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Rompiendo Barreras
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Libro electrónico194 páginas2 horas

Rompiendo Barreras

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Información de este libro electrónico

Este libro est escrito a corazn abierto, no contiene estrategias de venta o palabras elaboradas.
Los hechos narrados son reales y se relatan como en una conversacin con un amigo.
En el libro estn mis sueos, frustraciones y triunfos.
El tema ms importante, es cmo puedes cambiar lo negativo a positivo y mejorar tu vida.
Al poner mi vida como ejemplo, solo quiero compartir contigo mis experiencias y poder ayudarte a ROMPER BARRERAS.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento29 jun 2012
ISBN9781463328085
Rompiendo Barreras
Autor

Ricardo A. Ramirez

Ricardo Alberto Ramirez Salas was born on August 31, 1980 in the city and port of Acapulco, Guerrero. He obtained a degree in law from Universidad Loyola del Pacifico. After finishing his studies in 2005, he did his internship in a reputable law office in Acapulco. Later, he emigrated to the United States with the purpose of learning English. Due to his interest in this new language and seeing the opportunity to experience new adventures, he decided to establish himself in Las Vegas, Nevada, where he currently lives. He took a short trip to back to Acapulco in 2011 to take a Reiki course and expand his spiritual knowledge. His search for the positive things in life culminated in his writing the book Breaking Down the Barriers, in which he shares his personal experiences.

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    Vista previa del libro

    Rompiendo Barreras - Ricardo A. Ramirez

    Contenidos

    Introducción

    Niñez

    Mi Primer Contacto Con La Metafísica

    Adolescencia

    Los Ángeles En Mi Vida

    Ayudando A La Familia

    Rompiendo Barreras

    Creando Mi Futuro

    Dejando Ir

    La Metafísica Regresando A Mi Vida

    Regresando A La Vida

    Independencia

    Gratitud

    Pasado

    Hoy

    Reencuentro

    Pruebas

    Diario Vivir

    Bendición

    La Fuerza

    La Paciencia

    Rompiendo Barreras

    Estrellas

    Disfrutar

    Amor

    Luz

    Soledad

    Amar

    Crear

    Tentaciones

    Rompiendo Barreras De Los

    Malos Pensamientos

    La Distancia

    La Salud

    Sentimientos

    Superación

    Sensaciones

    Los Capítulos De La Vida

    La Estabilidad

    Tu Manera De Pensar

    La Inspiración

    Tener

    Mi Fe

    Déjate Llevar

    Seres Negativos

    La Alegría

    Parejas

    Lucha

    Luz

    Tormenta

    Abundancia

    Cómo Terminar Una Relación

    Cómo Atraer Una Relación Nueva

    Aventuras

    Bendición A Mi Primer Hijo

    Matrimonio

    Elección Del Camino

    Doce Puntos Para Mejorar

    Biografía

    Introducción

    Quiero decirte, por experiencia propia, que puedes lograr todo lo que desees. Este libro es prueba de que puedes alcanzar tus sueños y metas cuando las pides en armonía con todo tu entorno; es una gran parte de mi vida, en la que están escritos mis sueños, mis miedos, mis frustraciones y mis metas, las cosas simples de la vida, que a veces dejamos pasar desapercibidas.

    Al darme cuenta de todo el tiempo que desperdicié en pequeñas cosas, decidí cambiar. Créeme que nunca es tarde para comenzar; no importa qué tan grande sea la montaña que quieras escalar, lo puedes hacer, que no te quede duda. Yo lo hice y tú también puedes.

    Este es uno de mis más grandes sueños y hoy es una realidad, es el principio de un deseo que tuve en algún momento de mi vida, es un honor para mí compartirla contigo, espero te sirva de algo y la puedas compartir con alguien.

    En nuestro pasar por la vida, podemos crear o destruir. Tú eres el que decide. Recuerda que tú eres el único constructor de tu vida, tú decides si construyes un gran edificio o una pequeña casa. No hay nadie que pueda impedir tu desarrollo; el único obstáculo que existe en el mundo eres tú mismo.

    Piensa bien lo que quieres y comienza hoy a trabajar en ello, no importa qué tan difícil sea; si empiezas hoy, tu camino será más corto. Nunca te detengas, camina hacia delante. La vida es bella: créala, vívela y transfórmala porque de ti depende si es hermosa o fea, pero decídete hoy.

    Amo mi vida porque soy mi dueño y amo todo lo que me rodea porque así lo decido, soy un ser de amor, de paz y de buena voluntad hacia todo lo que me rodea. Hoy he decidido vivir con plenitud, porque me amo y acepto todo lo que hoy soy.

    Hoy doy gracias por este nuevo y hermoso día, porque cada día es un comenzar y una oportunidad más de cambiar y mejorar.

