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Recursos para una vida plena: Interpretando a Bert Hellinger
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Recursos para una vida plena: Interpretando a Bert Hellinger
Libro electrónico541 páginas9 horas

Recursos para una vida plena: Interpretando a Bert Hellinger

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Información de este libro electrónico

Este libro es una invitación muy sugerente para reflexionar sobre el sentido de la vida y sobre el gran misterio que la rodea.
Se centra en un asunto que nos afecta profundamente a todos: las relaciones humanas, y anima a los lectores a comprobar que, conociendo y respetando un determinado reglamento, encontrarán los recursos para lograr una vida más plena.
El libro comienza con una revisión de la situación actual de la física, la biología y la psicología, las ciencias que describen el universo físico donde vivimos, el fenómeno de la vida, y esa experiencia mental que nos hace tan especiales a los humanos.
Reflexionando sobre los límites hasta donde han llegado tres ciencias fundamentales, los misterios con los que se han tropezado y los nuevos enfoques que se están explorando actualmente, el autor encuentra el contexto adecuado para presentar la "ciencia de las relaciones humanas" de Bert Hellinger.
De esta manera, las ideas sistémicas sobre las relaciones humanas, las que permiten el acceso a unos recursos muy valiosos para mejorar nuestras vidas, se pueden explicar en completa sintonía con los nuevos enfoques de la ciencia y, sobre todo, se vuelven más accesibles para los lectores.

IdiomaEspañol
Editorialcarlos sebal
Fecha de lanzamiento25 nov 2017
ISBN9781370969364
Recursos para una vida plena: Interpretando a Bert Hellinger
Autor

carlos sebal

Carlos Sebal se tituló como Ingeniero Industrial en los años 80 y desde entonces no ha dejado de trabajar en los más variados proyectos para empresas de alta tecnología en España y México. Después de formarse como terapeuta Gestalt y de licenciarse en Psicología, tuvo ocasión de conocer el trabajo de Bert Hellinger y experimentar sus efectos. Este libro es su forma de contribuir a la difusión de esas valiosas ideas. Para describir la obra de Hellinger, el ingeniero organiza los contenidos con esquemas de conceptos claros y precisos. Luego el psicólogo toma el relevo para tratar con lo más profundo de la experiencia humana.

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    Recursos para una vida plena - carlos sebal

