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El gran secreto de Sade. Un cambio radical de interpretación de su vida y de su obra.
El gran secreto de Sade. Un cambio radical de interpretación de su vida y de su obra.
El gran secreto de Sade. Un cambio radical de interpretación de su vida y de su obra.
Libro electrónico305 páginas5 horas

El gran secreto de Sade. Un cambio radical de interpretación de su vida y de su obra.

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Esta obra supone una explicación totalmente nueva de la vida y la obra del marqués de Sade, a partir de datos históricos conocidos, pero pasados por alto por biógrafos y estudiosos debido a prejuicios e intereses. Además de una nueva explicación de los hechos biográficos y características psicológicas del polémico escritor, se ofrece aquí una nueva interpretación de la obra literaria de Sade a partir de dichos datos, y un replanteamiento filosófico de sus ideas, presentando, además, una nueva teoría sobre la algolagnia o sadismo que engloba la vigente hasta hoy explicando también aquello casos que ésta no explica.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 feb 2018
ISBN9781370839865
El gran secreto de Sade. Un cambio radical de interpretación de su vida y de su obra.

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    El gran secreto de Sade. Un cambio radical de interpretación de su vida y de su obra. - Vann Fjernthav

    Chapter 2. Prefacio, Introducción

    PREFACIO

    Los falsos adoradores de Sade ignoran totalmente su gran secreto. Quienes le condenan y denigran lo ignoran también, y lo mismo puede decirse de los estudiosos más o menos neutrales. Lo más impresionante es que el propio Sade ignoraba también un hecho que le diferenciaba de la mayoría de los seres humanos, y que, en sus particulares circunstancias, le llevó a comportarse como lo hizo. Un hecho que hizo altamente probables las interpretaciones erróneas de su vida y de su obra. Un hecho que, como en muchos otros casos, sólo se ha podído descubrir mucho después de su muerte.

    La característica que hizo de Sade quien fue se combinó con lo peor que podia ocurrir, y ello generó una conducta y una literatura que han llevado a que se le confunda con todo lo contrario de lo que fue, en todos los sentidos, buenos y malos.

    Lo que diferenciaba psicológicamente a Sade de una persona normal es justo lo contrario de lo afirmado por la práctica totalidad de quienes han escrito sobre él, prescindiendo de su opinión favorable o contraria. Este hecho diferencial, junto con las circunstancias que lo condicionaron, es la clave que permite explicar su vida y su obra con un mínimo de coherencia.

    Desde los tiempos de Sade hasta hoy, dicha clave ha sido generalmente ignorada, y por ello es presentada aquí como un secreto. En realidad, los datos que permiten hallarla nunca han estado ocultos, pero ciertos prejuicios e intereses, tan nocivos para la sociedad en su conjunto como fuertes y extendidos, han hecho que tales datos sean pasados por alto y no se haya visto la relación entre ellos.

    ***

    INTRODUCCIÓN

    Este libro no es una biografía, sino una nueva explicación de la vida y la obra de Sade. Pone al descubierto factores que, aun siendo vitales para la interpretación de los hechos, han sido hasta ahora pasados por alto o vistos como irrelevantes por biógrafos y críticos.

    Absolutamente todas las opiniones que se han sostenido hasta hoy acerca de Sade, ya sean encarnizadamente contrarias, apasionadamente favorables o totalmente neutrales respecto a él, han sido incapaces de explicar simultáneamente los aspectos más negativos y los más positivos de su vida y de su obra. Siempre hay datos verdaderos y probados que parecen no encajar en el conjunto de la explicación, sea cual sea la índole de la misma.

    ¿Por qué tantas veces se evita incurrir en contradicciones omitiendo o deformando hechos probados? ¿Por qué es tan frecuente la inclusión de datos imaginarios y de meras conjeturas que se presentan como realidades constatadas? ¿Y por qué las mejores obras en cuanto a rigor histórico pecan a menudo de simplismo en los intentos de explicación? Una respuesta es la gran complejidad de la vida y la obra de Sade, que no se presta a simplificaciones fáciles de entender.

