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Economia Mixta: Mas alla del capitalismo
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Libro electrónico314 páginas7 horas

Economia Mixta: Mas alla del capitalismo

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Esta obra está dirigida al lector no especializado, y su interés es el de introducirnos, del modo más sencillo posible, en el mundo de la economía, incorporando nuevos puntos de vista que puedan servir como aporte en la búsqueda de un sistema económico al servicio del ser humano.
De ninguna manera los temas aquí tratados quedan agotados, sino que este es más bien el punto de partida hacia otros desarrollos futuros. Se ha tratado de expresar las ideas en el lenguaje lo más simple posible, incorporando algunos necesarios pero sencillos tecnicismos.

En la primer parte, conformada por tres capítulos, se efectúa un breve repaso acerca de los sistemas económicos, para luego analizar algunos temas fundamentales de la economía, terminando con las propuestas para un Sistema de Economía Mixta.

En la segunda parte, se incluyen tres apéndices: uno con la transcripción de algunas propuestas desarrolladas en diversas ocasiones, referidas a la particular situación de la economía argentina; el segundo, complementario del primero, incluye una serie respuestas dadas por el autor ante consultas recibidas. En el tercer apéndice se incluyen tres relatos pedagógicos, en forma de cuento.”
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 nov 2015
ISBN9789567483587
Economia Mixta: Mas alla del capitalismo

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    Economia Mixta - Guillermo Sullings

    PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN

    Si la historia se detuviera hoy, quizás podría decirse que la evolución de los sistemas económicos, luego de variadas e infructuosas alternativas, ha encontrado finalmente su punto culminante en el definitivo reinado del viejo y conocido capitalismo. Algunos dirán que este triunfo se debió a la superioridad de la doctrina liberal de la economía de mercado, y otros dirán que simplemente se debió al poderío económico de quienes lograron imponerlo; no obstante, triunfalistas o resignados, casi todos asumen el fin de la historia, subidos al carro triunfal de la globalización o aplastados por los cascos de sus desbocados corceles.

    Sin embargo, pese a la aparente invulnerabilidad del gigante, algunas fisuras comienzan a dar la señal de su decadencia, y la historia, que siempre continúa hacia la evolución, le dará al ser humano, una vez más, una salida y un futuro.

    Es por eso que los Humanistas, que miramos hacia ese futuro, que tratamos de ver más allá de la aparente solidez del prepotente sistema económico actual, afirmamos que hay algo más allá del capitalismo: La Economía Mixta.

    Mucho es lo que se ha intentado, y mucho es lo que se ha aprendido de cada fracaso. Hoy sabemos que no se trata de imponer una economía centralizada y burocrática en la que un estado burocrático digita y controla todo, pero tampoco se trata de esperar que el mercado administre justicia social ni planifique el desarrollo. Tampoco se trata de una tercera vía donde el estado le pide permiso al poder económico para realizar tibias reformas cosméticas, porque eso no es otra cosa que capitalismo disfrazado con buenos modales. No se puede hablar de sistemas mixtos como si se tratara de mezclar agua con aceite, porque el aceite siempre se las arreglará para terminar arriba del agua; se trata de crear un nuevo sistema, una nueva sustancia que tal vez rescate algunas propiedades del aceite y del agua, pero incorporando otras, más adecuadas a un ser humano que está creciendo.

    La Economía Mixta es un sistema apoyado en los pilares de una democracia real y participativa, no en una democracia formal en la que los seudos representantes del pueblo no son más que los socios y cómplices del poder económico, encaramados en las cúpulas de los partidos tradicionales, ofreciendo al electorado falsas opciones que inevitablemente terminan en traición.

    En una democracia participativa, el Estado ya no será un ente disociado de los individuos, sino que se transformará en una suerte de Estado Coordinador, en una suerte de inteligencia social que velará por el interés del conjunto. El gobierno ya no será un botín de los arribistas sino que será la herramienta de la organización social, manejada por representantes genuinos y voluntarios.

