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Diagnosticado Autista
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Libro electrónico155 páginas2 horas

Diagnosticado Autista

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Diagnosticado Autista; la historia real de una familia que descubre el autismo en su hijo a la edad de dos aos y medio y relata toda su vida, desde el nacimiento hasta la edad de 17 aos. Maya Mosquera describe en su libro paso a paso sus vivencias, con el fin de informar de forma clara a otras familias que empiezan en este largo camino. La autora relata sobre el aprendizaje escolar de su hijo, terapias en casa; metas alcanzadas, as como sus logros en la lucha por los derechos de su hijo.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento5 jun 2012
ISBN9781463329242
Diagnosticado Autista
Autor

Cecilia Maya Mosquera

Cecilia Maya Mosquera nació en Daule, Ecuador en 1970. Estudió en Guayaquil, en el Colegio Nacional Guayaquil, graduándose de Químico-Biólogo, para posteriormente estudiar una carrera corta en Turismo y Hotelería. Viajó a california a sus 21 años donde conoció a su futuro esposo con el cuál contrajo matrimonio en 1993, procreando dos hijos Eddie y Kimberly.

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    Diagnosticado Autista - Cecilia Maya Mosquera

    Copyright © 2012 por Cecilia Maya Mosquera.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2012908936

    ISBN:                 Tapa Blanda                 978-1-4633-2923-5

                                Libro Electrónico        978-1-4633-2924-2

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivadas de los mismos.

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    Fax: +1.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    407125

    Agradecimiento

    Gracias a mi Padre Celestial por estar siempre cuidando de mi.

    A Germania Mosquera; mi madre, por la fortaleza y valentía que siempre he visto en ella y de la cuál he aprendido.

    A mi esposo; Edgar Terrazas, por ser mi amigo todos estos años, y a mis hijos; por darme la oportunidad de ser su guía.

    LLEGUÉ A ESTADOS UNIDOS A principios de noviembre del año 1991, tenía tanta ilusión de conocer Los Angeles, el lugar en donde vivían mis padres ya por casi 3 años. Vengo de una familia de 6 personas; mis padres, Mónica (la hija mayor), le sigue Luis, después yo y mi hermano Eduardo el último. Soy una chica de estatura pequeña, delgada, y no mal parecida.

    Mamá fue la primera que viajó, recuerdo que había yo cumplido mis 18 y me compró un anillo de oro como regalo, pero en realidad estábamos tristes porque ella ya estaba en los trámites para viajar, pero no a Estados Unidos, sino a centro américa, pero el destino final sería California. Después de casi 20 años me contó como había sido toda esa travesía, y lloramos juntas, porque tubo 2 meses muy difíciles, como seguramente muchos inmigrantes lo han tenido. Una vez que ella consiguió trabajo mi papá viajó también y se reunieron; para cuando yo llegué estaban trabajando en una agencia de entrega de periódicos muy conocida haciendo 2 tipos de trabajo en el mismo lugar, mi madre tenía 3 trabajos, durante el día cuidaba a una anciana, ya casi al anochecer hacía los rellenos del periódico, es decir ponía propagandas dentro del periódico y el tercero era entregar el mismo a las casas, eso ya en la madrugada, mi padre trabajaba en el mismo lugar, pero cada uno tenía su ruta de entrega, tenían planes de trabajar unos pocos años aquí y luego regresar a Ecuador porque a pesar que mi hermano mayor estaba casado al igual que mi hermana, aún estábamos mi hermano menor y yo, él apenas estaba por los 13 cuando ella se fue y nosotros quedamos en casa de mi tía, vivíamos con mi abuela y mi primo, yo ya me había graduado del colegio y estaba estudiando una carrera corta de Turismo y Hotelería, pero después de graduarme empecé a molestar mucho a mamá que yo quería ir a Los Angeles porque ella me había prometido llevarme después de graduarme.

    Yo me sentía ya desesperada porque mi tía hacía todo lo posible para conseguirme recomendaciones y llenar los requisitos para que me den la visa, pero viajar a USA no es fácil, no desde Ecuador, conocí a mucha gente que se había presentado a la entrevista y le negaban, yo lo hice! pero tuve la misma suerte, negada.

