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Yo espero ver a Jesús: Una llamada de alerta al pueblo de Dios
Yo espero ver a Jesús: Una llamada de alerta al pueblo de Dios
Yo espero ver a Jesús: Una llamada de alerta al pueblo de Dios
Libro electrónico280 páginas3 horas

Yo espero ver a Jesús: Una llamada de alerta al pueblo de Dios

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Información de este libro electrónico

Yo espero ver a Jesús —la edición ampliada de «He visto a Dios»— es el resultado de la vida de Anne Graham Lotz, vivida en la esperanza del regreso de Jesús. Mientras recorres con ella las páginas de la Biblia, llegarás a comprender por qué vive en esa expectación de ver a Jesús en cualquier instante. Anne sabe por experiencia personal que en la agitación de nuestros días, mientras nos vamos desviando hacia una cómodo autocomplacencia, es cuando más necesitamos una llamado a despertar; un sobresalto que nos impulsa a buscar una avivamiento para nuestra pasión por Jesús, que comenzó con un ardiente fuego, pero por alguna razón, se ha ido apagando hasta convertirse en un simple resplandor carente de eficacia. Ella quiere asegurarse de que tú, y todos los demás cristianos, estemos listos para ese momento en el cual nuestra fe se convierta en vista. En Yo espero ver a Jesús, Anne indica las señales bíblicas que ella ve en el mundo que nos rodea, y muestra de qué forma puedes experimentar una relación auténtica, profunda y más rica con Dios, en un avivamiento que transforme tu vida y reavive su fuego.

IdiomaEspañol
EditorialZondervan
Fecha de lanzamiento3 abr 2012
ISBN9780829762662
Yo espero ver a Jesús: Una llamada de alerta al pueblo de Dios
Autor

Anne Graham Lotz

Anne Graham Lotz, hija de Billy y Ruth Graham, es la presidenta y directora ejecutiva de AnGel Ministries, una organización sin fines de lucro que apoya sus esfuerzos por llevar a las personas a una relación con Dios por medio de su Palabra. Inauguró su ministerio de avivamiento en el año 2000 y ya ha hablado en los siete continentes y en veinte países extranjeros, proclamando la Palabra de Dios en estadios, iglesias, seminarios y prisiones. También es la galardonada autora de trece libros, entre ellos Magnífica obsesión.

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    Todo el que depende de Dios debe leer este libro.
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    Oh, yes! We need to open our eyes and see Jesus! Includes an appendix to teach how to hear God as you study scripture.

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Yo espero ver a Jesús - Anne Graham Lotz

¡Él viene!

Mateo 24

Ustedes saben discernir el aspecto del cielo, pero no las señales de los tiempos.

¿Estamos viviendo el final de la historia humana tal como la conocemos? Rutinariamente se hace esta pregunta cuando algún desastre natural nos golpea o nos enfrentamos a una serie de crisis a nivel mundial. Hace poco leí un artículo en un periódico sobre un grupo de personas tan convencidas de que el fin del mundo tendría lugar el 21 de mayo de 2011 que estaban colocando en carteleras y conduciendo por la ciudad en automóviles en los que habían pintado advertencias (si estás leyendo esto, resulta obvio que estaban equivocados). Como ese dibujo de historieta que muestra a un profeta con un cartel atado a su espalda (mientras va y viene por la vereda) en el que proclama: «El fin del mundo está cerca». Entonces tendemos a mofarnos y a descartar toda idea de que esa historia vaya a tener una conclusión real. Especialmente durante el término de nuestra vida. Consideramos que se trata de una mala broma.

Sin embargo, cuando los discípulos le hicieron a Jesús una pregunta semejante, él no se burló de su inquietud ni la desestimó. Ni siquiera entró en el análisis de si el mundo llegaría o no su fin. En lugar de eso, les respondió dándoles señales a las que deberían estar atentos, porque ellas indicarían que el fin del mundo estaba cerca, subrayando con firmeza que un día todo llegaría a su conclusión final.¹ En tanto enfatizó que nadie podía saber el día y la hora exactos, les advirtió a sus discípulos que debían estar atentos a estas señales, lo que implicaba que uno podría discernir cuál era la generación (Mateo 24:36, 42). De hecho, él reprendió a los líderes religiosos de sus días por no darse cuenta de lo increíblemente estratégica e histórica que era la generación en la que vivían, generación que experimentó la primera venida del Hijo de Dios a la tierra. Subrayó la falta de conciencia de ellos al decir que sabían interpretar la apariencia del cielo para poder predecir el clima, pero que no conocían las señales de los tiempos que indicaban lo significativo de su generación (16:2-3).

