Los consejos del psicólogo para comprender al adolescente
Por Silvio Crosera
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Silvio Crosera
Silvio Crosera es psicólogo y psicoterapeuta. Su trabajo está centrado en el ámbito psicopedagógico y en ayudar a las personas con alguna carencia de autoestima a salir adelante. Es autor de diversas monografías especializadas.
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Los consejos del psicólogo
para comprender al adolescente
Silvio Crosera
LOS CONSEJOS
DEL PSICÓLOGO
PARA COMPRENDER
AL ADOLESCENTE
abc.jpgA pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. DE VECCHI EDICIONES, S. A.
© De Vecchi Ediciones, S. A. 2012
Avda. Diagonal, 519-521 08029 Barcelona
Depósito Legal: B. 14.175-2012
ISBN: 978-84-315-5249-7
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Nogal, 16 Col. Sta. María Ribera
06400 Delegación Cuauhtémoc
México
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o trasmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito de DE VECCHI EDICIONES.
Introducción
La adolescencia es una de las nuevas preocupaciones de la sociedad moderna occidental, y la abundante literatura de la que es objeto ha multiplicado, naturalmente, los puntos de vista y las interpretaciones sobre el «malestar» adolescente.
Las diversas escuelas de psicología, sociología, pedagogía y medicina que han estudiado este magnífico periodo de la vida han proporcionado interpretaciones a menudo contradictorias de una misma manifestación. Así, aún se encuentran, en el seno mismo de cada disciplina, vías de interpretación muy distintas que, si bien se basan en su totalidad en razonamientos válidos, ofrecen un enfoque de la situación, cuando menos, dispar.
Hemos optado por considerar ciertos aspectos clave de la vida moderna e intentado enfocar muy de cerca la compleja realidad que el adolescente encontrará dentro y fuera de sí mismo.
Así, en esta obra se describen ciertas situaciones y ciertos ambientes típicos que caracterizan la vida cotidiana del adolescente, desde la vida en familia hasta la escuela, pasando por las salidas con los amigos. Sobre temas de actualidad como la droga, la alimentación, el suicidio y el uso del casco en moto, se ofrecen enfoques que permiten entender mejor el punto de vista de los jóvenes. En efecto, a menudo es difícil saber verdaderamente lo que piensan los adolescentes, incluso sobre temas que les afectan de cerca.
Algunos capítulos, en particular el que se refiere a la escuela, proporcionan documentos y ayudas prácticas relativos a ciclos típicos de adolescentes que han sido objeto de un estudio en profundidad. Estos estudios pueden adaptarse a otros ambientes y temas, y proporcionar, así, un soporte ideal para aplicaciones prácticas.
Algunos ciclos psicológicos
de la adolescencia
La adolescencia, la época de todos los cambios
La adolescencia es el periodo en el que se producen los cambios más profundos y complejos, tanto físicos como psicológicos. Aunque la transformación física es más rápida y más evidente que la transformación psicológica, esta es sin duda la más difícil de comprender e interpretar.
El periodo de la adolescencia suele considerarse cerrado cuando el individuo consigue integrar modelos de comportamiento relativamente estables o coherentes para sí mismo y el mundo exterior. Se considera que la madurez física definitiva está asociada al inicio de cierta estabilidad psicológica. Pero no siempre es así. Procesos de crecimiento físico rápido pueden coexistir con un desarrollo psicológico más lento, lo cual no hace sino acentuar los conflictos que estos bruscos cambios generan por sí mismos. El desarrollo no sigue un ritmo igual en todas las personas, y podemos encontrar, en un grupo de jóvenes de la misma edad, individuos precoces y otros que lo son menos. Los dos extremos pueden ser fuente de problemas: el individuo precoz puede hallarse psicológicamente aislado sin poderse relacionar ni con los de su edad ni con los mayores. Por su parte, el individuo más «niño» que la media (para su edad) podrá tener dificultades para afrontar las exigencias de la vida.