    ÍNDICE

    PRÓLOGO

    AGRADECIMIENTOS

    INTRODUCCIÓN

    1. EL UNIVERSO

    El tiempo

    El inicio del tiempo

    El final del tiempo

    Reflexiones sobre el tiempo

    El espacio

    El espacio cuántico

    El espacio relativista

    Reflexiones sobre el espacio

    Materia y energía

    Electrodinámica cuántica

    El Modelo Estándar

    La teoría M

    Reflexiones sobre la materia y la energía

    2. LA VIDA

    Los organismos vivos

    La célula

    La división celular

    El ADN

    Los genes

    Los cromosomas

    El genoma

    La ingeniería genética

    La epigenética

    Las primeras sorpresas

    Los estudios con animales

    Mirando hacia adelante

    Nuevos enfoques en biología

    El campo mórfico

    El universo holográfico y fractal

    Otras posibles sorpresas

    Reflexiones sobre la muerte

    Reflexiones sobre el origen y la evolución

    Reflexiones sobre la vida

    3. EL SER HUMANO

    La genética humana

    El cerebro humano

    La consciencia humana y el lenguaje

    La neurobiología

    La psicología

    La psicología sistémica

    Reflexiones sobre el ser humano

    4. BERT HELLINGER

    Bibliografía de Bert Hellinger

    El manantial no tiene que preguntar por el camino

    Felicidad que permanece

    El amor del espíritu, un estado del ser

    5. LOS TRES NIVELES

    El Cuerpo

    El Alma

    El Espíritu

    Reflexiones sobre los tres niveles

    6. LAS CONCIENCIAS

    La conciencia personal

    La conciencia colectiva

    La conciencia espiritual

    Reflexiones sobre las conciencias

    7. LOS ÓRDENES

    Vinculación y pertenencia

    Orden y jerarquía

    Compensación y equilibrio

    Reflexiones sobre los órdenes

    8. EL NIVEL SISTÉMICO

    Los problemas sistémicos

    Las implicaciones

    Las contradicciones

    La conciencia ciega

    La buena y la mala conciencia

    Las soluciones sistémicas

    Inclusión

    Hijos y padres excluidos

    Perpetradores y victimas excluidos

    Otras exclusiones

    Amor consciente

    Hijos salvadores

    El duelo por los muertos

    Compensación positiva

    La culpa y la expiación

    El hijo culpable

    El hermano culpable

    Otras compensaciones

    Los destinos especiales

    Hijos discapacitados

    La psicosis

    Incestos y violaciones

    Las etapas sistémicas

    Llegar y tomar a los padres

    Tomar a la madre y al padre

    El movimiento interrumpido

    Otras dificultades

    Los hermanos

    Los abuelos

    Los avúnculos

    Hacerse hombre y hacerse mujer

    La sexualidad

    La adolescencia

    La madurez

    Las generaciones

    La muerte

    El amor en la pareja

    El nuevo sistema familiar

    La herencia de género

    Seguir y servir

    Los trabajos sistémicos

    Constelaciones Familiares

    Constelaciones tradicionales

    Los movimientos del alma

    Los movimientos del espíritu

    9. EL NIVEL INDIVIDUAL

    10. EL NIVEL ESPIRITUAL

    11. CONTACTO

    12. BIBLIOGRAFIA

    PRÓLOGO

    Primero recibí el encargo de ayudar en las correcciones del borrador de este libro. Según avanzaba en el trabajo, debí de mostrarme tan interesada en el contenido que mi querido hermanito me encargó también el prólogo. Lo primero que pensé es que no podría hacerlo, porque la física y la biología nunca me han entusiasmado, y la psicología, exceptuando algún libro de juventud, tampoco ha sido uno de mis temas favoritos.

    Pero finalmente acepté el encargo porque, aunque el libro habla del universo físico, de los organismos vivos o de la evolución de la psicología, el tema principal, el que realmente provocó mi interés, tiene que ver con la forma en que todos los humanos nos relacionamos, y describe un curioso reglamento del que no había oído hablar y que me alegro de haber conocido. Un reglamento que, en principio, afecta a las relaciones familiares, pero que resulta ser mucho más amplio, porque incluye conceptos metafísicos como el alma y el espíritu, que sin duda merece la pena tener en cuenta, sean cuales sean nuestras creencias.

    Puede parecer demasiado ambicioso abarcar temas tan amplios, pero la intensidad la puede poner el lector en cada apartado. El texto abre puertas para pensar, investigar o contrastar, y es el lector el que decide hasta dónde quiere llegar en función de su interés, de su avidez y curiosidad, o de las necesidades de su momento vital.

    El libro habla de la familia, de los padres, de los hermanos… de las relaciones que todos sentimos de una forma profunda, aunque a veces no seamos muy conscientes. En mi caso, hablando de mi familia, puedo decir que inicié con Carlos un interesante proceso hace unos años. Él estaba inmerso en su formación como terapeuta y supongo que intentaba hacer limpieza en su propia casa antes de ocuparse de las ajenas. Yo, por mi parte, tenía una buena colección de asuntos que necesitaba resolver. Y en ese punto nos encontramos, de frente y sin barreras. Hubo momentos complicados, discusiones más o menos acaloradas y también sesiones con muchas lágrimas. Él interpretaba cada uno de nuestros problemas desde los criterios sistémicos que se explican en este libro, y yo me negaba a aceptar algunas soluciones que, desde mi punto de vista, eran demasiado etéreas, porque me resulta muy difícil aceptar las cosas que no entiendo.

    Pero, mi pasión por indagar en la genealogía y en la historia de la familia me llevó a interesarme por los nuevos conceptos y empecé a considerar los órdenes, la jerarquía, la pertenencia y todas esas nuevas ideas que, aplicadas al entramado familiar, me proporcionaron una perspectiva más amplia, llena de curiosos e interesantes matices.

    Superadas las primeras barreras, el desencuentro entre Carlos y yo, se transformó en cordial colaboración. Recabamos datos en registros civiles, fuimos a visitar primos lejanos, sacamos a la luz historias arrinconadas y descubrimos parientes relegados y olvidados. Fue un proceso laborioso pero muy interesante que nos permitió rehacer el árbol genealógico e incluir a todos los miembros de la familia.

    Curiosamente, al iniciar este proceso, los engranajes familiares empezaron a girar por sí solos. El movimiento sutil que iniciamos los hermanos mayores se ha ido extendiendo irremediablemente al resto de los hermanos y el reajuste de los vínculos fraternales nos ha proporcionado un paisaje renovado de las relaciones en todo el entorno familiar. La evidente transformación que se ha producido en nuestra familia es innegable y hasta los más escépticos, y tenemos al menos un par de incrédulos desconfiados de línea dura, son conscientes de que las cosas están cambiando para bien de todos.

    Llegados a este punto, debo ser sincera, todavía hay algunos conceptos y formas de trabajo sistémicos que me cuesta aceptar y a los que me resisto, pero, como decía al principio, cada persona decide hasta dónde quiere llegar y en qué momento debe detenerse o avanzar. Personalmente he llegado a un punto en el que me encuentro cómoda, pero tal vez mañana necesite seguir caminando…

    Por el momento, me siento agradecida a mi hermano por mostrarme nuevas posibilidades de reflexión y trabajo personal. Por ayudarme a descubrir que, en ocasiones, es necesario dejar de lado los razonamientos y aceptar la validez de aquellas pautas que se muestran eficaces, aunque el cómo y el por qué funcionan así, sea un gran misterio.