¿Puede ser que al igual que los líderes religiosos de los días de Jesús, nosotros podamos predecir el clima observando el cielo («Cielos rojizos por la mañana: marineros tomen precauciones; cielos rojizos al anochecer: alégrense, marineros») y permanezcamos ignorantes de los tiempos en los que vivimos? ¿Mientras predicamos el evangelio, nos comprometemos en distintas misiones, le contamos a la gente acerca de Jesús, alimentamos a los hambrientos, vestimos a los desnudos, y alojamos a los sin techo, estamos totalmente ajenos a la importancia estratégica de la generación en la que vivimos? ¿Podría ser esta la generación que experimente la segunda venida del Hijo de Dios a la tierra? ¿Cómo podría alguien saber una cosa así?

Años atrás me hice esta pregunta. Me vino a la mente la idea de que un día vendría una generación que sería la última. ¿Cómo podría saberlo esa generación? Recordé las propias palabras de Jesús a sus discípulos y las señales que les dio en respuesta a su pregunta. Una y otra vez él instó a sus discípulos a no dejarse engañar, a estar atentos, a no dejar que su regreso llegara como el ladrón en la noche (24:4, 42-44). En otras palabras, él les estaba indicando claramente que la última generación de la historia humana, la generación que sería testigo de su regreso a la tierra, podía saber que lo era SI se mostraba diligente en prestar atención a las señales que él les había dado, y no meramente tenía conocimiento de ellas.

¿Y qué señales les dio Jesús a sus discípulos, a las que deberían estar atentos (y tú y yo también)? Durante la semana que precedió a la crucifixión, Jesús se sentó en el Monte de los Olivos con los doce, miró hacia la ciudad de Jerusalén, y se lamentó de que esa ciudad sería completamente destruida, profecía cumplida en el año 70 d. C. Los discípulos entonces le hicieron dos preguntas: «¿Cuándo sucederá eso?» (haciendo referencia a la destrucción de Jerusalén) y «¿Cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?». Jesús respondió a la segunda pregunta mencionando las señales que indicarían que la historia humana tal como nosotros la conocemos se estaba acercando a su clímax final.

Jesús describió esas señales como «dolores de parto» (24:8). Yo tuve un parto natural con tres de mis hijos. ¡Nunca olvidaré lo que son los dolores de parto! En cada ocasión comenzaron discretamente, como un dolor o una presión en la parte baja de la espalda. Pero al ir progresando el trabajo de parto, también lo hizo el dolor, la presión, hasta envolver toda la sección media del torso, de modo que yo podía sentir que me apretaba fuertemente a medida que hacía descender al bebé que llevaba adentro. Y no solo se intensificó el dolor, sino que aumentó su frecuencia. Tuve varios comienzos falsos, pero una vez que se inició el verdadero, los dolores se presentaron regularmente, casi como marcados por el reloj, a intervalos de cinco minutos; luego fueron cada cuatro, cada tres, cada dos, ¡hasta que la intensidad y frecuencia se mezclaron para volverse insoportables! ¡Y precisamente cuando yo pensaba que ya no podía soportar más esos dolores de parto, emergió el bebé!

¡Al recordar mi propia experiencia en un trabajo de parto, no necesito que nadie me explique cómo es! Tiene dos características principales: ocurre a intervalos que se vuelven cada vez más frecuentes, y suceden en medio de una intensidad creciente: cada contracción es más fuerte que la anterior. Jesús utilizó esa precisa descripción cuando les mencionó a sus discípulos las señales que tendrían lugar hacia el fin del mundo. Las señales que él describió siempre han estado presentes en nuestro mundo. Por ejemplo, siempre ha habido guerras. Siempre ha habido terremotos. Siempre ha habido persecuciones llevadas a cabo contra su pueblo.