    Luego decidimos probar por México, presenté mis papeles, aunque tenía el negocio de mi hermana a mi nombre, igual, fue negada! Supe que podía pedir cita con el cónsul si quería tener una entrevista en persona y así lo hice, pedí la cita, me presenté y me preguntó porque quería viajar a México, le dije que estudiaba Turismo y quería conocer más sobre ese país que tiene tanta cultura y mucho que explorar, costumbres, creencias, etc. Le dije que si no podía ir a México igual probaría ir a otro país porque mi meta era conocer otros lugares interesantes por motivo de estudios. Tomó su sello y lo puso sobre mi pasaporte, me extendió la mano y me dijo ¡buen viaje! Estreché su mano y salí de allí con el corazón desbordante de alegría, fue mi primer logro en esta larga travesía por reunirme con mis padres y salir por primera vez de mi casa. Yo tenía un enamorado con el cual ya tenía más de un año o algo así y habíamos quedado en que él me esperaría un año, no más! Este viaje era un regalo de graduación prácticamente, yo solo pensaba en el viaje, nada me importaba, mi abuela lloraba cuando llegó el día, yo sonreía y le decía abue porque llora? Regañándola porque me parecía exagerado de su parte y ella me respondió que porque ya no me volvería a ver!

    Mi abue era mi segunda mamá, por algunos años se ocupó de mi hermana y de mí, de lunes a viernes que vivíamos en la ciudad con ella y nos llevaba a la escuela, si yo no quería comer me daba en la boca, me bañaba, hizo mucho por nosotros, todo esto porque mamá quería que estudiemos en la ciudad y el fin de semana regresábamos a casa de nuestros padres en un pequeño pueblo llamado Daule, el cual extraño tanto.

    Fue todo muy rápido porque yo no quería esperar más, vinieron muchos familiares a despedirme al aeropuerto; mi tía Esperanza, la infaltable tía Margarita que tanto ha hecho por mi desde que era una niña; mis primas Janeth y Areli, mi novio, mis hermanos, mi mejor amiga Katherine por supuesto; yo solo estaba feliz, me subí al avión, me senté junto a la ventana y los podía ver desde lejos pegados a la reja de metal agitando las manos; sentí todo el amor de aquella gente. Llegué a la capital, allí me esperaban unos familiares de un amigo de mamá allá en Los Angeles, ella ya había hecho todos los arreglos para que su nena llegue bien.

    Llegó don José y yo ya estaba en casa de su sobrina, ambos nos quedamos una semana ya que él había viajado desde allá para recogerme pero de paso visitar a sus familiares. No tengo más que buenos recuerdos y mucho agradecimiento por el recibimiento de una desconocida en su casa. Era el día de las brujas y me dijeron si quería acompañar a los niños a pedir dulces, pero les dije que no, prefería estar en casa, el frio era tremendo; yo soy de la costa, era un gran cambio y no traía ropa muy abrigada, aunque mamá me había dicho. Empaqué un par de chaquetas livianas como usamos en Guayaquil, realmente me estaba congelando, pero yo no decía nada. Después de una semana viajamos a Michoacán en donde don José tenia un hermano que quería visitar, un lugar muy humilde pero con gente linda que me trataron con mucho cariño, esas 2 semanas comí diferente tipo de comida mexicana, muy rico, aunque muuuy picante!

    Después don José me llevo hasta Tijuana y allí unas personas se encargaron de hacerme llegar a San Diego, en esos tiempos las cosas no eran tan difíciles, es más! Fue muy fácil para mi, con muchos nervios pero todo salió bien y mamá vino a recogerme a San Diego; un buen amigo, David difícil había pasado ya.

    En noviembre nos invitaron Don Freddy y Gaby a pasar el Día de Acción de Gracias a su casa, yo no sabía de eso, se hace una cena con pavo, había mucha gente, tuvimos una bonita noche, apenas tenía un mes fuera de casa y había conocido muchas costumbres diferentes, estaba viviendo situaciones interesantes; Eddie me invitó a salir pero mi papá no me dejaba, a menos que sea invitación para todos íbamos!, después de las festividades de navidad mamá me registro en la escuela nocturna para aprender inglés porque una vecina me pidió si podía cuidarle a sus niñas mientras ella trabajaba y acepté. En el día cuidaba a las niñas una de 7 meses y la otra de 5 años; ese fue mi primer trabajo, la bebé era una preciosura, y aunque la de 5 no era fácil, poco a poco nos fuimos adaptando; yo a tener trabajo y ellas a quedarse con una desconocida.