    Este concepto de Estado Coordinador, como inteligencia conjunta, disolverá las contradicciones entre los intereses del estado y los intereses de los individuos. Desde ese punto de vista, toda intervención del Estado en la economía se deberá entender como la necesidad de ordenar el funcionamiento económico desde una visión más amplia que la particular de las empresas y los individuos, pero precisamente para favorecer equitativamente el funcionamiento económico de los individuos y las empresas.

    En un Sistema de Economía Mixta, se resolverá la raíz de la inequidad en la distribución de la riqueza, transformando el funcionamiento interno de las empresas a través de la participación de los trabajadores en las ganancias, en la propiedad y en la gestión de las mismas. A su vez, la implementación de reformas agrarias allí donde sean racionales y necesarias, y una modificación sensata en el derecho de herencia, pondrán límite a los excesos de poder económico que tanto daño han causado a la humanidad.

    En un Sistema de Economía Mixta no se permitirá el control monopólico de los recursos estratégicos y de los servicios fundamentales por parte de grupos de poder que esquilman a la población. El estado nunca podrá renunciar a su deber de hacerse cargo de que se respeten los derechos humanos, entre los cuales están la salud y la educación públicas y gratuitas en un nivel de excelencia y no de lo mínimo para los pobres. El estado será el único que podrá terminar con la explotación irracional de los recursos que destruyen el medio ambiente.

    En un Sistema de Economía Mixta, no se dejará librada únicamente al mercado la iniciativa para la inversión productiva y la generación de empleo, sino que existirán políticas activas de desarrollo, guiando los emprendimientos privados o interviniendo para generar inversión. Allí donde la economía privada no llegue y existan recursos no explotados y gente sin trabajo, allí estará el estado implementando políticas activas.

    En un Sistema de Economía Mixta, se desarticulará la especulación y la usura de la banca privada, mediante la creación de un Banco Estatal sin Interés que financie el desarrollo y termine con el control de la economía en manos de los capitales especulativos que se están adueñando de todo. Seguramente la lucha contra la especulación financiera, será una de las principales que deberá llevar adelante la humanidad; y esta vez el estado, los trabajadores y los empresarios productivos estarán unidos, porque todos son víctimas del monstruo de la banca.

    En un Sistema de Economía Mixta, el estado garantizará la igualdad de oportunidades, sin que la capacidad económica sea sinónimo de poder sobre las personas, y sin que el bienestar económico sea sinónimo de una carrera consumista desenfrenada.

    Hoy más que nunca, ante la irracionalidad de los mercados que no sólo conducen a la marginación de las mayorías sino que además tienden a implosión del propio sistema capitalista, es necesario fusionar el interés social y el interés económico en un nuevo sistema donde el estado se haga cargo de las necesidades de la gente y del rumbo de la economía, a la vez que la gente se haga cargo del funcionamiento y del rumbo del estado.

    Guillermo Sullings

    Septiembre 2000

    PRÓLOGO A ESTA SEGUNDA EDICIÓN

    Quisiera comenzar este prólogo manifestando un profundo agradecimiento a quien fuera el guía espiritual de muchos humanistas del mundo, y fuente de inspiración para quienes intentamos plasmar los ideales del Humanismo Universalista en propuestas para áreas específicas. Silo partió hacia otro tiempo y otro espacio en septiembre del 2010, pero su obra ha quedado entre nosotros y se continuará multiplicando hacia el futuro. Fue precisamente él quien luego de intercambiar largamente sobre algunos de los temas sociales y económicos, me sugirió que organizara y volcara algunas propuestas en un libro, y así fue como empecé a escribir en el año 2000, Más allá del Capitalismo, Economía Mixta. Y hoy, cuando una tremenda crisis atraviesa el mundo, donde también comienza a levantarse la voz de las nuevas generaciones, cobra plena vigencia aquella afirmación de Silo en Punta de Vacas el 4 de mayo del 2004: ...Estamos al final de un obscuro período histórico y ya nada será igual que antes. Poco a poco comenzará a clarear el alba de un nuevo día; las culturas empezarán a entenderse; los pueblos experimentarán un ansia creciente de progreso para todos entendiendo que el progreso de unos pocos termina en progreso de nadie. Si, habrá paz y por necesidad se comprenderá que se comienza a perfilar una nación humana universal.

