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Sobre Paul Auster. Autoría, distopía y textualidad
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Libro electrónico136 páginas2 horas

Sobre Paul Auster. Autoría, distopía y textualidad

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Paul Auster, premio Príncipe de Asturias 2006, es un autor de culto, altamente respetado en el ámbito intelectual internacional, que aborda constantemente preocupaciones existenciales en cada una de sus obras.Este libro es al análisis de tres aspectos que definen sus obras: el concepto de autoría como responsabilidad y su posible abolición, la ciudad como elemento activo de la narrativa y la trascendencia de la textualidad y la memoria como partes definitorias de la condicion humana. Todo ello siempre visto desde el interior del laberinto urbano en donde personaje y ciudad se funden e intercambian.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 ago 2015
ISBN9781939048431
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    Sobre Paul Auster. Autoría, distopía y textualidad - Ivonne Saed

    Este libro es el resultado de la lectura atenta y la fascinación que la narrativa de Paul Auster ha despertado en mí desde el primer día en que abrí una de sus novelas; pero, más que nada, este conjunto de ensayos responde a la necesidad de descifrar, desde las letras, ciertas preocupaciones sobre el tiempo que nos ha tocado habitar, en el que la identidad se borra y redibuja constantemente, donde la memoria, más que nunca, es un asunto de perspectiva, y donde los fenómenos colectivos y la ciudad moderna que los aloja nos confrontan con paradojas que cuestionan constantemente nuestra condición humana.

    Para abordar estos temas desde la óptica austeriana, decidí examinar tres obras que me parecen, además de sumamente creativas e inquietantes, las que mejor engloban las preocupaciones de este autor frente a su tiempo.

    La invención de la soledad parte de una fotografía como pretexto para deconstruir la memoria y el duelo por medio de la reescritura del yo. El proceso deconstructivo acontece tanto en el contenido de la obra como en el soporte que la configura, lo que resulta en una especie de catarsis que pone en crisis el concepto mismo de autoría.

    El país de las últimas cosas ubica al lector en un espacio distópico que rebasa los mitos conocidos de ciudades postapocalípticas. Es el país en donde la nada, como sombra devastadora, ha dejado tan sólo esas últimas cosas para ser administradas anárquicamente y recicladas hasta lo imposible.

    Por último, Ciudad de cristal echa mano del mito babélico, por medio de un tejido sin defectos, para hablar de todas las preocupaciones recurrentes de Paul Auster y de su lector-cómplice contemporáneo: la memoria y el duelo como generadores de vida; la utopía inalcanzable que encuentra su sentido en la jornada y no en el fin; la autoría como responsabilidad; la ciudad como un gran texto por descifrar, paradoja esencial de la identidad moderna.

    Paul Auster: Escribir desde la catarsis¹

    A los diecinueve años, Paul Auster escribió estas palabras en un cuaderno donde guardaba sus ideas: "The world is in my head. My body is in the world"² Años después, en 1994, se reencuentra con estas palabras generadas por él mismo y se da cuenta de que, si bien no recuerda cuándo las escribió, siguen definiendo el conjunto de su obra.³

    Parecería que estamos aquí frente a una paradoja, pero en realidad nos encontramos frente a un asunto mucho más complejo: en principio, el mundo participa de mis ideas y mi cuerpo participa del mundo; entonces, mi persona completa —cuerpo y mente— en conjunto con el mundo es una. Sin embargo, al relacionar estas dos frases con la obra completa de Auster, nos damos cuenta de que estamos frente a un juego infinito de miradas y escritura. El mundo está en mi cabeza, mi cuerpo en el mundo y yo —cuerpo, mente y parte del mundo— me convierto en la deconstrucción de mi yo, me reinvento, me reescribo desde fuera de mí mismo para poder observarme y recrearme como objeto integral de ese mundo al que mi cuerpo pertenece y que, a su vez, se ubica dentro de mí.

    Paul Auster ha incursionado en géneros diversos: poesía, autobiografía, ensayo, novela, cuento, guión cinematográfico y producciones musicales. Ha traducido del francés a poetas y pensadores como Breton, Éluard, Perec, Dupin, Du Bouchet, Sartre, Mallarmé y Blanchot, entre otros.