    Mamá, me enseño a manejar en sus ratos libres e inmediatamente me hizo sacar la licencia, en unos meses me ayudó para que pueda comprar mi propio carrito, usado, viejito, pero mío, comprado con mi propio sueldo, bueno ella cooperó un poco también.

    Cuando empezaron las clases es cuando Eddie, a quien llamaré desde ahora Edgar para evitar confusiones; aprovechó para venir a verme a la escuela. Hablábamos mucho por teléfono antes de empezar a salir, nos hicimos novios: lo sé! Fue muy pronto! y yo me sentí mal con el novio que deje en Ecuador, así que después de 2 semanas pensé que debía decirle que ya nuestra relación terminaba, le escribí una carta explicándole que no tiene sentido si estamos en países diferentes, además no me sentí culpable porque eso de que te esperaré un año es difícil de creer en un hombre!

    Fuimos novios por más de un año, pero mis padres ya tenían planes de regresar a mi país, de hecho mi papá se fue y mamá y yo estaríamos un tiempo más y también regresaríamos, pero vino la parte difícil: el decirle a Dorita> mi madre, que no queríamos separarnos, estábamos enamorados, ya Edgar y yo lo habíamos hablado y sabíamos que aunque era una decisión precipitada la única forma que me quede sería casándome, ella jamás permitiría que yo me quede en este país sola, habían sido padres sobreprotectores siempre, yo sabía que ella lucharía para que yo no me quede, pero yo ya tenía 22 años, cuando se lo dije estábamos en el trabajo, donde ella cuidaba a una ancianita, ella lloró mucho, y yo también, amo a mi madre, me dolió mucho ser yo quien causara sus lágrimas, y trató de persuadirme muchas veces para que me regrese con ella.

    Empezaron los planes de la boda, yo casi no tenía amigos, pero mi futuro esposo si ya tenía mucho tiempo viviendo aquí, buscamos la iglesia donde casarnos pero resulta que no te permiten casarte tan rápido y mamá ya estaba por regresar, nos decían que al menos se necesitan 6 meses para organizar una boda, que debíamos estar seguros, pero nos dijeron de la iglesia en la Placita Olvera en el centro donde no exigen tanto así, tuvimos entrevista con el padre y explicamos que mi madre se tenía que ir y yo quería que este presente puesto que sería mi único familiar acompañándome en el día de mi matrimonio, entonces aceptó fijar la boda para dentro de 2 meses, no sin antes tomar clases pre-matrimoniales.

    Bueno, nos casamos! Mamá viajó unos días después de eso. Habíamos hecho planes de irnos a Ecuador Edgar y yo en un par de años. Mamá y yo lloramos por esta separación, pero a pesar de eso yo estaba feliz con mi nueva vida, recién casada, muy enamorada de mi esposo, con un trabajo, todo iba perfecto para mi, mi vida había cambiado tanto en poco tiempo, vivíamos cerca de los familiares de mi esposo, eso ayudaba a no sentirnos tan solos, después que mamá se fue yo me quede con su trabajo, el de cuidar a Jossie una ancianita de alrededor de 90 años, vivía sola, yo la cuidaba de noche y una enfermera en el día. Mi esposo trabajaba de noche y en la mañana íbamos juntos a su trabajo, yo lo acompañaba muchas veces, pero cuando estaba en el departamento me aburría, así que a él se le ocurrió comprarme un perrito, así me ocuparía de sacarlo a caminar y no estaría sola. La llamamos cookie, la cuidaba, la llevaba a caminar y me ocupaba de mi nuevo hogar.

    No queríamos tener hijos muy pronto porque planeábamos seguir con nuestros trabajos, tener la libertad de salir y divertirnos cuando sea posible y tal vez en 2 o 3 años ya estuviéramos preparados económica y mentalmente para tener hijos. Yo aún me sentía una niña a pesar de mis 23 años, siempre fui bien cuidada por mi madre, mi tía y mi abuela con las que crecí, razón por la cual no me sentía una mujer lista para enfrentar el mundo. Vivimos más de un año en ese departamento, un día Edgar me dijo que podríamos comprar un tráiler y vivir allí para ahorrar en renta, a mi me gustó la idea y eso fue lo que hicimos,

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