    También quiero dar las gracias a toda la familia por acomodarse y aceptar de buen grado las novedades que, poco a poco, se van produciendo en nuestro pequeño y particular sistema. Sin su apoyo deliberado, crítico, instintivo, cauteloso, suspicaz, incondicional o reticente…, según el momento o las circunstancias, nada hubiera sido posible.

    Por último, solo me queda animar a los que lean estas líneas a revisar el contenido del libro sin condicionantes, a que pongan a prueba las nuevas ideas y a que experimenten sus efectos en ellos mismos y en su entorno. Porque es muy posible que encuentren nuevos puntos de vista para solucionar los problemas que les afectan, para aceptar el misterio que rodea la existencia y, como dice el título del libro, para lograr una vida más plena.

    Maite Sebal

    AGRADECIMIENTOS

    A mis padres, porque ahora que van a ser bisabuelos, cuando veo cómo se miran llenos de amor, me siento completo, feliz y profundamente agradecido, con fuerza para encarar cualquier desafío.

    A mi mujer, la mejor compañera de aventuras en este viaje extraordinario que es la vida. Con ella todo es más fácil porque siempre mira con buena intención y siempre se anima a seguir adelante.

    A mi hijo, porque ejercer con él de padre no me ha impedido disfrutar de su compañía, aprender muchísimo y confiar en un buen futuro para las siguientes generaciones.

    A Bert Hellinger, el maestro inspirador del reglamento sistémico que ha ayudado a mejorar la salud y el bienestar de tantas personas.

    A Alfonso Malpica y Angélica Olvera, por su infatigable coraje y su dedicación generosa a la divulgación de la obra de Hellinger. Por suerte un buen día llegaron a nuestra casa cargados de bendiciones.

    A todos los hombres y mujeres de ciencia, gracias a los cuales hoy podemos conocer tanto sobre lo que somos y sobre lo que nos rodea.

    A Nicolás y a Maite, por su apoyo incondicional y por su ayuda en la preparación de este libro.

    A todos los demás, hermanos, amigos, conocidos y desconocidos, porque juntos participamos en esta experiencia extraordinaria que es la vida y porque juntos hacemos algo más grande.

    INTRODUCCIÓN

    El objetivo principal de este libro es describir un reglamento que resulta esencial para mejorar las relaciones humanas. Las relaciones son uno de los grandes asuntos de la vida, siempre han sido cruciales para la supervivencia de nuestra especie y su importancia está registrada en lo más profundo del diseño que nos hace humanos. Pues bien, en los últimos años, gracias al trabajo de Bert Hellinger, se ha podido comprobar que las relaciones están sujetas a un determinado reglamento, y que conocerlo y respetarlo tiene efectos muy significativos en la salud y el bienestar de las personas.

    Las nuevas ideas no son muy complicadas, más bien al contrario, resultan fáciles de asimilar, además, cualquiera puede experimentar su efectividad en la medida en que esté dispuesto a considerarlas. Mi vida personal, y también la de muchos de mis familiares, maestros, colegas de profesión y de estudio, clientes y conocidos en general, son muestras del gran cambio que se produce cuando se conocen los principios básicos que ordenan las relaciones. Algo tan simple y valioso debería ser parte de la sabiduría popular, pero, curiosamente, todavía resulta extraño y desconocido para muchos. Por esta razón, el objetivo primero de este libro, como digo, es divulgar el reglamento que afecta a las relaciones humanas, porque conocerlo facilita el acceso a los recursos que son necesarios para lograr una vida más plena.

    Para conseguir una buena presentación he considerado necesario ubicar las nuevas ideas de Hellinger dentro de un contexto más amplio. Algunas veces en mi vida, cuando he descubierto algo, me he dejado llevar por el entusiasmo y he puesto lo nuevo por encima de lo anterior. Ahora, ya con los años, he aprendido que lo nuevo tiene su justo lugar, no todo el sitio. Por esa razón he tenido el cuidado de presentar el reglamento de las relaciones como una parte de algo más grande.

    Mirando nuestra experiencia de vida es fácil ver que hay muchos aspectos a tener en cuenta además de las relaciones y, por supuesto, hay muchas maneras de representarlos o esquematizarlos. Ahora bien, si queremos que las relaciones con los demás sean uno de los elementos principales del esquema, eso ya nos proporciona una orientación determinada. Entonces, podemos considerar un primer nivel para nuestra experiencia como individuos, otro nivel para lo que los individuos vinculados formamos juntos, que es donde aparece el reglamento de las relaciones, y aún debe de haber otro nivel superior, porque está claro que hay algo más allá de las personas y sus relaciones. Ésta es la base del esquema de los tres niveles que analizaré con detalle y que me servirá de soporte para presentar las valiosas ideas sobre las relaciones de las que he hablado.

    Cuando ya tenía el esquema completo me di cuenta de que todavía podía darle más solidez si lo relacionaba de forma coherente con el entorno en el que la experiencia y las relaciones humanas ocurren. Entonces me pareció necesario describir, en primer lugar, el universo físico donde vivimos, luego el fenómeno de la vida, porque somos organismos vivos muy diferentes de lo puramente físico, y finalmente nuestra experiencia mental, porque también está muy claro que eso de pensar nos permite acceder a dominios que están fuera del alcance de los demás organismos vivos no pensantes.

