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Creer para jóvenes: Viviendo la historia de la Biblia para ser como Jesús
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Creer para jóvenes: Viviendo la historia de la Biblia para ser como Jesús
Libro electrónico501 páginas7 horas

Creer para jóvenes: Viviendo la historia de la Biblia para ser como Jesús

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La edición de Creer para jóvenes: Ahora que te hemos presentado La Historia, te queremos familiarizar con las grandes claves de la teología sistemática de una forma que te sea clara y accesible. ¿Cómo se piensa, se actúa y se es semejante a Jesús? Este programa de discipulado para toda la iglesia te lleva en un viaje para llegar a ser más como Jesús en tus creencias, acciones y carácter.Esta experiencia de treinta semanas tiene tres módulos de diez semanas cada uno: te va haciendo recorrer las diez creencias fundamentales de la fe cristiana, las diez prácticas básicas de un seguidor de Jesús y las diez virtudes principales que caracterizan a alguien que se parece cada vez más a Jesús.
IdiomaEspañol
EditorialZondervan
Fecha de lanzamiento2 jun 2015
ISBN9780829766394
Creer para jóvenes: Viviendo la historia de la Biblia para ser como Jesús
Autor

Randy Frazee

Randy Frazee is a pastor at Westside Family Church in Kansas City. A frontrunner and innovator in spiritual formation and biblical community, Randy is the architect of The Story and Believe church engagement campaign. He is also the author of The Heart of the Story; Think, Act, Be Like Jesus; What Happens After You Die; His Mighty Strength; The Connecting Church 2.0; and The Christian Life Profile Assessment. He has been married to his high school sweetheart, Rozanne, for more than forty years. They have four children and two grandchildren, with more on the way! To learn more about his work and ministry go to randyfrazee.com.

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    Creer para jóvenes - Randy Frazee

    Prefacio

    Desde 1933 hasta 1945, bajo el liderazgo de Adolfo Hitler, la Alemania nazi perpetró un horrible acto de genocidio contra los judíos de Europa. Ellos buscaban exterminar por completo a los judíos de la faz de la tierra. En 1945, cuando el régimen de Hitler fue finalmente derrotado, seis millones de los estimados nueve millones de judíos vivos en esa época habían sido asesinados. Los historiadores señalan que solo un pequeño porcentaje de la población participó en este holocausto, mientras que únicamente otro pequeño porcentaje trató de hacer algo para detenerlo y la mayoría no hizo nada.

    Entre los pocos que intentaron detener esta catástrofe se encontraba un grupo de estudiantes cristianos de Holanda. Ellos formaron un «ejército de la resistencia» y se asociaron con Corrie ten Boom (quien más tarde escribiera El lugar secreto) y otras personas a fin de mantener a los judíos ocultos del Tercer Reich. De 1940 a 1945 fueron responsables de salvar las vidas de ochocientos judíos. Muchos miembros de este movimiento liderado por estudiantes perdieron su vida intentando salvar a otros.

    Un rabino que se escondía en la casa de la Srta. Ten Boom le preguntó al joven Hans Poley, miembro del ejército de adolescentes, qué lo había motivado a involucrarse incluso sabiendo que podía perder su vida al hacerlo. Él respondió: «Deseo seguir a mi Maestro, que murió por completos extraños e incluso por aquellos que lo odiaban. Él se paró en la brecha a fin de tomar la violencia sobre sí mismo». El rabino entonces dijo: «Tu religión en realidad significa mucho para ti, ¿cierto?». Hans habló con convicción: «En realidad, el verdadero cristianismo no es una religión, sino una revolución en contra del reino de la oscuridad».

    ¿Qué inspiró e impulsó a estos hombres y mujeres a participar en tal acto de sacrificio?

    En esencia, ellos CREYERON.

    Estos jóvenes simplemente, por fe, creyeron con todo su corazón las verdades que se enseñan en las Escrituras. Y esto los transformó de adentro hacia fuera. Sus acciones valerosas y llenas de amor con respecto al pueblo judío fueron meramente un derramamiento de lo que fluía de su interior.

