Empiezo el año y la tercera temporada con la meta de andar sin metas. Mi meta sería nadar al unísono con lo que la vida traiga. De pronto, estoy saturada del bombardeo de retos y propósitos con los que usualmente empezamos el año porque en ninguna ocasión he visto que las metas trazadas desde esa mirada supersticiosa, de “ahora sí voy a hacer todo bien” funcione. Más bien, decido iniciar el año reflexionando la frase de la aurora Kate Bowler: No hay cura para ser humanos. Nada nos salva de nuestra preciosa, vulnerable y algo caótica humildad. Tal vez, si nos dedicamos a comprender este concepto realmente, veremos que algo se relaja, que tenemos más capacidad de tratarnos mejor, de darnos más espacio, de cultivar compasión por nuestras partes más heridas. No imagino mejor meta.