Sin embargo, él nos advirtió que cuando tú y yo viéramos esas señales aumentar en frecuencia (cuando sucedieran cada año, cada mes, cada semana y luego cada día) y cuando las viéramos aumentar en intensidad (una tras la otra, rompiendo los récords; y cuando sucedieran dentro de una misma generación —24:34— y no simplemente diseminadas a través de toda la historia humana), entonces deberíamos hacer lo que nos dice: «Cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su redención».²

Yo he dividido las señales que Jesús les indicó a sus discípulos en ese día, hace casi dos mil años atrás, en cinco categorías: (1) la esfera espiritual o religiosa, (2) la esfera nacional, (3) la esfera natural o medioambiental, (4) la esfera de lo personal o cultural, y (5) la esfera global.

Señales en la esfera espiritual

Dentro de la categoría de las señales religiosas o espirituales, Jesús advirtió: «Vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán Yo soy el Cristo, y engañarán a muchos» (24:5).

Estaba prediciendo que durante la última generación habría muchos «falsos Mesías». Se consideraba al Mesías como alguien ungido por Dios que solucionaría los problemas del mundo y marcaría el comienzo de un mundo de paz y prosperidad.

Hoy, muchos dentro del mundo islámico están esperando al Mesías Islámico Chiita, al que hacen referencia como al Decimosegundo Imán. Los musulmanes creen que él va a aparecer pronto, y que cuando suceda, les hará justicia a sus pueblos, les otorgará poder mundial a sus líderes y llevará a cabo la aniquilación de sus enemigos.

También hay muchas personas alrededor del mundo que, aunque no usan el término mesías, prometen que si les damos nuestro voto, dinero o lealtad, si establecemos su forma de gobierno, o si adoptamos sus prácticas religiosas, entonces ellos solucionarán nuestros problemas y nos conducirán a la prosperidad, y nos ofrecerán una esperanza verdadera para el futuro. Son «falsos mesías». Ningún ser humano, gobierno, religión o programa de ayuda social jamás producirá prosperidad y paz permanentes. El único que puede hacerlo es el verdadero Mesías. Y su nombre es Jesús.

Durante la última generación también «surgirá un gran número de falsos profetas que engañarán a muchos» (24:11). Un profeta es alguien designado por Dios como mensajero: alguien que transmite la Palabra de Dios al pueblo de Dios y al mundo circundante. Un profeta falso es alguien que dice hablar en nombre de Dios, pero cuyo mensaje no viene para nada de Dios.

Aunque siempre habrá alrededor de nosotros gente que se mofe de las Escrituras o se burle de aquellos que aceptan a Dios y su Palabra, esta señal habla acerca de algunos líderes de adentro de la iglesia. Resulta desalentador notarlo, pero los púlpitos de las iglesias, las plataformas desde las que se habla en los seminarios, y los escritorios de las aulas están llenos de predicadores, maestros y profesores que son falsos profetas. Declaran hablar de parte de Dios, pero niegan la verdad de la Palabra de Dios, desmereciendo sus mandamientos, desafiando su autoridad y destruyendo la fe que tiene la gente en ella, en lugar de atreverse a creerla y declararla.

Nunca olvidaré aquella ocasión en que asistí a un estudio bíblico en una iglesia denominacional histórica que era conducido por un profesor de seminario visitante. Tenía dos doctorados y leía directamente el Nuevo Testamento en griego. En su introducción del libro de la Biblia que estaríamos estudiando, dijo que nunca se debería haber colocado dentro del canon de las Escrituras, que su autoría era incierta, y que si no podíamos leer el griego, no podríamos entenderlo de todos modos. Para cuando él acabó de introducir ese estudio bíblico, ninguno de los que estábamos presentes queríamos permanecer allí. Era alguien que, por el mismo puesto que ocupaba, declaraba hablar de parte de Dios, pero que en realidad conducía a la gente a negar y cuestionar la Palabra de Dios. En lugar de fortalecer la fe de la gente en la Biblia, la llevaba a perder la fe en ella y dejarla de lado. Yo me levanté y salí. Supe que el profesor era un «falso profeta».

Recientemente ha surgido un tema de conversación nacional, iniciado por un joven pastor evangélico muy popular, que ha declarado que dado que Dios ama a todas las personas, todos irán al cielo. Las revistas de noticias nacionales, los periódicos y los programas de entrevistas, así como muchos blogs en la Internet, han destacado sus declaraciones. Su iglesia cuenta con una asistencia semanal de siete mil personas, personas que parecen seguirlo aun cuando sus palabras contradicen directamente lo que dice la Biblia, niegan la calidad de único que tiene Jesús, y rechazan la necesidad de la cruz para la salvación. Es un falso profeta.

