937 en 2000.

    Gráfica 5

    Una aproximación a los secuestros en Colombia, y responsabilidad de las FARC-EP y el ELN (1980 y 2015)

    Nota: se usan dos ejes: los datos de las FARC-EP y el ELN se leen a la izquierda y el total a la derecha.

    Fuente: elaboración propia, con base en DAS, Policía Nacional, Fondelibertad y Gaula.

    Este incremento significativo implicó la creación de redes de vigilancia que facilitaran la comisión de los plagios. Esto ocurrió especialmente en Antioquia, Cesar, Santander, Cundinamarca, Valle del Cauca, Meta, Norte de Santander, Bolívar, Cauca y Magdalena. El modus operandi consistía en que redes de informantes y milicianos hacían la vigilancia, luego una unidad especializada ejecutaba el secuestro, y a continuación las víctimas eran conducidas a las zonas de retaguardia de las guerrillas, según fue indicado en varias entrevistas.

    Las relaciones entre la coca y el papel de las milicias también son claras, en las fases de expansión de la organización. Los cultivos pasaron de 39.700 hectáreas en 1993 a 162.510 en 2000, y a 133.116 en 2002. Por su lado, los efectivos de las FARC-EP pasaron de 8.900 en 1993 a 22.000 en 2002. Las milicias, pasaron de cerca de 4.000 en 1997 a 10.000 en 2002, y el número de efectivos fue de 10.800 y 20.766 respectivamente. Hay que señalar que en 1994 las siembras de coca tenían un peso importante en la Orinoquia y la Amazonia, especialmente en Guaviare, Putumayo, Caquetá y Meta, y muy bajo en otras regiones del país. En 2002, por el contrario, y después de labores de erradicación en Putumayo y Guaviare, la coca se mantuvo sin embargo en la Amazonia y la Orinoquia, pero aumentó significativamente en Nariño, Cauca, Antioquia, sur de Bolívar, la región del Catatumbo y Arauca (UNODC, 2006).

    Como se aprecia, hay una coincidencia entre las FARC-EP y los cultivos en 2002, y es la de que al incrementarse los cultivos aumentaba el secuestro, especialmente en:

    –Meta, Guaviare, Vichada y Arauca, en lo que corresponde el Bloque Oriental.

    –En Caquetá y Putumayo, en cuanto al Bloque Sur.

    –En Nariño Cauca y Valle, en relación con el Comando Conjunto de Occidente.

    –En el nordeste antioqueño y el bajo Cauca, así como en el sur de Córdoba, en lo que respecta el Bloque Noroccidental.

    –En la región del Catatumbo, en relación con el Bloque Magdalena Medio.

    Esto compromete cerca de treinta frentes, cifra que permite formarse una idea sobre las milicias correspondientes. En la medida que las mismas están en lugares dispersos del espacio (jurisdicción) de cada frente, se tendrían cientos de células (escuadras).

    Ahora bien, llama la atención la información recogida en las entrevistas, que sitúa a los milicianos en todos los eslabones de la cadena del narcotráfico en donde se movían las FARC-EP. La coca suponía organizar las zonas de cultivos y a los trabajaderos, una función eminentemente de corte político. También implicaba controlar los poblados coqueros, forjados bajo la autoridad de la guerrilla, en donde la ausencia del Estado era el denominador común¹⁸.

    Las milicias vigilaban el cobro por la existencia de las siembras, la compra y venta de la base, la entrada de insumos, prestaban seguridad a los laboratorios, y participaban en la comercialización del producto y en el transporte. La guerrilla tenía la necesidad de ejercer un control estricto sobre estas actividades, que se movían en la órbita de la población, y el método más expedito era utilizar milicianos.

    La existencia de los milicianos garantizaba que los integrantes de las comisiones de finanzas no se apropiaran del dinero recogido. En entrevista se informó que muchas veces en los cobros participaban integrantes de la comisión de finanzas, de la comisión política y un guerrillero que representaba al comandante del frente, y que adicionalmente, de manera indirecta, eran vigilados por milicianos, que por su naturaleza eran clandestinos¹⁹.

    En entrevistas realizadas en Cajicá y Apiay se relató sobre los casos de Mata de Bambú, perteneciente a Mapiripán, en el Meta; de Tomachipán y Barranco de Ceiba, en Guaviare; y de Nueva Colombia, en La Macarena, en el Meta. Se describe en lo esencial que se trata de poblados coqueros en donde los milicianos se camuflaban como propietarios de una finca, en la droguería, la tienda, entre otros. Así, se estableció una relación en que unos recolectaban y los otros recaudaban información. Estos últimos también controlaban qué personas entraban, y reportaban a los extraños.

    CONCLUSIONES

    En este capítulo se buscó identificar los preceptos o principios de las milicias guerrilleras en Colombia y las dimensiones en que han operado. Haciendo la revisión de los documentos rectores tanto de las FARC-EP como del ELN, se estableció que los tres aspectos fundamentales para el funcionamiento de las milicias en Colombia han sido: el secreto, la compartimentación y la verticalidad. Las milicias abarcaban un espectro que incluía desde estar altamente organizadas y controladas, hasta una estructura dispersa al interior de los grupos armados. Esto garantizaría su supervivencia y el desarrollo de sus actividades.

    En lo que respecta a las dimensiones, se identificó que el accionar de los milicianos abarcaba las esferas política, armada y financiera, es decir, todas las relacionadas con las actividades estratégicas de los grupos guerrilleros.

    Para comprender la actuación de las milicias se requiere: (i) un análisis que incluya las teorías de las relaciones clásicas del poder, y su funcionamiento con respecto a estructuras jerárquicas y el vínculo con las comunidades; y, (ii) la aprehensión de las motivaciones individuales (ideológicas, económicas, políticas, entre otras) de quienes hacen parte de estas estructuras.

    En el marco de los procesos de transición de entornos de conflicto a pacificación,

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