    Ya han pasado 12 años desde la primera edición de este libro, y muchas cosas han ocurrido en el mundo desde aquel entonces. Posiblemente algunas de las referencias a situaciones coyunturales y a países específicos mencionadas en el texto, hayan quedado desactualizadas, y solamente tendrán el valor de contribuir a la visión histórica y procesal. No obstante, el análisis acerca de las contradicciones de los sistemas económicos que prevalecieron en el mundo, y sobre todo las consideraciones acerca de la dirección autodestructiva que lleva la economía mundial, cobran a nuestro parecer plena vigencia en el momento actual. De todos modos, nos parece necesario realizar al menos un breve análisis de la economía mundial del presente, para poder traducir y contrastar los postulados teóricos que se hicieron en su momento con la realidad actual, y sobre todo con el mundo que viene. Eso es lo que intentaremos hacer en estas pocas páginas que anteceden al texto original.

    Qué ocurrió en estos 12 años

    Cuando en el año 2000 comencé a analizar los temas tratados en el libro, lo hice desde un lugar y un momento muy particular; estábamos en una Latinoamérica devastada por las políticas neoliberales. La previa caída del socialismo real había llevado a proclamar el fin de la historia y el triunfo definitivo del capitalismo, que con su mayor crudeza globalizaba el mundo bajo su signo. En sólo una década de euforia neoliberal, Latinoamérica había retrocedido notablemente en los indicadores de bienestar y equidad social. Entonces las poblaciones comenzaron a rebelarse contra esas políticas, y gracias a un progresivo afianzamiento de sus democracias, pudieron procesar mediante el sufragio su descontento. Fue así como a partir del año 2000, paulatinamente las poblaciones de varios países de América Latina delegaron el poder a gobernantes que no apoyaban las políticas neoliberales y que se propusieron recuperar el rol del Estado en la economía, buscando una mejor distribución del ingreso. Las características de cada país hicieron que estos cambios en política económica tuvieran sus propios matices; en algunos casos se habló de reformas, en otros de revolución, en otros de progresismo. También se podría hablar de populismos, o de social democracia, o de políticas neokeynesianas; y tal vez haya habido de todo un poco, pero lo seguro es que se recuperó el rol del Estado en la economía, y eso ha sido de suma importancia. No obstante, debemos decir, que aún en aquellos casos de reformas más profundas, no se ha logrado modificar sustancialmente la estructura distributiva del capitalismo. En algunos casos solamente se ha intentado compensar las injusticias del mercado, mediante el aumento de gasto público en función social, y en otros además se ha tratado de potenciar la industria nacional. Todo este proceso, si bien ha significado un gran avance con respecto a la situación anterior, ahora está llegando a un límite, a una meseta desde la cual será difícil seguir avanzando, si no se encaran transformaciones estructurales más profundas, como luego veremos.

    Mientras eso ocurría en Latinoamérica en los últimos años, Japón continuaba con su largo estancamiento (luego del estallido de su burbuja inmobiliaria), mientras que China crecía a tasas inéditas hasta ubicarse en el 2008 como la segunda potencia económica. Un crecimiento basado fundamentalmente en la producción y exportación de manufacturas, que llevaron a este país a convertirse en el primer exportador a nivel mundial y en el segundo importador (fundamentalmente de materias primas, lo que benefició a Latinoamérica). Los excedentes de la balanza comercial china tuvieron su contrapartida en el endeudamiento de buena parte del primer mundo, especialmente USA, quien a su vez, en una economía globalizada, optó por trasladar sus factorías a una China con mano de obra barata, con lo cual, buena parte de las exportaciones chinas, fueron en realidad exportaciones de las propias multinacionales que radicaron allí sus factorías.