    No es primera vez que Dios usa a los adolescentes para hacer prevalecer la justicia, extender misericordia y ofrecer gracia siempre que se muestren dispuestos. A través de las Escrituras podemos conocer las vidas de hombres y mujeres que simplemente le dijeron a Dios que sí. Ellos se resistieron ante el mal, pero no rechazaron a Dios

    • José — A la edad de diecisiete años, José recibió un sueño de parte de Dios con respecto al importante papel que desempeñaría en el gran plan divino. Al permitir que José llegara a ser el segundo hombre al mando de todo Egipto, Dios lo usó para salvar a Israel de la hambruna.

    • David — A la edad de dieciséis, David fue ungido para ser el próximo rey de Israel. Él gobernó al pueblo como un hombre conforme al corazón de Dios hasta el momento de su muerte.

    • Josías — A la edad de ocho años, Josías fue investido como rey de Judá durante una época muy oscura de la historia de Israel. Durante sus treinta y un años de reinado condujo al pueblo a través de una reforma piadosa.

    • Daniel — Cuando eran adolescentes, Daniel y tres amigos fueron deportados a Babilonia para servir como líderes en la nación de Babilonia, la cual siempre se estaba expandiendo. Contra todas las probabilidades, Daniel y sus amigos permanecieron fieles a Dios en una tierra pagana sin hacer ningún tipo de concesiones.

    • María — Siendo todavía un adolescente, Dios escogió a María para que llevara a Jesús en su vientre y lo criara de modo que pudiera cumplir la misión que tenía por delante.

    • Timoteo — El aposto Pablo colocó sus manos sobre un joven llamado Timoteo y oró por él a fin de que se le uniera en la tarea de pastorear las principales iglesias que se habían establecido en el siglo primero.

    ¿Cuáles son las verdades esenciales que estos seguidores creían y cambiaron sus vidas de forma tan radical para bien? Ese es el contenido del libro que sostienes en tus manos.

    Los primeros diez capítulos de Creer: Edición para jóvenes explican las creencias esenciales de la vida cristiana. Juntos, responden la pregunta: «¿Qué creo?».

    Los siguientes diez capítulos consideran las prácticas esenciales de la vida cristiana. Juntos, responden la pregunta: «¿Qué debería hacer?».

    Los últimos diez capítulos contienen las virtudes esenciales de la vida cristiana. Juntos, responden la pregunta: «¿Quién estoy llegando a ser?».

    Mientras le das vuelta a la página para comenzar, recuerda que creer es una palabra que implica acción. Dios está personalmente observándote mientras te embarcas en esta jornada. Él no desea que solo creas estas verdades en tu mente, sino quiere que creas con todo el corazón en su Palabra como el sistema operativo para tu vida. Él anhela que tu vida cambie para bien ahora y siempre. Desea que te unas a su revolución para apoyar y promover lo que es bueno y correcto. Dios quiere poner algo «extra» en tu existencia «ordinaria» a fin de que puedas vivir una vida «extraordinaria» en Cristo. Él quiere hacer a través de ti lo mismo que hizo de forma tan radical mediante las vidas de los jóvenes en el pasado, tan solo si tú también CREES.

    Es mi oración que puedas reconocer en tu corazón que Dios te conoce por nombre y te ama profundamente… siempre lo ha hecho y siempre lo hará. Que él te dé la fe para creer con todo tu corazón, de modo que tu vida entera (palabras, pensamientos, acciones y relaciones) sea poderosamente afectada. Y que cuando acabes de leer la última página de este libro, puedas gritarle al mundo: «¡Creo!».

    Randy Frazee

    Editor general

    Introducción

    Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia.

    2 Timoteo 3.16

    Secciones del libro

    Mientras viajas a través de Creer: Edición para jóvenes, leerás tres secciones de diez capítulos cada una:

    PENSAR. Los diez primeros capítulos de Creer detallan las Creencias esenciales de la vida cristiana. En conjunto, responden a la pregunta: «¿Qué creo?».

    ACTUAR. Los siguientes diez capítulos hablan de las Prácticas esenciales de la vida cristiana. En conjunto, responden a la pregunta: «¿Qué debería hacer?».

    SER. Los diez capítulos finales contienen las Virtudes esenciales de la vida cristiana. En conjunto, responden a la pregunta: «¿Quién estoy llegando a ser?».

