Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

¡Deja un rato el ordenador!
¡Deja un rato el ordenador!
¡Deja un rato el ordenador!
Libro electrónico117 páginas1 hora

¡Deja un rato el ordenador!

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

El ordenador ha llegado a ser el pasatiempo preferido de los niños de entre 10 y 15 años, por delante de la televisión. Dedican muchas horas a chatear, realizar búsquedas para sus trabajos escolares, enviar mails o jugar en línea…
Para poder disfrutar plenamente de esta magnífica herramienta, uno tiene que saber administrar su tiempo. Pero los adolescentes tienen una tendencia natural al exceso y ciertas dificultades para separarse de una pantalla hipnótica…
Deberían ser los padres quienes los ayudaran y quienes conocieran el uso que sus hijos hacen de Internet; sin embargo, la gran mayoría de ellos declaran que lo desconoce.
Este libro da importantes consejos para administrar esta nueva herramienta que ha invadido la vida familiar. Así responde a cuestiones tales como: Cómo prevenirlos con respecto a las webs violentas o pornográficas, o las malas influencias. ¿Y si están enganchados a los videojuegos?. Cómo establecer límites razonables. ¿De qué manera se debe actuar frente a esta herramienta que, a menudo, dominamos menos que ellos?
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 ago 2018
ISBN9781683256595
¡Deja un rato el ordenador!

Relacionado con ¡Deja un rato el ordenador!

Libros electrónicos relacionados

Aplicaciones empresariales para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para ¡Deja un rato el ordenador!

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    ¡Deja un rato el ordenador! - Beatrice Copper-Royer

    Agradecimientos

    Introducción

    Ordenador, impresora, banda ancha… aquí tiene las armas del cibernauta consumado. Como los 13,8 millones de cibernautas españoles. Una cifra que seguirá incrementándose (ya en el momento en que usted lea este libro habrá aumentado), puesto que España está experimentando un alto crecimiento por lo que respecta a conexiones a Internet.

    El gasto le pareció la mejor de las inversiones. Y tiene razón porque, en la actualidad, todos los sectores necesitan su web: desde los entretenimientos hasta la información, pasando por los transportes, la comunicación, la economía, la investigación y muchos otros ámbitos.

    Usted creyó, de nuevo acertadamente, que sería mejor que sus hijos se sumergieran en esta «poción» ya desde pequeños. Mantenerlos apartados de estas tecnologías los haría débiles frente al mundo de mañana. E incluso frente al de hoy, porque podrían encontrarse con dificultades para realizar sus trabajos escolares. Probablemente ellos mismos le han dado estas razones llevándolas al extremo y argumentando que los profesores exigen constantemente que se busquen textos e imágenes como complemento a las clases, que una buena exposición requiere documentarse detalladamente… y que, por supuesto, esta documentación no se puede encontrar en la biblioteca… Que, en esa asignatura, hay mucha competencia entre los alumnos… Quizá han sabido tocarle la fibra sensible y hacerle sentir un poco de culpabilidad, dándole a entender que, de todas maneras, usted no tiene ni el tiempo ni las competencias suficientes para poder ayudarles en ese trabajo escolar.

    Como consecuencia de todos estos argumentos imparables, usted ha optado por comprar el mejor de los equipos. Y con ello le ha dado la impresión de estar ofreciéndole a su progenie una gigantesca enciclopedia, dotada además de un superdocumentalista capaz de encontrar cualquier tipo de información en un tiempo récord, precisamente sobre aquellos temas en los que sus conocimientos flaquean un poco. Es evidente que todos hemos pensado que este soporte lograría que nuestros hijos se desenvolvieran muy bien, y que además lo conseguirían de una manera más rápida y mejor que nosotros. ¡La ilusión secreta de muchos padres! Así pues, estas consideraciones han resultado ser decisivas, porque hoy en día somos muy sensibles a las promesas de precocidad y habilidad, que se van acentuando en una sociedad que desarrolla cada día más nuestro sentido de la competición.