    En todo este proceso, la riqueza se continuaba concentrando. De acuerdo al último estudio de la ONU-WIDER, el 2 % de las personas más ricas del mundo posee más de la mitad de la riqueza global. Mientras que el 10 % posee el 85 %. Estos datos no hacen más que ilustrar la ya conocida mecánica de acumulación del capitalismo, también descripta en nuestro libro. Sin embargo, el hecho de que se hayan enriquecido aún más los poderosos de los países centrales, no ha significado que sus poblaciones mejoraran sus ingresos proporcionalmente, ya que el desplazamiento de numerosas multinacionales hacia países con mano de obra barata, provocó la caída de los ingresos de los asalariados. Pero como el capitalismo para seguir funcionando, necesita mantener y acrecentar los niveles de consumo, tuvo que compensar la pérdida del poder adquisitivo de los salarios con el crédito para el consumo, y entonces los niveles de endeudamiento se potenciaron y alimentaron burbujas que luego estallaron en USA y Europa. En otras palabras, todo lo que habíamos dicho en este libro, acerca de la distribución del ingreso y sobre la acción de los bancos y la trampa del crédito, fue lo que estuvo ocurriendo en estos años, arrastrando al mundo a una de sus peores crisis económicas.

    Esta crisis también puso en evidencia otra de las contradicciones del sistema, referida a las democracias formales, en las que los funcionarios electos por la gente, favorecen al poder económico, en perjuicio de sus pueblos. Esto ha derivado en una grave crisis política en numerosos países, emergiendo movimientos sociales que cuestionan al poder y a la hipocresía de la democracia formal. Aunque por el momento, y a pesar de los estallidos sociales, el problema sigue sin resolverse, y siguen en el poder gobiernos que, ante la crisis económica, priorizan los intereses de la banca por sobre el bienestar de su gente.

    Las raíces profundas de la crisis mundial

    Es común escuchar o leer acerca de las causas de esta crisis mundial, iniciada a fines del 2007 con epicentro en USA, quien aún no se recupera de la misma, y que hoy tiene en vilo a toda Europa. Se habla mucho de las burbujas especulativas, de la irresponsabilidad de los banqueros y de muchos gobernantes, y uno de los principales debates es sobre si la salida de la crisis será a través de la ortodoxia de los ajustes, o si será a través de políticas que promuevan el crecimiento. Pero rara vez se escucha poner en tela de juicio al propio sistema capitalista. En el mejor de los casos se dice que la especulación financiera que generó la burbuja y produjo la crisis, es una desviación o malformación del sistema capitalista, siendo que, en nuestra opinión, tal especulación financiera no es más que un subproducto propio del mismo sistema capitalista. Porque es precisamente la matriz distributiva del capitalismo la que lleva a la acumulación de riqueza en pocas manos, a la consecuente generación de excedentes financieros que buscan una rentabilidad mayor a la del sistema productivo, alimentando así la especulación financiera, y derivando eso en la acumulación de poder en la Banca. Un poder que en las últimas décadas ha venido disciplinando al poder político, logrando que los gobiernos tomen decisiones tendientes precisamente a acelerar el proceso de concentración de la riqueza, en un círculo vicioso que precipitó el colapso. Poder que en los últimos tiempos ya ni siquiera se disimula, y se hace ostensible, tanto si miramos los recursos que destinaron los gobiernos al salvataje de los bancos, o cuando vemos quienes son los que realmente toman las decisiones ante la crisis europea.

    Ese capitalismo, que luego de la segunda guerra mundial, parecía recapacitar con respecto a la matriz distributiva, alentando las políticas keynesianas y el estado de bienestar, a partir de los 80 aprovechó las debilidades de los modelos estatistas para hacer resurgir su verdadera naturaleza depredadora a través del Neo-liberalismo. Como antes dijimos, mediante el proceso de globalización, las multinacionales fueron desplazando las diversas etapas productivas hacia países con bajo costo laboral y gran flexibilización en el mercado del trabajo. La distribución del ingreso a favor de las ganancias empresariales y en detrimento de los salarios fue aumentando la brecha, y el modo que se encontró para mantener los niveles de consumo de las poblaciones, fue el crédito; esto produjo el creciente endeudamiento de las personas, de las empresas y de los gobiernos, y el consecuente enriquecimiento de la Banca.