    Atento lector de Las mil y una noches, Don Quijote y Pinocchio; de Shakespeare, Kafka, Jabes y Montaigne; amigo de Lou Reed, Wim Wenders y Salman Rushdie, Paul Auster recurre constantemente a la refiguración a través de la palabra escrita. Su proceso no se detiene en el papel de la audiencia que, después de experimentar la catarsis, cierra el libro y se va a dormir. Su lectura es parte inseparable de su escritura; su configuración literaria se construye durante la catarsis que él mismo sufre como observador. Su obra se sitúa en los dominios de la narración que redime, que salva a la manera de Schahrasad, como él mismo escribe en La invención de la soledad: Otra vez la lección se vuelve clara. Una voz que habla, la voz de una mujer, contando cuentos de vida y muerte y del poder de dar vida (La invención de la soledad, p. 217). Y, sin embargo, él mismo afirma: El mundo puede seguir muy bien sin los libros que yo escribo. Necesitamos escritores, no creo que haya la más mínima duda al respecto, pero ¿quiénes son ellos? Sólo el tiempo lo dirá⁴. Esta afirmación, en contraste con su literatura, nos presenta sin duda a un hombre dotado de sensibilidad e inteligencia profundas, un autor que crea su propio universo literario a partir de su experiencia como lector y espectador del mundo.

    Notas:

    1 Algunos fragmentos de este capítulo los publiqué en el artículo El mundo está en mi cabeza, en el diario Reforma, el 19 de febrero de 2000.

    2 El mundo está en mi cabeza. Mi cuerpo está en el mundo. (Esta traducción es mía, así como todas las que aparecen a pie de página, a menos que se indique lo contrario. Las citas en español en el cuerpo del texto son de las publicaciones traducidas que aparecen en la bibliografía.)

    3 En 1996, en su libro de ensayos Why Write?, Paul Auster publica, a lo largo de doce páginas, la obra escultórica Word Box de Jon Kessler y Christopher Wool —fotografiada por Luhring Augustine— que representa estas dos frases en movimiento (Paul Auster, Why Write?, Providence: Burning Deck, 1996, pp. 37-50). La traducción al español de este texto se encuentra dentro de Experimentos con la verdad, Barcelona: Anagrama, 2001.

    4 En el marco de una rueda de prensa en la ciudad de México, en febrero de 2000.

    El ensayo autobiográfico

    La obra de ficción de Auster no puede ser observada sin contemplar paralelamente su obra ensayística que, en cierta medida, es autobiográfica y está escrita bajo las mismas claves narrativas que sus novelas. The Art of Hunger (1993), Hand to Mouth (1997) —A salto de mata en la versión en español— y Why Write? (1996) son reflexiones creativas en las que el autor establece su poética desde una perspectiva que combina lectura y experiencia personal. Su condición de autor no puede ser separada de la del ser humano común. Desde su punto de vista, escribir es un ejercicio necesario para unir los hilos de coincidencias que inundan el ámbito cotidiano.

    En The Art of Hunger encontramos ensayos, prólogos y entrevistas en los que el autor aborda sus obsesiones literarias: el azar y el momento decisivo; la memoria, la escritura y Nueva York como ciudad babélica. Las palabras con que empieza el primer ensayo, que da título al libro, son un recuento acelerado de momentos que no por su brevedad son menos impactantes. En un párrafo nos resume la trama de la novela Hunger, de Knut Hamsun⁵, en un estilo que inmediatamente nos remite a su propia narrativa y donde la idea del laberinto urbano toma relevancia:

    A young man comes to a city. He has no name, no home, no work: he has come to the city to write. He writes. Or, more exactly, he does not write. He starves to the point of death. The city is Christiania (Oslo); the year is 1890. The young man wanders through the streets: the city is a labyrinth of hunger, and all his days are the same. He writes unsolicited articles for a local paper. He worries about his rent, his disintegrating clothes, the difficulty of finding his next meal. He suffers. He nearly goes mad. He is never more than one step from collapse.

    Still, he writes. Now and then he manages to sell an article, to finda temporary reprieve from his misery. [...] The process is inescapable: he must eat in order to write. But if he does not write, he will not eat. And if he cannot eat, he cannot write. He cannot write (The Art of Hunger, p. 9).

    ("Un hombre joven llega a una ciudad. No tiene nombre, casa ni trabajo: ha venido a la ciudad para escribir. Escribe. O más exactamente, no escribe. Está a punto de morir de hambre. La ciudad es Christiania (Oslo); el año es 1890. El hombre vaga por las calles: la ciudad es un laberinto

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