    Si optamos, como algunos autores, por pensar que Sade no fue más que un producto de su época, un escritor que, dejando aparte su obra, no era muy diferente, como persona, de la mayoría de las gentes de su misma condición social que le rodeaban, y que, simplemente, tuvo mala suerte, estaremos en un doble error: por un lado, los datos reales de su vida no coinciden con esa descripción, y, por otro lado, las causas de su mala fortuna no son simples en absoluto.

    Si, por el contrario, nos inclinamos a ver en Sade un monstruo de perversidad con una mente dominada por la maldad más absoluta, la realidad se alejará todavía más de nuestras ideas que en el caso anterior, por más que ésta sea, desde los propios días de Sade hasta los nuestros, la opinión más extendida, una versión (o, mejor dicho, perversión) de la cual consiste en admirar a Sade como genio del Mal. Sea como sea, ya se aborrezca o adore a Sade como malvado, los datos históricos demuestran que ambas posturas carecen de base real en la vida de Sade, sean cuales sean sus motivos y consecuencias. Una opinión bienintencionada, pero también simplista y por ello errónea consiste en ver a Sade como una persona que, simplemente (y en esta simplicidad está el error), fue y es difamada por quienes eran o son realmente malos, a modo de chivo expiatorio. Esta opinión se acerca a la verdad en ciertos aspectos, pero al precio de alejarse de ella en otros. Hay variantes más neutrales de ella que ven a Sade como un individuo de lo más vulgar, con lo que sólo aumenta el error.

    Sade no era una persona normal; hay evidencia de ello. Y tampoco era un malvado. El misterio se hace aún más grande cuando las pruebas demuestran que la singularidad de este hombre tampoco puede explicarse por forma alguna de locura, por más que muriera en un manicomio.

    Hoy en día se intenta dar una explicación psicológica a los casos de maldad extrema cuya causa no está en ninguna alteración de la consciencia ni se

    relaciona con ningún tipo de enajenación mental ni déficit cognitivo, y de ahí nace la moderna concepción del psicópata, que define a aquel sujeto cuya capacidad emocional empática es nula, y por ello su vida está dominada por un absoluto egocentrismo. Se ha tratado de aplicar tal definición a Sade, y no deja de ser verdad que es perfectamente aplicable a ciertos personajes que abundan en algunas de sus novelas. Sin embargo, el examen de todos los datos disponibles de la vida real de Sade, separados de todo dato imaginario o hipótesis no confirmada, hace caer en pedazos la imagen de Sade como psicópata, por más que sea la más extendida, incluso entre los autores más prestigiosos, que la adoptan quizá por no adoptar otras más simplistas.

    Aunque parezca increíble, existen muchas pruebas de que todas las cualidades necesarias para la máxima excelencia ética estaban presentes en Sade, y que a veces las usó. Sin embargo, no se puede negar la evidencia de que en la vida de Sade, además de una gran promiscuidad sexual, hubo actos de algolagnia, y también es innegable que algunas de sus obras literarias contienen descripciones de todo tipo de perversiones sexuales, además de retratar la crueldad humana llevada hasta las últimas consecuencias, que llegan hasta el mal en estado puro (el mal como fin en sí mismo), y ello es así, por más que Sade también describiera, en otras obras y a veces en las mismas, el extremo contrario y los tipos intermedios.

    Por desgracia, la historia de la especie humana rebosa crímenes como los descritos en las novelas de Sade. Lo hacía mucho antes de que él naciera, y también después de su muerte. Lo raro no es que alguien pusiera alguna vez por escrito esos horrores, ni que aparentara gozar con ellos o lo hiciera realmente. Lo hasta ahora inexplicable es que los describiera como lo hizo una persona con una mente y unos sentimientos como los que en no pocas ocasiones demostró tener Sade.

