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Amor incondicional. Cómo abrir tu corazón a la energía positiva
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Libro electrónico190 páginas3 horas

Amor incondicional. Cómo abrir tu corazón a la energía positiva

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El presente libro tiene como intención ayudar a las persona a entender el llamado de su cuerpo y a vivir mejor en tiempos de estrés. Para alcanzar esta meta, es imprescindible que nos reconozcamos como seres espirituales, necesitados de energías positivas y dispuestos a emprender el camino de la superación y de la auténtica libertad.
La experiencia de la autora como terapeuta holística y maestra Kundalini Yoga, resultó esencial para la escritura de este texto, cuya propuesta es bien clara: romper paradigmas y generar cambios con el corazón abierto al amor incondicional.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 sept 2018
ISBN9780463730409
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    Amor incondicional. Cómo abrir tu corazón a la energía positiva - Laura Patricia Hernández

    Cuando rompemos paradigmas, generamos cambios y si los realizamos con el corazón abierto al amor incondicional, obtenemos resultados favorables y en consecuencia, disfrutamos de nuestra libertad a plenitud.

    Bajo este orden de ideas, escribí el libro que tienes en tus manos con la intención de ayudarte a revisar y cuestionar tu vida, para mejorarla.

    Yo lo hice hace más de veinte años. Te confieso que en ese entonces era escéptica a todo lo que leerás ahora, pero muy dentro sabía que el yoga era lo mío y aprendí que somos mucho más que un cuerpo. Aun con mis creencias religiosas, me costaba entender que los ángeles nos hablan y que las terapias alternativas podían dar resultados. No sabía que además de un cuerpo, somos mente, espíritu y alma y que las emociones básicas, el miedo y el amor, son las que rigen a este planeta.

    Estoy convencida de que cada persona nace con una misión personal que debe aprender y mejorar. De hecho, todos elegimos un tema para nuestra vida en el que debemos trabajar.

    En este obra leerás de todo un poco: de cómo tus pensamientos y decretos afectan tus manifestaciones; de lo que somos, esa parte que no vemos, pero se sabe que tenemos, llamado lo sutil, de la sabiduría ancestral, de Kundalini Yoga y de mi pasión por ayudar a los demás. Además esta publicación es sobre mis alumnas y pacientes (prefiero llamarlas así, clientes me parece frío) y en sus historias podrás identificarte descubriendo información importante sobre terapias alternativas y algunos episodios de mi vida.

    Por ejemplo, ¿sabías que la enfermedad es una llamada de atención de nuestro cuerpo hacia nosotros?

    El cuerpo es tan noble y sabio que nos avisa —como un pequeño niño jalando el vestido de su mamá para que lo atienda— que estamos haciendo algo mal, pidiéndonos que rectifiquemos nuestro comportamiento o manera de actuar en la vida.

    Otros autores nos han hecho sentir que la enfermedad es un castigo. En esta propuesta explico lo contrario: me enfoco en la meta-medicina y el significado de las enfermedades más allá de la explicación médica.

    El conocimiento te empodera y te fortalece; no hay nada malo en aprender todo lo que más puedas en esta vida ¡y qué mejor que aprender sobre ti mismo!

    Finalmente, debes saber que en este mundo interactuamos con diferentes personas para cumplir con nuestro desarrollo espiritual. Millones de seres humanos cuentan con grandes dones, otros no creen que son seres espirituales viviendo una experiencia humana, pero en conjunto vamos ayudándonos a experimentar nuestras vidas dirigiéndonos hacia la propia liberación espiritual porque sin la Luz de cada uno, el Plan Divino no podría manifestarse totalmente en este planeta.

    Es mi deseo que esta obra sea amena en su lectura, para que te ayude a superar las adversidades, comprendiendo que todo tiene un para qué y que mis palabras te lleven a las respuestas que tanto necesitas.

    Te invito a abrir tu corazón al amor incondicional y deseo que el eterno sol te ilumine por siempre.

    Para motivar tu lectura, describiré el caso de una paciente, a quien aprecio por su recorrido de vida hasta este momento, porque desde las primeras sesiones la percibí como Índigo, tema que explicaré más adelante.

    Mujer en la segunda mitad de sus treintas, quien desarrolló miomas al punto de deformar su útero, por lo que tuvieron que realizarle una histerectomía. Cabe aclarar que en la actualidad son muchas las mujeres con problemas de quistes y miomas.

    Al enterarse sobre la decisión del médico de practicarle la cirugía; aceptó su realidad racionalmente a que le extirparan su útero, órgano representativo de la mujer, parte de su femineidad.

    Debe ser apabullante para cualquier persona que le notifiquen que le extirparán algún órgano o que le amputarán algún miembro. Así que la comprendí...