    Escrituras

    Creer: Edición para jóvenes incluye las palabras reales inspiradas por Dios que encontramos en la Biblia. No se trata de las palabras de una persona o una denominación sobre estos temas tan importantes y transformadores. Solo el texto de la Biblia constituye la fuente de nuestra enseñanza con respecto a cada una de estas verdades. Creer: Edición para jóvenes contiene pasajes de las Escrituras que fueron seleccionados con toda consideración y cuidado, porque hablan directamente sobre la determinada creencia, práctica o virtud destacada en cada capítulo. Leerás una historia del Antiguo Testamento, una historia del Nuevo Testamento y varios versículos de apoyo tomados de toda la Biblia. Los textos bíblicos usados en Creer se han tomado de la Nueva Versión Internacional (NVI).

    Estructura de los capítulos

    Cada capítulo contiene varios elementos para guiarte en tu jornada a través de Creer: Edición para jóvenes.

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    Páginas finales

    Al final de libro, el epílogo te da una idea del impacto global que ha tenido esta historia en el mundo. También encontrarás un Índice de citas bíblicas, el cual lista todas las referencias de las Escrituras que aparecen en el libro.

    Creer constituye una campaña completamente comprometida con la Biblia, la cual cuenta con recursos que toda la iglesia, una escuela o un grupo pueden experimentar juntos. A fin de saber más sobre Creer visita www.creerlahistoria.com.

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    ¿Qué creo?

    El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca.

    —Lucas 6.45

    Lo que creamos en nuestro corazón definirá en qué nos convertiremos. Dios quiere que llegues a ser como Jesús. Para eso te creó. Esa es la manera de vivir más veraz y poderosa. El viaje para llegar a ser como Jesús comienza con pensar como Jesús.

    Los siguientes diez capítulos te presentarán las creencias clave de la vida cristiana. Jesús no solo enseñó estas creencias, sino que también las ejemplificó cuando caminó por esta tierra. Debido a que vivimos a partir del corazón, adoptar estas verdades clave tanto en nuestra mente como en nuestro corazón es el primer paso para llegar a ser verdaderamente semejantes a Jesús.

    Cada uno de los siguientes capítulos contiene versículos de las Escrituras enfocados en una creencia particular. Estás a punto de descubrir lo que Dios quiere que sepas y creas acerca de estos importantes temas. Aventúrate en cada capítulo con la pasión de aprender y entender. Después pregúntate en oración: «¿Qué es lo que yo creo?».

    Adoptar plenamente estas fantásticas verdades en tu corazón quizá no sea algo que se produzca al final de la lectura de cada capítulo. Si eres sincero, tal vez te lleve más tiempo, pero no te preocupes. La vida cristiana es un viaje. No hay atajos. A medida que cada uno de los conceptos clave se afiance en tu corazón, con la increíble ayuda de la presencia de Dios en tu vida, cambiarás para bien.

    Cuando comienzas a pensar como Jesús, estás en buen camino para llegar a ser como él.

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    CAPÍTULO

    1

    Dios

    PREGUNTA CLAVE

    ¿Quién es Dios?

    IDEA CLAVE

    Creo que el Dios de la Biblia es el único Dios verdadero: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

    VERSÍCULO CLAVE

    Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.

    —2 Corintios 13.14

    NUESTRO MAPA

    La creencia en Dios constituye el mismísimo fundamento de la fe cristiana. El cristianismo es el único sistema de creencias espirituales que emana de un Dios Creador que no tuvo principio, interactúa con su creación como una entidad plural, y muestra preeminencia sobre todos los otros dioses y seres.

    En este capítulo leeremos pasajes de las Escrituras que describen cómo podemos conocer acerca de Dios, todos los aspectos de su esencia y lo que estos significan para nosotros:

    • Dios se revela a sí mismo.

    • El único Dios verdadero.

    • Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

    • La Trinidad en nuestras vidas.

    DIOS SE REVELA A SÍ MISMO

    Todo comienza con Dios. La Biblia nunca trata de defender la existencia de Dios. Se asume. Dios se ha revelado a sí mismo de forma tan poderosa mediante su creación, tanto a nivel macro como micro, que finalmente nadie tendrá excusa para no depositar su confianza en él.

    images/img-18-1.jpg Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra.

    GÉNESIS 1.1 images/img-18-1.jpg

    Los cielos cuentan la gloria de Dios,

    el firmamento proclama la obra de sus manos.

    Un día comparte al otro la noticia,

    una noche a la otra se lo hace saber.

