Ante todo me fije en el precio: no son caras. Luego noté que los materiales que revisten la zona de cocción no son los más ecológicos (ehem). Pero puede utilizarse – pensé– si se limpia suavemente, con un lavavajillas suave y ecológico.
Mi hijo adolescente aplaudió la mar de contento: por fin tendría su ración de patatas fritas sin acrilamidas y sin grasas nocivas, controlando la cocción con un buen aceite y sin requemados.
Recordemos que las acrilamidas son esta cosa