    Otra vez tres niveles, uno para el universo físico, otro para la vida y otro para las particularidades del ser humano. Solo tenía que arreglármelas para organizar una información tremendamente extensa de forma asequible, mostrando todo lo que tiene de interesante y esquivando las partes más complejas y aburridas que no fueran imprescindibles. Para lograrlo he organizado los datos con líneas del tiempo y resúmenes de puntos básicos en los que sitúo ciertos elementos relevantes, asumiendo que es imposible abarcarlo todo, pero con la información suficiente para plantear unas reflexiones que resulten valiosas. Animo a los lectores a que construyan sus propios esquemas de esta manera, añadiendo o eliminando puntos según su criterio y buscando sus propias reflexiones.

    Preparando los tres primeros capítulos, los que describen el universo físico, la vida y el ser humano, he podido comprobar que las personas normales y corrientes podemos acceder a los principios fundamentales de la física, la biología o la psicología. Lo cierto es que, separando los detalles que requieren estudios especializados y que solo los expertos pueden manejar, con lo que queda ya es suficiente para construir una buena descripción de lo que nos rodea y comenzar a reflexionar. No hace falta ser un genio ni inventar nada nuevo, basta mirar con respeto y agradecimiento el conocimiento que los científicos, con mucho trabajo, han ido acumulando durante siglos. Conocimiento que nos permitirá descubrir cosas sorprendentes sobre la materia que nos constituye, la vida que nos anima y sobre esa cualidad que nos hace especiales como seres humanos conscientes.

    Mirar lo que somos en estos tres niveles y revisar nuestro entorno y nuestra historia desde el punto de vista de la ciencia es un buen punto de partida para situar el esquema de los tres niveles que tiene en su centro el reglamento de las relaciones. Por otra parte, me parece algo muy necesario, porque las nuevas ideas sistémicas sobre las relaciones pueden parecer poco científicas a menos que se revise hasta dónde ha llegado la ciencia hoy en día. De hecho, creo que uno de los obstáculos para la divulgación del reglamento sistémico es que todavía se etiqueta como algo metafísico o esotérico en algunas publicaciones y en los medios de comunicación en general. A los lectores que tengan dudas en este sentido los animo especialmente a revisar los tres primeros capítulos, así podrán comprobar que, lo que viene después, está en perfecta sintonía con los avances de la ciencia. Los que no tengan esas inquietudes, tal vez disfruten igualmente repasando la descripción científica de lo que somos, pero, si no les interesan los detalles, siempre pueden saltar a los apartados de reflexiones finales de cada capítulo para seguir el hilo de la argumentación.

    En el cuarto capítulo presento a Bert Hellinger que, como he dicho, es la fuente de inspiración de todo lo que sigue. Incluyo un resumen de su biografía y comento algunos de sus libros, los que me parecen esenciales para explicar, con el lenguaje original del autor, la nueva ciencia de las relaciones humanas y el alcance de sus aplicaciones. De esta manera confío en despertar el interés de los lectores que todavía no le conozcan y animarlos a que investiguen directamente en sus libros.

    Después viene un capítulo para el esquema de los tres niveles, con la explicación de los conceptos básicos que lo constituyen, y dos capítulos más para explicar sus pilares fundamentales: la nueva forma de entender las conciencias y los órdenes que les afectan, dos de las grandes aportaciones de Hellinger.

    El capítulo octavo es para los detalles del nivel sistémico. Aquí aparece la descripción completa del reglamento de las relaciones, algo que de verdad recomiendo conocer a todas las personas que quieran mejorar su vida. Para los lectores que están atravesando tiempos difíciles, tal vez por una enfermedad o por circunstancias que acarrean algún tipo de sufrimiento, puede ser una buena idea comenzar con este capítulo. Sin duda encontrarán nuevos puntos de vista para abordar las dificultades de la vida y, si quieren los detalles, siempre pueden regresar a los capítulos previos para buscar más explicaciones.

    Los dos capítulos siguientes son para el nivel individual y el nivel espiritual, no para profundizar en ellos, porque sobre esos niveles hay abundante literatura y creo que la gente puede encontrar con facilidad todo lo que le interesa en ese terreno, pero sí para introducirlos y para valorar su importancia en el esquema.

    En definitiva, éste es un libro sobre la experiencia de la vida humana y su contexto. El gran asunto para los de nuestra especie, que somos conscientes de que estamos vivos, pero solo por un tiempo.

    El hecho de que lleguemos a esta vida sin saber de dónde ni por qué o para qué, y que luego nos tengamos que marchar, otra vez sin certeza del destino ni de la razón o el sentido del viaje, es uno de los grandes misterios que tenemos que enfrentar en nuestra experiencia vital consciente.