    Sin palabras, sin lenguaje,

    sin una voz perceptible,

    por toda la tierra resuena su eco,

    ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo!

    SALMOS 19.1–4

    Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa.

    ROMANOS 1.20

    ¿De qué maneras ves reflejadas en la naturaleza las cualidades invisibles de Dios? En otras palabras, ¿qué nos dice la creación sobre nuestro Creador?

    EL ÚNICO DIOS VERDADERO

    Desde el principio hasta el fin, la Biblia revela que hay solamente un Dios verdadero. Sin embargo, ¿quién es él? El libro de Deuteronomio da una mirada hacia atrás luego de que Moisés hubiera sacado a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Durante ese tiempo, Dios se había revelado como el único Dios verdadero y todopoderoso al faraón mediante las diez plagas. Ahora había crecido una nueva generación en el desierto y estaba lista para heredar la tierra que Dios le había prometido a Abraham. Moisés le ofreció a la segunda generación una serie de discursos de despedida para recordarles que escogieran, adoraran y siguieran al único Dios verdadero: el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Si lo hacían, todo les iría bien.

    «Éstos son los mandamientos, preceptos y normas que el SEÑOR tu Dios mandó que yo te enseñara, para que los pongas en práctica en la tierra de la que vas a tomar posesión, para que durante toda tu vida tú y tus hijos y tus nietos honren al SEÑOR tu Dios cumpliendo todos los preceptos y mandamientos que te doy, y para que disfrutes de larga vida. Escucha, Israel, y esfuérzate en obedecer. Así te irá bien y serás un pueblo muy numeroso en la tierra donde abundan la leche y la miel, tal como te lo prometió el SEÑOR, el Dios de tus antepasados.

    »Escucha, Israel: El SEÑOR nuestro Dios es el único SEÑOR. Ama al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades.»

    DEUTERONOMIO 6.1–9

    ¿Cuáles son algunos de los requerimientos que Dios le hace a su pueblo? ¿Con respecto a cuál de estos requerimientos piensas que a Dios le gustaría que hicieras progresos?

    Tras la muerte de Moisés, Josué se convirtió en el siguiente gran líder de los israelitas. Se le encomendó guiar al pueblo hasta la tierra prometida. Dios estaba con ellos y luchó a su favor cuando comenzaron a conquistar la tierra. Bajo el liderazgo de Josué, los israelitas se mantuvieron firmes en su búsqueda de Dios. Antes de que Josué muriera, reunió a todo el pueblo y le encomendó el firme desafío de escoger por ellos mismos servir al Señor, el único Dios verdadero.

    Josué se dirigió a todo el pueblo, y le exhortó:

    —Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: "Hace mucho tiempo, sus antepasados, Téraj y sus hijos Abraham y Najor, vivían al otro lado del río Éufrates, y adoraban a otros dioses.

    JOSUÉ 24.2

    «Tiempo después, envié a Moisés y Aarón, y herí con plagas a Egipto hasta que los saqué a ustedes de allí. Cuando saqué de ese país a sus antepasados, ustedes llegaron al Mar Rojo y los egipcios los persiguieron con sus carros de guerra y su caballería. Sus antepasados clamaron al SEÑOR, y él interpuso oscuridad entre ellos y los egipcios. El SEÑOR hizo que el mar cayera sobre éstos y los cubriera. Ustedes fueron testigos de lo que les hice a los egipcios. Después de esto, sus antepasados vivieron en el desierto durante mucho tiempo. A ustedes los traje a la tierra de los amorreos, los que vivían al este del río Jordán. Cuando ellos les hicieron la guerra, yo los entregué en sus manos; ustedes fueron testigos de cómo los destruí para que ustedes poseyeran su tierra. Y cuando Balac, hijo de Zipor y rey de Moab, se dispuso a presentarles combate, él envió al profeta Balán hijo de Beor para que los maldijera. Pero yo no quise escuchar a Balán, por lo cual él los bendijo una y otra vez, y así los salvé a ustedes de su poder. Finalmente, cruzaron el río Jordán y llegaron a Jericó, cuyos habitantes pelearon contra ustedes. Lo mismo hicieron los amorreos, ferezeos, cananeos, hititas, gergeseos, heveos y jebuseos. Pero yo los entregué en sus manos. No fueron ustedes quienes, con sus espadas y arcos, derrotaron a los dos reyes amorreos; fui yo quien por causa de ustedes envié tábanos, para que expulsaran de la tierra a sus enemigos. A ustedes les entregué una tierra que no trabajaron y ciudades que no construyeron. Vivieron en ellas y se alimentaron de viñedos y olivares que no plantaron.

