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Huelga general: Antología
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Libro electrónico169 páginas1 hora

Huelga general: Antología

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Información de este libro electrónico

Adentrarse en las raíces del entorno
social y en las entrañas del propio
cuerpo y comprobar la correlación
entre el frío que nos rodea, que nos
tensa los párpados, y el dolor de la imposibilidad,
del deseo, de la urgencia de la transformación.
Desde ahí, empleando la poesía como
disección del mundo sin detenerse en el brillo
del escalpelo, sin realizar maniobras oblicuas
ni ensimismar la mirada en lo singular, sino
penetrando de una manera honda, despojada
de ornamentos, este conjunto de poemas
puede ayudarnos a seguir caminando con la
rabia serena de quienes saben de la ineludible
necesidad de cambiar radicalmente este
mundo.
Esta antología bilingüe es el primer libro de
Daniel Salgado traducido al castellano y constituye,
además, la primera recopilación de la
obra de uno de los poetas jóvenes más significativos
de la poesía gallega actual.
IdiomaEspañol
EditorialMARISMA
Fecha de lanzamiento20 feb 2019
ISBN9788417318086
Huelga general: Antología

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    Huelga general - Daniel Salgado García

    Huelga general

    Antología

    Daniel Salgado

    Selección de Alberto García-Teresa

    Traducción del gallego de Miriam Reyes

    Dirección editorial: Alberto García-Teresa y Miriam Reyes

    Consejo asesor: Fernando Beltrán, Daniela Camacho, Miguel Casado,

    Jordi Doce, Enrique Falcón, Olvido García Valdés, Guadalupe Grande, Araceli Iravedra, Alicia Es. Martínez, Luna Miguel, María Negroni,

    Chus Pato, Begonya Pozo, Jorge Riechmann y Julieta Valero

    Primera edición en Marisma: abril de 2018

    Diseño gráfico de Carlos Del Giudice

    © Daniel Salgado, 2018

    © De la traducción: Miriam Reyes, 2018

    © Del prólogo y de la selección: Alberto García-Teresa, 2018

    © Marisma, 2018

    IIBSNE: 978-84-17318-08-6

    SBN: 978-84-17318-07-9

    Depósito legal: M-7.697-2018

    IBIC: DCF

    Quedan reservados todos los derechos. Cualquier

    forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede

    ser realizada con la autorización escrita

    de los titulares del copyright.

    LA BELLEZA EN LOS HUECOS DE LA PERIFERIA.

    SOBRE LA POESÍA DE DANIEL SALGADO

    Alberto García-Teresa

    Presentar la poesía del gallego Daniel Salgado (Monte­­rroso, 1981), editada por primera vez en libro propio en castellano en este volumen, supone hacer un viaje por una serie de poemas potentes, perturbadores, que buscan conjugar la tensión social con la tensión en el lenguaje. Se trata de una poesía con una gran capacidad de resonancia y una notoria capacidad de contención manifestada en distintos ámbitos, la cual desemboca en esa tensión lingüística e ideológica.

    En sus nueve poemarios (uno de ellos en coautoría), Daniel Salgado construye textos ásperos, que provocan con su distanciamiento un replanteamiento de la realidad, una reconsideración alejada del enfoque complaciente. Resulta muy significativo cómo el autor logra saltar de la observación del entorno (de cierta aprehensión del mismo, de su ambiente, en el que confluye y es afectado un estado anímico) a conclusiones políticas.

    En un primer plano, Salgado presenta una poesía dolorosa, en tanto que contempla la dificultad de la fructificación de procesos de transformación social; la lejanía del horizonte revolucionario. La irrupción de léxico explícitamente marxista en esos entornos hace brincar una lectura contemplativa para resignificar los versos ya enunciados. Con brusquedad en muchas ocasiones, la inserción de esos términos pone de manifiesto una mirada que trasciende la evidencia y que muestra una perspectiva antagonista que atraviesa lo externo y lo interno. El punteo continuo de esos recursos revela cómo la persistencia de ese enfoque de reflexión política perfora todos sus poemas; cómo constituye la base de su actividad poética: su mirar es un enfoque radicalmente antagonista, que permanentemente encuentra y saca a relucir la dimensión política (y las relaciones de subordinación) de nuestro mundo. Así, Salgado no denuncia, sino que habla de procesos, de momentos históricos, de estados de una sociedad en unos textos que, además, hacen explícita su historicidad al ir fechados en la gran parte de los casos.

