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El beso del colibrí: Historia y (de)construcción del mito Dona Beija. Brasil, siglos XIX-XX
El beso del colibrí: Historia y (de)construcción del mito Dona Beija. Brasil, siglos XIX-XX
El beso del colibrí: Historia y (de)construcción del mito Dona Beija. Brasil, siglos XIX-XX
Libro electrónico285 páginas4 horas

El beso del colibrí: Historia y (de)construcción del mito Dona Beija. Brasil, siglos XIX-XX

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Mujer de rara belleza, sensual y seductora: esa es la imagen creada y difundida sobre Dona Beija, un personaje conocido internacionalmente a través de una telenovela, pero ignorado —hasta ahora— como objeto de interés académico. Lo que hace interesante y original esta obra, la primera, si no es que la única sobre Dona Beija desde la historia, es su metodología, que combina tratamientos historiográficos tradicionales con otros que no lo son tanto, particularmente cuando la autora reclama, después de grandes predecesores, su derecho a utilizar la conjetura en los momentos en que los documentos de archivo son inexistentes. Con todo, más que la utilización de algo tan impreciso como la conjetura, lo que vemos explayarse en esta obra es una auténtica imaginación historiográfica, pero no como creación fantasiosa, sino como la reconstrucción minuciosa a partir de elementos o indicios históricos particularmente bien escogidos. El buen historiador no es el que sólo encuentra documentos, sino el que puede, con su imaginación histórica, pensar acerca de la naturaleza, contenido y función de dichos documentos, y su momento de producción. Es esa capacidad creativa, más o menos desarrollada en unos y otros, lo que explica por qué algunos investigadores pueden pasar su vida en archivos, sin producir verdaderamente historia, mientras que otros son capaces de poner en juego esa misteriosa alquimia de la creación historiográfica de la cual esta obra es un excelente testimonio.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 may 2022
ISBN9786077427995
El beso del colibrí: Historia y (de)construcción del mito Dona Beija. Brasil, siglos XIX-XX

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    El beso del colibrí - Rosa María Spinoso Arcocha

    Prólogo

    Redactar el prólogo de un libro presenta siempre cierto riesgo, el de traicionar dicha obra imponiendo al lector uno o varios sesgos que dirigirán su lectura. Pero a veces las presentaciones son necesarias porque permiten abrir senderos en obras que no son del todo claras o cuya complejidad impide al lector un acceso inmediato, o por lo menos es lo que piensa el sujeto introductor. En el caso de El beso del colibrí, hacer una sesuda introducción casi se vuelve superfluo, ya que con su estilo muy claro y agradable, la autora nos precisa de entrada, punto por punto, en su introducción, cuál fue su propósito y los derroteros personales e institucionales de su investigación.

    Este libro tiene origen en una tesis de maestría y debemos agradecer a la autora haber dejado de lado casi todo lo que caracteriza a un objeto tesis en esta redacción, quedando sólo mencionadas de pasada y de manera ligera y atinada las referencias bibliográficas y metodológicas que presidieron a esa primera elaboración del texto. La publicación del libro actual nos parece importante por dos grandes razones: porque es un excelente ejercicio historiográfico y puede servir de modelo para la enseñanza de la historia en México y también porque puede llegar a constituirse en un parteaguas en la constitución de la memoria de Araxá en Minas Gerais, ya que, como se puede observar en internet, sigue existiendo un fárrago de análisis que pretende dar vida e historia a la heroína o la villana de esta ciudad.