    »Por lo tanto, ahora ustedes entréguense al SEÑOR y sírvanle fielmente. Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraron al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y sirvan sólo al SEÑOR».

    JOSUÉ 24.6–14

    Por desdicha, los israelitas no cumplieron su promesa de seguir al único Dios. En cambio, siguieron el mal ejemplo de sus reyes. El rey Acab fue particularmente malvado, introduciendo en Israel la adoración al dios pagano Baal. No obstante, el Señor demostró mediante el profeta Elías que él, no Baal ni ningún otro «dios», es el único Dios verdadero.

    Elías se presentó ante el pueblo y dijo:

    —¿Hasta cuándo van a seguir indecisos? Si el Dios verdadero es el SEÑOR, deben seguirlo; pero si es Baal, síganlo a él.

    El pueblo no dijo una sola palabra. Entonces Elías añadió:

    —Yo soy el único que ha quedado de los profetas del SEÑOR; en cambio, Baal cuenta con cuatrocientos cincuenta profetas. Tráigannos dos bueyes. Que escojan ellos uno, y lo descuarticen y pongan los pedazos sobre la leña, pero sin prenderle fuego. Yo prepararé el otro buey y lo pondré sobre la leña, pero tampoco le prenderé fuego. Entonces invocarán ellos el nombre de su dios, y yo invocaré el nombre del SEÑOR. ¡El que responda con fuego, ése es el Dios verdadero!

    Y todo el pueblo estuvo de acuerdo.

    Entonces Elías les dijo a los profetas de Baal:

    —Ya que ustedes son tantos, escojan uno de los bueyes y prepárenlo primero. Invoquen luego el nombre de su dios, pero no prendan fuego.

    Los profetas de Baal tomaron el buey que les dieron y lo prepararon, e invocaron el nombre de su dios desde la mañana hasta el mediodía.

    —¡Baal, respóndenos! —gritaban, mientras daban brincos alrededor del altar que habían hecho.

    Pero no se escuchó nada, pues nadie respondió. Al mediodía Elías comenzó a burlarse de ellos:

    —¡Griten más fuerte! —les decía—. Seguro que es un dios, pero tal vez esté meditando, o esté ocupado o de viaje. ¡A lo mejor se ha quedado dormido y hay que despertarlo!

    Comenzaron entonces a gritar más fuerte y, como era su costumbre, se cortaron con cuchillos y dagas hasta quedar bañados en sangre. Pasó el mediodía, y siguieron con su espantosa algarabía hasta la hora del sacrificio vespertino. Pero no se escuchó nada, pues nadie respondió ni prestó atención.

    Entonces Elías le dijo a todo el pueblo:

    —¡Acérquense!

    Así lo hicieron. Como el altar del SEÑOR estaba en ruinas, Elías lo reparó. Luego recogió doce piedras, una por cada tribu descendiente de Jacob, a quien el SEÑOR le había puesto por nombre Israel. Con las piedras construyó un altar en honor del SEÑOR, y alrededor cavó una zanja en que cabían quince litros de cereal. Colocó la leña, descuartizó el buey, puso los pedazos sobre la leña y dijo:

    —Llenen de agua cuatro cántaros, y vacíenlos sobre el holocausto y la leña.

    Luego dijo:

    —Vuelvan a hacerlo.

    Y así lo hicieron.

    —¡Háganlo una vez más! —les ordenó.

    Y por tercera vez vaciaron los cántaros. El agua corría alrededor del altar hasta llenar la zanja.

    A la hora del sacrificio vespertino, el profeta Elías dio un paso adelante y oró así: «SEÑOR, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que todos sepan hoy que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo y he hecho todo esto en obediencia a tu palabra. ¡Respóndeme, SEÑOR, respóndeme, para que esta gente reconozca que tú, SEÑOR, eres Dios, y que estás convirtiendo a ti su corazón!»

    En ese momento cayó el fuego del SEÑOR y quemó el holocausto, la leña, las piedras y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja.

    Cuando todo el pueblo vio esto, se postró y exclamó: «¡El SEÑOR es Dios! ¡El SEÑOR es Dios!»