Una de las señales que da más que pensar en lo que concierne a la esfera espiritual es aquella que indicó Jesús: «Entonces los entregarán a ustedes para que los persigan y los maten, y los odiarán todas las naciones por causa de mi nombre» (24:9). La persecución a los cristianos ha crecido de un modo significativo durante la última década. La Alianza Evangélica Mundial estima que son más de doscientos millones los cristianos perseguidos por la única razón de identificarse con Jesucristo.³ Ilustra perfectamente esta cuestión lo acontecido en la escuela secundaria Columbine, en Littleton, Colorado. Según se informó, Dylan Klebold confrontó a Cassie Bernall, de diecisiete años, en la biblioteca, y le preguntó si creía en Dios. Cuando ella le dijo que sí, le disparó y la mató. En tanto que algunos discuten este relato, otros han llamado a Cassie la primera mártir de los Estados Unidos.

Al momento de escribir esto, los cristianos están siendo atacados abiertamente en lo físico en Irak, Siria, Egipto, Sudán, Somalia, Afganistán y muchos otros lugares del mundo, y esas historias nunca llegan a la primera plana de nuestros periódicos.⁴ Se queman iglesias, se les dispara a los cristianos o se los lapida. Los niños cristianos son esclavizados, y a las mujeres cristianas las violan pandillas … el horror va en aumento hasta convertirse en algo corriente. Las agresiones verbales se han vuelto comunes. Yo he tenido algunos encontronazos a causa de este tipo de persecución cuando participé en un foro amplio sobre nuevas ideas para otros países. Una de las presentadoras inició sus comentarios atacando a «esos peligrosos nacidos de nuevo que son unos retardados … ».⁵ Y la audiencia se rió.

Mientras consideramos atentamente las señales de las que nos habló Jesús en lo referido a la esfera espiritual, leamos y escuchemos las noticias. Las noticias locales, nacionales y mundiales. ¿Qué ejemplos podríamos dar en cuanto a los falsos Cristos? ¿Y en cuanto a los falsos profetas? ¿Y en lo referido a las persecuciones de cristianos? A la luz de sus palabras y de lo que leemos en las noticias, mientras tenemos en mente los dolores de parto, ¿qué tiempo consideramos que sea?

Señales en la esfera nacional

La segunda categoría de señales que describió Jesús tiene que ver con la esfera de las naciones. Jesús explicó: «Ustedes oirán de guerras y de rumores de guerras, pero procuren no alarmarse. Es necesario que eso suceda, pero no será todavía el fin» (24:6). Casi a diario leemos acerca de revueltas y rumores de guerra en el Medio Oriente, en el continente africano y en la península de Corea. Y nos bombardean con noticias de conflictos en curso y de revueltas en Irak, Afganistán, la península arábiga, Egipto, Libia, Sudán, Somalia y otros lugares del mundo. Estamos invirtiendo miles de millones de dólares en guerras generales y amplias contra el terrorismo y las drogas. Mientras escribo esto, una de las estimaciones al respecto señala que se están peleando ciento treinta y cuatro guerras en el mundo actualmente.⁶ De hecho, hubo más guerras en el siglo veinte, incluyendo las dos guerras mundiales, que a través de todo el resto de la historia humana. ¡Y fue en el siglo veinte que se estableció la organización de las Naciones Unidas para ayudar a mantener la paz! Tanto la primera guerra mundial como la segunda, y los conflictos mundiales que vemos que se están desarrollando hoy, fueron predichos por Jesús cuando nos advirtió: «Se levantará nación contra nación, y reino contra reino» (24:7).

En Lucas 21, que es un pasaje paralelo al de Mateo 24, Jesús agregó otra señal: «Las naciones estarán angustiadas y perplejas» (v. 25). En otras palabras, al final de la historia humana, las naciones enfrentarán problemas que parecerán no tener una solución. Esos problemas parecen también incluir guerras como las que se libran contra el terrorismo o las drogas, así como también las alucinantes dificultades económicas que se presentan en el nivel mundial.