    Para algunos, la religión viene a solucionar el misterio, porque para ellos, mediante la fe, desaparecen las preguntas. Otros se calman simplemente olvidando las preguntas o dejándolas para más adelante: al fin y al cabo, conseguir una vida tan satisfactoria como sea posible, a veces solo sobrevivir de buena manera, ya lleva bastante tiempo y esfuerzo. Otros tratan de suprimir el problema de un plumazo diciendo que no hay nada en que pensar: llegamos, nos vamos y se acabó.

    Pero, si no te identificas con ninguno de los casos anteriores, ni has encontrado alguna otra solución de la que todavía no he oído hablar, entonces, igual que a mí, reflexionar sobre el sentido de la vida y sobre el gran misterio que parece rodearla, seguro que te interesa.

    En cualquier caso, el reglamento de las relaciones que voy a describir vale para todos, lo he estudiado y practicado tanto con religiosos como con ateos y agnósticos. No tiene nada que ver con las creencias, simplemente es práctico y funciona igual para todo el mundo.

    Te animo a comprobarlo.

    1. EL UNIVERSO

    En los capítulos siguientes voy a hablar sobre la vida, el ser humano y la experiencia humana. Así que creo que es buena idea empezar mirando el entorno físico donde todo ocurre. De esa manera sigo la historia de forma ordenada, porque primero apareció el universo y luego llegó la vida. También, pasando de lo material a lo orgánico, voy en orden de complejidad creciente.

    La palabra universo es perfecta para etiquetar nuestro entorno, especialmente en el sentido que le da el diccionario: universo: conjunto de todo lo existente. Con esta frase tan simple, que todo el mundo entiende y matiza a su manera, queda bien clara la idea de que existimos como parte de un conjunto más grande. Pues bien, antes de nada, veamos cómo es ese conjunto de todo lo existente.

    En primer lugar, podemos tratar de observar su historia y su tamaño, esto es, la edad que tiene y el espacio que ocupa. Para eso necesitamos manejar las cuatro dimensiones que son accesibles a nuestro sentido común: una para el tiempo y tres para el espacio. La observación de estas cuatro dimensiones básicas del universo podría haber resultado algo sensato y razonable, pero lo cierto es que los científicos llevan tiempo ocupándose del asunto y han tenido algunas sorpresas importantes. De hecho, el propio concepto de universo ya está quedando anticuado. Los estudios actuales, cada vez más complejos y difíciles de asimilar, tienen una nueva descripción de la realidad con once dimensiones en vez de cuatro y un número casi infinito de universos. Y para tratar de entender el contenido, esto es, las formas en que la materia y la energía ocupan el multiverso, entonces la cosa se pone aún más complicada.

    Pero, aunque las nuevas teorías sean difíciles o imposibles de interpretar, incluso para los científicos más especializados, creo que es posible y beneficioso mirar a la parte que sí podemos comprender, situando en su justo lugar la frontera con lo incomprensible y misterioso. De esa manera tendremos una buena base sobre la que pararnos a mirar otros asuntos no menos complejos, como la vida y la existencia de una especie tan excepcional como la nuestra.

    Por todo esto, en los siguientes apartados destacaré las características del lugar donde existimos, hablando primero de las cuatro dimensiones que podemos entender con facilidad y luego de su contenido, separando lo que ya se considera conocimiento científico, y marcando la frontera con las especulaciones y las teorías posibles.

    Para lograr una buena descripción del universo tendré que hacer un recorrido que vaya desde la física de lo más pequeño (la física cuántica), hasta la física de lo más grande (la astrofísica o cosmología). Como voy a presentar mucha información en unas pocas páginas, voy a seguir un procedimiento ordenado: primero separo dos apartados para las dimensiones (el tiempo y el espacio), y un apartado para el contenido (la materia y la energía); en cada apartado destacaré algunos elementos significativos acompañados de un esquema gráfico que facilita una visión de conjunto; por último, presentaré algunas reflexiones que surgen de la observación de esa imagen de conjunto, animando a los lectores a dejarse llevar por sus propias imágenes y reflexiones, que seguramente serán su experiencia más valiosa.

    No voy a incluir fórmulas ni ecuaciones matemáticas que agobiarían a la mayoría de los lectores. Resumiré las teorías de la forma más clara y simple posible, y cuando se requieran explicaciones largas o cálculos complejos, pondré referencias a la bibliografía.

    Por supuesto, solo puedo intentar explicar lo que yo he logrado asimilar, y como no soy un especialista en ninguno de los temas que voy a tratar, los contenidos de este capítulo, con toda seguridad, resultaran básicos y elementales para las personas que tengan una formación en este campo. Confieso que la física me apasiona, que sigo leyendo tanto como puedo para estar al día con los nuevos descubrimientos y que, de vez en cuando, consigo entender un poco mejor algo que me tenía confundido. De hecho, esta segunda edición del libro, además de algunas correcciones ortográficas, incluye nuevos contenidos en este capítulo en la medida en que he sido capaz de entenderlos y explicarlos con más claridad.

