LA MAYORÍA DE EDAD CON AUTISMO
empiecen”. Así da inicio una práctica en el Campamento para Citas PEERS, para adolescentes y adultos que necesidades especiales y anhelan encontrar el amor. Casi todos los participantes, muchos de ellos autistas, cuentan con entre 25 y 30 años, pero parecen mucho más jóvenes. Han venido solos o con sus padres, cuidadores y el hermano ocasional, pues la mayoría vive en familia. En el grupo abundan el vello facial un tanto repulsivo, las camisetas de grupos musicales desconocidos (Radioactive Chicken Heads), los auriculares con cancelación de ruido (para individuos de audición delicada) y los llaveros de peluche colgados de mochilas.
“¡HOMBRES! RECUERDEN: ARRIBA DEL CUELLO. tienen un de Muy galanteo programa bien,
Las personas que forman parte del espectro autista tienen dificultades para interpretar pistas sociales, así que todos han venido al campamento para aprender las reglas. Y, tratándose de citas, también estas abundan. Así que los “entrenadores de citas” –candidatos doctorales o administradores del programa de neurociencias de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA)– tratan de explicarlas.
Un hombre, con camisa de franela a cuadros y pantalones khaki excesivamente ajustados arruga el entrecejo mientras observa a una entrenadora, como si buscara una forma de abordarla. Su rostro se ilumina al notar un tatuaje en su tobillo.
“¡Oye! Veo que tienes una lambda. ¿Te gusta la biofísica? ¡A mí también!”.
“Dije por arriba del cuello. Pero, de acuerdo. ¡Genial! –interviene el entrenador que dirige el ejercicio–. Eso fue muy bueno. Identificaste un interés común”.
El joven sonríe, radiante.
El entrenador se vuelve hacia otro hombre de rostro infantil que viste una camisa de botones y le pide que intente hacerle un cumplido a la entrenadora. La chica sonríe, alentándolo, y el nervioso muchacho empieza a sudar. “Yo. Pues… me gusta cómo brillan tus pendientes contra tu piel pálida”.
“¡Muy poético! –señala el entrenador–. Pero al principio queremos evitar el color de la piel, la raza, la religión y la etnicidad”. El muchacho, de piel morena, asiente con la cabeza y toma notas. Pese a ello, está deseoso de explicarse, de modo que aclara: “Si tiene la
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