    Pero para el inconsciente o el sub-consciente no es fácil entender lo que ocurre en el cuerpo.

    Obviamente le di Quantum Touch, terapia que leerás su beneficio a detalle más adelante, la que se recomienda en pre y post cirugías y que reduce o elimina quistes o miomas. Lamentablemente llegó a mi consultorio con su situación muy avanzada y con la decisión de someterse a cirugía.

    Cuando salió de la sala de recuperación del hospital, ya en su cuarto, los siguientes malestares se hicieron presentes: dolor, presión alta, taquicardia y ansiedad.

    Y al llegar a su casa: estreñimiento y para cuando acudió a su sesión conmigo, se sentía hipersensible.

    Le expliqué lo que le estaba ocurriendo, pero de la manera metafísica, la meta-medicina, que a simple lectura, es muy fácil de entender, pero viviéndolo, no lo es:

    Y fue de la siguiente manera:

    El dolor que sintió, fue precisamente el dolor de haber perdido su útero. Era su duelo, pero el dolor explicado metafísicamente, es bueno, porque está recordándonos hacer contacto con nosotros@ mism@s, con nuestra alma y cuerpo.

    El enojo estaba presente y su cuerpo reaccionó como una olla express que no podía contener más ese enojo, aumentando la presión arterial.

    El enojo es la exaltación de pensamientos y sentimientos que se atropellan y que no permiten ver claramente.

    El aumento de la presión arterial, hipertensión, se da porque la persona no está expresando sus pensamientos y emociones: haciendo hervir el interior.

    La taquicardia fue un llamado de su corazón: que se tranquilizara porque todo estaba bien.

    La taquicardia son palpitaciones que actúan como un grito de socorro con relación al amor. Es un SOS sobre una situación angustiosa.

    Era la manera que su corazón le gritaba: ¡Aquí estoy! ¡Cuídame!

    Su Ser gritaba: ¡Estamos bien... Estamos vivas y sanas!

    La ansiedad que experimentó era miedo a lo que ocurriría después.

    ¿Qué pasaría sin su útero?

    La ansiedad es un conjunto de emociones, que puede incluir, dolores de cabeza, palpitaciones, transpiraciones, tensiones y en ocasiones llantos e insomnios, que logran que se sienta un desequilibrio en general, haciendo perder el control y la percepción de la realidad. Es querer controlar el futuro sin todavía vivirlo, lo que hace necesario permitir el fluir de la vida y a su proceso. Dejar ir y tener fe que las cosas funcionarán. Relajarse.

    El estreñimiento, relacionado con el colon, le estaba recordando que no soltaba ese cúmulo de emociones negativas. Se sabe que cada persona vive su duelo, de acuerdo a sus tiempos, pero el cuerpo avisa cuándo debemos detenernos, cuando ya ha sido suficiente el tiempo invertido en ese pensamiento.

    El estreñimiento significa que debe liberarse del pasado, de ir hacia delante, de vivir relajad@ y tener confianza en la vida.

    Después presentó diarreas. El mensaje: estaba dejando ir su bien. Lo bueno de su vida.

    El significado de la diarrea es que se está evitando una situación que se siente totalmente desagradable. La recomendación es integrar y asimilar la circunstancia.

    La hipersensibilidad fue un recordatorio que sigue siendo: ¡mujer, femenina y triunfadora!

    Porque la sensibilidad habla de lo femenino.

    Como describí, parece y se lee fácil, pero esta es una de mis aportaciones como terapeuta, ayudar a entender a las personas el por qué y el para qué, les está ocurriendo algún síntoma o enfermedad y al entender el llamado de su cuerpo, se le llama meta-medicina. (Más allá de la medicina alópata tradicional).

    Leerás sobre algunas historias de mis pacientes y personales, de cómo mis pasos en esta Tierra han sido fundamentales y entrelazados con alumnos y pacientes, de quienes he escrito solamente la inicial de sus nombres, para proteger su privacidad, aunque considero que cualquier situación descrita aplica para cualquier persona.

    Algun@s de mis pacientes ya no asisten a terapia, otr@s han dejado la ciudad o incluso el país y otr@s siguen elevando su frecuencia vibratoria con mis sesiones. Mencionaré los casos que considero más importantes.

    Que cada aportación de cada uno de ellos sea una guía para tu vida.

    Agradezco a cada uno de mis pacientes y alumnos.

    Mis pasos en esta Tierra

    Mi nombre espiritual es Guru Mata Kaur, significa la Princesa Madre que te lleva hacia la Luz y me fue otorgado por dos personas importantes: un Lama (Budista) y el Maestro Yoghi Bhajan (Mahan Tantric), de acuerdo a mi fecha y lugar de nacimiento.

