El dispersario a Chandra

Por José Tlatelpas

Poemas de José Tlatelpas, con epígrafes proporcionados por Elías Nandino, prólogo de Enrique González Rojo Arthur y portada de José Hernández Delgadillo. El Dispersario a Chandra (1987) es una obra poética de gran interés, ya que además de aportar elementos creativo y fotografías literarias de los jóvenes atemporales de 1967 a 1987, de sus luchas y diversiones, también aprovecha los versos para hacer críticas a la preceptiva literaria y a las corrientes de literatura institucionales. Porque la literatura también se ha oficializado e institucionalizado, a pesar de los lectores y la cultura de nuestros países hispanohablantes. Por ese motivo este irreverente poemario de Tlatelpas nos arroja una imagen fresca de nosotros mismos y del papel o significado de la literatura, lo popular y nuestra cultura. La mayoría de los textos fueron escritos en las instalaciones del Colegio de Ciencias y Humanidades plantel Sur, más conocido como el célebre CCH Sur y las inmediaciones del volcán del Ajusco, en la ciudad de México. A partir de ahí se desarrollan estos poemas de amor que reúnen elementos disímbolos de nuestra cultura contemporánea, efluvios de una visión muy común de la cultura juvenil de aquellos años (y de los presentes, como si jamás hubiera transcurrido el tiempo) y una aportación de una parte de nuestra cultura popular que rara vez se ve en los libros de muchos escritores contemporáneos.

• Idioma: Español
• Editorial: Neoclassic ePress
• Fecha de lanzamiento: 26 jun 2015

Vista previa del libro

El dispersario a Chandra

Por JoséTlatelpas

Epígrafes de Elías Nandino

Introducción por Enrique González Rojo Arthur

Neoclassic ePress, LGPolar Publishing Society

Vancouver - México 2015

(c) El dispersario a Chandra

Poemas por José Tlatelpas

Introducción por Enrique González Rojo Arthur

Epígrafes proporcionados por Elías Nandino

(R) Neoclassic ePress, LGPolar Publishing Society, Fundación Subete AC, José Tlatelpas

Smashwords edition

Vancouver - México 2012

ISBN:

970-639-020-0

978-970-639-020-2

A Kyoko Matsumoto, por su inagotable luz

A Paola Luna, por nuestro viaje nocturno

A Gabino Hernández, por su milpa de futuro

Tlatelpas y una nueva sintonía poética

Enrique González Rojo Arthur

Hay dos generaciones poéticas en México que tienen ciertas analogías y muchas diferencias: me refiero a la espiga amotinada y a maíz rebelde. La similitud entre los dos grupos queda plasmada de manera elocuente en la designación con que fue bautizada cada una. Las dos corrientes vuelven los ojos al campo, a la producción, a la simiente. La espiga en un caso y el maíz en el otro simbolizan la preocupación con que poetas fundamentalmente urbanos, pertenecientes a generaciones distintas, sienten por el agro de nuestro país. Pero no es una mirada idílica al campo –a la manera del padre Montes de Oca o de Joaquín Arcadio Pagaza-, sino en ambos casos es una visión que entraña la percepción del descontento, la denuncia y la insurrección de los condenados de la tierra y la solidaridad de los portaliras con ellos y con la lucha anticapitalista en general. De ahí que en un caso se hable de motín y en el otro de rebeldía. Esta analogía es acompañada, sin embargo, por diferencias insoslayables y dignas de tenerse en cuenta. La espiga amotinada es una generación más académica, más intelectual, y, a pesar de sus propósitos de apertura social y sus declaraciones al respecto, más ensimismada en el esteticismo y en la inocultable influencia de Octavio Paz. Maíz rebelde agrupa a un puñado de poetas que no ven la lucha social desde la galería, sino que van con todo y musa al campo de batalla y no tienen pelos en la lengua. Sin olvidar la práctica estrictamente poética, conforman una generación más plebeya y combativa.

José Tlatelpas, uno de los fundadores de este movimiento, es lo que me gustaría llamar un poeta doblemente subversivo. Hay poetas, en efecto, que pretenden coadyuvar al cambio social, pero que lo hacen dentro de los moldes artísticos de lo tradicional, y hay los que, sin establecer estrictamente un compromiso con la lucha, pugnan por renovar la expresión poética. Tlatelpas intenta llevar a cabo ambos propósitos.

Inspirado en el apotegma la realidad más viva está más allá de la sintaxis, el poeta, en la primera parte de su texto, escribe, podría decirse, deliberadamente, con faltas de ortografía.

Reproduzco este párrafo:

(...comoque lo queaquí eskribo no tiene estrrruktura, orrrden, eskeleto... y esto, si somos rigurosos y grave gente de gran oficio, nos plantea el siguiente trilema: ¿La prosa poética debe, como el monumental elefante o el bien elaborado