    La obra nos cuenta cómo una persona como Anna Jacinta de São José, alias Dona Beija, que un cierto consenso reconoce que fue una «prostituta» de la primera mitad del XIX, se pudo volver al paso de las generaciones el símbolo mismo de la ciudad de Araxá, situada en el estado de Minas Gerais, uno de los más grandes del Brasil federal. Es este trabajo de la memoria colectiva sobre ese personaje que la autora nos expone de manera articulada y amena. Una memoria frágil ya que la omnipresencia de la figura de esa mujer, que se volvió dominante a fines del siglo XX, no gusta a todos aunque le hayan intentado oponer figuras más «dignas», como la de un santo personaje como don José Gaspar, arzobispo de Sao Paulo, por ser originario de Araxá. Se ha querido también opacar a esa sobresaliente figura femenina con la adopción de una identidad colectiva «neutra», desdibujada, como lo muestra Wikipedia donde Araxá es caracterizada como La ciudad donde el Sol nace primero, alusiva al supuesto significado tupi del nombre, y no como nos lo reporta la autora, La ciudad de Dona Beija.

    Tan solo la mención de estos tres símbolos de la ciudad de Araxá nos muestra cómo las identidades colectivas son cambiantes y el lugar de serios enfrentamientos políticos y sociales. El particular interés de esta obra de la Dra. Rosa María Spinoso, es que ella fue testigo de la consolidación y expansión de la figura de Dona Beija en la memoria de Araxá. Es la consolidación de esa figura mítica, en las últimas tres décadas del siglo XX, la que nos reporta en este libro.

    Con mucho entusiasmo y una cierta dosis de ingenuidad, se lanzó a la investigación de esta representación local y pronto se dio cuenta de que muchas de las huellas materiales, como «su casa», o el supuesto acervo personal, tenían poco que ver con el personaje histórico que en un primer momento había llamado su atención. Su casa no era su casa, el acervo había sido juntado poco tiempo antes, y al descubrir esto se dio cuenta de que era de hecho un secreto a voces y que muchos ya sabían de ese trabajo colectivo de invención alrededor de la persona de Dona Beija. Es por eso que este libro es importante, porque no intentará reconstruir la historia «verdadera» de dicho personaje, sino que es un intento de ver cómo las diferentes generaciones, a través de poetas, novelistas, políticos, etc., van construyendo una verdad historiográfica múltiple y cambiante sobre dicho personaje.

    La explosión de un turismo nacional de masas sostuvo así un interés personal y las facilidades que le ofrecieron las autoridades iban también en este sentido, ellas estaban conscientes de que había que consolidar el mito de Dona Beija más que saber las peripecias de una vida aventurera que se forja en una época de formación y consolidación de la ciudad, cuando se crea el primer ayuntamiento, en 1915. Un conjunto «mítico» que se enraizará en la década de los 40, no sólo porque políticamente es un momento de fuerte crecimiento del nacionalismo con el Getulismo, sino que la política de desarrollo cristalizada en la construcción faraónica del Grande Hotel de Barreiro alrededor de las aguas termales de Araxá, necesitaba de un fuerte marcador turístico nacional.

    Lo que el autor de una introducción a un libro como éste no puede dejar de subrayar es la originalidad de los caminos historiográficos escogidos. Lo que obliga a la autora, como nos lo confiesa, «a una combinación de abordajes historiográficos tradicionales, con otros que no lo son tanto». Es en esta combinación donde reside y se manifiesta la originalidad de la propuesta de este libro. Particularmente cuando reclama, después de grandes predecesores, su derecho a utilizar la conjetura cuando los documentos de archivo son inexistentes. Más que la utilización de algo tan impreciso como la conjetura, en esta obra vemos explayarse lo que se podría llamar una auténtica imaginación historiográfica pero no como creación fantasiosa sino como la reconstitución minuciosa a partir de elementos o indicios históricos particularmente bien escogidos. Recordemos que el buen historiador no es sólo el que encuentra documentos, sino el que puede, con su imaginación histórica, pensar la naturaleza, contenido y función de dichos documentos y de su momento de producción. Es esa capacidad creativa más o menos desarrollada en unos y otros, lo que explica por qué algunos investigadores pueden pasar su vida en archivos sin poder producir verdaderamente historia, mientras que otros son capaces de poner en juego esa misteriosa alquimia de la creación historiográfica.