    Niñez

    Quiero comenzar a contarles mi vida. Sucedió cuando era un niño de aproximadamente ocho años de edad. Tenía el amor y el cariño de mis padres, me sentía un ser deseado y amado, pero algo sucedió que nadie se esperaba: mi padre se enfermó. Fue un acontecimiento que marcó por largo tiempo mi vida.

    Al principio nadie sabía de qué estaba enfermo. Empezó a perder la razón; desconocía a la gente, incluso a su familia; su carácter era agresivo; nadie se explicaba el porqué. Todo fue de repente y sorpresivo.

    Mi madre en ese tiempo era muy joven; con apenas veinte años de edad, desconocía todo aquello y no sabía qué hacer a tal reacción.

    Los padres de mi padre, con poca información y conociendo que su hijo siempre había sido un hombre sano, trabajador, con muchas ganas de vivir, se desconcertaron por su enfermedad, no sabían qué pasaba. Primero hablaron con mi madre para saber qué estaba pasando, pero ella se encontraba en la misma situación que ellos: no sabía nada.

    Y como todo, así como llega buena información, también existe mala. El yerno de mis abuelos, mi tío, era un creyente de espiritualismo y cosas ocultas. Les dijo a mis abuelos que él pensaba que la culpable de la enfermedad de mi padre era mi madre, que ella le había dado una poción para embrujarlo y hacerle perder el juicio, para apoderarse de todo el dinero y las propiedades de mi papá.

    Mis abuelos se dejaron llevar por mi tío y lo trataron de curar en esos lugares donde practican la brujería; lo llevaron a ver a una bruja, la cual les dijo que tenía un espíritu malo adentro, que alguien le había hecho ese mal, que estaba embrujado. Lo dejaron para que lo curara, pero mi padre no respondía, seguía sintiéndose mal, sudaba, deliraba y convulsionaba. La bruja le pasaba yerbas por todo el cuerpo, tratando de sacarle el espíritu malo, prendía veladoras, hacía todo su ritual. Al cabo de dos horas, salió a decirles que ya estaba curado, que todo había salido bien, que lo llevaran a su casa, que al otro día iba a amanecer como si nada hubiera pasado.

    Por otro lado, mi mamá se encontraba llorando la ausencia de mi padre. Les hablaba a mis tíos, les preguntaba qué estaba pasando con su esposo, adónde se lo habían llevado, pero ellos solo le contestaban que no sabían nada, que mis abuelos se lo habían llevado a curarlo. Mi mamá lloraba incontrolable. Yo solo la veía sufrir y trataba de consolarla, pero nada la animaba. Trataba de entender qué pasaba: mi mamá solo me decía que mi papá estaba enfermo, que pronto se recuperaría, pero no podía ocultar su dolor ante mí.

    Al otro día del remedio de la bruja, mi papá continuó igual o yo creo que peor. Mis abuelos fueron a decirle a mi mamá que qué poción le había dado, por qué le había hecho eso si él le daba todo. Mi mamá se sorprendió mucho y les respondió que estaban equivocados; ella amaba a mi padre y desconocía todo ese tipo de cosas de las cuales la acusaban. Ellos no le creyeron y salieron de la casa muy disgustados.

    Al darse cuenta de que el remedio de la bruja no le había servido, lo llevaron a ver a un doctor especialista en psiquiatría. Él fue quien les abrió el entendimiento al decirles que se trataba de una enfermedad. Era una psicosis maníaco-depresiva debida a la falta de líquido litio en su sangre. Su enfermedad podía ser tratada para mejorar así su salud.

    Pero, en el transcurso de ese proceso, toda la familia se puso en contra de mi madre, la trataban de bruja, la insultaban de manera muy mala. Todos sus hermanos se apropiaron del negocio de mi padre, haciéndola a un lado. Aún recuerdo cuando mi mamá me llevó de la mano al negocio a pedir dinero para mi sustento. El hermano de mi padre salió y le dijo a mi mamá: «¿Qué haces aquí? Aquí no hay nada para ti, tú eres una mala mujer. Mi hermano está enfermo por tu culpa, tú lo embrujaste, lárgate de aquí». Mi mamá le contestó: «Esto es de mi esposo y de mis hijos; mis hijos necesitan comer e ir a la escuela. Yo no le hice nada a tu hermano, entiéndelo». Él respondió: «Ya termina de largarte».

    Mi mamá lloraba y yo, también. Sentía todo ese rencor y ese odio de todo lo que le decían a mi mamá.

    Mi madre, preocupada por nosotros, habló con sus padres, les explicó todo lo que estaba pasando en su vida. Mis abuelos nos llevaron a vivir a su casa y le dijeron a mi madre que ella no necesitaba de nada, que contaba con su apoyo y nada nos iba a faltar a su lado.

