Amor a Prueba de Fuego: Memoria De Gabriel Y Precious Alvarado
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Amor a Prueba de Fuego - Gabriel and Precious Alvarado
Gabe
CAPÍTULO 1
Dos semanas antes del accidente, Precious y yo estábamos sentados en el concesionario Hummer comprando el coche de sus sueños. Recuerdo claramente como ese día estábamos emocionados porque era el comienzo del verano. Era una hermosa tarde de junio y el vendedor de automóviles levantó la vista de sus papeles y dijo –Por un poco más, usted puede conseguir un seguro de vida.
Me volví hacia ella y dije
–No necesitamos eso. ¡Somos jóvenes! No nos vamos a lastimar.
Nada podría estar más lejos de la verdad.
Es sorprendente como creemos que el mañana siempre vendrá; debemos recordar que el mañana no es una promesa.
La noche antes del accidente, estábamos en una fiesta de cumpleaños. Habíamos ido a varias fiestas de verano ese día y la última estaba en un parque acuático para niños. Estaba cansado porque había estado trabajando todos los días de esa semana. Me iba a trabajar tempranito en la mañana y llegaba a casa entre 4:30 a 5:00 pm.
Precious preguntó – ¿Estás seguro de que quieres ir a esta última fiesta? Tienes que irte a la cama porque vas trabajar bien temprano en la mañana.
–Sí, estoy seguro, esta noche quiero disfrutarla contigo y los niños.
El parque estaba a sólo 30 minutos de la casa, relativamente cerca. Fui con ellos y agradezco a Dios que lo hice. Esa noche se convirtió en un hermoso recuerdo que nunca olvidaré.
El 18 de julio de 2009, fue una noche veraniega perfecta en Corpus Christi, Texas, donde todos los niños en el parque estaban nadando y disfrutando. Había un enorme proyector donde presentaban una película mientras los niños jugaban en la piscina.
Precious y yo estábamos sentados en el jardín y ella me dijo –Wow, es tan maravilloso saber que tienes un trabajo estable. Gabe, es una gran bendición, el hecho de que lograste conseguir empleo en la refinería, ¡es el trabajo que siempre quisiste!
Mira todas las horas extras que te están dando. Vamos a poder pagar nuestras deudas. –Estábamos tomados de las manos. –Gabe, estamos llenos de bendiciones. Es como un sueño hecho realidad; es maravilloso que finalmente estemos donde tanto queríamos estar.
Ambos tenemos trabajo y tal vez, en unos pocos años, yo podría dejar de trabajar fuera y quedarme en casa con los niños.
Nuestro hijo mayor, Ángel, tenía 9 años, vivía absorbido totalmente en sus juegos de Xbox, PlayStation y el béisbol. Victoria tenía sólo 7 y vivía en su mundo de casas de muñecas, estaba apasionada con sus muñecas de American Girls y queríamos asegurarnos de proveerles todo lo que ellos quisieran. Justo en ese momento le prometí a Precious que haría todo para cumplir con esa meta. Le dije –Voy a trabajar tanto como pueda, veo venir buenos tiempos de abundancia y creo que estoy calificado para la promoción del área de seguridad industrial en el trabajo ¡Todo va a salir bien! –Nos quedamos sentados un rato más mientras el parque oscurecía.
Después de un tiempo, Precious trató de sacar a los niños de la piscina para que pudiéramos alistarnos para irnos pero por alguna razón la detuve y la invité a esperar un poco más para terminar de ver la película de El Rey León de Disney
que aún se estaba transmitiendo en la pantalla. Los niños ya se habían salido de la piscina y estaban tan agotados que se quedaron dormidos. Precious y yo logramos vestir a nuestro hijo, Ángel y luego ella tomo a nuestra hija Victoria en sus brazos y nos marchamos a casa. Nunca olvidaré ese momento, estábamos hablando y nadie podía oírnos, éramos sólo nosotros dos y nuestra pequeña familia.
Mi mundo entero fue destruido. Yo nunca había hablado con Gabe sobre este tipo de cosas y además de todo fui bombardeada con decisiones médicas
- Precious
CAPÍTULO 2
Al día siguiente, 19 de julio de ese mismo año. Era domingo por la mañana y casi era hora de despertar a los niños para irnos a la iglesia. Estaba haciendo el desayuno en la cocina cuando sonó mi teléfono. Vi que era mi hermana y no le conteste. Pensé en llamarla después de que terminara de cocinar. Llamó por segunda vez y pensé: Que raro, por qué esa insistencia
, me limpié las manos en el delantal pero no me dio tiempo contestar. En su tercera llamada, contesté. Se escuchaba frenética.
– ¿Has hablado con Gabe? – Preguntó ella.
– ¿No, por qué? – Respondí.
Se quedó en silencio y luego dijo –Oh, nada. –y colgó.
No sabía qué pensar. Inmediatamente le escribí un mensaje de texto a Gabe – ¿Estás bien?
Unos minutos más tarde, mi hermana volvió a llamar, –Precious, ¿has hablado con Gabe? Hubo una explosión en la unidad de la refinería y alguien murió.
Me senté y no pude dejar de enviarle mensajes de texto a Gabe. – ¿estás bien? Gabe, devuélveme por mensajes de texto o envíame un número donde pueda llamarte. Sólo dime que estás bien.
Gabe no me respondía. ¿Qué pasará? Él siempre responde, nunca ignora mis mensajes. El pánico se apodero de mí y comencé a gritar:
–¡Ángel, Victoria! –en seguida, mis hijos bajaron las escaleras.
En ese momento de pánico necesitábamos orar para pedirle a Dios que todo saliera bien y que Gabe estuviera bien, así que le dije a ambos –Pónganse de rodillas y comiencen a orar, ¡ahora mismo! Alguien del trabajo de papá se lastimó. Podría ser amigo de papá o podría ser papá. Necesitamos orar por ellos.
Mi hermana me llamó de nuevo, –Precious, era Gabe. Ellos sacaron su cuerpo. –Los niños me estaban mirando en ese momento y tuve que decírselos.
–Niños, fue su padre quien se lastimó en el trabajo.
Victoria dijo –Mierda, vamos a la refinería. –Ella nunca había maldecido antes, y yo podía sentir su desespero por saber cómo estaba su padre. Llamé a mi papá porque trabajaba en la refinería y debía saber algo.
Él no respondió, así que llamé a mi mamá y tampoco contestó. Por lo desesperada que estaba no pude encontrar mis llaves. Me sentí perdida.
–Vamos de prisa. Queremos ver a papá. –Exclamaron los niños al unísono. Mi hermana me había dicho que alguien murió en la refinería y luego me confirmo que era Gabe pero quería saber lo que en realidad había ocurrido antes de decirles a los niños que su papá estaba muerto, además no tenía no tenía el coraje en mi corazón para decirles tal cosa. Volví a marcarle a mi padre y al fin contesto mi llamada.
–Papá, ¿Qué pasó? ¿Qué debo hacer?
–Lo mejor que puedes hacer es ir directamente a Memorial Hospital. Seguro que es Ahí donde llevaran a Gabe.
Cuando al fin encontré mis llaves, mi hermana ya estaba en la puerta de mi casa. Ella se ofreció