    Una de las aportaciones de la reflexión, más historiográfica que histórica, escogida por la autora, es que nos ofrece la posibilidad de entrar en el conjunto de los entretejidos de la creación de una historia cultural y social mucho más amplia y atractiva, que lo que sería la supuesta verdad positivista, siempre incompleta, de un personaje. Así podemos entender cómo fue solo hasta 1965, cuando se permitió a Dona Beija «debutar en sociedad» plenamente para convertirse en el símbolo de la ciudad.

    Otro de los campos explorados por la autora fue la búsqueda del conjunto de las representaciones construidas alrededor del personaje tanto en la ciudad como en el estado nacional. Vemos así cómo escritores, pintores, cineastas, ayudan a la consolidación de una figura mítica que no por ser regional no pertenece a la historia de las representaciones nacionales.

    En su capítulo cuarto la autora también propone lo que llama un diálogo del relato mítico con los documentos históricos existentes, lo que es una manera de terminar muy inteligentemente su estudio, ya que le permite cerrar muchas de las preguntas que la falta y ambigüedad de pruebas documentales habían dejado entreabiertas. En este aparatado la autora nos muestra cómo se pueden tejer los discursos del mito con los documentos históricos o cómo mitos e historias son, en este caso, necesarios para esclarecerse mutuamente. A la luz de los escasos documentos de archivos que se pudieron encontrar, el relato mítico toma relieve y ese movimiento propio del mito ayuda a construir a su vez el contexto de algunos documentos. La Dra. Rosa María Spinoso también está consciente de lo aventurado de algunas de sus conjeturas y por eso reconoce que no pretendió establecer una verdad definitiva sobre esa construcción de un mito colectivo ni menos aún la «historia verdadera» de Dona Beija. Es por eso que de manera muy atinada, en lugar de conclusiones definitivas, termina su libro abriendo nuevos caminos para futuras investigaciones, esperando que éstas puedan empezar a «responder de forma definitiva a todas sus interrogaciones».

    Y si hemos leído con mucho interés este ensayo, y por lo tanto aceptado realizar este modesto prólogo, es porque a lo largo del texto su autora muestra cómo «la recepción de algún enunciado es más reveladora que su producción», y que los documentos apócrifos, las mentiritas y todas las triquiñuelas utilizadas por un autor, son a veces «más significativos que las verdades que pudiera emitir.» Desde esta perspectiva, nuestra autora se coloca decididamente fuera del campo tradicional de los que pretenden utilizar de manera tajante para la reconstrucción histórica las nociones antagónicas de falso y verdadero. Una mentira aceptada y refrendada por un colectivo social, puede volverse parte esencial tanto de su historia como de su memoria colectiva. Y el trabajo del historiador es explicitar no tanto lo erróneo sino por qué ese algo que él puede considerar como erróneo, ha sido aceptado y admitido aunque pueda parecer incluso opuesto a la moral imperante en dicho grupo. Por eso estamos de acuerdo con la conclusión de este ensayo cuando la autora escribe:

    Cada pueblo construye, reconstruye o inventa su pasado según sus necesidades y con los recursos y herramientas de que dispone para legitimarlo, incluso la imaginación, y no es el papel del historiador ir atrás de lo que juzgue ser la verdad o la mentira, sino los procesos que las posibilitaron.

    Introducción

    El visitante que llega a Araxá,¹ tranquila ciudad del sureste brasileño, nunca deja de sorprenderse ante la insistente presencia de la figura de Dona Beija en una amplia variedad de productos y servicios que podrá encontrar, desde el primer café que se tome por la mañana hasta el hotel que elija para hospedarse.² Una presencia que descubrí y vi crecer considerablemente en las últimas tres décadas del siglo XX, cuando yo misma llegué, en 1972, procedente de México, mi país de origen (figuras 1 y 2).

