Cuando perdemos a un ser querido, normalmente tenderemos a negar lo ocurrido.
No podemos aceptar esa pérdida.
Posteriormente, nos sentiremos enfadados, y con ira.
El dolor es tan intenso que nos llevará a dejar paso a estas emociones.
Luego, quizás, intentemos negociar, ya sea con un ser supremo, o cualquier otra creencia para que vuelva esa persona que hemos perdido,
Entraremos seguidamente en una fase depresiva, que coincide con la aceptación de la pérdida.
Y por último aceptaremos plenamente nuestra pérdida.

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