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No perdamos la gracia de la hermosa vida eterna
No perdamos la gracia de la hermosa vida eterna
No perdamos la gracia de la hermosa vida eterna
Libro electrónico83 páginas1 hora

No perdamos la gracia de la hermosa vida eterna

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Información de este libro electrónico

Conjunto de reflexiones sobre la importancia de la salvación en la vida cristiana

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 ene 2015
ISBN9781311739896
No perdamos la gracia de la hermosa vida eterna
Autor

Carlos Vargas Vidal, Sr

Carlos Vargas Vidal es un apasionado por la filosofía y las letras. Fue Presidente de la Academia Literaria del Colegio de La Salle. Ha escrito para varios diarios hispanos simultáneamente. Es católico devoto, legionario de María. Catequista graduado. Fue misionero de la familia y la educación. Y ha hecho estudios serios y profundos sobre Teología Dogmática, Moral y Sistemática. Doctrina Teológica y Filosófica de Dios e Historia Primitiva de la Iglesia. Es autor del libro: “No perdamos el don de la hermosa vida eterna” distribuido por la editorial alemana More Books. Puede contactarle por:Facebook: https://www.facebook.com/vargasvidalCorreo electrónico: vargasvidal@yahoo.com

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    No perdamos la gracia de la hermosa vida eterna - Carlos Vargas Vidal, Sr

    DEDICATORIA

    Sobre todo, y por encima de todo, dedico este humilde libro a mi Creador y Señor. Uno solo. Dios. Y una Santísima Trinidad. Y a ella doy gracias por todas las cosas buenas: Personas, animales y cosas que he conocido. Cada creatura de Dios tiene algo divino, dulce y bueno que nos habla del Génesis 1, 31. Pero no hemos sabido comprenderlo. Hemos sido nosotros los que de alguna forma u otra forma hemos cambiado sus designios y su voluntad. Hemos malogrado muchas veces lo bueno. Y muchas veces intencionadamente. Estamos perdiendo hasta la dignidad de ser hombres y mujeres creaturas de Dios.

    Tengo un especial afecto por el Niño Jesús. Y la Sagrada Familia. Y todo lo que gira en torno a ello. Y desde luego a mis propios familiares quienes han tenido que tratar conmigo, con esa raza algo especial de los poetas: ¡Frustrados o no!

    Por supuesto que conozco a muchísimas personas y trato siempre de ser amable con todos. Pero, desde luego, no se fingir y no puedo servir a dos señores a la misma vez. En pocas palabras, no se ser hipócrita.

    Quisiera poder mencionar a todas esas nuevas y buenas amistades que conocí por Twitter y hasta que no lo vuelva a tener trabajando bien como no podré volverlos a saludarlos debidamente. Sin embargo, los más que deseo es que triunfe el bien, tarde o temprano. En todos los aspectos, especialmente en Política, aquí, en Venezuela y alrededores. Hemos tenido suficiente gobernantes y funcionarios públicos que deberían estar justificando ya la validez de sus bienes personales. No sé si es que todavía no han oído hablar de Irak, Libia, Egipto y otros países de áfrica en donde la mayoría se cansó también de la injusticia social, el enriquecimiento ilícito y la demagogia política.

    Es lógico, pues, que dedique también este libro a quienes quieren servir de verdad a los humildes y de clase baja y media de este país que una vez fuera tan sencillo, alegre y campechano. Entre ellos y ellas se encuentra Lorena Castillo de Varela, esposa del actual candidato presidencial Juan Carlos Varela, Mireya Lasso, Raisa Banfield, José Isabel Blandón, Luis Eduardo Quirós, Jorge Rubén Rosas, Alcibíades Vásquez, Rosario Sarasqueta de Vargas, Melitón Arrocha, Guillermo Tejada y muchos más. Me hubiera gustado apoyar a otros u otras que considero personas correctas; pero necesito aún despejar las dudas sobre ese "dime con quién andas y te diré quién eres".

    Hubo un tiempo en que ese era el gran honor en Política. ¡Hacer el bien común! Tuvimos magníficos presidentes como don Ricardo J. Alfaro, cuya rectitud aún florece en estos días. La brillantez de don Eusebio A. Morales, la honorabilidad de don RobertoFrancisco Chiari, la destreza de don Ernesto de La Guardia, y la honestidad de don Belisario Porras, entre otros. Y políticos honestos y leales como mi padre Julio Ernesto Vargas y mi abuelo don Pedro Vidal. Ambos diputados a la Asamblea Nacional del país.

    Por supuesto que deseo que todos lean con mucho fervor, detenimiento y discernimiento el material de este libro y verán como la luz de Dios va despejando esas sombras de esos días oscuros y hará que nuestras vidas y nuestras acciones encuentren esa única paz y consuelo que completa nuestra felicidad eterna gracias a su amor por su Hijo, tan amado, y por el espíritu de ambos que nos quema el alma con la última y la mayor de las dulzuras.

    No somos perfectos pero podemos ser mejores, poco a poco. Día a día. ¡Más vale tarde que nunca!

    Bendiciones a todos…

    INTRODUCCION

    Uno de los tantos escritos buenos de opinión que me han encantado siempre es: «Entre la razón y la fe» de la muy apreciable dama, educadora y Ministra de Educación de mi país, Doris Rosas de Mata. Tiene más de 7 años pero parece que lo hubiese escrito hoy. ¡Así de bueno son los escritos de opinión! Especialmente cuando ilustran de verdad. Helo aquí: "…de tal modo, que estamos perdiendo la paz y el sosiego, tan necesarios para coexistir. Como si fuera poco todo lo que nos ocurre, a menudo aparecen en los diarios artículos de opinión que proclaman el nihilismo – no creer en nada – y que combaten todo lo que signifique valores espirituales y principios religiosos, con argumentos mediáticos y sofistas, contraponiendo la razón y la fe, como si fueran dos acciones excluyentes y, lo que es peor, menospreciando a los que profesamos una fe religiosa, como si fuéramos seres inferiores o de escasas capacidades.

    La razón es la facultad de discurrir para llegar a conclusiones. La fe es la primera de las virtudes teologales que nos lleva a creer en una propuesta religiosa (como virtud teologal, en la cristiana). Pero sucede que los que no tienen fe (respeto sus derechos) insisten en divulgar, en este presente desprovisto de principios, que solo debemos creer en lo que vemos o podemos comprobar por nosotros mismos y que el desarrollo de la ciencia avasalla toda concepción moral, ética o religiosa.

    Si fuera así, yo no podría creer, porque no los he visto, ni en el inconmensurable espacio exterior a nuestro planeta ni en los inmensos y misteriosos agujeros negros, aunque otros los hayan visto, aproximadamente. Tampoco yo creería en el universo de microorganismos, aún desconocido en su totalidad, donde pueden caber, en el ojo de una aguja, según autorizadas opiniones científicas, miles de millones de virus. Hago constar que creo en todas

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