    La presente obra intenta dar una explicación que confiera unidad y sentido a todos esos datos, tan innegables como dispares y en apariencia contradictorios, y lo hace mediante una hipótesis que, como tal, no se ofrece para ser creída, sino contrastada con la evidencia histórica y juzgada, ya que tiene como fin contribuir, directa o indirectamente, al esclarecimiento de la verdad. Según dicha hipótesis (a la espera de nuevas pruebas que la confirmen o rebatan), son precisamente aquellos rasgos que otorgaban a Sade una gran superioridad intelectual y emocional los que, al chocar con determinadas circunstancias, hicieron posible tanto la conducta como las obras literarias por las que Sade fue y es condenado o perversamente admirado (con exclusión de cuanto se le ha atribuido falsamente). Hé ahí el secreto de Sade: que todos sus extremos positivos y negativos deban ser explicados por unas mismas características, pero tan extremadamente complejas que rehúyen toda simplificación.

    Se intentará probar también que Sade tuvo rasgos dignos de la máxima admiración que son negados o despreciados tanto por sus detractores como por sus falsos admiradores y estudiosos neutrales, y que lo que muchos admiran en él no es más que el producto no deseado de su enorme sufrimiento, y no el de su libertad y placer, como pretenden quienes le manipulan para justificar las actitudes de ellos.

    ***

    Parte primera : La realidad histórica de Sade

    ***

    Chapter 3. Fantasía y realidad

    1. FANTASÍA Y REALIDAD

    1.1. Una peligrosa combinación

    Una mala costumbre, muy extendida entre los biógrafos de Sade, es mezclar la realidad histórica con el contenido de obras de ficción, dando por sentado que, si hay algún modo de interpretar los hechos de la vida de Sade, éste ha de ser forzosamente atribuirle la mentalidad de los personajes malvados de sus novelas. Así se rellenan las lagunas vacías de datos históricos (donde sólo cabe la conjetura) con escenas tomadas de pasajes violentos u obscenos de los escritos de Sade. Sin duda es un procedimiento que gusta a cierto tipo de lectores, pero es menos honrado que afirmar, cuando es el caso, que se ignora lo que hizo Sade en un período determinado porque no hay datos disponibles de ello.

    A nadie se le ocurre, por ejemplo, interpretar la vida de Sade a partir de personajes como Justine (la virtud torturada) o el bondadoso rey Zamé, que son tan de Sade como la malvada Juliette o los torturadores de Las 120 Jornadas de Sodoma. Claro está que hacer tal cosa sería una equivocación, pero igualmente lo es lo que de forma sistemática hacen tantos autores, pues tanto lo uno como lo otro es mezclar la realidad con la ficción en obras que no son de ficción, o al menos no deberían serlo ni lo pretenden.

    Otra cosa distinta es un análisis literario que intente interpretar las obras de un escritor a partir de su vida, reconociendo las grandes limitaciones que ello implica. Pero lo que se hace con Sade es justo el proceso inverso: interpretar su vida partiendo de sus obras literarias (y sólo de algunas, seleccionadas por el prejuicio), sin marcar los límites entre la fantasía y la realidad. Lo malo es que el público, por muy culto que sea, suele dar por buenas tales mezclas, quizá porque en este caso satisfacen cierto apetito morboso. Pero tal aceptación acrítica es peligrosa, y puede serlo mucho más si logra saltar de Sade a otros temas. Si se hace lo mismo con temas que puedan ser de vital importancia para la sociedad, las consecuencias pueden ser muy graves. Y es que si las autoridades intelectuales y culturales muestran tan poco rigor, la sociedad entera demuestra ser altamente manipulable, sin capacidad crítica.

    1.2. Necesidad de un nuevo planteamiento

    La imagen de Sade que hasta ahora han dado la mayoría de sus biógrafos, tanto admiradores como detractores y neutrales satisface el apetito morboso*, pero no el apetito intelectual por la verdad ni la sed de justicia, una vez se examinan las pruebas sin ese deseo malsano. Igual peligro habría en buscar una rehabilitación de Sade a toda costa, o una imposible objetividad basada en la frialdad neutral (casi nadie es neutral respecto al dinero y al prestigio, y por ello se suele escribir lo más vendible o aceptado).

    *[Ya sea el de admirar a un genio del mal o de la libertad absoluta, el de execrar a un demonio o a un psicópata, o el de burlarse de un ser vil y vulgar]

    Por todo ello, más que la neutralidad, es deseable la honradez, y la honradez intelectual, en este caso, consiste en dejar claro cuándo se está conjeturando y cuándo se aportan datos constatables, cuándo se habla de la vida real y cuándo de la ficción literaria.