    Como ya he dicho, el objetivo de esta parte del libro es construir un esquema básico que nos permita reflexionar sobre la parte física del universo antes de seguir con los siguientes niveles. Con ese fin voy a presentar muchos datos, y esto a veces es un problema porque la ciencia avanza rápido en nuestros días. Además, distintos autores pueden tener puntos de vista diferentes, pueden haber realizado distintos cálculos, o incluso pueden hacer actualizaciones de una publicación a otra.

    Por ejemplo, el primer apartado trata sobre el tiempo, y el primer dato es la edad del universo. La cifra que presento, 13.400 millones de años, la he obtenido de uno de los libros que incluyo en la bibliografía. En realidad, el autor dice que la precisión de la medida es de +/- 200 millones de años, así que cualquier valor entre 13.200 y 13.600 estaría de acuerdo con sus cálculos. En las últimas publicaciones especializadas que he consultado la edad del universo se calcula con una precisión más exquisita y se establece en los 13.720 millones de años. Otros datos que voy a presentar también se han revisado recientemente, como el momento en que el universo cambió su ritmo de expansión o los porcentajes de los tipos de materia y energía que lo componen, pero como estos pequeños ajustes no van a terminar nunca, he preferido mantener las cifras que aparecen en los libros que consulté inicialmente.

    Si tratara de explicar todos los valores y márgenes posibles para cada dato citando los autores, los libros y hasta las páginas de referencia en cada caso, seguramente la lectura sería muy pesada y aburrida. Por esta razón, asumiendo que los datos que he obtenido de los libros que incluyo en la bibliografía son solo una referencia, y pueden no estar completamente actualizados, he preferido aligerar el texto comprobando, eso sí, que el esquema general sea igualmente válido. En el ejemplo que he puesto, las cifras diferentes que he mencionado para la edad del universo prácticamente no se distinguirían en el dibujo de la línea del tiempo ni tampoco harían cambiar el sentido de las reflexiones finales. Por eso pido al lector que no sea muy severo con la precisión de los datos si su fuente de confianza es distinta de la mía, que se fije más bien en la apariencia general de los esquemas y en el contenido de las reflexiones, especialmente en las que le surjan a él mismo.

    Para los lectores menos interesados en la parte física del universo, una buena opción podría ser saltar directamente a los esquemas y las reflexiones finales. De esta manera, si encuentran algo que les llame la atención, siempre pueden regresar al detalle previo.

    Sin embargo, para despertar su curiosidad, introduzco el capítulo diciendo que los humanos, por más que seamos especiales en muchos sentidos, estamos fabricados con las mismas piezas que forman todo lo que podemos observar a nuestro alrededor. Cada átomo de nuestro cuerpo y cada partícula del aire que respiramos se crearon en el interior de alguna estrella hace millones de años. Por alguna razón, los componentes del universo, que se organizan en sistemas complejos siguiendo un determinado reglamento, se reúnen con el tiempo para crear seres pensantes y curiosos como nosotros. Pues bien, la descripción del universo físico donde todo esto ocurre es el contenido de este primer capítulo.

    El tiempo

    No podemos hablar sobre el universo sin revisar el concepto y la historia del tiempo. Simplemente, porque en el universo todo tiene un principio y un tiempo de existencia, y luego le llega el cambio. La Tierra, el Sol, nuestra galaxia y cualquier otra cosa que podamos observar, se crearon en un cierto momento y para un determinado tiempo. El tiempo cuenta para todos, especialmente para los seres vivos, que nos lo tomamos tan en serio, que al principio le llamamos nacer, y al final morir.

    Como observadores del tiempo, podemos mirar hacia el pasado, viendo que nuestros padres nos dieron la vida y a ellos los suyos. Podemos seguir así, más y más atrás, hasta los antepasados comunes de toda nuestra especie, hasta la primera célula viva en nuestro planeta y hasta el mismísimo origen de cada una de las partículas que nos constituye.

    Igualmente podemos mirar hacia adelante, utilizando el conocimiento de las leyes de la ciencia para predecir lo que les llegará después a nuestros hijos, a las futuras generaciones y a todo lo que nos rodea.

    Por suerte, los científicos llevan años trabajando para indagar tanto en lo que ya ha ocurrido como en el futuro previsible y, en estos tiempos que nos ha tocado vivir, toda esta información está ya disponible y a nuestro alcance. De esta manera, es fácil representar, de forma esquemática, una línea del tiempo que llegue tan lejos hacia atrás y hacia adelante como la ciencia lo permita.

    Curiosamente, para viajar hacia atrás en el tiempo tenemos que mirar hacia arriba, hacia las estrellas. Esto es así porque, cuando miramos hacia las estrellas, lo que en realidad vemos es lo que sucedió cuando la luz salió de ellas, y como la luz viaja con una velocidad finita, cuanto más lejos está lo que observamos, más antigua es la historia que nos cuenta.