    Esta agudización en la inequidad en la distribución del ingreso, y al apalancamiento del consumismo irracional mediante el crédito usurero, no hizo otra cosa que alimentar las sucesivas burbujas, que al ir estallando desnudaban la inviabilidad del sistema, que solamente se volvía a disimular provisoriamente con otra burbuja mayor, hasta que estalló la última. Y esto seguirá así hasta tanto no se resuelva la última raíz del problema, que es la regresiva matriz distributiva, intrínseca al sistema capitalista. Desde luego que no se resolverán las crisis con ajustes que empobrecen aún más a las poblaciones; pero tampoco alcanzará ya con las recetas keynesianas aplicadas por los estados más progresistas, porque resultarán totalmente insuficientes para revertir el plano inclinado de la dinámica capitalista, que concentra los recursos cada vez más.

    El caso europeo

    La causa de la crisis europea no escapa a esa lógica del capitalismo globalizado que describimos, pero las particularidades de una comunidad de varios países organizados en base a los tratados de Maastricht y atados a una moneda común, acentuaron algunas de las causas y algunos de los efectos.

    El euro significó para los capitales financieros, un seguro de cambio como nunca antes habían tenido, resguardando las inversiones financieras de las devaluaciones a las que se podrían arriesgar en otros lugares del mundo, o en la misma Europa antes de la moneda común. Eso hizo que en poco tiempo se multiplicara la denominada Integración Financiera, y los capitales fluían desde los países que generaban ahorro hacia aquellos que demandaban crédito. Buena parte de los capitales prestados salieron de los bancos alemanes y franceses, endeudando a griegos, portugueses, españoles e italianos. Las empresas de los países con mayor productividad, como Alemania y Francia, aumentaban las exportaciones con los países de la eurozona, mientras sus bancos financiaban a sus compradores. Un falso círculo virtuoso de crecimiento y expansión económica, que generó una ilusión de prosperidad en la que se cimentó la burbuja inmobiliaria, hasta que la imposibilidad de afrontar los pagos de las deudas hizo estallar la burbuja. Un mecanismo que si bien es propio del capitalismo globalizado, se potenció en Europa por las asimetrías entre socios que no tenían posibilidades de devaluar su moneda para regular el comercio exterior.

    Las mismas razones que potenciaron la crisis, son las que dificultan la salida, conduciendo a un estancamiento que amenaza con extenderse en el tiempo. Los países más endeudados y con mayores dificultades, no tienen la posibilidad de manejar su propia política monetaria; no pueden devaluar para ganar competitividad en su balanza comercial ni pueden expandir su gasto para dinamizar la economía. Por el contrario, están llevando adelante una política de ajustes brutales y recesivos, por lo que la relación entre su deuda y el PBI aumenta en lugar de disminuir, cayendo en la denominada Paradoja de la Austeridad, en la que el ahorro para cancelar una deuda produce una recesión que hace disminuir el ingreso fiscal y con ello la capacidad de ahorro. El poder financiero, no solamente ha sido el principal responsable de esta crisis, sino que sigue detentando el poder real en el manejo de la economía europea, y eso se traduce en las políticas con las que la Troika (BCE-FMI-CE) pretende responder a la crisis. Se le ha dado prioridad al salvataje de los bancos, destinando cientos de miles de millones de euros para que no se derrumbe el sistema financiero, ya sea prestando a los propios bancos, ya sea prestando a los estados para que asistan a los bancos, o ya sea prestando a los estados para que no caigan en default haciendo quebrar los bancos.

    Desde luego que quienes tienen el manejo de las finanzas europeas, saben que con estos ajustes recesivos, lo más probable es que de todas maneras varios países caigan en default; pero mientras tanto ganan tiempo para que sus bancos se recompongan y fortalezcan. Lo mismo hicieron con la crisis de la deuda externa de Latinoamérica en la década de los años 80; refinanciaron deudas que eran impagables, imponiendo ajustes que condenaron a las poblaciones al desempleo y a la miseria, privilegiando la estabilidad de sus bancos, mientras las deudas seguían creciendo.