    Es cierto que los escritores que han querido comparar a Sade con ciertos personajes de las novelas de éste sí han señalado, de un modo u otro, que hablaban de novelas, pero lo han hecho de modos que no dan a entender al lector que se trata de hipótesis ideadas a partir de la fantasía.

    Lo que hacen es sugerir como hecho establecido que Sade se comportaba como ciertos personajes ficticios, y lo hacen aparentando deducirlo a partir de supuestos hechos probados (donde, en realidad, faltan los datos). Supuestos hechos a los que se añade la ficción como indicio adicional (como cuando se suponen orgías sádicas en La Coste con participación de la marquesa y los criados, a semejanza de ciertas novelas).

    Se podría decir, con razón, que al examinar dichas biografías de forma rigurosa no se obtienen tales conclusiones acerca de Sade. Pero resulta que casi nadie las examina con rigor, y el modo en que están escritas tampoco induce a ello.

    En este libro (que no es una biografía sino una explicación alternativa de la vida y la obra de Sade), se intentará evitar lo que antes se ha denunciado, y se comenzará diciendo que se intentará probar justo la hipótesis contraria a la sostenida por la mayoría de quienes han escrito acerca de Sade

    1.3. Resumen biográfico

    El 2 de junio de 1740 nace en París, en el palacio de los príncipes de Condé, Louis-Aldonze-Donatien-François de Sade. El padre, un noble provenzal (Jean-Baptiste-Joseph-François de Sade Des Murs), ejerce como embajador en Alemania. La madre, Marie-Eléonore de Maillé, emparentada con los Condé y los Richelieu, vive en el palacio del príncipe de Condé como dama de honor de la princesa. El pequeño Sade vive allí hasta los cuatro años, y entonces, para ser educado por su tío el abad de Ebreuil, es llevado a Provenza. A los diez años, ingresa en el colegio de Louis-Le-Grand, regentado por jesuitas, donde permanece hasta que, a los catorce años, ingresa en la academia militar.

    La Guerra de los Siete Años lleva a un jovencísimo Sade a los combates del Regimiento de Caballería francés en Alemania. En 1763 Sade regresa a París y se casa con Renée-Pélagie de Montreuil, hija de un magistrado. Hasta aquí, la vida de Sade es parecida a la de cualquier noble francés de su época, pero más adelante comenzará una serie de escándalos sexuales que le llevarán repetidas veces a la cárcel, por más que hechos parecidos y peores quedasen normalmente impunes entre la aristocracia.

    En la cárcel, Sade, que ya tenía vocación literaria en su juventud, se dedica a escribir. Durante la Revolución francesa se libera a Sade, que goza de un breve período de libertad durante el que incluso llega a ocupar altos cargos, aunque su negativa a firmar penas de muerte le lleva de nuevo a la cárcel bajo sospecha de traición a la República. Hasta se le condena a muerte, pero le salvan el azar y la caída del gobierno radical. De nuevo en libertad por poco tiempo a principios del siglo XIX, Sade es finalmente apresado y encarcelado en el manicomio de Charenton, donde muere el 2 de diciembre de 1814, habiendo pasado en prisión gran parte de su vida.

    Cronología

    1740: Nacimiento de Sade, el 2 de junio, en el palacio de Condé en París.

    1745-1750: Sade se educa en Provenza bajo la tutela del abad de Ebreuil, su tío Jacques-François de Sade.

    1750-1753: Sade estudia en el colegio de Louis-Le-Grand, en París, entonces regentado por jesuitas.

    1754-1763: Carrera militar hasta llegar a Capitán de Caballería. participación en la Guerra de los Siete Años en Alemania.

    1763 (17 de mayo): Casamiento con Renée de Montreuil.

    1763 (29 de octubre): Encarcelamiento por el caso Testard.

    1764-1767: Período de libertad vigilada durante el cual no hay prácticas sádicas conocidas, pero sí numerosas amantes.

    1768 (3 de abril): Caso Keller. Prisión en los castillos de Saumur y Pierre-Encise. Indulto del Rey con la condición de establecerse en Provenza.

