Uno de los temas de la agenda política global que merecen más atención y debate es el de la creciente reaparición de gobiernos “autoritarios”.
La reflexión de este tema cobra aún más relevancia porque estamos cumpliendo 25 años de la Declaración de la ONU de las Defensoras de Derechos Humanos, con resultados muy insuficientes y una amplia agenda aún pendiente.
Pensar la relación entre autoritarismos en el mundo y defensoras de derechos humanos nunca ha sido más urgente. Y mi argumento se basa en lo siguiente:
Definir qué es autoritarismo ha sido siempre complejo, pero volver a Hannah Arendt es un camino útil para hacerlo. La pensadora alemana vio tres dimensiones del totalitarismo que hoy siguen teniendo sentido en el análisis.