    Sin embargo, mi encuentro personal con ella no ocurrió de inmediato, fue sólo después de 25 años de vivir en esa ciudad cuando decidí elegirla como tema de estudio. Aunque al final, creo que no fui yo quien la eligió, sino ella a mí. No podía prever que una simple curiosidad, un pequeño tema de investigación iba a cambiar toda mi vida. Fui contratada por la dirección del entonces Museo Municipal Dona Beja, hoy Museo Histórico de Araxá Dona Beja³, y se me encomendó localizar en los archivos las evidencias documentales que pudieran confirmar la existencia y la vida real de la que ya se había vuelto, paso a paso, el mayor personaje histórico de la ciudad.

    Esa preocupación nació en las autoridades locales por la necesidad de responder a la creciente demanda tanto de los habitantes, como de los turistas que pedían información acerca del personaje. Es así que su figura y dimensión histórica se me fueron imponiendo paulatinamente en la medida en que las evidencias documentales, escasas por cierto, iban apareciendo en los legajos que fui encontrando, dispersos en las diversas instituciones civiles y religiosas de la ciudad.

    Figura 1. Ubicación de Araxá

    Figura-1.tif

    Una de las primeras cosas que me intrigó fue: ¿por qué una mujer tan famosa como Dona Beija había aparentemente dejado tan pocas y tan ambiguas huellas materiales de su existencia? Por ejemplo, su casa, sede del famoso museo que se le había dedicado y mayor atracción turística de esta ciudad, después de una seria verificación se reveló que nunca le perteneció, ni tampoco el acervo del mismo. Esto no era del todo un secreto, ya que muchos ya lo sabían; cuando encontré en una de las notarías locales las escrituras de las casas del museo y de la que realmente perteneció a Dona Beija, el entonces director de la institución responsable me advirtió que ese debía ser un secreto que había que llevarse «a la tumba». Llamaban también la atención los parsimoniosos testimonios de las personas que admitieron ser sus descendientes, aunque ese reconocimiento, ambiguo, sólo empezó a ocurrir hacia la década de 1980.

    Figura 2. Productos relacionados con Dona Beija

    Figura-2.tif

    De forma que, así como los hombres que la acompañaron durante su vida y los muchos que después se le adjudicaron, yo también fui quedando atrapada en sus redes, a pesar de que, en mi caso, no fue tanto su persona quien me sedujo, sino los motivos y circunstancias que posibilitaron el despliegue y ascensión de su mito en Araxá.

    Así, la verdadera cuestión para mí fue: ¿cómo pudo suceder que una sociedad patriarcal tan conservadora pudiera aceptar a una figura femenina tan inadecuada para representarla? Porque, la respuesta inmediata a todas mis preguntas sobre quién había sido Dona Beija invariablemente fue, sin hesitación, que había sido una prostituta.

    Por lo tanto, esa historia es la de una mujer aparentemente irrelevante, una supuesta prostituta, que fue erigida como la heroína oficial de una ciudad, que llegó a ser conocida en todo Brasil como «la tierra de Dona Beija». Una ciudad que la fue incorporando a su historia a través de diversos actores sociales, que van desde los políticos y sus discursos identitarios, hasta las feministas del siglo XX que no vacilaron en definirla como una mujer de avanzada o a la vanguardia de su tiempo.

    Sin embargo, antes de ir más lejos, tenemos que aclarar, que el objetivo aquí no es hacer precisamente una biografía de Dona Beija, a pesar de que, para lo que se pretende, no se podrá prescindir de esbozar un mínimo perfil biográfico; ni tampoco nos interesa establecer el grado de verdad o de ficción construido alrededor de su persona. La idea es más bien hacer una aproximación histórica al proceso de construcción de su mito, lo que implicaba al mismo tiempo reconstruir fragmentos desconocidos de la historia de la ciudad y de las personas que ayudaron a crearlo.