    Saberlo, indica cuál es la misión espiritual en la vida.

    Esta es la razón por la que encuentres en algunos párrafos a la maestra que soy.

    Las personas me perciben también como maternal. Recuerdo a una compañera, cuando trabajaba en oficina, que me repetía, es que eres toda una mamá, te gusta hacer sentir bien tanto a los visitantes como a nosotros. Estás al pendiente de las necesidades de las personas. Todavía no sabía mi nombre espiritual.

    Soy niña, soy mujer, soy ingenua, (naive), soy madre y abuela.

    Soy un alma vieja. He aprendido a reconocer los lugares de vidas pasadas, por ejemplo, sé que viví en la Atlántida, en Egipto, también fui celta, (vikinga, celta, escocesa), italiana, árabe y tal vez en India. ¿Será que por esta razón algunas personas de diferentes países pensaban que yo era lugareña? Cuando estuve en Turquía, pensaban que era turca, en Egipto, que era árabe, en España, española, en Italia, italiana, pero nunca mexicana. Con esto no deseo negar mi nacionalidad, ni mi país, el cual amo y agradezco, aun con todas sus situaciones gubernamentales, porque aquí es donde escogí nacer para llevar a cabo mi karma y reencontrarme con las personas de esas vidas pasadas para cerrar círculos en amor, el dharma, principalmente con mi difunto ex esposo, mis hijos, padres, hermanos, ex parejas. De hecho, un ex novio, al que le costaba poder formalizar una relación, supe que vivimos dos vidas pasadas, en Inglaterra y en Francia, siglos xvi—xvii, donde yo estaba casada y él era mi amante; en esta vida, yo estaba soltera, pero él seguía pensando que yo era casada. Otro ex novio, curiosamente nos comunicábamos en italiano. Fuimos un matrimonio campesino italiano, tal vez del siglo xv, pero lamentablemente, aunque se nos da la oportunidad de corregir situaciones adversas del pasado, de liberarnos del Karma, que significa la falta de amor que consciente o inconscientemente lastima a otros o nos lastima a nosotros, tampoco fue posible en esta vida. La vida pasada con mi hijo, él fue monje como yo, en Tíbet o Nepal.

    Fui amante, esposa, cortesana, campesina, sanadora, tal vez bruja, nos hemos experimentado de diferentes maneras.

    He bailado y he cometido locuras. Me considero culta pero no engreída, sencilla y sabia, también dulce y en ocasiones enojona. Todas las contrapartes que existen, que sin lugar a dudas, me hacen ser quien soy, en general una persona buena, porque cuido mucho de no herir los sentimientos y cuido las emociones de los que me rodean. He recordado que hay maestros ascendidos, hadas y duendes y que la Tierra respira y palpita.

    Soy una mujer como tú. Me he puesto a dieta y fui casi vegetariana.

    Con todo esto, deseo expresar que he vivido, que he sentido, que he amado incondicionalmente.

    Menciono mujer repetidamente, porque en alguna ocasión, cuando mi hijo tenía la edad de 11 años, me preguntó: ¿qué eres antes de ser mamá? y no supe qué responderle y él me contestó: eres mujer.

    Es curioso cómo vamos olvidando quiénes somos. Cuando mis hijos eran pequeños, en edad escolar, yo era la mamá de Vanessa, o era la mamá de Eduardo Jr. En otras circunstancias era la esposa de Eduardo y años después me di cuenta que perdí mi nombre, mi identidad y me había olvidado de ser mujer. Fui mamá, esposa, compañera, enfermera, psicóloga, cocinera, chofer, en fin, todo lo que sabemos las mujeres que somos, cuando atendemos a una familia y lo hice felizmente.

    Recuerdo esos viernes de primaria de mis hijos, en los que invitaban a sus amiguitos a comer en casa y me los llevaba al cine o se quedaban a jugar para que más tarde pasaran sus mamás a recogerlos.

    Menciono lo de mi nombre, porque desde niña hasta los 18 años fui Paty. Cuando me casé, mi segundo nombre y los apellidos paterno y materno, fueron eliminados, yo lo decidí así, para quedar con Laura más el apellido de casada. Fue hasta que me divorcié, cuando recuperé mis dos nombres y mi primer apellido. Parece simple explicarlo con mi nombre, pero ¿qué tanto permití en mi vida como mujer, como Laura Patricia, olvidarme de mí?

    Ahora soy viuda, (y aunque muchos digan que no lo soy, porque siguiendo los preceptos de la religión Católica, me casé por la iglesia). Legalmente debe decirse soltera, otras personas dicen, que soy divorciada, y al referirme cuando hablo de él, mi difunto ex esposo.

    Fui primogénita, por parte

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