    1 REYES 18.21–39

    ¿Por qué Dios tiene que probar una y otra vez que él es el único Dios verdadero? ¿Las personas tienen hoy el mismo problema al creer las pruebas que ven de la existencia de Dios?

    DIOS EN TRES PERSONAS: PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO

    A lo largo de todo el Antiguo Testamento, la gente recibió una invitación a adorar al único Dios verdadero, sin embargo, ¿qué sabemos acerca de este asombroso Dios, este Dios lleno de milagros y maravillas creativas? Los cristianos creen que Dios es tres personas, una «Trinidad». Aunque la palabra «Trinidad» no se encuentra en la Biblia, en el comienzo mismo de la historia de Dios, la historia de la creación, vemos indicaciones de que Dios es un ser plural. Génesis 1.26 dice: «Entonces Dios dijo: Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros». Dios constituye en sí mismo una pequeña comunidad.

    La historia de la creación nos narra que fuimos creados a imagen de Dios. Cuando él hizo al primer ser humano, Adán, quería que experimentara la comunidad y la relación que ha existido eternamente dentro de la Trinidad. Es por eso que hizo a Eva. Nota que Adán y Eva no son dos seres separados. Eva salió de Adán, y se convirtieron en dos personas distintas que comparten un solo ser, así como Dios. Dios es tres personas distintas que comparten un solo ser.

    Dios el SEÑOR tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara, y le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás.»

    Luego Dios el SEÑOR dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» Entonces Dios el SEÑOR formó de la tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al hombre para ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres vivos, y con ese nombre se les conoce. Así el hombre fue poniéndoles nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda adecuada para el hombre.

    Entonces Dios el SEÑOR hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras éste dormía, le sacó una costilla y le cerró la herida. De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el SEÑOR hizo una mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó:

    «Ésta sí es hueso de mis huesos

    y carne de mi carne.

    Se llamará mujer

    porque del hombre fue sacada.»

    Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.

    GÉNESIS 2.15–24

    Al recordar Génesis 1.26: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza», Dios se evidencia claramente como un ser plural desde el mismo comienzo de la Biblia. Entonces, ¿cuáles son las identidades de estas personas individuales de Dios, y cómo constituyen un solo ser? Al acudir a las palabras de apertura del Evangelio de Juan, la respuesta se aclara cada vez más.

    En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla.

    JUAN 1.1–5

    El «Verbo» aquí describe a Jesús, porque él es la manera en que Dios se comunica con nosotros. Juan hace referencia a él como «Dios», como divino. Juan también afirma que Jesús se hallaba ahí en el principio. Jesús era Dios, y al mismo tiempo estaba con Dios. Jesús, el Verbo divino, participó con Dios para crear todo lo que vemos y todo lo que aún tenemos que ver.

    ¿Quién era la otra persona? La segunda frase de la Biblia nos dice que el Espíritu Santo también estaba presente en la creación: «La tierra no tenía forma y estaba vacía, y la oscuridad cubría las aguas profundas; y el Espíritu de Dios se movía en el aire sobre la superficie de las aguas» (Génesis 1.2). Así que Jesús y el Espíritu estuvieron presentes en la creación del mundo, estas dos personas son Dios. ¿Es así? ¿Quién más compone la Persona de Dios? Avancemos hasta el bautismo de Jesús a la edad de 30 años para descubrir la respuesta. Mientras lees este relato, considera las apariciones de las tres personas de la Trinidad.

    images/img-18-1.jpg La gente estaba a la expectativa, y todos se preguntaban si acaso Juan sería el Cristo.

    —Yo los bautizo a ustedes con agua —les respondió Juan a todos—. Pero está por llegar uno más poderoso que yo, a quien ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Tiene el rastrillo en la mano para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; la paja, en cambio, la quemará con fuego que nunca se apagará.

    Y con muchas otras palabras exhortaba Juan a la gente y le anunciaba las buenas nuevas.

    LUCAS 3.15–18

    Un día en que todos acudían a Juan para que los bautizara, Jesús fue bautizado también. Y mientras oraba, se abrió el cielo, y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo.»