    Lo que aquí llamo mito es ese relato compartido que combina libremente elementos históricos y ficticios, incluyendo situaciones y nombres presentes en los documentos oficiales, mezclados con las fantasías provenientes de la tradición oral; un conjunto complejo tejido alrededor de una persona que existió realmente. Así, nuestro relato se centrará en Anna Jacinta de São José, alias Dona Beija, Beja o Bêja, ya que no hay un consenso en su grafía, pero a quien para efectos prácticos y de traducción llamaré en adelante Dona Beija. Por lo tanto, estamos en presencia de una mujer real, y todo lo que se ha dicho sobre ella comenzó a circular en la historia local hacia 1915, por la gracia de las plumas de los cronistas e «historiadores» oficiales de la ciudad, adquiriendo proyección nacional a partir de la década de 1940 y finalmente internacional en la de los años ochenta.

    Esa experiencia de intentar historiarla me abrió varias vetas temáticas y posibilidades de reflexión, pero también la oportunidad de observar algunos mecanismos de construcción de la memoria colectiva, que no es raro encontrar en otras ciudades, villas o pueblos. Leyendas y mitos suplen las lagunas que inevitablemente surgen ante la necesidad de explicar y dar significado al pasado, principalmente si ese pasado carece de depósitos documentarios o de investigaciones históricas sistematizadas. También pude así constatar que los mitos y la historia no son incompatibles, y que la investigación histórica no puede hacerlos desaparecer; una preocupación que de inmediato me manifestaron algunas personas cuando se enteraron de mi proyecto historiográfico.

    Como aquí se podrá ver, en el caso de Araxá, los mitos forman parte importante de la memoria colectiva y del patrimonio cultural de los pueblos, por lo que no desaparecen fácilmente ni en la medida en que vayan siendo elucidados los «secretos» locales por la investigación histórica. Así lo pude verificar con mis investigaciones; los intentos de pensar históricamente a Dona Beija fueron socialmente bastante infructíferos, tanto como lo sería también querer establecer la verdad o la mentira de los mitos tejidos a su alrededor. Como lo veremos después, este relativo fracaso obedece más bien a los intentos de substituir la imagen de una «mujer caída» por la de don José Gaspar, arzobispo de São Paulo originario de Araxá.

    MITO E HISTORIA

    En el uso corriente, mito es prácticamente sinónimo de mentira, pero no es a partir de ésta, o de su poca o mucha verdad, por lo que nos son útiles en el quehacer histórico. Eso no es algo mesurable. La investigación y deconstrucción histórica no implican necesariamente la desaparición de los mitos y las leyendas, ni tampoco que éstos se irán extinguiendo en la medida en que se fueren revelando sus sombras y secretos, ya que no contienen grados mayores o menores dosis de verdad o de mentira, sino que son formas particulares de expresar una cierta realidad y esto sí es «historiable».

    En resumen, y como se podrá ver aquí, los pueblos van construyendo y reconstruyendo su pasado según las circunstancias diversas y múltiples de su presente, equipados con los recursos que tengan a la mano, incluso el de una poderosa imaginación. Como diría un ilustre historiador, ya estamos tan familiarizados con la historia inventada, que habría que distinguir entre sus usos retóricos o analíticos y los que pretenden realmente algún tipo de «restauración».⁴ Por tanto, invención e imaginación también son elementos importantes en la historia, y eso queda bastante evidente en las relaciones complejas que se establecieron durante casi dos siglos entre Araxá y su símbolo, Dona Beija.