    Luego, con el transcurso del tiempo, quizá se encuentre desconcertado: desde luego, sus hijos se han sumergido fervorosamente en esta «superenciclopedia». Incluso han llegado a ser los más expertos de la familia a la hora de manejar la máquina. Pero esta asiduidad excesiva le deja perplejo. Internet ha llegado a ser la primera ocupación de los niños de 10 a 15 años, desbancando a la televisión. Incluso se llevan la palma en Europa por lo que respecta a tiempo pasado delante del ordenador. En el 2004, ya el 61% de los jóvenes de 15 a 25 años preferían Internet a la televisión. Hay que rendirse a la evidencia: la pasión con que se dedican a Internet no es, desde luego, para usar esta herramienta como preveíamos al principio. ¡No es que los resultados escolares hayan variado mucho ni que las exposiciones sean ahora brillantes!

    Pero entonces, ¿qué hacen tan concentrados delante de la pantalla? A veces buscan un poco de documentación, pero sobre todo se dedican a las comunicaciones de todo tipo (chats, blogs, mails), gran cantidad de juegos, bastantes descargas de música y películas… En realidad, nosotros solo tenemos una idea bastante vaga del tema, y además los adolescentes son muy hábiles escondiendo pistas. ¡Qué chollo para ellos el poder disfrutar de sus pasatiempos favoritos disimuladamente, sentados como niños buenos delante del escritorio en la posición de un trabajador concentrado! Quizá no se imagina usted hasta qué punto llegan a ser expertos en la presión infinitesimal del índice sobre el ratón, con tal de hacer desaparecer instantáneamente, sin que lo parezca, una «ventana» demasiado lúdica y colocar en su lugar una «página» más seria.

    Frente a esto, nos sentimos un poco ignorantes y desconcertados. Los argumentos empleados miles de veces para separarlos de la televisión no se adaptan a esta situación. Y sus hijos lo han comprendido y le llevan la contraria. No, no se volverán lelos… No, no se lo tragan todo pasivamente… No, nadie va a verter mediocridades en sus espíritus ingenuos… Se trata de algo diferente.

    Aunque podríamos estar todos de acuerdo en considerar que la fascinación de nuestros hijos por la pantalla del ordenador podría, en altas dosis, llegar a ser una epidemia, lo que no podemos hacer es tener una opinión tan unívoca como esta sobre Internet. Porque tiene múltiples facetas: tanto buenas como malas. Esta herramienta que, con razón, goza de una buena reputación, posee también muchos escollos: no nos vendemos los ojos para no verlos.

    Nuestro propósito no es el de demonizar Internet, sino el de intentar utilizarlo mejor. Para que este avance tecnológico no llegue a ser un suplemento añadido de sufrimiento, abuso y desbordamiento, los padres necesitamos establecer referencias más claras y mejor adaptadas; tenemos que inventar nuevas reglas.

    Nos proponemos sugerirle algunas, ayudarle a establecer algunos principios de regulación, control y diálogo, porque sabemos que no se puede hacer nada manteniéndose a distancia de esta nueva herramienta. Para comprender por qué fascina tanto a nuestros hijos, para saber cómo intervenir antes de que el exceso se convierta en patología, hay que estar al corriente de cómo funciona: comprender las sutilezas y las posibilidades de Internet, no ignorar más la diferencia entre chat y MSN, conocer la existencia de páginas indeseables, el contenido de los videojuegos, las disposiciones jurídicas por lo que respecta al pirateo… La calidad del diálogo que entablará con sus hijos depende de ello. Vamos a intentar guiarlo en esta nebulosa lo más claramente posible.

    CAPÍTULO 1

    Saber lo que hacen

    Esta es un poco la regla básica: no podrá controlar ni limitar el uso de Internet si ignora totalmente las posibilidades de esta herramienta informática. Tranquilícese, no es nada excesivamente complicado. Aquí tiene algunas definiciones sencillas, primero para comprender y luego para intentar establecer una reglamentación inteligente.

    «¡Tú no sabes nada de esto!». Sus hijos le han repetido esta frase infinitas

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1