    Por supuesto hemos tenido que superar grandes dificultades técnicas para poder interpretar la información que nos llega desde el cielo. Galileo, a principios del siglo XVII, apuntaba el primer telescopio hacia la Luna y Júpiter. Desde entonces hemos avanzado muchísimo, a finales del siglo XX los astrofísicos manejaban el telescopio espacial Hubble con potentes ordenadores y obtenían imágenes impresionantes de nebulosas muy lejanas, descomponían la luz recibida en los espectroscopios y deducían la existencia de los agujeros negros. Actualmente ya no solo utilizamos telescopios ópticos, ahora también hay enormes radiotelescopios que nos permiten recibir señales aún más lejanas escrutando la franja del espectro electromagnético más baja, la de las ondas de radio, en vez de la de la franja de la luz, que es la que podemos captar con nuestros ojos.

    Con toda esta nueva información obtenida de las estrellas y con la aplicación de las nuevas teorías de la física, los científicos pueden determinar con precisión creciente la historia del universo y el futuro que le espera. Por supuesto, sus conclusiones son aproximadas y están en continua revisión según avanza la tecnología y se obtienen nuevos descubrimientos, pero una gran parte de estas conclusiones se consideran ya bastante estables y fuera de discusión. El libro del astrofísico P. Kirshner que he incluido en la bibliografía describe perfectamente la forma en que los científicos han ido avanzando, mejorando sus métodos de observación y su conocimiento del universo, con mucho esfuerzo y dedicación. Kirshner es un auténtico cazador de supernovas, y gran parte de los datos y las teorías que presento en este capítulo proceden de su libro. Por suerte, gracias al trabajo de muchos hombres y mujeres de ciencia como él, hoy en día, los que no somos especialistas, sin entrar en los detalles técnicos, podemos resumir algunos de los sucesos más significativos y construir una historia impresionante que sin duda nos hará reflexionar sobre nuestra existencia.

    Para mostrar la información de forma gráfica voy a presentar una línea del tiempo con marcas de separación por cada mil millones de años. De esta forma puedo ubicar todos los puntos que se corresponden con los sucesos de la historia que me parecen más significativos en una sola hoja. Después del gráfico añadiré algunas explicaciones para cada suceso que he elegido incluir y algunas reflexiones sobre la línea del tiempo que forman en conjunto. Pero, sobre todo, invito al lector a dejarse llevar por las imágenes y los pensamientos que a él le surjan.

    Hace 13.400 millones de años tuvo lugar el inicio misterioso. Los científicos llaman Big Bang al instante en el que todo empezó y lo consideran una singularidad: algo que no pueden explicar porque, según sus fórmulas, a este instante inicial le corresponden una densidad y una temperatura infinitas en un espacio infinitamente pequeño.

    Inmediatamente después del Big Bang vino el Periodo Inflacionario, algo igualmente extraordinario y difícil de imaginar: el espacio se expandió súbitamente, con un crecimiento enorme, con un factor por encima de 10³⁰ en un tiempo inimaginablemente pequeño, de 10-35 segundos, a una velocidad muy superior a la de la luz.

    Antes de la inflación, el material que componía el universo observable estaba en contacto térmico, como en el interior de un horno. Después estaba súbitamente expandido, de forma que las regiones que inicialmente estaban en contacto quedaron inaccesibles las unas para las otras. Lo microscópico se volvió cósmico y el universo tenía la apariencia de una sopa densa, expansiva, caliente, opaca y casi uniforme de partículas que se movían demasiado rápido para poder enlazarse.

    En muy poco tiempo, antes de que transcurriera el primer minuto, la expansión había reducido su ritmo y la temperatura había descendido lo suficiente para que algunas partículas se combinaran formando protones y neutrones, y para que algunos de ellos se pudieran unir formando principalmente núcleos de Helio. En esa sopa primigenia también había otras partículas como fotones, electrones y neutrinos, pero todavía no se habían formado los átomos. El universo entero estaba más caliente que el centro de una estrella típica y se comportaba como un reactor nuclear de fusión.

    Las leyes de la física, que funcionan perfectamente después de la singularidad inicial, predicen la formación de un 23% de Helio en estas condiciones, y esa es exactamente la proporción que podemos medir hoy acompañando al Hidrógeno en las estrellas.

    Hace 13.100 millones de años, después de unos 300 millones de años de expansión, la temperatura bajó lo suficiente para que los electrones perdieran energía y se pudieran unir a los protones formando átomos. Las leyes de la física predicen para este proceso una emisión de radiación en forma de fotones, radiación que puede ser detectada con los instrumentos actuales. Los científicos le llaman Fondo Cósmico de Microondas y ha sido analizada con detalle por el satélite WMAP en 2002.

    Cuando aparecieron los primeros átomos ligeros la luz comenzó a viajar libremente y el universo se volvió transparente. El universo estaba a unos 4.000 grados de temperatura, 1.000 veces más caliente que ahora, con un tamaño 1.000 veces inferior y con una densidad 1.000 millones de veces superior. En ese momento se emitieron una gran cantidad de fotones que ahora podemos detectar y que nos muestran el aspecto de un universo muy joven, justo cuando pasó de ser opaco a ser transparente.