    1769-1772: Estancia de Sade en sus tierras de Provenza (La Coste). Fiestas y representaciones teatrales, pero sin escándalos

    1772 (27 de junio): Orgía en Marsella con varias prostitutas y el criado Latour, a la que siguió una condena a muerte para los dos hombres por intento de envenenamiento (por un accidente con unas pastillas afrodisíacas) y por prácticas homosexuales. Los condenados logran huir a Italia, pero Sade trata de volver a Francia y es encarcelado en la fortaleza de Miolans (en Saboya) por el rey de Cerdeña a instancias de la familia de Sade (probablemente para evitar la ejecución de la condena y posibles nuevos escándalos).

    1773: Fuga de Miolans y estancia secreta en La Coste.

    1774-1776: Escándalos con adolescentes, casos Nanon y Trillet. Nueva fuga a Italia.

    1773: Fuga de Miolans y estancia secreta en La Coste.

    1774-1776: Escándalos con adolescentes, casos Nanon y Trillet. Nueva fuga a Italia.

    1777: Regreso a Francia y encarcelamiento en Vincennes.

    1778: Anulación de la condena a muerte por falta de pruebas, aunque Sade permanece en la cárcel por una lettre de cachet (carta con sello del rey por

    1784: Traslado a la Bastilla.

    1790: La Revolución Francesa anula las lettres de cachet y Sade sale de la cárcel.

    1790-1793: Período de libertad durante el cual Sade escribe, publica libros y ocupa cargos, entre ellos el de juez, más tarde presidente, del tribunal revolucionario de su sección. Durante este tiempo no se dan escándalos sexuales que no sean en forma de libros.

    1794: Encarcelamiento y condena a muerte de Sade por supuesta traición a la causa revolucionaria al no querer firmar sentencias de muerte. Caída del gobierno radical y puesta en libertad de Sade el 15 de octubre.

    1795-1800: Trabajo literario y teatral; vida de miseria económica en París y Versalles. Venta de La Coste en 1796. Época sin escándalos extraliterarios

    1801: Encarcelamiento de Sade a causa de sus escritos por la policía napoleónica, formalmente más puritana que la revolucionaria,

    1803: Traslado de Sade al manicomio de Charenton, con gastos a cargo de su familia

    1803-1814: Reclusión de Sade en el manicomio, con relativa libertad al principio (se le permite organizar representaciones teatrales y escribir), pero con crueles restricciones después debido a un cambio de director en el manicomio. En 1809, muerte en batalla del hijo mayor de Sade, Louis-Marie.

    1814 (2 de diciembre): Muerte de Sade.

    1.4. Verdad y mentira, lo probado y lo incierto

    Antes de pasar a exponer nuevas teorías, es necesario precisar qué ideas han sido vigentes hasta el momento, así como la naturaleza, solidez y autenticidad de las mismas. Aunque se ha escrito e investigado mucho sobre Sade, lo cierto es que todavía imperan, incluso entre las personas cultas, muchas creencias acerca de él que son probadamente falsas, junto con muchas otras que se dan por hechos establecidos o datos contrastados cuando no son más que meras posibilidades (entre otras muchas que, por lo general, se ignoran o se pasan por alto).

    Entre las afirmaciones probadamente falsas, figuran las siguientes:

    1. Sade era un asesino y mataba por placer.

    2. Sade hacía experimentos, vivisecciones, etc.

    3. El satanismo de Sade

    4. La infinita crueldad de Sade

    5. Sade escribió sólo pornografía y relatos de violencia

    1.4.1. Sade era un asesino y mataba por placer.

    No se conoce ni un solo caso de asesinato atribuible a Sade, ni una sola víctima mortal, ni tan siquiera en la guerra (Sade era corneta y portaestandarte). La única acusación formal fue la de envenenamiento, por parte de unas prostitutas a las que Sade, supuestamente, administró una dosis excesiva de un afrodisíaco (se cree que cantárida); una de las jóvenes en cuestión llego a enfermar de gravedad, pero afortunadamente no murió, aunque ciertos relatos novelescos del siglo XIX magnificaron el acontecimiento hablando de varios muertos. Podría haber habido víctimas mortales, pero aun así se habría tratado de un accidente, o en todo caso una grave imprudencia. Sea como fuere, es lógico que las mujeres, en tales circunstancias, optaran, asustadas, por presentar una denuncia.