    En ese tiempo tenían dinero y poder en la sociedad acapulqueña. Mi abuela, de carácter fuerte, habló con sus abogados para que la orientaran sobre la situación. Mi abuelo, un hombre noble de corazón, le dijo a mi abuela que se calmara, que esperara a que mi papá reaccionara y que, una vez que estuviera bien, se platicara la situación para que se arreglaran las cosas y no desbaratar así el matrimonio.

    Mi abuela estaba furiosa por todas las humillaciones que había sufrido mi mamá y fue a hablar con mis abuelos paternos para ver qué estaba pasando, pero se negaron a dar la cara, cosa que la enojó más. Entonces decidió seguir el consejo de mi abuelito y esperar.

    El tiempo seguía transcurriendo. A pesar de todo el amor que me daban mis abuelos y mis tías, hermanas de mi madre, me faltaba mi padre.

    La casa de mi abuela me gustaba mucho porque vivía en el interior de un hotel. Todos los días me la pasaba en la alberca con mi hermano Christian y tratábamos de divertirnos. Siempre traté de proteger a mi hermano; cuando me decía: «Ricky—como me llamaba de cariño—, ¿dónde está mi papi? ¿Por qué se fue?», yo le decía que estaba de viaje y que pronto lo veríamos. Aún no sé cómo se me ocurría, pero siempre tenía algo que decirle a mi hermanito.

    Después de aproximadamente tres o cuatro meses de estar viviendo con mis abuelos y mis tías, un día inesperado llegó mi papá. Lo recibimos con mucho amor y cariño, corrimos a abrazarlo, le decíamos: «Papito, te amamos, te extrañamos».

    Mi padre había vuelto en sí, gracias a que, después de probar con el espiritualismo y la brujería, se dieron cuenta de que se trataba de una enfermedad, lo llevaron a ver a un médico, se sometió a tratamiento y logró recuperarse.

    Mi papá habló con mis abuelos maternos y con mi mamá. Les dijo que no se acordaba de nada, que se trataba de una enfermedad. Él quería recuperarnos y tener a su familia de regreso. Mi mamá le contó todo el daño que le había hecho su familia; mi papá se quedó sorprendido, le pidió disculpas y le dijo que, a partir de ese momento, iban a comenzar una nueva vida, que él iba a poner remedio a todo lo sucedido: sus hermanos no se iban a meter más en el negocio, él iba a recuperar de nuevo sus bienes, y le propuso a mi mamá que lo ayudara a trabajar porque eso era también de ella y de sus hijos.

    Mi mamá accedió y regresamos a la casa en la que vivíamos juntos con mi padre y que era propiedad de mis abuelos maternos.

    Mi papá les exigió a mis tíos devolverle su negocio, e introdujo a mi mamá; comenzaron a trabajar juntos. Todo fue mejorando; nuestra vida volvió a ser la misma.

    Mi niñez fue cambiando. Era tan feliz cuando mis papás estaban juntos que solo deseaba ver a mi padre otra vez lleno de vida junto con mi madre. Era mi más grande anhelo. Lo deseaba todos los días. Aún recuerdo ese cuadro de un ángel de la guarda que tenían mis tías en su cuarto, en el que decía la oración al ángel de la guarda: «Angelito de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día». Era una oración que mis tías se encargaron de enseñarme y pedía todas las noches por la salud de mi papá.

    Al poco tiempo de estar juntos nuevamente, mi papá comenzó a sentirse mal—mi mamá estaba embarazada casi a punto de dar a luz—. Mi papá le dijo: «Queta, me siento mal». Ella reaccionó rápido y lo llevó al doctor, que logró controlar a tiempo su enfermedad.

    Nació mi hermanita Lila. Mi hermano y yo nos volvíamos locos de la emoción. No puedo explicarlo, el ver a un ser tan pequeñito. Aún recuerdo cuando la cargué por primera vez; sentía todo el cuerpo lleno de maripositas, algo hermoso. Todos nos sentíamos tan alegres y contentos. Mi papá le llevó un gran ramo de rosas que acaparaba la atención de todos en el hospital.

    Pasaron meses. Todo siguió muy bien hasta que una noche sonó el teléfono de mi casa. Yo estaba viendo la televisión con mi mamá; mis hermanos ya estaban dormidos. Era mi abuela Belén, la madre de mi papá, quien dijo que mi tío Alfredo había fallecido, que lo habían asesinado mientras dormía en su casa. Como festejaban el cumpleaños de su hija, había música y ruido y nadie escuchó nada. Los invitados preguntaban por Alfredo; su esposa les decía que no tardaba en bajar. Había llegado de

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