    Hace 12.000 millones de años el universo observable ya estaba poblado por cientos de miles de millones de galaxias y cada una contaba, más o menos, con esa misma cantidad de estrellas. Los átomos, una vez creados, con el tiempo se fueron agrupando mientras el espacio seguía expandiéndose y enfriándose para dar lugar a ese increíble espectáculo de luces que ahora podemos observar si miramos el cielo nocturno. Por suerte, la sopa que se creó tras el Big Bang era casi uniforme, y las irregularidades existentes, las mismas que midió el WMAP, permitieron la aparición de las estrellas y las galaxias.

    La imagen real más profunda que tenemos de nuestro pasado, obtenida con el telescopio espacial Hubble, muestra un universo que ya estaba abarrotado de galaxias hace 12.000 millones de años. Los cúmulos globulares más antiguos han sido datados recientemente hace 12.500 millones de años. Todo lo que tuvo lugar más atrás no puede observarse con instrumentos que trabajan con la luz visible, se requieren longitudes de onda mayores y radiotelescopios como los del satélite WMAP.

    Hace 10.000 millones de años, las estrellas de la primera generación, gigantes y de vida corta, ya habían comenzado a explotar según fueron agotando su combustible. Los residuos de las explosiones se agruparon de nuevo y de esta manera, sucesivas generaciones de estrellas fueron cocinando todos los elementos de la tabla periódica partiendo del Hidrógeno y del Helio existentes inicialmente. Este es el proceso que, iniciando con las partículas elementales, dio lugar a la aparición de los materiales necesarios para crear sistemas planetarios como el nuestro, con todos los componentes necesarios para que la vida pueda existir.

    Hoy en día podemos deducir lo que ocurrió con los datos que se han obtenido observando las supernovas (las estrellas explosivas), y podemos confirmar en los laboratorios que todo el modelo es coherente con las nuevas leyes de la física. El proceso es increíblemente sofisticado y no me resisto a describirlo de forma resumida. Los que no estén interesados en estos detalles pueden saltar al punto siguiente.

    En primer lugar, hay que tener en cuenta que las estrellas tienen historias muy diferentes según la cantidad de masa que acumulan inicialmente, pero todas comienzan de la misma manera: la fuerza de la gravedad atrae y junta los átomos, la presión y la temperatura suben, y se genera la energía suficiente para las reacciones nucleares de fusión, en las que los átomos de Hidrógeno se unen formando Helio. El proceso produce gran cantidad de energía, de esta manera se explica que el cielo nocturno esté lleno de puntos brillantes. Todas las estrellas pasan una parte de su vida en equilibrio siguiendo este proceso mientras les dura el combustible. Después la historia de cada estrella es diferente dependiendo de su tamaño.

    Las estrellas masivas, las que pesan 8 o más veces que el Sol, consumen el combustible más rápido: una estrella con 10 masas solares agota su combustible en 10 millones de años, mientras que con la masa del Sol da para 10.000 millones de años (en eso también hemos tenido suerte). En las estrellas masivas, las de vida más corta, la fusión nuclear del Hidrógeno produce Helio, la del Helio, Carbono y Oxígeno, la del Oxígeno produce los elementos cercanos al Silicio, y luego se produce Hierro. El Hierro es el fin de trayecto para la fusión de átomos generando energía, para seguir hacia arriba en la tabla periódica hay que consumir mucha energía.

    Entonces comienza otro proceso, porque el núcleo acumula tanto Hierro que la atracción gravitatoria se hace muy intensa. Al principio el impulso colapsante de la gravedad se compensa con la presión del gas, cada vez más caliente, pero finalmente la temperatura alcanza los 3.000 millones de grados Kelvin y los núcleos de Hierro empiezan a romperse en otros más ligeros consumiendo energía, la gravedad se convierte en la fuerza dominante y el núcleo se colapsa reduciendo rápidamente su tamaño. Cuando la densidad se aproxima a la de los núcleos atómicos, el proceso se detiene bruscamente y se empieza a crear una estrella de neutrones, en la que los protones y los electrones están tan comprimidos que forman neutrones. El proceso acaba con una potente onda de choque en la que se expulsan las capas exteriores de la estrella junto con energía en forma de neutrinos. Esto es lo que los astrónomos denominan una supernova de tipo dos (SN-II).

    Una característica de las SN-II es que la energía de la potente onda de choque es suficiente para los procesos de fusión que sintetizan los elementos que ascienden hasta el final de la tabla periódica: el Hierro se transforma en Oro, el Oro en Plomo y el Plomo en Uranio. Por otra parte, en los gases de la explosión hay Hidrógeno, Oxígeno y otros elementos de tamaño medio. Las SN-II son una verdadera fábrica de átomos, y el proceso no requiere mucho tiempo. Las SN-II que estallaron hace más de 5.000 años son las que crearon, por ejemplo,

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