Dios es real, señores. Por más que muchos quieran negarlo a través de pseudo-ciencia, a pesar de que muchos “creyentes” consideran que “su idea de Dios” no haría algo tan terrible como enviar una plaga mundial; y a pesar de la caída de la fe en general del creyente promedio.
A pesar de todas estas señales y prodigios ocurridos en estos últimos días, aún existen esas personas que siguen justificándose al respecto de su fe. Tenemos amigos y conocidos a los que les encanta hablar de Dios, les encanta poder pensar de los misterios de la Biblia, les encanta pensar en cómo sería Dios, sobre qué pasa con respecto a las oraciones que hacen, les encanta pensar en la espiritualidad; como esa famosa frase que toda chica popi (o fresa, en otros países) dicen: “soy super espiritual”... Si...son personas espirituales, y por causa de esa “espiritualidad”, justifican su estado espiritual y no se acercan con sinceridad a la Biblia, no se acercan con sinceridad a la Iglesia, no se acercan con sinceridad a un estudio objetivo de teología; en pocas palabras, no se acercan verdaderamente a Dios; sino que se conforman con su propia idea de Dios, pensando que eso los salvará.
En esta ocasión utilizaremos la misma Palabra de Dios para tumbar esos argumentos y tratar de convencer a esos seres queridos no creyentes que se consideran que están bien con Dios solamente por orar a veces, ir a la iglesia en Navidad o en Semana Santa, o por postear un verso esporádico de la Biblia en Instagram. Presentemos a nuestros seres queridos no creyentes que realmente quiere Dios de ellos.

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