    Este ensayo está dividido en cuatro capítulos relacionados directamente con el origen, la naturaleza y la variedad de las fuentes, mismas que me obligaron a una combinación de abordajes historiográficos tradicionales con otros que no lo son tanto. La precariedad de las fuentes documentales y, en algunos casos, hasta la ausencia de las mismas, sólo pudo solucionarse con el apoyo de recursos historiográficos que podrían ser considerados no muy ortodoxos, como la conjetura. Así, siguiendo a varios historiadores contemporáneos (Ginzburg), considero que conjeturar es el recurso de los seres humanos para suplir la imposibilidad de conocer más allá de lo que les permite su limitada naturaleza y la de sus fuentes. Así pues, hago uso de la conjetura, pero muy consciente del riesgo de incurrir en lo que algunos podrían considerar como «poco rigor científico». Sin embargo, también quiero dejar patente la carencia de pretensiones en mi búsqueda de querer establecer respuestas definitivas.

    Estas dificultades, aunadas al amplio recorte cronológico en el que tuve que moverme, exigieron una actitud flexible hacia el tiempo, con frecuentes adelantos y retrocesos cronológicos. Siguiendo un clásico esquema cronológico linear, en el primer capítulo, «Mitogénesis: el mito, las mujeres y el tiempo», se establece la historicidad del personaje que está en el origen del mito, así como las circunstancias que contribuyeron para volverla una figura mitogénica. Sin embargo, el mismo esquema deja claras las limitaciones y los escasos resultados que podría dar el rigor cronológico, con lo que quedó justificada su quiebra en los capítulos siguientes.

    En el segundo capítulo se aborda «La historicidad del mito» desde el contexto político y socioeconómico de Araxá, en el que se analizan las cuestiones subyacentes a su construcción, como el deseo de legitimación política de una facción local y las preocupaciones identitarias regionales que primaban en las primeras décadas del siglo XX. Se discute ahí mismo la «invención» de Dona Beija después de capturada por el lenguaje escrito; su trayectoria desde su apropiación por el Estado Novo, nombre con que se conocía el régimen de Getúlio Vargas;⁵ el papel de la prensa en su ascensión como chica propaganda del complejo hidrotermal de El Barreiro; así como también las relaciones ambiguas que mantuvieron con ella los araxaenses, hasta 1965, cuando se le permitió debutar en sociedad para convertirse en el símbolo de la ciudad.

    El tercer capítulo, «Los ropajes del mito: imágenes y representaciones», es un inventario de las mismas, analizadas a través de los diversos medios y lenguajes como la iconografía, la literatura, el carnaval, la telenovela; todos factores decisivos para la cristalización de Dona Beija en el imaginario popular. Asimismo, se identifican los paradigmas de su creación y los factores culturales y personales que inspiraron a su pigmalión, Sebastián de Afonseca e Silva, así como a Calmon Barreto, el principal artista de la ciudad, quien fijó su imagen en la pintura y la escultura.

    Para terminar, en el cuarto capítulo arriesgo una serie de «Conjeturas y diálogos con los documentos»; un ejercicio de lectura entre líneas de algunas fuentes primarias, como documentos sueltos, oficiales y personales, a partir de los indicios que sugieren y de las apropiaciones y transferencias que se detectaron al buscar el grado de historicidad de los mismos. Es este el caso del análisis de algunas referencias aisladas sobre el personaje, que son aparentemente sólo periféricas y descontextualizadas y más bien parecen impedir el progreso de la investigación. Pero, si consideramos que su existencia no es aleatoria ni accidental, éstas pueden revelarse muy útiles para completar los huecos de la información documental.

    Sobre los referentes teóricos y metodológicos, y siendo mi objeto el proceso de construcción de un mito sobre una figura femenina de fuerte anclaje popular, busqué en la historia cultural y sus herramientas el apoyo para superar las dificultades que surgen cuando se intenta una aproximación histórica a un tema que, como éste, conlleva una fuerte carga subjetiva y emocional. Los contenidos de los campos de la memoria colectiva, la cultura popular, la historia de las mujeres, de la vida privada, de la literatura, del carnaval, de la fiesta y de los diversos medios de comunicación fueron incorporados y alcanzados por el poderoso abrazo del mito, sin que el uso de sus métodos

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