    En cuanto al placer del asesinato, la Revolución Francesa presentó innumerables ocasiones de goce a quien disfrutara con ello. Consta que había incluso reuniones lúdico-sociales en torno a los patíbulos, es

    decir, que la gente iba a ver las ejecuciones como a un espectáculo. Pero se sabe también que entonces Sade, estando preso y obligado a contemplar las ejecuciones, vomitó y se desmayó al verlas, y ello en una ocasión en la que el motivo de su encarcelamiento era una acusación de traición por no querer firmar penas de muerte. Había dimitido por ello como presidente del tribunal revolucionario, y habia ayudado a escapar de la guillotina a varios condenados: no sólo amigos, sino también desconocidos, e incluso sus ex-suegros, a los que consideraba enemigos por haberle hecho encarcelar en su juventud y por haber inducido a su esposa a separarse de él una vez salió de la cárcel.

    1.4.2. Sade hacía experimentos, vivisecciones, etc.

    Durante los siglos XVII y XVIII, la afición a la ciencia fue muy común entre los miembros de las clases más pudientes (nobles, burgueses acomodados); algunas veces, el cultivo de la ciencia era genuino, motivado por verdadero interés y practicado con mérito, mientras que en otros casos tan sólo se trataba de apariencia, sin más objetivo que la pedantería y la justificación de una vida ociosa.

    No era raro, pues, que un aristócrata fuera aficionado a la química, la biología, la astronomía o las matemáticas, si es que no le atraía más la música o la literatura. Los experimentos y las vivisecciones, igual que hoy en día, las practicaban (con animales) los estudiantes e investigadores de ciertas ramas de la ciencia.

    ¿Atrajeron éstas a Sade? Podemos afirmar que, en su aspecto práctico y experimental, no. La inclinación intelectual de Sade era artística, filosófica y literaria. Es cierto que tenía interés por la ciencia, pero ello sólo a nivel teórico y con objetivos puramente filosóficos.

    Es verdad que siempre se han hecho experimentos cuyo único propósito es divertirse haciendo sufrir, y que para ello no es necesaria una formación científica; éste podría haber sido el caso de Sade si hubieran sido ciertos los rumores que circularon ya en su época y que posteriormente se magnificaron, pero no hay evidencia de que tengan base alguna.

    Además, si Sade hubiera querido dedicarse a una pseudociencia cruel (cuál es el método de tortura más doloroso, etc.), o a unos experimentos destinados a servir como pretexto para el placer cruel, antes de atreverse con seres humanos ya habría tenido un largo historial impune y respetable con animales, y el caso es que nunca se ha encontrado el menor indicio de ello.

    Si Sade cometió alguna vez contra seres humanos actos que entrañaran algún grado de crueldad, éstos nada tuvieron que ver con experimentos, aunque nada diga en su favor que fueran consecuencia de desviaciones sexuales y estuvieran muy lejos de las cotas de crueldad a las que habrían llegado de ser ciertos los rumores.

    Aunque parezca increíble —y ello dará fe del monstruoso crecimiento que puede alcanzar un rumor—, la leyenda del Sade vivisector comenzó cuando él dijo a una mujer a la que había dado latigazos (Rose Keller) que probaría con ella una medicina para las heridas que tenía entendido que era muy buena, y que resultó ser un producto a base de alcohol y extractos, que Sade tenía quizá para usarlo él mismo, y que muy probablemente había comprado, aunque existe la posibilidad de que hubiera leído la fórmula en un libro y luego la hubiera hecho preparar. De tal prueba, inofensiva en sí misma —lo malo era lo que la había precedido—, el rumor saltó, ya entonces, a experimentos de tortura y vivisecciones, y el Romanticismo decimonónico se encargó de perpetuar y aumentar la leyenda. Sade quizá contribuyó involuntariamente a dar una apariencia de verdad a los rumores cuando trató el tema de los experimentos crueles en un par de novelas.

    1.4.3. El satanismo de Sade

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