    Daniel Salgado emplea la poesía como disección del mundo sin detenerse en el brillo del escalpelo, sin realizar maniobras oblicuas, sino penetrando de una manera honda, despojada de ornamentos, anécdotas, personajes. Su análisis se convierte en una observación radical de las repercusiones emocionales de este sistema de dominación sin apelar a ellas. Explica el mundo al levantar la capa de evidencia. Acierta a nombrar la correlación entre una incapacidad para decir y para traspasar lo superficial y el estado de alienación, de sometimiento y, al mismo tiempo, los anhelos y la abierta insumisión. Esa dicción, en ocasiones seca, incómoda en su rugosidad pero igualmente certera y sintética, va desnudando la realidad contra todo artificio, contra todo disfraz. Ahonda en las raíces pero sin centrar su mirada y la palabra en ellas, sino deteniéndose en su composición y en el armazón que forma como base de todo la organización socioeconómica. De ahí la capacidad de resonancia de su obra, pues no queda anclada en análisis de discursos o de procesos concretos, sino que sabe abrirse desde los referentes hacia la construcción de líneas de interrogación amplias, de cuestionamiento general, que traslada a los lectores. A nivel morfosintáctico, la omisión de artículos en sus oraciones contribuye a eludir esa concreción, así como la ausencia del yo poético y la utilización recurrente del impersonal.

    Al respecto, la proyección hacia la naturaleza sucede de una manera particular, a partir de un movimiento de observación que convierte en metáforas, alegorías o símbolos el entorno natural del momento histórico. Salgado lee su alrededor y encuentra la interpretación política en aspectos comunes del paisaje y escenas que contempla (o la vuelca sobre ellos). Siempre vertebrada esa trasposición por un sistema de coordenadas vitalista (por ejemplo, al mostrar el otoño como algo negativo por su relación con el progresivo ocaso vital de muchos elementos de la naturaleza), estos recursos sirven también para buscar la esperanza, desarmar la inmutabilidad del sistema e insuflar de dialéctica el análisis socioeconómico al poner en relación los dinámicos ciclos naturales con la situación política. No en vano, aunque en los primeros libros predomina el contexto urbano, destaca cómo progresivamente el ámbito rural se sitúa en el centro de su observación y se liga, por una parte, como un espacio ajeno a los ritmos e inercias del capitalismo (hasta el punto de ridiculizarlos en su cotidianeidad) y, por otro, a la situación de degradación extrema (personal, social, medioambiental) que este causa.

    En ese sentido, el autor constata la impresión, la afectación emocional que produce la vivencia en esta sociedad, como ya he apuntado. Transmite una atmósfera fría debido a la poca presencia de personas circulando en sus textos. Hábilmente, al despersonalizar estos recuentos, estas radiografías inciden en la deshumanización de nuestro mundo y originan el recoger el impacto en soledad (pues el lector no puede empatizar ni se le tienden anclajes que posibiliten que se sumerja en una colectividad que la amortigüe). Asimismo, permite que todo lector pueda entrar en el texto y convertirse en el sujeto, o hacer propio lo reflejado en los textos. De hecho, el que no coloque signos de puntuación de cierre (como puntos finales) en numerosas piezas provoca poner en relación los poemas que se suceden, pues todos se refieren a unas mismas situaciones, a unas mismas condiciones sociales. Pero, a la vez, habla de una lucha colectiva sin aposentar las palabras sobre individuos concretos. Pues se trata de una tensión comunitaria. Y, en esas aspiraciones, se cruzan las de clase con las nacionalistas: la alusión al país es constante, y siempre como un anhelo, como una identidad que no llega a ser asumida por una totalidad.

    Esto nos lleva a otra de las características de la obra de Daniel Salgado: la contención. La parquedad descriptiva que hallamos cuando muestra algunas escenas o territorios (pues escoge unos pocos aspectos y los plasma de forma escueta) contribuye a acrecentar, por un lado, esa perspectiva de contención

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