Lo idóneo sería adaptar las experiencias sociales del niño a su nivel de madurez, pero ello no siempre es realizable. En ausencia de instrumentos específicos para medir la madurez del niño, conviene tener en cuenta la historia de su desarrollo: no sólo la reacción a una sola jornada o situación particularmente estresante, sino una evaluación extendida a otros momentos y en otras situaciones; no un juicio estático, sino la descripción de una persona que vive y evoluciona rápidamente, y cuyo potencial positivo puede, por lo tanto, ser aún muy elevado.
Las fases del desarrollo de la infancia a la adolescencia
El desarrollo psíquico es un proceso biológico que se caracteriza por la progresión y la regularidad con diversos ritmos posibles.
• Primera fase: del nacimiento a un año.
El niño necesita protección, así como satisfacer sus necesidades estableciendo una relación de confianza y amor con la madre y, un poco más tarde, con el padre.
• Segunda fase: segundo y tercer año.
El niño aprende a individualizarse y controlarse. También es capaz de pequeñas renuncias. Las experiencias fundamentales pasan por el aparato anal y genital.
• Tercera fase: del tercer al sexto año.
El niño pregunta «por qué», explora el mundo que le rodea. Atención: el sentimiento de culpabilidad no se manifiesta antes de los seis años, por lo que es inútil estimular al niño pequeño o presionarle para obtener cierto comportamiento.
• Cuarta fase: del sexto al décimo año.
Es lo que Freud denomina el «periodo de latencia». El niño se orienta hacia experiencias de tipo social.
• Quinta fase: del décimo al decimosexto año.
Se producen bruscas modificaciones biológicas y fisiológicas, acompañadas de una manifestación de los caracteres sexuales: los factores ambientales y socioculturales adquieren un valor muy grande y están constantemente presentes.
Preadolescencia y adolescencia
La preadolescencia marca el periodo intermedio entre la infancia y la adolescencia, y transcurre entre el décimo y el decimotercer año. Se trata de un periodo caracterizado por un gran dominio del pensamiento concreto y que marca asimismo el punto de partida del desarrollo del pensamiento abstracto. Más adelante, entre los doce y dieciséis años se conformará el pensamiento abstracto y el pensamiento lógico-formal.
En el primer periodo se observa:
• un interés, general o específico, por el mundo de las cosas;
• una idea del mundo que pasa por una visión más unificada de las cosas;
• una apreciación y una diferenciación de los intereses, ya sean de orden intelectual o dirigidos hacia los demás;
• el enriquecimiento de los conceptos de espacio y tiempo, que se vuelven más elaborados;
• el desarrollo de ciertas capacidades lógicas, entre ellas el concepto de relatividad de la cualidad, la noción de azar y un enriquecimiento del proceso inductivo-deductivo.
El segundo periodo se caracteriza por:
• el desarrollo de la inteligencia práctica y del sentido motor (percepción y coordinación de los propios movimientos);
• el desarrollo de la inteligencia teórica como absorción de la forma hipotético-deductiva, lo cual presupone, entre otras cosas, el declive del realismo y cierta disponibilidad o permeabilidad intelectual frente a lo abstracto;
• la capacidad de síntesis y, al tiempo, una atención especial hacia el pensamiento creador;
• la interferencia de los planos afectivo y cognitivo;
• el interés pronunciado hacia el otro sexo.
¿Cómo se constituye la personalidad?
Para saber cómo se construye la personalidad conviene recordar los trabajos psicoanalíticos de Freud, en particular los sistemas mentales que establece según sus funciones:
• el «ello»: es la base de los instintos y necesidades fundamentales;
• el «yo»: es el conjunto de las funciones vinculadas a la relación del ser con su entorno. Es lo que denominamos «personalidad»;
• el «super-yo»: son todos los preceptos morales y aspiraciones ideales, la educación dada por la familia, la sociedad, la religión y la escuela.
La censura ejercida por el super-yo sobre el ello lleva a la inhibición de «contenidos», que pasan a ser entonces del dominio del subconsciente, sin perder por ello su carga emotiva.
En la primera infancia, cuando aún no se ha constituido el sistema de las funciones psíquicas nacidas de la relación entre el individuo y