    LUCAS 3.21–22 images/img-18-1.jpg

    Tres personas distintas se revelan plenamente en las Escrituras para conformar la identidad del único Dios verdadero: el Padre, el Hijo Jesús y el Espíritu. Y los tres estuvieron involucrados en el bautismo de Jesús: el Padre habló, el Hijo fue bautizado y el Espíritu Santo descendió sobre el Hijo. A lo largo de los siglos, los seguidores de Jesús han llegado a denominar al único Dios verdadero la «Trinidad»: tres personas que comparten un ser. Aunque este concepto es muy difícil de entender en su totalidad, no resulta irrelevante para nuestras vidas.

    ¿De qué maneras has experimentado a Dios como Padre? ¿Y como Jesús el Hijo? ¿Y como el Espíritu Santo?

    LA TRINIDAD EN NUESTRA VIDA

    En resumen, he aquí cómo funciona el Dios trino: como Dios el Padre nos ama tanto, envió al Hijo para vivir y morir por nuestros pecados. Ahora Dios el Espíritu Santo vive en los corazones de todos aquellos que creen en la muerte y resurrección de Jesús. ¡Esa es una buena noticia!

    Hay muchas personas en la Biblia que dedicaron sus vidas a contarles a otros acerca de la buena noticia de Jesús. El apóstol Pablo fue una de esas personas. Viajó por el mundo hablándole de Dios a todo tipo de persona. Cuando visitó Grecia, notó que la gente intelectual que vivía allí había creado altares a muchos dioses, incluyendo uno dedicado «a un Dios desconocido» en caso de que se hubieran saltado alguno y por lo tanto lo hubieran ofendido a él o ella. Pablo se reunió con el consejo de ancianos, llamado el Areópago, y declaró la identidad de este Dios como siendo aquel que creó todo en el principio (ver Génesis 1–2) y que ahora se había revelado en la segunda persona de la Trinidad, Jesucristo. Sus palabras a los atenienses se aplican a todos aquellos que creen: Dios está en todas partes y no hay nada en este mundo que sus manos no hayan tocado. La Trinidad se halla entretejida en cada aspecto de nuestra vida.

    Mientras Pablo los esperaba [a Silas y Timoteo] en Atenas, le dolió en el alma ver que la ciudad estaba llena de ídolos. Así que discutía en la sinagoga con los judíos y con los griegos que adoraban a Dios, y a diario hablaba en la plaza con los que se encontraban por allí. Algunos filósofos epicúreos y estoicos entablaron conversación con él. Unos decían: «¿Qué querrá decir este charlatán?» Otros comentaban: «Parece que es predicador de dioses extranjeros.» Decían esto porque Pablo les anunciaba las buenas nuevas de Jesús y de la resurrección. Entonces se lo llevaron a una reunión del Areópago.

    —¿Se puede saber qué nueva enseñanza es esta que usted presenta? —le preguntaron—. Porque nos viene usted con ideas que nos suenan extrañas, y queremos saber qué significan.

    Es que todos los atenienses y los extranjeros que vivían allí se pasaban el tiempo sin hacer otra cosa más que escuchar y comentar las últimas novedades.

    Pablo se puso en medio del Areópago y tomó la palabra:

    —¡Ciudadanos atenienses! Observo que ustedes son sumamente religiosos en todo lo que hacen. Al pasar y fijarme en sus lugares sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: A UN DIOS DESCONOCIDO. Pues bien, eso que ustedes adoran como algo desconocido es lo que yo les anuncio.

    »El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por hombres, ni se deja servir por manos humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas. De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios. Esto lo hizo Dios para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros, puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos. Como algunos de sus propios poetas griegos han dicho: De él somos descendientes.

    »Por tanto, siendo descendientes de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea como el oro, la plata o la piedra: escultura hecha como resultado del ingenio y de la destreza del ser humano. Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan. Él ha fijado un día en que juzgará al mundo con justicia, por medio del hombre que ha designado. De ello ha dado pruebas a todos al levantarlo de entre los muertos.

    Cuando oyeron de la resurrección, unos se burlaron; pero otros le dijeron:

    —Queremos que usted nos hable en otra ocasión sobre este tema.

    En ese momento Pablo salió de la reunión. Algunas personas se unieron a Pablo y creyeron. Entre ellos estaba Dionisio, miembro del Areópago, también una mujer llamada Dámaris, y otros más.

    HECHOS 17.16–34

    ¿Qué piensas que significa la frase que Pablo citó: «Puesto

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