Los tiempos en los que una imagen valía más que mil palabras han quedado en el pasado. Ni siquiera las mil palabras tienen ya el valor que tenían hace unos años. Y no es que estemos hablando de la muerte de las artes ni del carácter efímero que parecen tener en la actualidad.
Hablamos del problema que supone para nuestra sociedad las ya archiconocidas fake news. Estas noticias falsas, ya sean en forma de texto, de imagen o de audio, moran en las redes sociales más consultadas y se expanden ponzoñosamente como gotas de aceite en el agua cristalina. Sus mensajes son atractivos, rozando la parte más morbosa de la sociedad, lo cual las hace ser propulsadas de un dispositivo móvil a otro en pocos minutos. La política, la salud o las celebrities del momento son los temas más utilizados para la generación de estos bulos. Y, aunque una imagen retocada para levantar un escándalo entre dos estrellas de Hollywood nos puede parecer simplemente de mal gusto, el peligro de estas noticias radica más allá del cotilleo entre los amantes de la prensa rosa.
LAS PUEDEN LLEGAR A MANIPULAR LA FORMA EN hasta llegar a influir en nuestras decisiones políticas o nuestros hábitos de salud. Aunque podríamos imaginar que estas noticias son obra de ciudadanos de a pie que quieren divertirse un rato generando controversia en Twitter, nada más lejos de la realidad. Algunos partidos políticos ya utilizan este tipo de estrategias para levantar bulos contra la oposición y rascar algunos votos durante las campañas electorales.