Mientras consideramos concienzudamente las señales que Jesús nos ha dejado en lo tocante a la esfera de lo nacional, ¿también leemos y escuchamos las noticias? ¿Qué rumores de guerras escuchamos que se analizan por radio y televisión, y aun en los programas de entrevistas? ¿Qué guerras se están peleando al presente que aparecen en los titulares? ¿Cuáles son algunos de los otros principales problemas sin solución que vemos enfrentar a las naciones? A la luz de las palabras de Jesús y de lo que escuchamos en las noticias, teniendo en mente los dolores de parto, ¿qué hora nos parece que sea esta?

Señales en la esfera natural

La tercera categoría quizás incluya aquellas señales más fácilmente identificables que tienen lugar en el reino de la naturaleza o del medioambiente. Como disparador de nuestro proceso mental, Jesús utilizó el ejemplo de los terremotos y las hambrunas. Pero también podemos agregar a esa lista los incendios forestales, las inundaciones, las tormentas de nieve, las sequías, los tornados, los huracanes, los monzones, los ciclones, los deslaves, así como también la invasión de hormigas rojas, langostas, ranas, moscas, arañas, serpientes, peces carpa asiáticos y otros fenómenos extraños que hemos presenciado en la esfera de lo natural. ¿Podría la creciente frecuencia e intensidad de esas señales no ser una mera advertencia global, sino una advertencia de parte de Dios acerca de que el tiempo se acaba?

Jesús agregó otros dos ejemplos en el pasaje de Lucas. Mencionó «el bramido y la agitación del mar».⁷ El «bramido […] del mar» en los océanos hoy se debe a los cientos de miles de cables que hay en el fondo, sin mencionar todas las lanchas, barcos y submarinos que se entrecruzan en el agua y los resonadores utilizados para ubicar objetos que se encuentran debajo del agua. Bajo la superficie de las aguas aparentemente existe un rumor, zumbido o «bramido» constante que se considera dañino para la vida marina.⁸ La «agitación del mar» se reconoce más fácilmente por la cantidad récord de tsunamis, o maremotos, que hemos presenciado durante los últimos años.

Y esas son señales solo en nuestro planeta. En otros lugares la Biblia nos dice que habrá señales en el cielo, tales como las extrañas y únicas conjunciones de los planetas con la luna (que se presencian solo una vez en la vida), o la alineación de las estrellas, que se produce una vez en un siglo o cada milenio (Mateo 24:29).

¿Qué otras señales de la esfera natural podríamos mencionar? ¿Qué cambios medioambientales, catástrofes u otro tipo de fenómenos han captado nuestra atención, en especial cuando se baten los récords establecidos apenas una semana antes? Cuando consideremos a conciencia las señales de la esfera física o natural y otras señales que Jesús mencionó, tales como pestes¹⁰, enfermedades incurables (como el SIDA, la gripe aviar, el virus Ébola, las bacterias MRSA, que consumen la carne y son mortales) y la epidemia mundial de cáncer, recordemos los dolores de parto. ¿En qué tiempo nos parece que estamos?

Señales dentro de la esfera personal

No necesitamos rebuscar en la oscuridad del cielo ni mirar más abajo a lo que sucede con el planeta Tierra. Simplemente tenemos que mirar lo que pasa alrededor de nosotros en nuestra cultura, recordar las palabras de Jesús referidas a la cuarta categoría de señales, y ver que «la venida del Hijo del hombre será como en tiempos de Noé. Porque en los días antes del diluvio comían, bebían y se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no supieron nada de lo que sucedería hasta que llegó el diluvio y se los llevó a todos. Así será en la venida del Hijo del hombre» (24:37-39). En tanto que el comer y beber, el casarse y dar en casamiento no tienen nada de malo, hay algo intrínsecamente malo en una cultura que sigue adelante con sus actividades diarias totalmente ajena a Dios. La generación de Noé vivía en el mismo límite del final de su mundo, y sin embargo, no tuvieron ni la menor idea de que estaban al borde de una aniquilación total hasta que se precipitaron al abismo del juicio.

De una manera semejante, nuestra generación parece no tener temor de Dios ni conciencia de que debemos rendir cuentas delante de él. Tiramos a la basura sus instituciones, despreciamos a su Hijo, negamos su palabra, blasfemamos su nombre, alardeamos de nuestro derecho a pecar, nos burlamos de su pueblo, oprimimos a los pobres, cambiamos la verdad por la mentira, todo eso mientras nos mantenemos

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