    Cuando hablamos de las transformaciones de fondo que se deben efectuar en el sistema económico para ponerlo al servicio de la gente, hablamos también de la presión que esa gente debe ejercer sobre sus gobernantes para que realicen tales cambios. Pero en el caso de Europa, habría que hablar de dos instancias diferentes; ya que hay cambios que tienen que ver con la política económica comunitaria, fundamentalmente de parte del BCE, y otros que hacen a las propias políticas de cada país. De modo que las poblaciones debieran presionar simultáneamente por el cambio de las políticas comunitarias y por el cambio de las políticas nacionales, las que a su vez deberán variar según sea que se logre o no cambiar la política comunitaria. Excede a este prólogo entrar en detalle de las posibles opciones para cada uno de los países, ya que cada caso es diferente. Lo que sí podemos asegurar, es que de ninguna manera se puede continuar con las políticas de ajustes que soporta la población. Los despidos, los recortes y congelamientos salariales y de jubilaciones, y otras medidas de austeridad, se suman a la ya gravísima recesión provocada por la crisis en el sector privado, y al desamparo de miles de personas que están perdiendo sus viviendas en manos de los bancos acreedores.

    La crisis la deben pagar los bancos; no se debe pagar la deuda con el hambre de los pueblos. O el BCE da un giro en su política, hacia una expansión monetaria que dinamice la economía, y se hace cargo de la reestructuración de las deudas de los países, o los países afectados debieran repudiar su deuda, dejar el euro y dinamizar su economía con políticas monetarias autónomas. En cualquiera de los dos casos, la dinamización de la economía debiera darse bajo otros paradigmas de crecimiento, para que no se repitan las crisis.

    Los límites del productivismo y el consumismo

    Una de las contradicciones en que se suele caer al intentar modelos alternativos al neoliberalismo, es la de permanecer atrapados en la lógica materialista del propio capitalismo, creyendo que una mejor distribución del ingreso se conseguirá sólo subsidiando el consumo de los que menos tienen, lo que a su vez multiplicará los puestos de trabajo. Si bien esto funciona en el corto plazo, al no transformar la tendencia de acumulación intrínseca del mercado capitalista, lo que termina ocurriendo es que los recursos económicos volcados en la población son canalizados en el consumo de bienes y servicios monopolizados por la misma estructura productiva que en las últimas décadas ha ido concentrando el ingreso, ha empobrecido a los asalariados y ha marginado a millones del mercado laboral.

    Para ilustrar con un ejemplo. Si quisiéramos regar un terreno sembrado, con el objetivo de que cada metro cuadrado tenga el mismo nivel de humedad, no nos bastará sólo con esparcir agua por toda la superficie, porque si el terreno es un plano inclinado, el agua se terminará acumulando en las zonas más bajas. Del mismo modo, cuando un Estado utiliza sus recursos para aumentar el consumo de los más desfavorecidos, pero no revierte el plano inclinado de la matriz distributiva del mercado capitalista, los recursos vuelven cada vez más rápido a los que concentran la riqueza, y el Estado necesita cada vez más recursos para seguir regando, hasta que la presión impositiva se torna imposible de sostener, o el proceso inflacionario esteriliza los esfuerzos redistributivos.

    Se podría pensar que este mecanismo, de todas maneras produce el crecimiento general, y todos salen favorecidos, es decir que los más ricos se enriquecen más, pero los más pobres también mejoran su situación. Y eso puede ser así en el corto plazo, pero al ir llegando a los límites del crecimiento, los mayores recursos en manos de quienes más acumularon, van presionando los precios al alza, y rápidamente retrocede la capacidad de compra de los asalariados. Y esto ocurre porque la lógica capitalista de productivismo y consumismo sumada a una matriz distributiva regresiva, choca con los propios límites del sistema.

    Muchas veces hemos escuchado la palabra desarrollo sustentable; ese término puede tener variadas interpretaciones. Desde aquella publicación del Club de Roma, Los límites del Crecimiento, en 1972, muchas cosas se han dicho y han pasado, algunas desmintiendo y otras confirmando los futuribles enunciados en aquellos tiempos. Hay quienes hablan de la posibilidad de crecer indefinidamente, otros dicen que hay que frenar el crecimiento, hay quienes dicen que hay que decrecer, y también hay quienes piensan que al mundo le sobra gente.

    Pero la sustentabilidad, no pasa solamente por el equilibrio ambiental y el cuidado de los recursos naturales; la sustentabilidad también debe ser social, económica y política. Y está claro que con la actual matriz de producción, de consumo y de distribución del ingreso, será imposible revertir la marginalidad de miles de millones de personas en

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